En abril de 2023 para este mismo medio –Kranear- confeccioné una nota que llevaba por título “El Historietista del Pueblo”. Ahora, a pocas horas del miércoles 30 de abril, cuando su obra El Eternauta (Ciencia ficción. Primera temporada completa, 6 episodios en su primera adaptación audiovisual), se conozca en todo el mundo debido al estreno en la plataforma NETFLIX, es bueno reescribir parte de aquel escrito y aportar nuevos datos que permitan visualizar el compromiso político de autor.

Dicen que, a mediados de 1974, cuando en nuestro país el ambiente se espesaba y se enturbiaba a la vez, en una reunión de artistas e intelectuales del peronismo montonero, Rodolfo Walsh fue claro y expresó su parecer a los presentes. “Nosotros llevamos adelante nuestro arte y nuestra militancia de la mano. Si en este enfrentamiento a muerte que tenemos en Argentina vencemos, perfecto, allí estaremos nosotros para seguir dando presencia. Pero si perdemos, si nos aniquilan, si nos matan, la obra que dejemos debe ser tan excelsa, elevada, sublime y paradigmática a la vez, que sea imposible ignorarla u ocultarla por parte del sistema”.

Y así fue y es, nomás.

Rodolfo Jorge Walsh con su “Operación Masacre”; Francisco “Paco” Urondo con “La Patria Fusilada”, Roberto Eugenio Luis Carri con “Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de violencia”, Pedro Orgambide con su novela “Pura Memoria” y Pablo Bernardo Szir con su Película “Argentina, mayo de 1969”, son claro ejemplo de un compromiso asumido hasta las últimas consecuencias.            

Héctor Germán Oesterheld hace historia por el mismo camino.

Nació el 23 de junio de 1919. Su padre era un inmigrante alemán (de Bremen) y su madre, vasca (Elvira Ana Puyol). Se recibe de geólogo. Se casa con Elsa Sánchez y tienen cuatro hijas, todas secuestradas-desaparecidas por la última dictadura cívico-militar.

“El Suplemento Semanal Hora Cero comenzó a publicarse el 4 de septiembre de 1957 como parte de la constelación de revistas de Editorial Frontera: Frontera (que empezó a circular en abril de ese año) y Hora Cero (que salió, mensualmente, desde mayo). La popularidad del conjunto lo ampliaría, meses más tarde (en abril de 1958), con Hora Cero Extra y con Frontera Extra (desde julio de ese año). Su director, Héctor Germán Oesterheld, había fundado la editorial junto a su hermano, ingeniero agrónomo, y dio su marca personal a esta módica empresa familiar convirtiéndose en guionista de casi todas las historietas. Los dibujos estuvieron a cargo de diferentes artistas -Hugo Pratt, Francisco Solano López y Alberto Breccia, por mencionar solo a unos pocos-, quienes integraron sus propuestas visuales con esos textos en una combinatoria que explica por sí misma tanto el éxito de circulación del suplemento semanal como su importancia, a largo plazo, para la narrativa dibujada de finales de la década del cincuenta”. 

La La tira se publicó por primera vez, en 1957, en Hora Cero. 

Y con respecto a todo lo publicado: “Pero, sin dudas, el más extraordinario de todos fue El Eternauta, con dibujos de Francisco Solano López, que se publicó en el primer número y acompañó al Suplemento Semanal Hora Cero casi hasta su cierre. En homenaje al impacto creativo de este pequeño suplemento, en el aniversario de la salida de su primer número se celebra en Argentina el “Día de la historieta” (AHIRA – Archivo Histórico de Revistas Argentinas).

El Eternauta está ambientada en Buenos Aires. Una nevada mortal seguida de una invasión extraterrestre obliga a sus moradores sobrevivientes al aislamiento y a la autosuficiencia ya que los personajes de la tira, un pequeño industrial (Juan Salvo), un intelectual universitario (Favali), un jubilado (Polsky) y un empleado burocratón (Lucas), típicos exponentes de la pequeña burguesía, están acostumbrados, fueron educados para eso, para el “sálvese quien pueda” individual. Oesterheld a través de la historieta predica que no hay que aislarse, sino que hay que unirse y resistir: el que vale, el que sirve realmente, es el héroe colectivo.

No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que, en la tira, la “invasión extraterrestre” simboliza el avance imperial a nuestras tierras del Amo del Norte

En su juventud, Oesterheld simpatizó con el Partido Comunista (PC), pero luego desencantado por el rumbo que éste tomaba en la Argentina, se acercó al peronismo combativo de la Juventud Peronista (JP) al que pertenecían sus hijas, en donde vio seguramente la posibilidad concreta de efectivizar la revolución soñada. Pasó a ser un cuadro montonero, y puso su profesión de historietista al servicio de la causa nacional, popular y revolucionaria.

En 1968 termina una historieta sobre la vida y la obra de Guevara (“La Vida del Che”). Durante la última dictadura cívico-militar, la edición fue secuestrada e incinerada en su totalidad. Con el regreso de la democracia, volvió a editarse.   

Para 1969 brinda una nueva versión de “El Eternauta” con dibujos de Alberto Breccia.

Y en 1970, un año por demás productivo para él, da a conocer una historieta que lleva por título: “Evita. Vida y obra de Eva Perón”, también en colaboración con Breccia.

En “Noticias”, el diario peronista y montonero, en 1973, presenta con dibujos de Gustavo Trigo, todos los días una tira: “La guerra de los Antartes”. Argumento parecido a su obra cumbre, en esta, cuenta la invasión a la Tierra de unos extraterrestres que toman como base la Antártida y pactan con las grandes potencias la entrega de los países del Tercer Mundo. Clausurado “Noticias” en 1974, la historieta quedó interrumpida y recién para 1998 se reúnen las tiras por primera vez en un libro. Es de hacer notar que, en esta serie, Oesterheld, no se presenta con su nombre y apellido, si no con el seudónimo de “Francisco G. Vázquez”.  

Ese mismo año (1973) en la revista “El Descamisado”, órgano de la Juventud Peronista de las Regionales, Oesterheld, (con dibujos de Leopoldo Durañona), todas las semanas evoca las guerras de emancipación bajo el título de “Latinoamérica y el Imperialismo. 450 años de guerra”.  


En su introducción se afirma: “Sí, de guerra. Vamos a contar la historia de cómo nos robó el Imperialismo (…) Porque los pueblos avasallados por el invasor nunca se rindieron. Pusieron el pecho. Pelearon. Dieron la vida infinidad de veces en su combate por ser libres. El imperialismo nunca fue una simple frase de denuncia de los pueblos. Tienen nombres y apellidos. Tienen balas y sangre en su negra historia. Esa historia es la que empezamos a contar desde éste número…”. 

Y las viñetas e historietas que se suceden llevan títulos: La España imperialista. La rebelión de Túpac Amaru. Los ingleses preparan la dominación. Las invasiones inglesas. El pueblo echa al invasor inglés. La “tercera” invasión inglesa. El “17” de los Orilleros. Rivadavia, garantía para los ingleses. La rebelión de Patricios y la antipatria fusiladora. Artigas: la Patria Grande. La entrega del Uruguay. Las Montoneras. El Ejército de la Patria Grande. La oligarquía portuaria. Dorrego. Rosas. Las invasiones realistas. “Negro”. Güemes. La muerte de Quiroga. Ramírez. La frontera. Las soldaderas. Los que despoblaron el campo. Chilavert. La traición de Urquiza. Urquiza también perdió.

Hasta aquí la serie, interrumpida por la clausura de la revista en abril de 1974.      

Y durante 1974-1975 escribe sobre la vida militante de un pibe como cualquiera, “Camote”, en la revista “Evita Montonera”. En la combativa realidad de aquel entonces, Julio Aldo Guevara, del Movimiento Villero Peronista (MVP), de la villa de emergencia “La Sauce”, en San Isidro, era “Camote”. 

Oesterheld fue secuestrado por la canalla dictatorial, el 27 de abril de 1977 y se lo vio vivo hasta enero de 1978. Primero en el campo de concentración “Sheraton” y luego en el Regimiento Viejobueno de Monte Chingolo, en la provincia de Buenos Aires.

Precisamente ahí un oficial del Ejército a cargo, le ofrece escribir una historieta sobre el cruce de los Andes por el General Don José de San Martín. Él acepta. Cuando está haciendo la misma, otro grupo de tareas, de visita en el lugar, lo “interroga” sobre algunos compañeros suyos que andaban buscando, no dice nada, se niega a colaborar con los represores y queda con un brazo fracturado por las torturas recibidas. La historieta se interrumpe y el compañero Héctor Germán Oesterheld, con su inmensa dignidad a cuestas, desaparece para siempre a la edad de 57 años.

Oesterheld, guionista y militante político.

En su homenaje, una escena de “El Eternauta” fue reproducida en 1991 en la estación Uruguay de la línea B del subterráneo. Se trata de un mural cerámico de cinco metros por uno y medio, ubicado en el andén, donde puede verse una de las viñetas de la versión dibujada por Alberto Breccia junto a otras imágenes de la primera edición, realizada por Solano López.

En julio de 2016 apareció un libro de las autoras Fernanda Nicolini y Alcia Beltrami, (“Los Oesterheld”), que se ocupa de narrar la historia completa de esta hermosa y caracterizada familia militante, que entregó a la causa de la liberación nacional y social de nuestra patria, desde las filas del peronismo revolucionario: un padre, cuatro hijas, tres yernos y dos de sus cuatro nietos secuestrados y desaparecidos por la última dictadura cívico-militar que padecimos los argentinos. La historia de todos ellos será motivo de una próxima nota de mi autoría.