María Victoria Walsh
Vicki para su familia, nació el 28 de septiembre de 1950. Se cría en La Plata. Abanderada en el colegio. Como estaba aburrida, cierta vez intensifica su estudio y pasa de sexto grado a segundo año, dando libre primero.
Hija mayor de Rodolfo Walsh.
Como periodista, Vicki militó en las agrupaciones gremiales del peronismo revolucionario. Delegada gremial en el diario “La Opinión” donde acumulaba un sólido desprecio por el patrón y director del diario, Jacobo Timerman, a punto tal que un día le destrozó la puerta de su despacho de una patada, cuando éste a propósito no la atendía y le hizo hacer una larga amansadora.
Luego ahondó su compromiso y fue oficial segundo en la organización político-militar Montoneros: estaba a cargo del departamento de prensa en el frente sindical con el nombre de “Hilda” (como la hija del Che).
Caída en el llamado “Combate de Villa Luro” (Calle Corro N° 105. Capital Federal) el 29 de septiembre de 1976 junto con sus compañeros Alberto José Molinas Benuzzi, José Carlos Coronel, Ignacio José Bertrán e Ismael Salame. Todos se negaron a entregarse con vida a los 150 esbirros armados hasta los dientes que los rodearon; pelearon hasta la muerte.
En un momento, Vicki, se subió a la terraza de la casa, trepó a un parapeto, dejó la metralleta a un lado y se asomó. Cuenta un soldado del Ejército atacante que “Dejamos de tirar sin que nadie lo ordenara y pudimos verla bien. Era flaquita, tenía el pelo corto y estaba en camisón. Empezó a hablarnos en voz alta pero muy tranquila. No recuerdo todo lo que dijo. Pero recuerdo la última frase, esa que en realidad no me deja dormir: ‘ustedes no nos matan –dijo- nosotros elegimos morir’. Entonces ella y el hombre se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros”.
Esta determinación llevará a que su padre diga: “Pero no puedo dejar de recordarla, de pensar en su último gesto. Matarse. Hacerlo frente a un ejército. Ganarle de mano para no entregarse viva. Es su gloria”. (Más adelante desgrana otra reflexión al respecto).
Maricel Mainer –joven sobreviviente en la casa- asegura que además ella dijo: “¡Viva la Patria!” antes de morir.
Los restos de Vicki -se afirma en el libro de María Moreno, “Oración. Carta a Vicki y otras elegías políticas”- están en una parcela del Cementerio Alemán de la Ciudad de Buenos Aires, junto a los de Ernst Kreeb y Wilhem Kreeb.
Luego de su muerte, su padre Rodolfo le escribió una carta.
Su padre Rodolfo, en una carta abierta que escribió a sus amigos el 28 de diciembre de 1976, reflexionó: “Me he preguntado si mi hija, si todos los que mueren como ella, tenían otro camino. La respuesta brota desde lo más profundo de mi corazón y quiero que mis amigos la conozcan. Vicki pudo elegir otros caminos que eran distintos sin ser deshonrosos, pero el que eligió era el más justo, el más generoso, el más razonado. Su lúcida muerte es una síntesis de su corta, hermosa vida. No vivió para ella, vivió para otros y esos otros son millones. Su muerte sí, su muerte fue gloriosamente suya y en ese orgullo me afirmo y soy quien renace de ella”.
Más acá en el tiempo, la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe declaró de su interés el 29 de septiembre de 2011, las actividades que se realizarían durante el mes de noviembre del mismo año, al cumplirse el XV° aniversario de la fundación del Jardín de Infantes “Victoria Walsh” dependiente del Instituto de Desarrollo Comunitario.
En mayo de 2023 se dio a conocer la aparición de una novela titulada “Victoria Siempre” inspirada en la vida de María Victoria Walsh y escrita por Sebastián Giménez.
Alberto José Molinas Benuzzi
“Chacho”. “Momo”. Nacido en Santa Fe un 1° de julio de 1945. Un hombre pensante, criterioso, poeta. Su amor comprometido con la causa de los más pobres lo manifestaba cotidianamente, en sus seres queridos, en sus hermanos y compañeros de lucha.
Médico, murió a la edad de 31 años cuando era miembro de la Conducción Nacional de Montoneros. Junto a sus compañeros, resistió el asedio durante horas. Se pegó un tiro para no caer con vida en manos de los militares.
Molinas Benuzzi era oriundo de Santa Fe, pero estudiaba y militaba en la Agrupación de Estudios Sociales de Córdoba (AES), organización estudiantil conformada en la Universidad Católica cordobesa.
Participó de la toma de La Calera, en 1970. Molinas Benuzzi, único caso en la historia de la guerrilla argentina, tuvo además cuatro hermanos que, como él, dieron la vida por la revolución.
El padre de todos ellos, también de nombre Alberto, como el primogénito, recuerda: “Ante la muerte de mis cinco hijos, con mi mujer no nos aferramos a nuestro dolor; no sabiendo cómo resolverlo, lo depositamos en las manos de Dios (...) Yo he respetado la militancia de mis hijos, pero nunca la negué ni la politicé. Eran Montoneros. Cada uno de ellos al irse, creo que, con sinceridad, de buena fe, me pidió que le regalara una Biblia. Yo los eduqué dentro de los principios, pero les respeté la libertad.
Benuzzi participó de la la toma de La Calera.
Cuando la cosa se agravó al punto de matar o no matar les dije: ‘Ustedes solamente tienen un futuro: la muerte en cualquier momento; otra cosa no. Entonces tienen dos opciones: o desaparecen del país y se van al extranjero abandonando todo para salvar la vida o se quedan acá esperando la muerte’. Los cinco me contestaron: ‘Papá, nosotros lo hemos meditado, pero estamos dispuestos a dar la vida si algún día se recoge la semilla para que nuestros hijos vivan un mundo mejor y sobre todo los pobres. Así que desde ya queremos decirte que nos apenaría que vos lloraras o tuvieras un pesar porque nos maten’. Y así fue”.
José Carlos Coronel
“Negro” le sabían decir. Poeta y montonero. Nació en 1944 en la provincia de Jujuy donde su padre trabajaba como ferroviario. Fue un poeta fascinado por la escritura de César Vallejo. Aprendió a leer y a escribir a los 3 años y a los cinco, se lo podía ver sentado y concentrado leyendo la biografía del General San Martín.
Profesor de Educación Democrática en la Escuela de Comercio de Famaillá y estudiante avanzado de Abogacía en la Universidad Nacional de Tucumán, donde sobresale como dirigente estudiantil.
Ex corresponsal en Jujuy, del diario “El Tribuno” de Salta; ex colaborador de la revista literaria “Piedra” de Jujuy. Casado con María Cristina Bustos, tuvo dos hijas. Se recibe de abogado.
Participó en Tucumán de la pueblada conocida como “El Tucumanazo”. Provenía de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), organización desde la cual ayudó a tomar la ciudad de Garín en provincia de Buenos Aires en 1970. Fue detenido en Rosario, en 1971 junto al “Gaita” Martínez Novillo y Martín Gras; es allí –Cárcel de Devoto- donde escribe ese hermoso poema titulado “totalmente incomunicado” (ver más adelante …). Fue liberado por el pueblo el 25 de mayo de 1973.
Integraba al momento de su muerte con 32 años el Consejo Nacional de los Montoneros, siendo el responsable de la Secretaría Política. Lo conocían como “Julián”. Murió en combate contra la dictadura militar resistiendo un allanamiento el 29 de septiembre de 1976 en el barrio capitalino de Villa Luro junto a otros cuatro compañeros.
Coronel, poeta y montonero.
De su poema “totalmente incomunicado” extraigo: “Totalmente incomunicado ¿De quién? ¿De Dios? ¿De la victoria inevitable? Pobres hombrecitos temblorosos. Hemos decidido anunciarles que la obscena liturgia que practican es estéril y también suicida pues el tiempo vendrá como la lluvia con el estallido verde de los límites finales”.
El Peronismo Auténtico de Tucumán, a 34 años de su muerte (año 2010), le rindió homenaje militante, reconociendo el compromiso que lo unió al pueblo trabajador y por el que dio su vida. En el año 2017, una de sus hijas, María, reunió los poemas de su padre, manuscritos y cuadernos, bajo el título de “Aquello que no existe todavía” y los presentó en la capital provincial tucumana.
Ignacio José Bertrán
Estudió en el Colegio Del Salvador de los curas jesuitas. Diploma de Honor por sus especiales méritos en piedad, conducta, aplicación y aprovechamiento en el estudio durante su permanencia en dicho establecimiento educativo; así mismo se hizo acreedor a un premio especial denominado “Excelencia Perpetua” por haber obtenido las mejores calificaciones entre 1954 y 1964 cuando egresó como Bachiller. Recibió también el Premio San Ignacio de Loyola (Medalla de Oro) al mejor trabajo sobre algún aspecto de la Compañía de Jesús en América. Siempre en ese colegio, integrante de la Congregación Mariana. Fue seminarista de la misma orden (jesuitas) pero no llegó a ordenarse como sacerdote.
Su ascendrado espíritu cristiano lo llevó a asumir cada vez compromisos más fuertes con los necesitados, con los pobres de nuestra sociedad. Se impuso a sí mismo la necesidad de cambiar como fuera ese orden social injusto reinante.
Oficial Primero de la Organización Montoneros y miembro del secretariado político nacional, cayó en combate junto a sus compañeros, quienes decidieron agotar sus municiones y no entregarse con vida. Ignacio José Bertrán tenía 29 años.
Su hermana María Teresa, aporta más datos sobre su corta y fecunda vida: “Ignacio fue el segundo de cinco hijos. Creció en el seno de una familia en donde prevalecían los principios cristianos. El amor al prójimo le fue transmitido desde sus primeros años de vida (…) En los últimos años de secundario perteneció a la ‘Escuela de Guías’, asesorada por los jesuitas del colegio. Era un grupo muy especial de dirigentes con una sólida formación espiritual que resaltaba el amor, el servir al otro y el compromiso activo con Jesucristo. En su meta de vida de servir y acercarse a Dios y de amor al prójimo entra en la Compañía de Jesús. Va a Mendoza con el Padre 'Macuca' Llorens S.J.; allí sigue descubriendo el dolor de los más necesitados.
Bertrán, cristiano y montonero.
Estando en el Colegio Máximo de San Miguel y viviendo en la Casita de Castelar con otros estudiantes jesuitas, concurre al barrio Santa Brígida en San Miguel donde además de hablar de Jesucristo ayudaba como aprendiz de albañil a levantar paredes de casas de los compañeros del barrio. Sucedió algo muy interesante y curioso, poco a poco fue dejando 'para otro momento' su tarea evangelizadora formal, y comenzó a hablar del barrio, de la clase obrera, de política, mientras los ayudaba en la construcción de sus casas. Eso sí, estaba seguro que estaba evangelizando. Estaba convencido que esos amigos y Jesús eran la misma razón por la que estaba ahí (…)
Abocado a la militancia política llegó a ser miembro del secretariado político Zona Norte de la Organización Montoneros. Murió como el mismo eligió morir, jugándose la vida por la vida de los otros. Y como decía su madre 'en todo lo que hizo en su vida se destacó por su ilimitada entrega”.
Ismael Salame
Algunos le decían “Negro”; otros, “Turco”. Nació en Tucumán en febrero de 1947. Ya en su adolescencia se destacaba por el interés político y social que despertaba su pueblo, ese mismo pueblo que en 1966 acababa de soportar un golpe asestado por la dictadura de Juan Carlos Onganía, con el cierre de once ingenios azucareros tucumanos, y que provocara la gran destrucción económica industrial, generadora del éxodo de 200.000 compatriotas, a las villas de emergencia del Gran Buenos Aires.
En ese momento Ismael integraba la Juventud Peronista de la IIIª Zona y alimentado por las lecturas del revisionismo histórico, fue parte de una generación que va forjando una conciencia profundamente peronista y revolucionaria. Luego llega a la universidad como estudiante en la Facultad de Derecho, es ahí donde se suma al Integralismo y milita en el ambiente estudiantil, participando activamente en los dos tucumanazos de 1969 y 1970.
Para todos sus compañeros, será un referente en la campaña del “Luche y Vuelve” y ya en 1972 pasa a integrar la Mesa Nacional de Conducción de la Juventud Peronista. Como máximo exponente de la Regional V de J.P. (Salta, Tucumán, Jujuy), integra la comitiva que trae al General Perón de vuelta a la Patria, luego de 17 años de injusto exilio.
Destruido el sueño peronista de un excelente tercer gobierno y luego de la muerte del líder (1974), Ismael profundiza aún más su compromiso político; y será entonces un cuadro montonero, oficial segundo de ese ejército popular que se fue forjando a la luz de las luchas populares.
Cayó combatiendo junto a otros cuatro compañeros ya antes mencionados. Ellos cinco enfrentaron a 150 uniformados armados hasta los dientes. No se entregaron con vida. Días después, en el frente de la casa, aún humeante por lo sucedido, un grupo de milicianos escribió: “Aquí murieron cinco héroes montoneros”.
Salame fue un referente de la campaña "Luche y Vuelve"
Al momento de su deceso era responsable nacional de las relaciones montoneras con las Juventudes Políticas Argentinas. Precisamente ese cargo lo llevó a discutir y confraternizar a la vez con otro “Turco” al que apreciaba mucho, (Alberto Nadra, de la Federación Juvenil Comunista, “La Fede”) quien le ofreció sacarlo a Cuba ya que su situación y su seguridad se volvían insostenibles. Agradeció el gesto, dijo que no podía y se quedó peleando en la Argentina hasta su muerte.
Cuenta Pablo Fernández Long en su libro “Desde Misiones. Memorias Montoneras” que “durante algunos meses del ‘76 tuve como responsable a Ismael ‘El Turco’ Salame, fui el contacto entre la Secretaría Política de la 'Orga' y algunos frentes o agrupaciones peculiares (Cristianos para la Liberación, Lisiados Peronistas). Para ese entonces 'El Turco' sufría de una enfermedad degenerativa de los huesos, esclerosis en placa, creo que se llama. Lo acompañé a ver al Doctor Matera que lo trató con enorme cariño. El diagnóstico fue feroz. No había remedio. Empeoraría y los dolores sería cada vez más terribles, hasta morir, más pronto que tarde. Le ofrecieron salir del país, pero no aceptó. 'Pablo', me dijo, saboreando uno de los últimos cafés que compartimos, 'si tengo que morir pronto prefiero hacerlo combatiendo'. Y cumplió su voluntad”.
Por los hechos del Operativo de la calle Corro, el juez federal Daniel Rafecas ordenó en diciembre de 2021 la detención de diez exintegrantes del Grupo de Artillería de Defensa Aérea (GADA) 101 de Ciudadela. Seis de ellos esperan ser enjuiciados por el TOF 7: Carlos Alberto Orihuela, Ricardo Grisolía, Gustavo Antonio Montell, Guillermo César Viola, Héctor Eduardo Godoy y Danilo Antonio González Ramos.