Se podría decir que cada época o período político de la Década Ganada tiene su síntesis en un tema del cancionero militante. Durante el gobierno de Néstor, y el primero de Cristina, se terminó con la impunidad para los genocidas, se desendeudó el país y se le dijo chau al FMI, se recuperaron los fondos previsionales y Aerolíneas Argentinas, se sancionó la Ley de Medios de la Democracia, tuvimos Fútbol para Todos, Matrimonio Igualitario y los más chicos y sus familias, una Asignación Universal por Hijo.

Por eso, en el 2011, cuando Cristina ganó con casi el 55 por ciento de los votos, la militancia en la plaza deliró –en forma de trencito, uno, diez, cientos de trencitos-, con el tema:

Llora, llora la derecha
porque los pibes estamos de fiesta…

En 2012, 13 y 14, el gobierno popular profundizó el modelo de crecimiento con inclusión social, y se avanzó a pura decisión política con la recuperación de YPF, se lanzaron los programas PROCREAR y PROGRESAR, se sancionó la Ley de Identidad de Género, se creó un régimen previsional para las trabajadoras de casas particulares y hasta se puso en órbita nuestro primer satélite al espacio; aparte, los salarios de los trabajadores estaban más altos que nunca y el desempleo bajaba a niveles históricos. En ese entonces se coreaba fuerte, con el pecho inflado de orgullo:

Ya de bebé
en mi casa hay una foto
de Perón en la cocina
y ahora de grandes
unidos y organizados
junto a Néstor y Cristina…

También se cantaba aquella canción muy pegadiza, que tuvo su versión mundialista (en Brasil 2014):

Vengo, bancando ese proyecto
proyecto nacional y popular
te juro que en los malos momentos
los pibes siempre vamos a estar
porque Néstor no se fue
lo llevo en el corazón
con la jefa los soldados de Perón…

A partir de finales de 2015, la canción que más se coreó en la calle durante aquella etapa de resistencia, tenía al actual ministro de Economía como principal blanco de la crítica:

No pasa nada
si todos los traidores se van con Massa
siempre te sigo
somos los soldados del Pingüino…

Para las legislativas de 2017, de cara a las PASO del 2019, y una vez que se recuperó la Casa Rosada, la militancia volvió a cantar hasta la afonía un tema histórico, de esos que no tienen fecha de vencimiento:

Néstor, mi buen amigo
esta campaña volveremos
a estar contigo
militaremos de sol a sol…

Ahora, en el presente, todavía tenemos entre los labios un nuevo tema, que nació hace solo un mes y medio atrás, a instancias de una vigilia que duró diez días, en defensa de Cristina, ante el nuevo ataque de parte del Partido Judicial, por medio de la farsa del Juicio de Vialidad. Como se dijo, le pisaron la cola a un león –dormido- y la reacción popular terminó configurando nuevo un hito político y social de la historia de nuestro país, cuyo epílogo, sabemos, estuvo eclipsado por un hecho espantoso que salpicará toda la historia de vida democrática que escriba por siempre este bendito país.

Hasta aquel 1 de septiembre, la épica kircherista que ganó las calles de la Recoleta, quedó pegada, asociada, al tema nuevo del cancionero popular que nació de las entrañas de la militancia, ahí mismo, en el pasillito de cuerpos sudados que se armaba entre la puerta del departamento de Cristina y el cordón de calle, sobre Juncal, casi esquina Uruguay.

Sobre esa canción se trata esta historia. Sobre su autor, la construcción política colectiva, y la letra de un tema que ya marcó una época.

Nicolás Samuelle tiene 27 años, es hincha de Lanús y milita en la Unidad Básica (UB) “Nomeolvides” de Parque Chacabuco. Como buen futbolero, tiene devoción por la tribuna, su color y folclore.

“Estuve en canchas de otros países y acá se siente cuando canta y empuja la hinchada. Creo que lo mismo sucede con la militancia”, reflexiona en su lugar de trabajo.

Será por eso que ni bien se sumó a militar en La Cámpora, siempre en Chacabuco, comuna 7, motivado por el avance de un gobierno popular, comenzó a participar de los esquemas de organización y de agite en las movilizaciones . Por ese entonces, momentos de máximo fervor para la generación que se había sumado a la política, Los Dandys de Boedo fungían como el centro murga de la organización.

Poco tiempo después, Los Dandys abrieron un taller de percusión para los y las militantes y Nicolás se enganchó en seguida. “La actividad se realizaba los martes, luego de que varios compañeros de la organización les dijésemos que queríamos aprender a tocar, desde lo más básico, a técnicas más complejas”, recuerda.

De chico, por ir mucho a la cancha, el folclore de la tribuna, el color, las banderas, en su tiempo libre, intentaba crear canciones, las tarareaba, hacía anotaciones. “Me sé todas las canciones de todos los equipos. Me decís un tema, y yo te canto todas las versiones de las distintas hinchadas”, reconoce ahora, y se ríe, porque quizá alguno no le cree, pero jura que es cierto.

En 2013 se produjo uno de los primeros hitos del esquema de percusión de la organización. Fue para la celebración oficial por el 25 de Mayo.

“Zalo –el compañero referente de Los Dandys- estaba al frente de veinticinco bombos, diez repiques y una docena de otros tambores”, recuerda Nico, quien agrega que realizaron un recorrido que partió del cruce de la 9 de Julio y Avenida de Mayo y finalizó frente al Banco Nación, en la Plaza de Mayo. “Fueron doce horas sin parar”, recuerda, y resopla, y agita una mano, para denotar el cansancio/dolor que toleró en gran parte del cuerpo, y en especial las manos y brazos, durante varios días.

El 13 septiembre de 2014, La Cámpora produjo un impactante hecho político. Fue en la cancha de Argentinos Juniors, totalmente colmada de militantes de todo el país, y con Máximo Kircher como único orador. El esquema de percusión tuvo su propio marco de organización para llegar bien aceitados al acto. Se juntaron cuatro días antes, ensayaron el cancionero, los ritmos, los arreglos, y aparte compusieron la canción Irreversible, que sonaría en las movilizaciones y actos hasta el 2019.

“En el acto de Racing, con la vuelta de Cristina –en el cierre de la campaña para las elecciones legislativas de 2017-, nosotros ocupamos la tribuna visitante, y ese día, pusimos mucha percu y color, y una vez que terminó el acto, Máximo se subió al paraavalancha –como el resto de los integrantes de la conducción nacional- y entonó todo el cancionero”, resalta con orgullo Nicolás.

Todo aquel que alguna vez fue a un acto del kirchnerismo, vio y/o escuchó al esquema de percusión de La Cámpora. Son muchos, están ordenados dentro de los límites de un cordón, encabezan la columna –junto las y los referentes de las distintas instancias de conducción de la organización- y tocan con talento y convicción una enorme cuerda de bombos, redoblantes, repiques, campanas, cencerros, sonajas y trompetas. Atrás se amontona la militancia y las flameadoras, ordenados por distrito.

Un dato insoslayable: todos los que tocan instrumentos de la percusión son militantes de la organización, que cumplen esa función cuando hay que movilizar, ocupar la calle, y que al otro día están timbreando o tirando volantes por debajo de la puerta de las casas y departamentos del barrio, o reparten bolsones, dan una clase de apoyo, revuelven una olla popular, militan la mesa de la universidad, o defienden una idea de modo acalorado en la reunión de discusión política de la UB.

Y muchas veces, nos bancamos la lluvia

En la cabeza de Nicolás, la canción del momento comenzó a gestarse en el ocaso de un día intensísimo, histórico: Cristina había realizado su alegato, en la Causa Vialidad, en su despacho del Senado, luego saldría al balcón lateral de la calle Hipólito Yrigoyen, llena de pueblo, para saludar y cantar la Marcha Peronista, y un rato más tarde, ya siendo de noche, la militancia sería convocada de apuro a la Recoleta para defenderla del ataque que estaba sufriendo de parte de 200 enajenados que se habían convocado en Juncal y Uruguay para insultarla.

Esa noche la Infantería de la Policía de la Ciudad rociaría con gas pimienta los ojos de varios compañeros, y también repartiría unos cuantos palazos, pero la esquina, un rato después, sería recuperada por la militancia. Así, con unas cinco mil personas poniendo el cuerpo por Cristina, a puro cántico, salto y hasta humo de choripán, con la presencia de móviles de todas las señales de noticias en el lugar, cerraría la primera noche de una vigilia militante que duraría diez días.

En ese momento todavía no se dimensionó del todo, pero el kirchnerismo estaba pariendo una nueva página épica del peronismo.

Aquel 23 de agosto, Nicolás y el resto de los compañeros de la UB de Parque Chacabuco, se fueron de Juncal después de la medianoche, y antes de cerrar la jornada, le pusieron el cuerpo –una vez más- a una tarea pendiente: colgar una bandera de quince metros de largo, en el barrio, y en el marco de una jornada nacional de intervenciones callejeras, con la consigna “Jueces macristas, no jodan con Cristina”.

Nico llegó a su casa a las 3.30 de la mañana. En su cabeza volvió a revoltearle la melodía de una canción que hacía varios días tarareaba mientras caminaba por la calle. Incluso ya le había puesto algo de letra, y ahora, exhausto en lo físico pero muy vivo en lo emocional, se puso a pensar en la otra parte, y el eje, el disparador, decantó solo, porque hacía solo unas horas atrás, en Juncal, habían sido reprimidos por la policía de Larreta.

Y muchas veces, nos bancamos la lluvia -13 de abril de 2016, acota Nico-, los palos de la yuta, y todo eso por voooos”.

Al otro día, luego de descansar unas horas, lo primero que hizo Nico fue tantear el tema nuevo con sus compañeros de la UB. “Tengo una canción”, los puso en aviso, con toda la fe del mundo, porque sabía que tenía un tesoro en la punta de los labios. Se las cantó en un audio de WhatsApp y solo recibió apoyo y felicitaciones.

El miércoles 24 de agosto, otra vez en Juncal, mientras esperaban que Cristina llegase del Senado, Nico buscó a un par de compañeros del esquema de Organización, en especial, a Pedro, de la comuna 10 y a Elías, de la 8. La expresión de seguridad y expectativa que Nico tenía fijada en el rostro, hizo que los otros le prestasen toda su atención. “Tengo un tema nuevo”, soltó. “A ver”, dijeron, con las cejas arqueadas, los ojos bien abiertos. El hincha de Lanús les cantó una vuelta entera, agitando un brazo. Un instante de silencio, y enseguida, brillo en los ojos de los compañeros. Los que estaban ahí cerca, algo escucharon. “Pasala por WhatsApp”, le rogaron, y ya no hubo modo ni ganas de parar.

Aquel grupo fundador coreó una, dos, tres veces la canción, con el acompañamiento clave de las palmas, y en seguida se sumaron los de más allá, y lo mismo pasó con los del cordón de enfrente, y los que estaban más atrás, y como si fuese un reguero de pólvora, la maravillosa música contagió a los trescientos militantes y seguidores que estaban esperando a Cristina, y en cuestión de pocos minutos, toda la esquina cantaba una canción nueva, potente y emotiva, porque la bronca e impotencia por la campaña de persecución contra Cristina, ahora se había convertido en encuentro, vigilia, épica, y todo es esfuerzo y amor militante, a pesar de tener todos los poderes fácticos en contra, era por ella, era por vos.

Otro compañero de la comuna 8, Tincho, rápido de reflejos, consciente de que estaba frente a un acontecimiento que ardía frente a sus ojos, pone Grabar en la cámara de video del teléfono, y filmó en primer plano los rostros eufóricos de los militantes, acá, allá, enfrente, en la esquina –se ve pasar un colectivo por Uruguay- el salto, los brazos levantados, y sin editar ni sumar emoticones o textos, le pone enviar a un par de grupos de WhattsApp, y en diez minutos el material se viraliza en las redes sociales.

Al otro día, el PJ de la Ciudad realizó un Cabildo Abierto en apoyo a Cristina. Hubo percusión, trompetas, sombrillas, fuegos de artificio, y por supuesto, se cantó de manera entusiasta la nueva canción. Luego se realizó una caravana ruidosa, colorida y masiva, que atravesó las avenidas Corrientes, Córdoba y Santa Fe, y que finalizó su recorrido frente al departamento de Cristina, donde otra vez se cantó aquello de que todo eso por vos. El tema nuevo se cantaría durante todos los días siguientes, mañana, tarde y noche, incluido el sábado 27, cuando Rodríguez Larreta quiso aislar a Cristina de la militancia por medio de un operativo represivo que incluyó el vallado de toda la zona. Cinco días después, un grupo de personas intentó asesinar a Cristina. Hoy, el tema sigue sonando en los encuentros del kirchnerismo.

Somos soldados del Pinguino
llevamos la doctrina 
del General Perón
lo que yo siento por este movimiento
se defiende en la calle 
poniendo el corazón
y muchas veces
nos bancamos la lluvia
los palos de la yuta
y todo eso por vos