Distintos especialistas habían anticipado que la aparición de una enfermedad de origen zoonótico podría acaecer y causar una pandemia. La gripe H1N1, más conocida como gripe porcina, que puso en jaque al mundo durante varios meses allá por 2009 fue un pre-aviso más que elocuente. El mismísimo Bill Gates en 2014, en una charla TED, nos decía que era momento de planificación sanitaria, entrenamiento de trabajadores de la salud y estudios sobre vacunas porque en el futuro inmediato los virus acecharían. No obstante todo ello, la pandemia de coronavirus agarró a la humanidad en Pampa y la vía.


Como en casi todas las pandemias de la historia, el primer y único remedio efectivo es reducir la circulación de personas, con la consecuente reducción de la comercialización de bienes y servicios y una fuerte depresión económica. El mundo capitalista en el que vivimos no pudo darse el lujo de que las principales compañías oligopólicas minimizaran sus ventas o los ricos mermarán sus ganancias; y así, en una carrera sideral se pusieron en marcha ambiciosos proyectos de investigación y desarrollo de vacunas contra el COVID-19 alrededor de todo el mundo.


Los gobiernos que más financiaron candidatos vacunales fueron los Estados Unidos, Rusia, China, India y Alemania. La vacuna rusa desarrollada por el instituto estatal Gamaleya National Center, Sputnik V, concluyó las etapas experimentales y fue aprobada antes que las demás. Fue la primera vacuna que recibimos en nuestro país y resultó ser altamente efectiva, tanto es así que una sola dosis otorga una cantidad importante de anticuerpos, comparables a otras vacunas monodosis como por ejemplo Janseen de Johnson y Johnson. Las vacunas chinas son varias: Sinopharm en sus variantes B-BP1 y W-BP2 (la primera de ellas es la que se aplica en nuestro país), Sinovac, CanSinoBio, Zhifei Longcom y aún a la espera de aprobación final IMBCAMS. Esta última, financiada por Jack Ma Foundation, la entidad filantrópica del creador de Alibaba, el gigante asiático del E-Commerce.


Las vacunas rusa y chinas se han aplicado mayormente en países en vías de desarrollo y en países de sus zonas geográficas de influencia, aunque no exclusivamente. Ello, a diferencia de las vacunas con financiamiento estadounidense que en un 90% se aplicaron en países ricos. Es justamente aquí donde resulta importante atender el juego geopolítico sin hipocresías. Tanto en Beijing como en Moscú, la producción y abastecimiento de vacunas fue la oportunidad perfecta para fortalecer relaciones bilaterales y generar otras nuevas, incluso en latitudes alejadas de sus regiones. En el caso argentino, ambas relaciones estratégicas fueron cimentadas durante el gobierno de Néstor y promovidas, fortalecidas y potenciadas por Cristina durante sus dos mandatos.


La posibilidad de contar con estas vacunas, no sólo nos permitió comenzar a inocular al pueblo argentino antes que la inmensa mayoría de los países, sino que también nos permitió negociar con mas holgura otras vacunas como por ejemplo Pfizer y Moderna cuya mayoría accionaria (como eufemismo de propietarios) la tienen las compañías de gestión de inversiones más grandes de mundo: The Vanguard Group, Capital Research and Management Company y el viejo y conocido fondo BlackRock. A todas luces, si hubiéramos dependido -ni siquiera del altruismo- de contratos en condiciones dignas y soberanas probablemente recién estarían vacunando a nuestros abuelos y abuelas y hoy tenemos la fortuna de que están vacunando a nuestros niñes.


Decía Máximo Kirchner, el jefe del bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados en la sesión informativa del 8 de julio de 2021: “Yo no quiero un país que sea juguete de las circunstancias o que tenga que ceder a los caprichos de los laboratorios extranjeros”, y se preguntaba cómo nos va a ir con el FMI entonces. Gracias a negociaciones soberanas e inteligentes, el ritmo de vacunación argentino fue a la par de países europeos con características demográficas similares como por ejemplo España o Italia y a pesar del endeudamiento y empobrecimiento atroz que heredamos del macrismo siempre nos mantuvimos entre los privilegiados 20 países que más vacunas aplicaron a su población. Si bien es una circunstancia de la cual podemos hacer gala, el hecho de que aún hoy haya decenas de países que no han accedido ni siquiera a una sola vacuna también debe llamarnos a la reflexión sobre lo injusto que es el mundo incluso en momentos de inflexión para la raza humana.


Mencionábamos unas lineas más arriba que India y Alemania también se apuntaron en la carrera por la vacuna. En el caso del populoso país indio, su vacuna de bandera es Bahrat Biotech pero por estos lares fue mas conocido por haber producido los primeros lotes de la vacuna Astrazeneca que llegaron a nuestro país, comercializada bajo la denominación de Covishield por el Serum Institute of India. Aunque desde hace meses, las dosis de la vacuna Astrazeneca que se inoculan (tan solicitada por esos que vociferaban ´con la Sputnik no te dejan entrar a Europa´) son las producidas conjuntamente por Argentina y México. Una apuesta perfecta del gobierno argentino que también selló acuerdos con Rusia para producir localmente la Sputnik Vida. Esto no solo es un avance en términos de soberanía sanitaria, sino que también será un ingreso de divisas para la Argentina, toda vez que probablemente se requieran dosis anuales para contener a este virus al menos por el próximo lustro.


Quien también está produciendo vacunas Astrazeneca es Corea del Sur a través de la empresa farmacéutica SK Bioscience, que luego del acuerdo con la Universidad de Oxford triplicó su cotización bursátil que venía en baja. El caso de Alemania aún está pendiente de aprobación en la OMS pero se espera que muy pronto Curevac, la vacuna alemana, salga a la cancha.


Contra todo pronóstico quien también se sumó a lista de estados que promueven la investigación y desarrollo de la vacuna para poder salir de esta distopía que nos presentó el siglo XXI es Cuba. Pusieron a sus mejores científicos a trabajar en distintos candidatos vacunales y así lograron que dos de ellas resultaran seguras y efectivas: son la Soberana 02 y la Abdala. Si bien ya están siendo aplicadas en la isla, luego del anuncio se reactivó una maquina propagandística contra el gobierno cubano que parecía salida de otra época. Es que Cuba se encaminaba a poder contar con una fuente de ingresos más que considerable con sus vacunas contra el COVID-19 (dicho sea de paso, hace décadas producen 8 vacunas que exportan a una treintena de países), pero “todo tiene que ver con todo” y comenzaron las embestidas.


Por último, pero no por ello menos importante, no podemos dejar de mencionar que Canadá está desarrollando una vacuna vegetal que utiliza una partícula que se extrae de una planta y simula la coraza del coronavirus. Ya se encuentra en fase III y uno de los países en donde está siendo testeada es en el nuestro. Se trata de la vacuna Medicago y las instituciones que la aplican a los voluntarios argentinos son el Instituto Mautalen y el Hospital Militar. Veganos felices e inmunizados.


La historia de las pandemias demuestra que el ser humano está formateado para sobreponerse a las mas adversas condiciones sanitarias desde la Peste de Atenas en el 431 a.C. hasta la última Gripe Española de 1918, pasando por las más letales como la Plaga de Justiniano o la Peste Negra que se estima dejaron 50 millones de muertos cada una. ¡O la de Cocoliztli que duró casi 90 años!


El record que por ahora nos deja esta pandemia es la velocidad con la que se desarrolló la vacuna. Un proceso que tarda entre seis y diez años se comprimió a uno. Por ahora las vacunas son seguras y eficaces. Y a veces ni siquiera en diez años: si pensamos en el VIH/SIDA, parece mentira que a treinta años de su aparición, y a treinta millones de muertos, aún no haya una vacuna. Lo que queda por delante y urge tanto para el mundo como para la Argentina es la recuperación económica post-pandemia. Resulta imperante que los países ricos y las compañías oligopólicas pongan sobre la mesa los mismos esfuerzos y financiamiento que pusieron para la carrera por la vacuna, sino la próxima pandemia será de hambruna.


(*) Director de Relaciones Internacionales del Senado de la Nación.