Cultura Teatro

Una lección de vida

“La Lección de Anatomía” es la pieza que más veces fue exhibida en la historia del teatro de nuestro país, a lo largo de medio siglo, regresó a la escena porteña, y el periodista cultural Maxi Curcio ocupó un lugar en la platea para escribir, desde la reflexión y emotividad, una crítica a la altura de una obra icónica, en la que la sociedad se viene mirando, a veces con espanto, otras con orgullo, en un espejo.

Escrita y dirigida por Carlos Mathus (1939-2017) y estrenada en el Hotel Sheraton de Buenos Aires, en 1972, “La Lección de Anatomía” sigue resultando pertinente a ojos de las nuevas generaciones. Mathus, emblema del teatro nacional y creador del grupo TIM (Teatro Independiente del Magisterio, en Rosario), fue un destacado artista dedicado con absoluta entrega al conocimiento escénico. Aquí concibió, sin duda alguna, su obra maestra. Clara es la referencia al título del clásico pictórico de Rembrandt, realizada a pedido de la escuela de cirujanos de Ámsterdam, en 1632. Pero no, no hay cadáver diseccionado que observar, sino siete cuerpos desnudos cotejándose entre sí, inmóviles, en derredor del espacio que los alberga.

Partícipes de un rito ancestral, los cuerpos desnudos, luego de depositar en bolsas sus respectivas prendas, comienzan a bailar, a tocarse y reconocer su esencia. La pureza aún no ha sido alterada. El contacto con el cuerpo semejante, no despojado del aspecto erótico, encontrará su eco en la mirada que contempla, de modo tan heterogéneo, porque una mirada puede radiografiar o asombrarse, sentirse incómoda o placentera. Una vez quitadas las ropas, el prejuicio se destruye, rompiendo con uno de los tabúes más marcados de nuestra civilización. La razón es sencilla: venimos con lo puesto y sin nada nos vamos. Porque desnudarse genera la apertura necesaria para cuestionar ciertos valores, modelos y roles establecidos. ¿Son acaso esas telas ropajes de falsedad que a nuestro exacto talle nos calza la sociedad? Desnudos se desenmascaran los convencionalismos, acaso dichas ropas portan padecimientos y costumbres enquistadas. Llegó el momento de proteger a esos cuerpos expuestos, es hora de que los conflictos se desaten en toda su dimensión.

Constataremos, a lo largo de la hora y media de duración, una serie de relaciones vinculares cuyo rasgo en común es la disfuncionalidad: mandatos impuestos, costumbres propias de concepciones que atrasan, abusos de poder, relaciones abusivas y pecados de avaricia. En una de las primeras escenas, una pareja se dice mutuamente lo que le gusta y no del otro; pero, a pesar de todo, o, justamente, por ello mismo, se aman. Se miran, se tocan, se besan, se toman de la mano. El roce y el acto hacen al amor. Acto seguido, un padre manipulador, perverso y en extremo controlador da directivas a su hija adolescente, depositando en ellas esperanzas, pero inhibiendo de inmediato su vuelo libre para asegurarse de que siempre dependa de él. ¿Es que acaso necesita a alguien más?

Convertida en la pieza más veces exhibida en la historia del teatro de nuestro país a través de medio siglo, regresa al epicentro teatral porteño exhibiendo brillantes aspectos técnicos, especialmente evidentes en música e iluminación, y otorgando calidad a tan singular propuesta. “La Lección de Anatomía” puede interpretarse como una crítica a la sociedad, a manera de exponer situaciones que describen nuestra idiosincrasia: la soledad del ser humano, la alienación laboral, el feminismo, el aborto, las relaciones tóxicas, la educación que brindamos, la rutina laboral, la sobre exigencia personal, las frustraciones trasladadas de generación en generación, las realidades ilusorias y la vorágine de la vida moderna. Durante instantes se rompe la cuarta pared y la interacción con el público otorga bienvenidos matices a una propuesta que invita a reflexionar acerca de temáticas atávicas, a repensar vínculos y a conocernos -a aceptarnos e interactuar con un semejante- de modo más genuino.

El desarrollo no da respiro: los nervios se crispan y la angustia existencial se instala hondo en el pecho; casi nadie habla sabiendo escuchar, el fin justifica los medios y la ambición no tiene límites. El cuerpo es mercancía cuando se denuncia la banalización de lo erótico. El dinero lo compra todo y la enajenación progresiva se denota en aquel que se burla de su prójimo. Una mano solidaria nos tiende una ayuda, pero cuánto cuesta levantarse, y cuánto orgullo cabe en un solo cuerpo. No todo tiempo pasado fue mejor, pero el consumismo es examinado como un mal de nuestros tiempos y nos resulta imposible escapar a ciertos designios. Con ironía, mordacidad y sentido del absurdo, se nos escenifica otra relación paterno-filial contaminada: los delirios de grandeza del padre acabarán minando la autoestima del joven hijo. Hay intercambios subidos de tono, somos invitados a la cotidianeidad de una pareja y sus vaivenes: el deseo, la insatisfacción y el rechazo conviven bajo el mismo techo.

Hemos dejado los prejuicios en la puerta de la sala, solo así podremos disfrutar en total inmersión la completa belleza conceptual y artística que la presente puesta dirigida por Antonio Leiva nos trae. Principalmente, “La Lección de Anatomía” no sería lo que es sin la excelencia actoral que exhibe sobre el escenario, ofreciendo una entrega sumamente exigente desde lo físico. Brilla un elenco integrado por: Eliana Manzo, Hermes Molaro, Omar Ponti, Emiliano Álvarez, Luciano Heredia, Valentina Cerati y Yamila Gallione. Cada uno de ellos son imprescindibles eslabones dentro de esta maquinaria que examina sin tapujos nuestra condición.

author: Maximiliano Curcio

Maximiliano Curcio

Nació en la ciudad de La Plata, Argentina en 1983. Es escritor, docente y comunicador, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía

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