Por Iván Salomonoff * 

La vida sin música sería un error, dijo Nietzsche, y tenía razón. Su poder es inmenso. La música sana, eleva el espíritu y toca fibras, despertando en el ser humano pasiones y sentimientos genuinos e inigualables. Las obras musicales constituyen una parte fundamental de las sociedades; en sus melodías y letras se reflejan las problemáticas que atraviesan a las personas y, muchas veces, terminan siendo espejo o termómetro de lo que sucede en las comunidades. Por eso es importante conservarlas, darles el valor que se merecen y, sobre todo, protegerlas. 

Existen leyes y derechos internacionales que resguardan la música popular o tradicional en todo el mundo, pero hay un punto ciego con respecto a un sector olvidado, vulnerado e ignorado por el resto del mundo: la música indígena. Su profundo significado, la conexión con la naturaleza, los cantos ancestrales, la armonía con el universo y sus rituales, que conectan con lo más sagrado y puro de la creación, constituyen un patrimonio cultural inmaterial que debería ser conservado y respetado. Pero en este mundo occidental y capitalista cada vez hay menos lugar para lo originario, estirando así la brecha desigual que existe entre la cultura hegemónica y la indígena. Dicha brecha no es sólo cultural, sino también económica, territorial y moral, y se intensifica cuando hablamos de mujeres que llevan adelante el canto indígena, sobre todo en Latinoamérica. Las cantoras indígenas sufren desigualdades constantes relacionadas a la discriminación, la violencia, el racismo y el olvido.  

Pero en los últimos años, una nueva generación de músicas indígenas de América Latina ha encontrado la manera de hacer frente a esta desigualdad con el poder de su canto. Un canto empoderado que recupera sus raíces y reivindica a sus ancestros con la fuerza de su voz, pero también con el talento y la capacidad de llegar a los más jóvenes a través de la fusión de estilos actuales (como el rap, trap, electrónica o hip-hop) con cantos étnicos de los pueblos originarios. Un puente cultural y generacional para derribar prejuicios, lograr la inclusión y luchar contra la discriminación, la violencia, el desarraigo y el olvido. 

Un espacio lindo y suave para vivir | Zara Monrroy (México) 

Su nombre es Roxana Sarahí Romero Monrroy, pero el mundo la conoce como Zara Monrroy. Es activista, cantante, poeta, compositora, ecologista, pescadora y danzante indígena mexicana, originaria de la comunidad Socaaix, Sonora, perteneciente a la región Comcaác, de la cual es embajadora cultural. Su lengua materna es cmiique iitom (seri), la cual tiene la particularidad de ser una lengua aislada, es decir que no tiene parentesco con otras lenguas y solo es hablada por las personas que pertenecen a la región Comcáac (que significa 'gente de la arena').  

De pequeña, Zara se interesó por estudiar su lengua materna, luego escribió poemas en su comunidad y finalmente se lanzó a componer y difundir música en seri, fusionando distintos géneros como rock, rap y reggae. 'Estudiar, reconocer y luego componer en mi lengua originaria surge por la necesidad del rescate y visibilizar nuestra cultura y la lengua materna', afirma esta joven artista indígena que se hizo muy popular entre las y los jóvenes de su región.  

Se siente cómoda y a gusto en cada una de las actividades que realiza, ya que, según afirma: 'todo lo que hago es parte de una interconexión, debido a que por ello me inspiro: mis letras y mi esencia son parte de la naturaleza y está vinculado por la pesca, el territorio, la cultura... La poesía nace de ahí, para buscar un espacio lindo y suave para vivir'.  

Zara comprendió, desde muy pequeña, la necesidad de reconocer y visibilizar sus raíces, los cantos ancestrales y la sabiduría que su comunidad le había legado a través de distintas generaciones. Pero también supo, desde la más tierna edad, que su tarea no sería sencilla debido a las hostilidades de un mundo que discrimina, invisibiliza y menosprecia a las mujeres, y más si son indígenas.  

'No hay igualdad de derechos, siempre el más apoyado es el hombre artista en nuestras comunidades originarias y en las ciudades. Los hombres tienen más palanca y más conexión con el medio artístico, entonces tienen más oportunidades. Por ejemplo, en mi caso, no tengo conexiones así, a veces nos contratan los gobiernos o alguna dependencia independiente, pero es difícil ya que el trabajo artístico indígena no está muy bien pago, menos para las mujeres', denuncia Monrroy. Y casi como una declaración, exclama: 'Nos urge una ley de apoyo a los artistas indígenas y artistas independientes'.  

Los números le dan la razón: tan sólo en el año 2023, según datos proporcionados por la plataforma Sonoridad MX, se reveló que, en festivales mexicanos, 25 de cada 100 anunciados estaban liderados por mujeres.  

Al ser consultada sobre de qué manera podría intervenir el estado mexicano para mejorar las condiciones del arte y las músicas indígenas, qué tipo de soluciones podría brindar, la joven cantante responde: 'siempre he dicho que el arte es la principal herramienta para que un ser humano cambie su chip. Pienso que deberían existir espacios para nosotros los y las artistas indígenas; también considero que debería haber una ley que ayude y contribuya al quehacer artístico indígena en nuestro estado, ya que el arte es sanador y es para mí la esperanza a que los jóvenes puedan salir de problemas de adicciones, entre otras cosas'. 

Para Zara, la esperanza también está en el futuro, en las nuevas generaciones. Por eso se despide recomendando la música de su sobrina, Brian Hizaax y, con orgullo, señala: 'Ella canta pop en nuestra lengua y solamente tiene 15 años, ¡pero empezó desde los 9! Es inspirador'.   


Revalorizar el canto | CHIRAPAQ y su iniciativa para proteger el canto Yánesha del Perú  

La Asociación Civil CHIRAPAQ de Perú se propuso, a través de su iniciativa denominada 'Taki Chaninchay' (Revalorización del canto), lograr un reconocimiento, revalorización, buenas prácticas y cierta protección jurídica del canto tradicional andino y amazónico. Para ello organizaron junto a la Federación de Comunidades Nativas Yánesha y el colectivo musical SINAPSIS un concierto especial que combinó la ritualidad de la danza y el canto indígena con la música clásica. El recital fue ideado para poner en valor la cultura Yánesha y abordar estrategias para el reconocimiento de su propiedad intelectual.  

Álvaro Ocampo Grey, abogado, músico y compositor, miembro de CHIRAPAQ y del colectivo musical SINAPSIS nos cuenta acerca de esta novedosa iniciativa que busca proteger, de alguna manera, los derechos de autor de las obras indígenas. 

La música indígena normalmente sería considerada de dominio público, libre de derechos. La idea de nuestra iniciativa es poder contactar, negociar y acordar con los propios líderes indígenas representativos para que nos permitan acceder y transcribir sus canciones a la partitura, luego sobre éstas hacer un arreglo musical para voz y un instrumento acompañante (piano o guitarra) y este arreglo sí podría ser protegido legalmente por ser hecho por un autor determinado (el arreglista). No obstante, los derechos de ese autor no serían de él, sino que se le ceden a la organización indígena representativa para que les corresponda a ellos el reconocimiento moral y económico que pudiera darse'.  

Álvaro además alerta sobre la importancia de transcribir las obras indígenas: 'la transcripción sería fundamental para que la música no se pierda y pueda ser revisada y analizada en un ámbito académico. Por otro lado, el registro de audio brinda la percepción de cómo se interpreta esa melodía transcrita en la partitura, lo cual a veces puede ser difícil de materializar en un papel'.  

Un gran desafío y peligro que enfrentan las comunidades indígenas del Perú son las pérdidas o costos económicos que genera el hecho de no resguardar las obras indígenas. Ante esta crítica situación, Ocampo Grey no duda en afirmar: 'el no tener un sistema de reconocimiento, fomento y protección de las manifestaciones culturales indígenas puede generar la pérdida y 'fosilización' de las tradiciones ancestrales indígenas que en realidad son cultura viva, pues si los cantantes e instrumentistas indígenas no cuentan con los suficientes incentivos para cultivar su arte ancestral y mantenerlo, simplemente podrán dedicarse a actividades más redituables como profesionales tradicionales u optar por la migración a ciudades principales.  

Al escuchar su testimonio, surgen los siguientes interrogantes: ¿aporta algún tipo de soluciones el gobierno peruano para hacer frente a esta problemática? ¿De qué manera se podrían proteger las obras indígenas de dicho país? 

Al respecto, Álvaro dice: 'En el Perú se protegen directamente a los autores individuales, no a los pueblos o colectivos cuyo conocimiento se transmite generacionalmente, por tanto, esta música es de libre uso y no les genera un reconocimiento o rédito a los pueblos indígenas. Podrían impulsarse desde el gobierno iniciativas como 'Taki Chaninchay' para que los pueblos si bien no tienen un Derecho de Autor idéntico al derecho individual, puedan tener la gestión de su patrimonio cultural de manera moral y económicamente relevante. 

Foto: Luis Enrique Becerra / CHIRAPAQ

Una discusión mundial   

La problemática sobre la protección de derechos intelectuales en la música indígena es un tema que está en discusión no sólo en Perú o en la región latinoamericana, sino también en el mundo. Tanto es así que la OMPI (Organización Mundial de Propiedad Intelectual) viene realizando desde hace un tiempo acciones para ayudar a los pueblos indígenas a proteger mejor sus Conocimientos Tradicionales (CC.TT) y Expresiones Culturales Tradicionales (ECT). Dicho organismo, creado por las Naciones Unidas, busca concientizar y resguardar los conocimientos transmitidos por vía oral, aquellos que no quedan protegidos por los sistemas convencionales de Propiedad Intelectual. A través de sus programas, este organismo busca impedir el uso no autorizado de esos conocimientos tradicionales y a su vez permitir la explotación de los mismos por la propia comunidad que los creó.  

¿Qué es el Derecho Intelectual?  

Esteban Agatiello, músico y abogado argentinoquien además es especialista en derechos intelectuales en la música, nos ilumina respecto a este interrogante. 'El derecho intelectual es la protección al esfuerzo de la actividad espiritual del ser humano. El ser humano crea obras del espíritu, esto es lo que nos diferencia de los demás seres vivientes. El derecho a crear es uno de los aspectos de la libertad propia de nuestra especie, un atributo del espíritu humano. La persona que crea necesita protección jurídica, que se la reconozca como autora y que su obra sea usada como pretende. Pero también requiere independencia económica dada por su creación y labor intelectual, a fin de no tener que depender del favor de un mecenas o una dádiva. Y así nace el derecho intelectual, que ampara uno de los privilegios esenciales que tiene la personalidad humana: lcreatividad'.  

Agatiello cree que es de suma importancia que los gobiernos del mundo realicen acciones para proteger las obras originarias de sus países, y en tal sentido afirma: 'creo que tal vez merecería discutirse la posibilidad de una normativa específica porque si bien no tienen autor y compositor definido sí pertenecen a una comunidad y que resulta para la comunidad muchas veces algo que posee un valor trascendental tanto o más como para los países sus himnos y sus canciones patrias'. 

Y también advierte sobre las pérdidas o costos económicos que genera el hecho de no proteger la música indígena de cada país. 'Las pérdidas económicas son incalculables. No se podría llegar a un número estimado. Pero más allá de ello seguro que es un derecho que no se puede perder, primero desde la cultura y su protección, luego desde su difusión incluso a quienes no forman parte de las comunidades, también como un aporte a la cultura de toda la humanidad y por supuesto también la cuestión económica'. 

Un lenguaje que enamora y unifica | Charo Bogarín y el canto indígena en Argentina 

Alguien que ha sabido reconocer el valor de la música indígena de su país, la importancia que significa visibilizar dicha cultura y las problemáticas económicas que atraviesa, es la música y compositora Charo Bogarín. Junto a su colega Diego Pérez formaron el dúo Tonolec, con el cual lograron no sólo fusionar música electrónica con canción toba, sino además visibilizar y generar conciencia acerca del canto y la música indígena argentina, especialmente de la etnia qom. 

Charo nació en Clorinda, Formosa (Argentina) y es tataranieta del Cacique guaraní Gayrayré. Su infancia y su vida no fueron sencillas: por la desaparición de su padre en tiempos de la dictadura argentina, en el año 1976, su familia debió radicarse en la ciudad de Resistencia, en la provincia del Chaco. Su madre debió hacerse cargo, sola, de ella y de su hermana. A pesar de todo, Charo encontró en el canto, y en el arte en general (además de música es actriz, periodista, bailarina y gestora cultural), un refugio y un estilo de vida. 

Charo repasa su historia y encuentra el punto de partida del nacimiento de Tonolec, el grupo con el cual logró hacerse un lugar en la música argentina y latinoamericana: 'en el año 2000 junto a mi colega Diego Pérez ganamos un concurso de MTV y pudimos viajar de Chaco, Resistencia, a Madrid, España. A la vuelta a nuestros pagos nos dimos cuenta de que nuestra música no tenía identidad, territorio, color local. Fue entonces que ambos decidimos empezar a indagar en el folclore musical más profundo de nuestra tierra y mixturarlo con los sonidos electrónicos. En ese momento es donde, sabiendo de la existencia del Coro Toba Chelaalapi nos acercamos a ellos y empezamos a aprender de su música, en lengua ancestral. Fue un proceso que nos llevó cinco años. Decidimos buscar un qué decir, conservando la herramienta electrónica para el modo de armar los sonidos, fusionando lo ancestral con lo contemporáneo. Recién en el año 2005 sacamos nuestro primer disco con Tonolec presentando en sociedad esta propuesta de fusionar géneros, para la época bastante novedosa'.  

Bogarín resalta la importancia de visibilizar la cultura indígena para una sociedad y las luchas que estos pueblos, muchas veces oprimidos, deben afrontar, por eso afirma: 'una sociedad se fortalece al identificar sus elementos propios, no sólo los que han sido secularmente impuestos desde una mirada hegemónica y colonizada, sino desde una mirada propia, generalmente invisibilizada. Eso pasó durante siglos con las culturas indígenas, no fueron tomadas en cuenta, eran la parte oscura de la historia, no eran considerados parte del folclore argentino, ni un orgullo nacional. La música es el lenguaje que enamora y unifica, hace conocer al otro desde lo que tiene y no desde lo que le falta, ese es el espíritu de nuestro arte y lo que queremos transmitir'. 

Todo tiene su tiempo. Las circunstancias sociales y el contexto internacional hicieron que su proyecto prosperara y se popularizara, primero en su país y luego en la región latinoamericana. La Charo sabe que el éxito de su propuesta estuvo signado, además de la originalidad y el talento, por un contexto determinado de la época que le tocó vivir.  

'Cuando un proyecto se populariza depende mucho del contexto social y político. Con Tonolec sacamos nuestro primer álbum en 2005 y justo en ese momento el tejido social estaba cambiando, estábamos poniendo la mirada hacia adentro, en búsqueda de una identidad argentina más territorial, y la música no escapaba a esos sentires. Al fusionar la música indígena con la electrónica y versionar de manera moderna los clásicos del cancionero criollo como Antigüos dueños de las flechas, generamos sin saber una propuesta que a la gente la identificaba. Nuevos paradigmas traían consigo principios del siglo XXI como la inclusión, la fusión, las mixturas, la integración, el revisionismo histórico. De alguna manera supimos representar esas nuevas consignas en nuestra música'. 

 La Charo nos pone al día de la realidad actual que vive la música indígena en Argentina, sobre todo el papel de las mujeres dedicadas a cantar en lenguas originarias. 'Hay diferentes realidades. La música mbya guaraní de Misiones es prácticamente de los niños y niñas, es coral. Los qom también tienen canto coral como el coro Chelaalapi del Chaco; los wichis tienen su coro SACHAM de Formosa integrado también por la misma cantidad de hombres y mujeres. El canto huarpe tiene referentes donde son formato dúo hombre mujer; el canto ranquel - mapuche tehuelche son quizás interpretados más en formato de solistas y según pude observar las mujeres están bien plantadas cantando. Sin lugar a dudas no es un género que se ha popularizado, todavía cantar en lenguas originarias en territorio argentino no deja de ser algo exótico o raro o singular'. 

Mezclar lo ancestral con lo novedoso fue una de las claves de su grupo Tonolec, con el cual fusionaron el folclore y los cantos étnicos con bases de música electrónica. ¿De qué manera conviven hoy las distintas realidades musicales en la Argentina? Ante esta pregunta, la Charo responde: 'la vinculación del canto originario de las nuevas generaciones es a través de la música urbana. En su momento lo novedoso y moderno fue la electrónica, hoy lo son géneros como el hip hop, rap, trap. Hay grupos como los Ha´e Kuera Ñande Juera que hacen rap y hip hop en lenguas ancestrales; lo mismo pasa con música de la comunidad Qom de Derqui que rapean en lengua toba. Creo que está siendo la manera de armonizar lo ancestral con lo contemporáneo'. 

Además de música, Charo Bogarín es gestora cultural. Y desde el año 2022 es la vicepresidenta del INAMU - Instituto Nacional de la Música. Sabe perfectamente la necesidad de preservar, visibilizar y fomentar la música indígena en la Argentina.  

'Los estados nacionales y provinciales son clave para proteger el patrimonio musical vivo e intangible de los pueblos originarios. Muchas provincias tienen políticas culturales destinadas a realzar sus culturas originarias. Chaco sostiene desde 1962 al Coro Chelaalapi; Misiones generó el Ecoturismo donde integran en el circuito, a los coros de niños cantando y a los artesanos mbya guaraní, lo que permiten ser parte a las comunidades de manera directa del circuito económico.  

Soluciones no jurídicas   

A nivel nacional desde el INAMU - Instituto Nacional de la Música, se ha creado y estrenado la Fonoteca de Arte Sonoro Indígena, de acceso libre y gratuito, donde músicas del territorio argentino en lenguas originales fueron catalogadas y digitalizadas.  

Hemos realizado ya 2 ediciones del Festival de Arte Sonoro Indígena, donde más de 70 artistas de Pueblos Originarios participaron del encuentro en Iguazú y en Posadas. Ejemplos como éstos podemos encontrar a lo largo y ancho de nuestro país', afirma Bogarín.  


Mujeres que cuidan la tradición 

Ante la falta de leyes que protejan las tradiciones y el desinterés político de los gobiernos a la hora de visibilizar y resguardar el patrimonio indígena y cultural latinoamericano, son las mujeres quienes, con coraje y convicción, han tomado la iniciativa y se han preocupado por encontrar soluciones a una problemática común en varios países de la región. Con la conciencia y el orgullo de reconocer sus raíces, defender su pasado y continuar con la tradición de sus ancestros, músicas de distintos países latinoamericanos llevan adelante la difícil pero necesaria tarea de poner en valor y resguardar las culturas originarias. Han encontrado, a su manera, la posibilidad de mantener el canto indígena vivo, mezclando lo antiguo con lo moderno, acercando lo ancestral a las nuevas generaciones, tejiendo un puente generacional que se sostiene en el amor y en la convicción de que futuro y pasado no son dos polos opuestos. Y entendiendo, sobre todo, que sabremos a dónde ir, si conocemos de dónde venimos.  


Playlist de Música Indígena  

Escuchá la música indígena latinoamericana a través de esta Playlist de Spotify que armamos con artistas que fueron sugiriendo nuestras entrevistadas. 


Con el apoyo de la Fundación Thomson Reuters