Por Eloy Rossen. Foto portada: YoMagnolia
Rodrigo Odriozola, alias Toto Yulelé, es psicólogo y psicoterapeuta además de músico. Nació en Mercedes, provincia de Buenos Aires, en 1988, y con la mayoría de edad recién cumplida, cruzó el charco y se instaló en Montevideo. Su infancia estuvo atravesada por la tradición de la canción y el folklore uruguayo: valores que en sus letras se imprimen con claridad. Dentro del diverso espacio de la cultura independiente, Toto revive un poco sus primeros acercamientos al mundo de la música.
¿Cómo fueron esos orígenes musicales? ¿Cómo te empezas a involucrar?
“Yo nací en Mercedes pero a los 18 años me fui a vivir a Montevideo, con intención de estudiar en la universidad. En Montevideo sí en ese momento empezaban a emerger con mucha fuerza las casas culturales y comenzamos a tocar con un proyecto de banda que se llamaba Limpiando encontré monedas. Esa banda y esa gente fue la que me motivó a tocar mis canciones y ahí se empezó a construir una red, que siempre recuerdo con mucho cariño”.
¿De dónde viene Toto, tu seudónimo?
“Toto a mi me dijeron toda la vida, desde niño. Siempre fue un alter ego, mi nombre real es Rodrigo pero mucha gente me conoce como Toto. Pero Yulelé se refiere específicamente a una canción de Eduardo Mateo, un músico uruguayo. Es un tipo que yo admiro mucho. Cuando empecé a tocar eso, hice una combinación de esos dos nombres y quedó”.
Estudiaste psicología, ¿cómo es ese equilibrio o mezcla entre esa disciplina y la música?
“Creo que hay muchos lugares donde esos puntos se tocan. He desarrollado proyectos a partir de dispositivos terapéuticos basados en la música. Hoy en día ya no hago eso, pero si he visto que la música atraviesa a todas las personas en alguna dimensión. Ser músico te abre puertas en cualquier vínculo. Además, la psicología, como cualquier carrera, cambia tu perspectiva de ver el mundo. Aprendés un lenguaje nuevo. Yo escribo mucho a partir de la observación y creo que con la psicología eso se apuntaló bastante”.
Una casa es el último disco de Toto publicado bajo el sello argentino Los Años Luz. Grabado durante la cuarentena en Montevideo, el solista compuso, produjo y grabó el total de canciones en el disco, en un híbrido y expandido sonido que cruza la música tradicional uruguaya con el pop rock latinoamericano. El artista profundiza sobre la elaboración del disco.
Hay muchas letras que veo que tomás asuntos de la realidad, u otras realidades. ¿Cómo es el proceso para llegar a la canción?
“Todo lo que se construye musicalmente está al servicio de lo que la canción tenga para decir. En este disco particularmente, que es más introspectivo y reflexivo, queda más en evidencia esa forma: yo estoy siempre observando. Me gusta mucho el ejercicio de llegar a lo profundo, a una emocionalidad poética, a partir de algo concreto, algo que sucede. Yo trabajo mucho desde ahí, creo que escribo como si yo fuera la persona que escucha: yo necesito cosas concretas, pero a la vez me gusta la profundidad”.
Se nota mucho eso en el disco: la revalorización de lo popular, que quien te esté escuchando pueda entender la letra.
“Total. Es para mí una militancia desde muchos puntos de vista. A mí me interesa que las personas puedan entender lo que yo canto y escribo; si yo quiero comunicarme con alguien me gusta ser lo más claro posible. El objetivo siempre es hacer canciones que todo el mundo pueda entender. A mí me gusta mucho la música y cultura popular, y eso me acerca también a una militancia de los ritmos que yo elijo desarrollar, como el candombe. Es una responsabilidad para mí no dejar morir al candombe: para mí los discos son libros de historia pero muchos más divertidos, te sacan una foto en un momento y lugar específico. Es mi responsabilidad transmitir el candombe de generación en generación”.
El disco mezcla un coloquio callejero y under que se ve enmarcado en un ritmo de candombe y rock alternativo. Canciones como “Soy un ñery”, “Tantos solos” o “Sobrevivimos, suerte empila”, combinan variadas influencias en esta última e íntima entrega del cantautor, en lo que él considera una militancia personal.
¿Vos llevás el ser músico como una militancia?
“Hay muchas militancias, en el sentido de la autogestión o independencia. También uno cuando elige algo, elige decir algo, vos te estás posicionando políticamente. Siento una responsabilidad en cada palabra que digo, no me gusta “bajar línea”: yo lo que te puedo decir es lo que yo pienso o viví. Pero sí, para mí es una militancia y creo que también soy muy militante de la canción como forma de comunicación artística. Defiendo la canción a capa y espada”.
Hay muchas nuevas formas que están rompiendo con ese esquema de la canción, ¿no?
“Sí, y está buenísimo que se vaya transformando y resignificando. Pero yo vengo de Uruguay, de un país donde la tradición del tipo o la tipa que se para con la guitarra a cantar la canción es muy fuerte, y a mí me interesa mucho eso. Me cautiva, y lo milito y defiendo”.
¿Vos sentís que en el disco hay un elemento novedoso y disruptivo que se encuentra con la tradición de la canción?
“Eso para mí también es parte de una militancia, de poder de alguna manera dejar eternizados algunos términos que se usan muchos en el lugar donde yo vivo y están cargadas de sentido. Por ejemplo, en la canción “Soy un ñery”, ñery viene del lenguaje carcelario, refiere a pibes y pibas de barrios bajos, y a la vez es la última parte de la palabra compañero. Y hoy en día muchas personas dicen ñery para referirse a un amigo. Yo soy muy fan de la obra Jaime Ross, y él de alguna manera pudo plasmar en su música el lenguaje de la calle, y a mí eso me encanta”.
¿Crees que el under es un ámbito muy colaborativo, que hay mucho de la colectividad?
“En los circuitos que realmente son muy pequeños ahí en Uruguay, muchas veces somos los propios músicos el público de nuestros compañeros. Después te vas encontrando y eso puede terminar en hacer un espectáculo en conjunto… Pero si es verdad que a mí siempre Argentina me enseñó mucho del trabajo colectivo y con la colaboración entre pares”.
La cultura independiente en Argentina transita momentos muy agitados: con masivas movilizaciones bajo el lema #NoAlApagónCultural, el colectivo de trabajadores culturales viene reclamando la prorrogación de la ley que invierte fondos para las industrias culturales, que el gobierno de Cambiemos limitó hasta el 31 de diciembre de este 2022. La implicación que conlleva ser un artista independiente en esta época también atraviesa la composición musical de Toto.
¿Te enteraste sobre la movilización por la prorrogación de los fondos para las industrias culturales acá en Argentina? Hay una situación política cultural bastante frágil.
“Sí, eso es muy notorio. Yo por una cuestión generacional de haber empezado a tocar en 2011, era un momento de auge de las casas culturales, entonces hay como una generación de músicos que somos hijos de estas casas. Casas pequeñas con colectivos autogestionados, con un compromiso del público mucho mayor. Nos dieron mucha más autonomía; no voy a esperar a que me llamen de una productora, sino que me voy a autogestionar”.
¿Te seduce más la idea de estar cerca del público y algo de esa intimidad que genera la soberanía cultural de un centro cultural más chico?
“Me seducen ambos caminos. Ahora tengo la posibilidad de tocar en viajes más grandes… Yo creo que son viajes diferentes. En el espacio pequeño se valora mucho más la valoración y el contacto, pero en espacios más grandes hay un poco más de distancia pero se valoran los detalles musicales. Me encantaría poder seguir habitando ambos espacios”.
Una casa se interpretará este sábado 1ro de octubre en Café Vinilo (Estados Unidos 2483, CABA), con la apertura de Clarisa Roldán y el acompañamiento de Iter Mansilla en guitarra y voces, Nico Soarez Netto en percusión y Toto Yulelé en guitarra y voz principal. Se tocarán todas las canciones del disco a partir de una instrumentación más reducida, además de compartir algunas canciones de anteriores álbumes.
Una casa se puede escuchar en todas las plataformas de streaming.