Días después de la publicación de la reseña sobre “La Lección de Anatomía”, la gran obra que el rosarino Carlos Mathus creara en 1972, y que el año pasado cumpliera cincuenta años, las generosas devoluciones por parte del elenco llegaron a la redacción de Kranear.
Así fue como comenzamos a pensar en la posibilidad de una entrevista en conjunto, reuniendo a algunos de sus principales referentes. Gracias a la total predisposición de Hermes Molaro, la idea fue culminada, reflexionando cada uno de ellos respecto a una pieza que triunfó en Calle Corrientes y se proyecta hacia una próxima gira, contando en su haber con más de 10.000 funciones.
A lo largo de un extenso intercambio, el director Antonio Leiva, y los actores y actrices Hermes Molaro, Valentina Cañeque Cerati, Yamila Gallione, Eliana Manzo, Omar Ponti y Verónica Romero Sierralta, no solo están orgullosos de formar parte de un proyecto icónico del teatro argentino, sino que convocan a los espectadores a ir a la sala de turno, para dejarse atravesar por una propuesta artística absolutamente relevante en nuestros tiempos y de la que no se sale indemne.
“La Lección de Anatomía” es la pieza más veces representada en la historia de nuestro teatro. ¿A qué creen que se debe este fenómeno y cuál es la razón de su relevancia en nuestro tiempo?
Antonio Leiva: Creo que hay una sola relación y es la identificación del público con lo que sucede en el escenario. Más allá del desnudo, Carlos Mathus consiguió, en una hora cuarenta minutos, condensar el alma humana. Y lo logró con contundencia. Porque los problemas son universales y la obra ofrece una síntesis y una inteligencia que traspasan cualquier barrera en lo que normalmente se llama un argumento teatral.
Hermes Molaro: Esta obra habla del ser humano, de lo que te pasa a vos, a mí y a todos. Es una crítica constructiva a la institución primigenia de la sociedad, que es la familia. Habla de los vínculos primarios, y nosotros, como actores, encarnamos los distintos roles de la familia y la sociedad, en escenas que son, fueron y serán cotidianas para todos nosotros como argentinos. Es una obra argentina, hecha por argentinos, para argentinos.
Valentina, contale a nuestros lectores cómo llegó a vos la posibilidad de formar parte del elenco de la reciente puesta de “La Lección de Anatomía”.
Valentina Cañeque Cerati: Vi la obra por primera vez en 2017 en La Plata, ciudad en la que nací y crecí, y quedé totalmente movilizada, atravesada, transformada. Necesitaba verla de vuelta y empecé a soñar con la idea de poder interpretarla algún día. Esa oportunidad llegó en 2019 cuando, ya viviendo en Capital, me presenté al casting y después de varias audiciones entré en la compañía. Y de ahí en más todo fue aprendizaje, emoción y diversión; hasta hoy.
Verónica, te incorporaste recientemente a la presente gira, ¿qué significa en tu trayectoria personal formar parte de la emblemática obra escrita por Carlos Mathus?
Verónica Romero Sierralta: Formo parte de la compañía desde 2018 y he tenido la dicha anteriormente de hacer giras con la obra y es increíble lo que se vive. Desde el vamos, estás yéndote de viaje con tus compañeros, que a esta altura son familia. La recepción del público es inmensa siempre, y en giras creo que tiene ese plus de llegar a lugares que no tienen quizá tanta oferta teatral. Estaré siempre agradecida a “La Lección…”, y a Antonio por dejarme formar parte y aportar desde mi lugar.
A criterio de ustedes, ¿cuál es el aspecto más negativo de nuestra sociedad que se expone en la obra?
Antonio Leiva: La gente que no quiere tomar conciencia de lo que realmente le sucede, cerrándose totalmente para no ser penetrados por el acontecimiento artístico. Entonces, se niegan. Por ejemplo, cómo ocurre cuando uno escucha música o ve un cuadro que le gusta; cuando ve actores moviéndose sobre un escenario y le llama la atención…es una cuestión personal de sensibilidad que al espectador lo conmueva o no. Creo que, actualmente, la gente está tan ocupada en la supervivencia en esta sociedad, tan terrible a nivel mundial, que se hace muy difícil permitirse esos momentos y conectar. Es muy triste, porque en lugar de estar evolucionando, estamos haciendo todo lo contrario. El egoísmo cada vez se agudiza más, lo que hace que se distancien los unos de los otros.
Yamila Gallione: A mi criterio, el aspecto más negativo está relacionado a los vínculos, justamente. A la dificultad que sigue experimentando el ser humano a la hora relacionarse. Si bien ha habido grandes avances con respecto a la forma de relacionarnos con la otredad, creo que aun ocurre que ponemos por delante el mandato, el deber ser y, eventualmente, desempeñamos roles sociales establecidos que nos limitan a la hora de construir y generar un contacto que sea real y nutritivo.
Hermes Molaro: La obra muestra lo mejor y lo peor de nuestra sociedad. Habla del bullying, del miedo al fracaso, del abuso, del aborto, de la necesidad de llegar a ser alguien a costa de todo, incluso de la vida. Desnuda no sólo los cuerpos, sino las almas. Es una lección de vida. Y por eso los espectadores la observan en absoluto silencio y con lágrimas en los ojos. El desnudo es sólo una parte mínima de la obra y no es la mitad de fuerte de lo que escribió Mathus, quien alguna vez dijo: ‘El día que los textos queden viejos, que ya no sucedan estas cosas en la sociedad, ya no va a tener sentido la obra. Ojalá llegara ese día para entender que aprendimos algo’.
¿Los mandatos sociales nos alejan de nuestra esencia? ¿Ocultamosla auténtica piel y aflora la hipocresía como disfuncional síntoma de la vida moderna?
Valentina Cañeque Cerati: Yo creo que sí. Creo que cada uno hace lo que puede con toda la información densa y desestabilizadora que va absorbiendo a lo largo de la vida. No es nada fácil conectar con esa esencia y desde ahí relacionarse con el mundo, porque eso implica un riesgo muy grande que en pocas situaciones quizás nos animamos a correr. No fuimos creados para ‘la vida moderna’. Pero, sin dudas, la búsqueda diaria, a mi entender, debería ser esa: conectar más con la esencia y la fuente propia; que lo demás se haga a un lado y quede en silencio. Creo que el mundo lo necesita urgentemente.
Eliana Manzo: Desafortunadamente, cada vez se propicia más la ansiedad y las publicidades de lo inmediato. Cuánto más veloz sea todo, mejor es. Y, en eso, nos perdemos los procesos, el descubrimiento… ‘aquellas pequeñas cosas’, como dice Serrat. En un cajón…en un buzón. Cosas que son esenciales y tan necesarias para el alimento del alma y no del exitismo o de lo que la sociedad espera de nosotros. Sino esenciales para nuestro propio ser.
-¿Hacia dónde corre tan apurado el ser humano de hoy?
Eliana Manzo: Es una reflexión abierta, de preguntarse adónde vamos y adónde queremos llegar, y en pos de qué nos estamos perdiendo el disfrute de lo esencial y lo cotidiano. Vamos atrás de ciertos mandatos y exitismos. Detrás de la utopía de un ideal, ¿impuesta por qué? Ni siquiera se le puede argumentar un mandato religioso. Es el mandato social del éxito, de cumplir con ‘lo que se tiene que ser’ para ser un hombre o una mujer, destacado o destacada. ¿Cuánto vale? Como dice la canción, ‘el sueño llega tan mal que te condena’, ¿no? Uno se pone como meta un sueño: llegar hacia eso que no sabemos dónde es. De modo incrédulo, nos sentimos que llegamos. ¿Adónde? ¿Qué quiere decir el ‘llegué’ del famoso monólogo de “La Lección…”? ¿Qué dejamos atrás?, ¿qué tanto perdimos por llegar hacia eso que no sabemos qué es? Carlos Mathus decía que, cuando la obra deje de tener vigencia, habremos evolucionado como sociedad.
Hermes Molaro: En lo personal, creo que el ser humano corre apurado a darle un sentido a la vida. Y no todo siempre tiene el sentido que queremos. Siento que necesitamos hechos concretos en muchas cosas, y la cultura de la inmediatez actual nos despertó una ansiedad de quererlo todo ya y ahora; algo que en otras épocas se disimulaba mejor. Me parece una locura correr tan apurados al futuro. No nos damos cuenta que cuando nos vayamos de este mundo nada podemos llevarnos a donde quiera que vayamos. Quizás las experiencias vividas y los aprendizajes aprendidos, pero tampoco lo sabemos… Es un gran misterio del que forma parte la vida, y creo que nos estamos olvidando de eso en nuestro cotidiano. Nos estamos olvidando muchas veces del misterioso regalo de estar vivos y de sentir que el presente es un regalo, que el tiempo es vida y que la mejor decisión no es correr a darle un sentido, sino vivirla.
Yamila Gallione: Creo que, si bien aún no se ha abolido la idea de alcanzar el éxito y el ascenso social a través del esfuerzo desmedido y del sacrificio, me parece que, hoy en día, gracias a las nuevas tecnologías que permiten, por ejemplo, una exposición y viralización del sujeto, surgen,eventualmente, ciertos ‘atajos’ para lograr ese éxito tan anhelado. Por otro lado, ya no se vislumbra tan concretamente la unidireccionalidad de los pasos a seguir para llegar a determinados fines. En realidad, creo que hay una sensación de que nada es seguro de alcanzar, lo cual nos lleva a estar tratando de abarcar cada vez más frentes, porque pareciera ser que nada es suficiente y así, la carrera (perdida) contra el tiempo de hoy pareciera ser más exigida y a la vez más dispersa.
Como intérpretes tienen incorporado y naturalizado el hecho de trabajar con el cuerpo y la desnudez. Verónica, ¿cuál es el mayor desafío cuando esto ocurre sobre las tablas de un escenario frente al público?
Yo creo que con el tiempo te vas relajando. Recuerdo mis primeras funciones, cuando llegaba el desnudo y me generaba una adrenalina tremenda, mezclada con inseguridad, desde lo físico/estético. Pero el desnudo en la obra es tan poético y tan lindo de ver. Es tan liberador para nosotros como intérpretes como para el público.
Sin querer arruinar la sorpresa para aquellos que aún no vieron la obra, durante la misma ocurre una serie de momentos de interacción y conexión con el público sumamente especiales. ¿Cómo experimentaron la devolución de los espectadores en este sentido?
Valentina Cañeque Cerati: Es único ese momento. Cuando hay una buena y verdadera predisposición de los cuerpos y de las almas de artistas y espectadores, sucede algo muy especial... una conexión auténtica, humana, primaria. A través de la mirada, y quizás algún contacto con la piel, podés percibir ese hilo invisible que te une con la persona, y por ende con la humanidad toda. Es muy fuerte y hermoso.
Eliana Manzo: Durante toda la obra se produce una tensión introspectiva, de los espectadores. Porque justamente, los interpela. Siempre con alguna u otra escena te sentís cuestionado o identificado en tu rol social. Se produce esa interacción, ese contacto, de piel con piel y cuerpo con cuerpo. Es allí cuando se alivia y se permite salir la emoción del encuentro. De saber que en esta no estás solo; hay otro que quizás está pasando lo mismo. Con ese otro, es la transformación de una mejora social. No es ‘contra el otro’ para superarlo fomentando el individualismo y la competencia,sino ‘con el otro’. Sintiendo ese apego se produce la energía que alivia. No en un sentido simbiótico, pero de encuentro. De saber que somos pares y de que juntos tenemos esta tarea de mejorar la especie humana. De construir, abstractamente, el bienestar. En el engranaje de cada uno, lo que compete a su rol social. Entonces, en ese encuentro, en donde liberamos la emoción y desnudamos el alma ante un semejante, se producen reacciones maravillosas ligadas al amor, ala contención. De abrazarnos, de reconocernos, de agradecer y de llorar; de asumir que tan importante es la existencia de unprójimo en nuestras vidas.
En la “Lección de Anatomía” observamos un grandioso trabajo coreográfico, en extremo exigente desde lo físico. Elogioso también es mencionar que han llegado a realizar dos funciones en una misma noche. ¿Cómo han trabajado este aspecto?
Antonio Leiva: Este es un trabajo físico demandante, el actor se tiene que preparar. En mi época, compartí elenco con Omar Ponti, veinte o treinta años atrás. En aquel entonces realzábamos tres funciones los sábados. A las nueve, a las once y a la una. Era otro momento social y cultural, y teníamos más tiempo de ocuparnos del teatro, y buscábamos en el lenguaje corporal lo que siempre sostuvo Carlos con esta obra.
Omar Ponti: Como todo trabajo coreográfico, requiere de un gran ensayo en conjunto para poder coordinarlo. Y a lo largo del tiempo que se lleva haciendo funciones eso va corrigiéndose cada vez más. En cuanto al trabajo personal, sobre todo para aquellos actores que lo hacen por primera vez, requiere de cierto entrenamiento para disociar la respiración de diafragma para no plasmar en la voz el movimiento de piernas. Una vez que eso se incorpora queda plasmado y solo se requiere de un entrenamiento aeróbico para sostener el footing. Cuando se hace temporada permanente, el hecho de hacer funciones a diario ayuda a adquirir un mejor estado. El problema se suscita cuando se hace de forma más esporádica.
¿Podría comprenderse parte del mensaje que desprende la obra como una crítica acerca de la banalización de lo erótico y los valores mercantiles que rigen a las sociedades modernas?
Eliana Manzo: Creo que sí, pero la obra no se propone dejar un mensaje de ‘esto está mal’, sino de desnudar el problema y que cada uno haga con eso lo que más conveniente crea. Abre a la reflexión, a la liberación de pensamiento. A replantearnos conductas nuestras. No en vano la obra comienza con un desnudo. Es el despojo, el volver a la esencia, al génesis. Somos esto: un cuerpo, un alma y, desde ahí, ¿qué construimos? Porque no hay disfraz dónde esconderse. Cuando uno se pone ropa encima está marcando ciertos valores mercantilistas. De clase, de edad, de pertenencia. El desnudo tiene que ver con eso, con el mostrar que somos esto. Varones o mujeres, somos una especie. Y desde ahí, ¿cómo nos vinculamos? Más avanzada la obra, una vez estos vínculos se desarrollan, se observa como ganan terreno valores desde la publicidad y el consumismo. Desde status económicos o patrones de belleza, porque nos creemos unos más importantes que otros. Instaurada esa competencia, tácitamente, como un valor de progreso para que otro quede debajo. La obra desnuda lo que está naturalizado, lo trae a conciencia y a la reflexión. ¿Desde dónde queremos relacionarnos y construir?
Yamila Gallione: Uno de los aspectos que caracterizan y dan vigencia a la obra, creo, es el hecho de que los temas se presentan de forma clara y concisa. Facilitando así al espectador a que sea interpelado y se identifique con la, o las, situaciones/escenas que más lo atraviesan. De la misma forma, creo que toda interpretación es válida, y la obra, al abordar un lenguaje simbólico, también facilita el hecho de que esto suceda. En lo personal, creo que puede que haya algo de eso que circula en el texto, sobre todo la idea del hombre visto como mercancía, siempre inserto en una sociedad capitalista. Creo que sería imposible un análisis que descarte ese aspecto.
¿El ser humano de hoy escucha, mira y toca a su semejante cada vez menos?
Omar Ponti: No creo que el ser humano se toque menos, aunque creo que sí se escucha y se mira menos. Tiene que ver también la edad de cada uno. Yo soy un poco más grande que el resto del elenco, y lo que estoy notando es que hoy hay poco compromiso en las relaciones. Quizás no son tan duraderas o profundas como antes. Me da cierta sensación de soledad, al estar con mucha gente, pero, a la vez, estando solo.
Verónica Romero Sierralta: Yo creo que sí, estamos tan inmersos en esta gran máquina tecnológica, en el metaverso, en la inteligencia artificial y en toda esta cosa nueva, que hasta da miedo pensarlo. Todo tan despersonalizado, todo viviéndolo por las redes, y, con eso la necesidad de aprobación, a través de los ‘me gusta’, las visualizaciones…es terrible. Yo a veces me alejo y miro como espectadora algunas situaciones cotidianas, y pareciera que no estamos tan lejos de “BlackMirror”. Por eso creo que ir al teatro, consumir teatro, preguntarse, inquietarse, conmoverse, es necesario. Salir de la función reflexionando, o capaz ni pudiendo articular sobre lo que acabás de vivir, pero el hecho de haber estado esas dos horas sin teléfono, entregado al viaje, viviendo en colectivo esa experiencia; eso ya es sanador.
Omar, contanos qué representa para vos formar parte de este elenco desde hace treinta años, y habiendo interpretado diversos roles.
Es un orgullo, porque es la primera obra profesional que hice. Fue la primera que vi en mi vida y estar en estos momentos todavía pudiendo hacerla, con comodidad, es un gran logro. Una gran satisfacción, y doble, por el hecho de estar haciéndolo con este elenco. Algunos de los artistas que forman parte son muy jóvenes y con mucho talento. Es un elenco de gran calidad humana; subirse a trabajar al escenario con gente que uno está cómodo es fabuloso. Y con Antonio, quien la dirige y con quien tuve la suerte de hacer giras, me gratifica poder trabajar y tener una amistad con él. Es un placer ahora que él este dirigiendo y, casualmente, yo estar interpretado el personaje que él interpretara los últimos tiempos.
Por último, cuéntenos acerca de la gira que están proyectando. ¿Qué expectativas tienen para la obra durante este 2023?
Hermes Molaro: Yo quiero disfrutar de poder hacer este clásico argentino hasta que la obra nos pida el respiro que necesita para renovarse. Siento que los actores en “La Lección de Anatomía” estamos de paso para aprender muchas cosas de nuestra profesión como actores. La primera lección es que nadie es indispensable, cada rol de la obra lo hicieron infinidad de actores y cada uno de nosotros tiene reemplazos por lo que cada función que hacemos es un privilegio. La otra lección es que no podemos actuar solos, necesitamos del otro/a actor/actriz que esté a disposición de contar esta historia y vivir esta experiencia. Los actores estamos a disposición de la obra y aprendemos en el intercambio. Y por último, en los cinco años que vengo haciendo esta obra puedo decir que en este momento presente con muchos de los integrantes de la misma ya somos familia. Estoy muy agradecido por todos los momentos vividos, sé que viviremos algunos más. Y solo tengo la expectativa de disfrutar lo que queda del camino.
Verónica Romero Sierralta: Yo en particular quisiera llegar a todas las provincias del país, cual rockstar, ¡jajaja! Pero sí, “La Lección…” es un emblema, un hito del teatro argentino, y todos deberíamos pasar una vez en la vida por esta experiencia.
Valentina Cañeque Cerati: Tenemos muchas ganas de seguir y seguir; llevarla adonde sea que se pueda; a cualquier rincón del país que necesite escucharla y verla. Para mí, nada más hermoso que viajar haciendo algo con el corazón, y siendo una obra de arte, no puedo pedir más. Ojalá salgan muchas fechas en muchos lugares y “La Lección…” siga perpetuando esa maravillosa onda expansiva que comenzó hace cincuenta años atrás y que ha tocado el alma de miles de personas.
Antonio Leiva: Mis expectativas son que el público disfrute de esta celebración. Hacer teatro es una celebración: abrir el telón todos los días y hacer la obra es una ceremonia. Estar haciendo “La Lección de Anatomía” en su 50° aniversario es muy particular. El público responde increíble y la gente se conmueve; se olvida de muchas cosas negativas y puede encontrarse con el teatro y consigo mismo. Con esta obra dedico parte de mi tiempo a sostener el legado de Carlos. Tenemos gira por delante para hacer, para que otro público la pueda volver a ver, o para que pueda llegar a lugares donde nunca llegó. Estuvo mucho tiempo en Buenos Aires y fue un gran torbellino. Exhibimos en el Multiteatro, en el Multitabaris y en el Teatro Buenos Aires y ahora es momento de viajar. Es hora de descentralizar un poco y llevar la obra al interior.
Omar Ponti: Las mejores, y espero que se concreten los proyectos que se están preparando para que esto siga teniendo continuidad, porque fue una temporada muy satisfactoria. Una muy linda experiencia. La gira comenzó muy bien con dos funciones en la ciudad de La Plata (NdR: en los días 11 y 12 de marzo pasados) y espero que continúe de la misma manera.