Por Kranear
Alberto Fernández y los integrantes del Frente de Todos, junto a la Unión Industrial Argentina (UIA), las centrales obreras, las organizaciones sociales y la Iglesia Católica como garante, están delineando, a partir de una serie de reuniones –en la CABA, Tucumán-, la estructura de un nuevo Pacto Social que en principio se expresaría en un acuerdo de precios y salarios en los primeros 6 meses de gobierno que permita reactivar el consumo a través de un aumento paulatino de los salarios, para que estos le ganen por muy poco a la inflación.
La referencia es el ya conocido fetiche de los cultores del consensismo: el Pacto de la Moncloa, en el que se estableció una compleja articulación entre precios y salarios para que los últimos le ganen en un 0,5% a la inflación, año tras año. Parece poco pero no tanto si lo medimos en relación a la caída persistente que viene sufriendo el salario durante el gobierno de la Alianza Cambiemos.
Tras cuatros años de macrismo hay muchos sectores con ganas de pisarla y encarar. Pero es tiempo de parar la pelota y levantar la cabeza. Tiempismo riquelmeano, o desensillar hasta que aclare, como cada uno prefiera. Argentina está en emergencia. La delicada situación económica y social requiere de templanza. Para que el acuerdo sea viable es necesaria la paciencia de todos los sectores pero fundamentalmente de los ganadores del modelo de valorización financiera macrista.
Ya lo dijo CFK en la presentación de su libro Sinceramente, en Santiago del Estero: “Todos vamos a tener que hacer un gran esfuerzo, pero esto va a exigir discutir en serio. Porque los dólares hay que devolverlos. Y no les vamos a poder pedir esos dólares ni a los cartoneros de Juan Grabois ni a los camioneros de Hugo Moyano. Así que lo que viene va a requerir mucha madurez de todos y todas”.
Ir en la dirección de lo que plantea Cristina tiene que ser la premisa. Empujar en ese sentido y ser la espalda de Alberto Fernández en la negociación con los agoreros para que el próximo gobierno continúe y profundice el proyecto liberal.
No nos puede pasar como a Grecia en el 2015 donde el pueblo griego en su mayoría votó en contra del ajuste del FMI y por las presiones del mercado el gobierno desoyó el mensaje de las urnas y continuó con el plan de austeridad sumergiéndola en una profunda recesión.
Argentina no es Grecia, tiene peronismo y un pueblo que reconoce su conducción estratégica en la figura de Cristina Fernández de Kirchner, y en consecuencia, a partir de mayo de 2019, también en Alberto Fernández, próximo presidente de los 42 millones de los argentinos y argentinas.
Alberto Fernández y los integrantes del Frente de Todos, junto a la Unión Industrial Argentina (UIA), las centrales obreras, las organizaciones sociales y la Iglesia Católica como garante, están delineando, a partir de una serie de reuniones –en la CABA, Tucumán-, la estructura de un nuevo Pacto Social que en principio se expresaría en un acuerdo de precios y salarios en los primeros 6 meses de gobierno que permita reactivar el consumo a través de un aumento paulatino de los salarios, para que estos le ganen por muy poco a la inflación.
La referencia es el ya conocido fetiche de los cultores del consensismo: el Pacto de la Moncloa, en el que se estableció una compleja articulación entre precios y salarios para que los últimos le ganen en un 0,5% a la inflación, año tras año. Parece poco pero no tanto si lo medimos en relación a la caída persistente que viene sufriendo el salario durante el gobierno de la Alianza Cambiemos.
Tras cuatros años de macrismo hay muchos sectores con ganas de pisarla y encarar. Pero es tiempo de parar la pelota y levantar la cabeza. Tiempismo riquelmeano, o desensillar hasta que aclare, como cada uno prefiera. Argentina está en emergencia. La delicada situación económica y social requiere de templanza. Para que el acuerdo sea viable es necesaria la paciencia de todos los sectores pero fundamentalmente de los ganadores del modelo de valorización financiera macrista.
Ya lo dijo CFK en la presentación de su libro Sinceramente, en Santiago del Estero: “Todos vamos a tener que hacer un gran esfuerzo, pero esto va a exigir discutir en serio. Porque los dólares hay que devolverlos. Y no les vamos a poder pedir esos dólares ni a los cartoneros de Juan Grabois ni a los camioneros de Hugo Moyano. Así que lo que viene va a requerir mucha madurez de todos y todas”.
Ir en la dirección de lo que plantea Cristina tiene que ser la premisa. Empujar en ese sentido y ser la espalda de Alberto Fernández en la negociación con los agoreros para que el próximo gobierno continúe y profundice el proyecto liberal.
No nos puede pasar como a Grecia en el 2015 donde el pueblo griego en su mayoría votó en contra del ajuste del FMI y por las presiones del mercado el gobierno desoyó el mensaje de las urnas y continuó con el plan de austeridad sumergiéndola en una profunda recesión.
Argentina no es Grecia, tiene peronismo y un pueblo que reconoce su conducción estratégica en la figura de Cristina Fernández de Kirchner, y en consecuencia, a partir de mayo de 2019, también en Alberto Fernández, próximo presidente de los 42 millones de los argentinos y argentinas.