Dos voces, un solo fantasma
En 1868, con apenas 26 años, Julio Argentino Roca —años antes de ser presidente— raptó y violó en Tucumán, durante una semana, a Ignacia Robles, una adolescente de 14 años. De ese abuso nació una hija, Carmen, a quien Roca nunca reconoció. Tomando estos hechos como punto de partida, la dramaturga Selva Palomino escribió “El grito y el silencio”, un relato potente que Fabi Maneiro transforma en escena con una puesta imperdible.
La obra alterna los monólogos de Ignacia, atrapada en el despojo y la desesperación, en 1868, y Carmen, hija de esa violencia, quien reclama reconocimiento frente al espectro de su padre, en 1914. Dos voces distintas y separadas en el tiempo se muestran unidas por el silencio cómplice de la sociedad y por la resistencia que se niega al olvido.
Ignacia: el mandato en cuerpo
Después de una primera escena en la que Maneiro marca el hilo de dolor que une a estas dos mujeres, en medio de una tensión sobresaliente, el espectador entra de lleno en el monólogo inicial. Ignacia pelea contra el mandato sobre su cuerpo mientras repite: “Me dicen floja, floja, floja”. Consciente de la imposibilidad de su batalla, no renuncia. Vacía por las vejaciones sufridas, su dolor se convierte en un alegato poderoso, encarnado con entrega total por Gabriela Villalonga, quien atraviesa cada emoción con una intensidad estremecedora. Además de Ignacia, Villalonga da cuerpo a otras voces: la complicidad familiar frente a la violencia patriarcal y, en otros pasajes, la soberbia y el desprecio del propio Roca.
Carmen: frente al fantasma
Carmen invoca al fantasma de Roca para confrontarlo con sus miserias y recordarle su despotismo. En su reclamo resuena la complicidad de la alta sociedad y la justicia que eligió mirar para otro lado. Luciana Procaccini, en un trabajo sobresaliente, no solo encarna a Carmen sino también al propio Roca, revelando las bajezas de quien fuera dos veces presidente y exponiendo el contexto de poder y corrupción que alimentó al déspota.
Una obra necesaria
El grito y el silencio” se distingue por la solidez de su texto, la sensibilidad de su dirección y las actuaciones descomunales de sus intérpretes. El vestuario de Jorge Hirschfeld, austero pero cargado de sentido, y el diseño lumínico preciso también de Fabi Maneiro completan una puesta al servicio de la memoria y la verdad.
Es una propuesta que narra el pasado, pero a la vez interpela el presente y denuncia la violencia patriarcal, el autoritarismo oligárquico y la indiferencia institucional que aún persisten. En escena, el grito y el silencio se cruzan, se enfrentan y se abrazan, recordándonos que la memoria no se calla y que la resistencia sigue latiendo.
En tiempos donde la historia oficial todavía calla violencias, obras como ésta resultan imprescindibles porque ponen en escena lo que se quiso, se quiere, ocultar.
Funciones: viernes a las 20.30 h
Teatro: Andamio 90 – Paraná 660, CABA
Entradas: $15.000. Reservas: alternativateatral.com/obra95408-el-grito-y-el-silencio
Ficha técnico-artística
- Dramaturgia: Selva Palomino
- Actúan: Gabriela Villalonga y Luciana Procaccini
- Vestuario: Jorge Hirschfeld
- Sombrerera: María Auzmendi
- Diseño gráfico, fotografía y asistencia: Iván Lifschitz
- Edición de sonido: Ariel Piccinali
- Dirección, puesta en escena y producción: Fabi Maneiro
Sobre el equipo
Gabriela Villalonga: actriz, directora y dramaturga con una extensa trayectoria en teatro independiente y oficial, reconocida en festivales nacionales e internacionales.
Luciana Procaccini: actriz y docente, formada en Andamio 90, con trabajos destacados en teatro, cine y televisión.
Fabi Maneiro: actriz, docente y directora, con más de treinta años de trayectoria y creadora del colectivo “Mujeres en construcción”.
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