Foto portada: Emiliano Palacios.
“Este 8M es distinto, porque tenemos nuestro Ministerio”. La ex Ballena Azul del Centro Cultural Néstor Carlos Kirchner rompió entonces en una única ovación. Así cerraba su discurso durante la inauguración de la Semana de las Mujeres Trabajadoras –y con la consigna Nosotras Movemos el Mundo-, Elizabeth Gómez Alcorta, ministra de Mujeres, Géneros, y Diversidades. La acompañaban el presidente Alberto Fernández, y el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer.
Ese puente histórico que va desde 1949, con la creación del Ministerio de Trabajo y la escucha atenta de un gobierno a un movimiento obrero organizado y pujante, hacia hoy, con la decisión política del gobierno del Frente de Todos de elevar la jerarquía de la agenda de géneros en el Estado y darle carnadura institucional a las demandas del movimiento feminista, traza una manera de leer el termómetro social, de entender la política, pero también de ejercerla.
El Auditorio Nacional estaba colmado, y cientos de mujeres, lesbianas, travestis, y trans, ocupaban butacas y pasillos. De a poco comenzaron a llegar distintas figuras que hicieron tronar la sala. Mayra Mendoza, Ginés González García, Dora Barrancos, Ofelia Fernández. Rockstars de los feminismos, bajaban por las escalinatas saludando a un público que lxs celebraba con un aplauso cerrado, no a ellxs, sino a lo que hoy representan: una lucha implacable por la ampliación de derechos.
Con el Frente de Todos, se institucionalizó la agenda de géneros en el Estado nacional, y también el de la provincia de Buenos Aires. Crédito: Ministerio de Cultura de la Nación.
Tristán Bauer dio la bienvenida al CCK. “Hoy estamos inaugurando la muestra Nosotros movemos al mundo. –Noooooo- corearon les asistentes. “Nosotras movemos el mundo”, rectificó. De un tiempo a esta parte, el lenguaje dejó de ser inocente. Hoy, el uso del inclusivo es una intervención política que sienta posición ante un panorama de violencia y desigualdad.
-Presideeeenta, Alberto Presideeeenta, Alberto Presideeeenta…-. Así saludó al presidente de la Nación un auditorio repleto de feminismos todavía emocionados por el discurso que tan solo tres días antes había dado Alberto Fernández en el Congreso de la Nación, en el que dijo que “la existencia de la amenaza penal no solo ha sido ineficiente demostrando que el devenir social transcurre más allá de la misma norma, sino que también ha condenado a muchas mujeres, generalmente de escasos recursos, a recurrir a prácticas abortivas en la más absoluta clandestinidad, poniendo en riesgo su vida”.
En el mismo tramo, anunció que esta semana presentará un proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que legalice el aborto. En el CCK, hizo especial hincapié en que la sociedad argentina cambió, y ya no soporta más un sistema donde “algunos son más iguales que otros”.
Una feria editorial feminista, entre tantas otras propuestas que se desplegaron en el Centro Cultural Kirchner. Crédito: Ministerio de Cultura.
Con toda esa expectativa como marco, y con la alegría de ver cómo comienzan a materializarse ciertas conquistas, Alberto Fernández, junto con Tristán Bauer, y Eli, como llaman a la ministra de jeans, zapatillas, y pañuelo verde en los pasillos de Balcarce al 100 -donde hoy funciona parte del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad-, dieron inicio a lo que se caracterizó entre compañeras, como el Femipalooza. Una semana con más de 100 actividades artísticas, culturales, formativas, reivindicativas, gratuitas y populares para dar visibilidad y reivindicar procesos, luchas y conquistas de los movimientos feministas, en donde se buscó fomentar el debate en torno a distintos ejes: trabajo y cuidado, diversidad, violencias.
A través de charlas, muestras, homenajes, e intercambios, se hicieron presentes organizadoras barriales como las Juanas, Manzaneras, y compañeras del Ellas Hacen, hasta académicas como Dora Barrancos o Diana Maffia, mujeres con amplia trayectoria en política partidaria, mujeres sindicalistas, actrices, comunicadoras, o de organizaciones sociales, estudiantiles, del mundo del deporte, y de la diversidad. Todas, todes, debatiendo, discutiendo, tiñendo de verde el Centro Cultural Kirchner. Encontrándose.
El ciclo cerró el sábado 7 de marzo, con un concierto solista a todo trapo de Liliana Felipe. En el medio, Elizabeth Gómez Alcorta, Dora Barrancos, y el jefe de gabinete Santiago Cafiero, encabezaron el acto que reinauguró el Salón de las Mujeres Argentinas en Casa Rosada. Cristina Fernández de Kirchner lo había puesto en marcha durante su primer mandato, el 6 de marzo de 2009, pero luego fue desarmado por Mauricio Macri para la instalación de oficinas.
Un salón en la Rosada para homenajear a las grandes mujeres de nuestra historia. Crédito: Telam.
Allí se pueden ver cuadros de con las imágenes de Eva Perón, Cecilia Grierson, Juana Azurduy, Lola Mora, Mariquita Sánchez de Thompson, Alfonsina Storni, Alicia Moreau de Justo, Tita Merello, Victoria Ocampo, Lohana Berkins, y las Madres de Plaza de Mayo, entre otras. Se trató de un paso trascendental para construir una memoria colectiva que incluya a las grandes protagonistas de la historia, visibilizándolas. “Todas estas heroínas con sus sables, sus tambores, sus voces, nos permitieron que cada lucha por cada uno de nuestros derechos se vinculara y posibilitara una nueva lucha”, dijo la ministra de las Mujeres durante la ceremonia.
El lunes 9 de marzo fue el turno de las calles. Nosotras movemos el mundo, y por eso también podemos pararlo y transformarlo. Bajo el lema “vivas, libres y desendeudadas nos queremos”, cientos miles de mujeres, lesbianas, travestis y trans, se movilizaron a la Plaza del Congreso, y ocuparon el espacio público con alegría, fuerza y toneladas de glitter.
Con carteles hechos a mano, banderas, o frases pintadas en los cuerpos, los feminismos alzaron la voz una vez más. Toda la plana mayor del Ministerio de las Mujeres (que adhirió en un 100% al paro) estuvo presente en la marcha: ministra secretarias, subsecretarias y directoras.
También debutó un nuevo colectivo, con una bandera de arrastre que rezaba la consigna “la revolución de las viejas”.
Nenas, adolescentes, travas, tortas, madres, trabajadoras cantando, bailando, y luchando. Por ahí se vio un cartelito de cartón corrugado con una frase pronunciada en la primera intervención en una sesión de la legisladora porteña Ofelia Fernández, y que se viralizó en la última semana: marzo lleva más femicidios que días. Ese también fue el ánimo de la marcha, el de la carga y la memoria de las muertas y las desaparecidas. Venimos a luchar con alegría, pero también con rabia y dolor.
Cientos de miles de mujeres y diversidades se movilizaron en todo el país; la gran mayoría, jóvenes. Crédito: Emiliano Palacios.
Unas horas antes de la movilización, amanecimos con la noticia de que Fátima Acevedo fue encontrada el día anterior en un aljibe, en Paraná, con su cuerpo descuartizado, después de que se la buscara desde el 1 de marzo. Su ex, y el papá de su hijo, fue detenido y es el principal sospechoso de su muerte. También pudimos escuchar su voz, en un mensaje que le había enviado a su amiga, en el que le contaba los vaivenes judiciales, las denuncias, las faltas de respuesta del juzgado, sus miedos. Nos matan por ser mujeres, todos los días, y es urgente hacer algo ya, ahora.
Cómo pidió al público la cantante chilena Mon Laferte en un festival en México, gritemos y cantemos, ya no hagamos un minuto de silencio, porque ya callamos durante mucho tiempo.
El aluvión feminista desbordó ayer las plazas y las calles en toda la Argentina, y está generando un camino irrefrenable, un despertar que abrió los ojos de muchas, de muches, y que solo puede derivar en una transformación, y en que eventualmente, el patriarcado se caiga, se cae, se va a caer.