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La mayor conquista del deporte argentino
El 25 de febrero de 1951 se inauguraron en Buenos Aires los Primeros Juegos Deportivos Panamericanos. Este evento no sólo fue un anhelo de la comunidad deportiva sino también de todos los pueblos del continente. Fue una expresión cultural cuyas manifestaciones eran parte de un proyecto político. La idea de realizar un evento continental, similar a los Olímpicos, se fue postergando por distintas circunstancias. Los Juegos surgieron como posibilidad concreta luego de la Segunda Guerra Mundial. En 1948 se confirmó a Buenos Aires como sede, quedando la Confederación Argentina de Deportes-Comité Olímpico Argentino (CAD-COA) a cargo de la organización.
Para esta competencia se levantaron obras de gran magnitud y se remozaron algunas existentes. El estadio de Racing Club, inaugurado unos meses antes, fue elegido para la ceremonia inicial. A su vez, se utilizó el Luna Park y se construyó el Velódromo Municipal para las competencias de Ciclismo, entre otras instalaciones. De la competencia participaron 21 delegaciones que congregaron a más de 2.000 atletas.
El peronismo fomentó el deporte al interior de todos los sectores sociales. Luego supo aprovechar el crecimiento de la comunidad deportiva y lo entendió como un eje cultural transformador. Se trataba de un sistema piramidal (con una base amplia de deportistas aficionados) en cuya parte superior se encontraban los atletas de alto rendimiento. La cultura física se insertó como un derecho inalienable, y pasó a ser una parte importante de una de las tres banderas del peronismo: la Justicia Social. Los Juegos Panamericanos conjugaban con esta conquista popular.
La actuación del deporte argentino fue notable. No sólo se pudo medir con atletas del continente de manera exitosa, también se logró tener dimensión de la obra realizada en esta materia. Se ganó el oro en atletismo, boxeo, ciclismo, ecuestre, esgrima, fútbol masculino, gimnasia, lucha, natación, polo, polo acuático, remo y tenis. Asimismo, se obtuvo una importante cantidad de medallas de plata y bronce.
El boxeo tuvo una actuación sobresaliente. Se conquistaron ocho medallas doradas en distintas categorías. Tal era el potencial de los argentinos que en esta competencia debió quedar afuera del plantel Pascual Pérez, púgil que ganaría la corona mundial tres años más tarde.
El tiro tuvo grandes exponentes. Se ganó once medallas de oro. Enrique Sáenz Valiente David Schiaffino y Pablo Cagnasso eran los integrantes más destacados de un equipo que marcó laépoca dorada de la disciplina. En ciclismo se ganó una cantidad apreciable de medallas merced a atletas como Antonio Giménez, Rodolfo Caccavo, Pedro Salas, Oscar Giacche, Oscar Muleiro y Humberto Varisco.
El atletismo, por su parte, confirmó su gran momento al obtener oro en distintas disciplinas. Tal es así que se ganó en lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, lanzamiento de bala, 5000 mts., marcha de 50 km. en carretera, y maratón. La selección de fútbol superó a Paraguay en la final por 2 a 0 y logró la medalla dorada. El equipo era dirigido por Guillermo Stábile y tuvo como principal figura al arquero Rogelio Domínguez, Por su parte, el plantel de básquet perdió la final ante EE.UU. y logró la plata.
La actuación argentina en los Panamericanos fue descollante. En total se consiguieron 154 medallas, producto de 68 de oro, 47 de plata y 39 de bronce. Se logró el primer puesto en el medallero general, merced a los buenos rendimientos individuales y por equipo. Hablamos de una gran hazaña, sobre todo si se tiene en cuenta que en adelante EE.UU. dominaría en los medalleros con exclusividad. Sólo Cuba lograría arrebatarle la primera posición en los Panamericanos de La Habana (1991).
Un éxito también en lo político
No sólo se logró una notable performance en lo deportivo. También en el terreno político, ya que muchos atletas estaban comprometidos con la causa peronista. Delfo Cabrera, por ejemplo, ganador de la maratón que se corrió por las calles de Buenos Aires, era afiliado al Partido Peronista y estaba consustanciado con su tiempo.
Otra de las brillantes expresiones fue María Beatriz Terán de Weiss, considerada una de las mejores tenistas argentinas de todos los tiempos. Tuvo una actuación destacada tanto en singles como en dobles. Fue dirigente deportiva en esta etapa y supo fomentar la actividad en los sectores más postergados. En esgrima los hermanos Félix y Fulvio Galimi descollaron y fueron parte de la gloria del deporte nacional. Jóvenes y fervientes peronistas cosecharon el odio de un ambiente que, por lo general, pertenecía a sectores altos de la sociedad argentina.
Estos deportistas, y tantos otros, fueron perseguidos de manera virulenta tras la caída del general Perón en 1955. La “Fusiladora” no perdonó la militancia deportiva, social e ideológica y persiguió a todos aquellos identificados con el peronismo.
Los Juegos disputados en Buenos Aires no sólo significaron la oportunidad para demostrar el potencial del deporte argentino. También sirvieron para impulsar la idea de hermanar a los pueblos del continente a través de un evento deportivo a nivel continental. Era parte de otros emprendimientos, como la Vuelta Buenos Aires-Caracas (1948), competencia automovilística que unió distintos pueblos latinoamericanos.
En la clausura de los Juegos, habló Evita. Dijo: “… con la pena de los que ven partir a los buenos amigos, decimos: ¡hasta siempre! Porque nos sería gratísimo volver a agasajarlos en la Nueva Argentina de Perón, florecida por el justicialismo que redime a sus hijos, y sabe honrar y amar a los hombres, a las mujeres y a los niños de una América con pueblos sin fronteras. Nuestra patria no las tiene para vosostros. Venid y andad por ella a cada momento. Nuestro cariño os hará sentir que aquí, ¡jamás sereis extranjeros!
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