Patria Grande

Lula vuelve

No lograron quebrarlo, a pesar de la persecución y la cárcel, y ahora el ex metalúrgico presidirá por tercera vez el país más importante del continente, aunque minado por el bolsonarismo. Análisis de las posibles consecuencias que tiene el daño hecho en los últimos cuatro años, y también de las complejidades que deberá enfrentar el Partido de los Trabajadores, junto a sus aliados, a partir del 1 de enero de 2023.

1 de Noviembre de 2022

Por Juan Rousseau

Nadie se animaría a discutir la importancia del resultado de las elecciones que dieron como ganador a Luiz Inacio Lula da Silva. Los días previos estuvieron minados de especulaciones y pronósticos en torno a cuál sería el destino de Brasil, pero lo cierto es que en una elección ajustada, el líder del Partido de los Trabajadores (PT) accedió a lo que será su tercer mandato como presidente y puso fin a la experiencia neoliberal-conservadora de Jair Bolsonaro. El líder del Partido Liberal (PL ) es el primer presidente desde la vuelta a la democracia que no consigue ser reelecto. Pero más allá de ese dato, es importante pensar cuales son las consecuencias inmediatas que este cambio trae para Brasil y al mismo tiempo, analizar las posibles limitaciones que puede llegar a enfrentar el próximo gobierno popular. En ese sentido, resulta pertinente repasar todos los elementos que formarán parte del contexto en el que Lula tendrá que desarrollar su gestión.

Si hoy miramos el plano internacional, lo primero que observamos es que la mayoría de los países, incluidos los más poderosos, tienen serias dificultades para resolver tanto los problemas que dejó la pandemia como las consecuencias que trajo el conflicto entre Rusia y Ucrania. Las dificultades son de diversa índole, pero la economía es la que decididamente se destaca. Sin entrar en demasiados tecnicismos, una de las preocupaciones más importantes es la alta tasa de inflación global. Estamos viendo índices que no se registraban desde hace cuarenta años. Por ejemplo, el último dato de EE.UU indica que la tasa de inflación interanual fue de 8,2% superando la previsión de 8,1%. Lo mismo sucede en la Eurozona que este último mes alcanzó una inflación interanual del 9,9% y se espera que este mes llegue a 10,2%. Brasil tampoco es la excepción ya que en el mes de marzo registró la inflación más alta en un mes (1,62%) desde que se implementó el Plan Real en 1994.

Como respuesta a esta problemática, la mayoría de los bancos centrales, incluido el Banco Central de Brasil, han adoptado una política monetaria agresiva elevando las tasas de interés para contrarrestar el fenómeno inflacionario. De hecho, la semana pasada el Comité de Política Monetaria (Copom) reafirmó que sostendrá la tasa de interés de referencia o Selic en 13,75% consolidando la idea de que el escenario inflacionario continuará por lo menos hasta fin de año. En el comunicado sostienen que “los futuros pasos de política monetaria pueden ajustarse y que no dudará en reanudar el ciclo de ajuste si el procesos de desinflación no se produce como se espera”[1]. Lo cierto es que ello indefectiblemente terminará impactando en los niveles de actividad económica. Por esa razón, vemos que las proyecciones de crecimiento a nivel mundial son cada vez menores respecto a las estimadas a principios de año. En resumen, Brasil en general y el gobierno de Lula en particular tendrán como desafío enfrentar un contexto internacional complejo.

Teniendo en cuenta lo anterior, la esperanza está depositada en el ámbito de las relaciones a nivel regional y en la posibilidad real de reforzar la unidad latinoamericana. En términos de afinidad política e ideológica, la victoria de Lula se suma a la de Gustavo Petro en Colombia y Gabriel Boric en Chile, que dicho sea de paso, son países que estuvieron ausentes en el proceso de integración de principios de siglo. A esto hay que agregar la importancia que este resultado tiene para el gobierno popular de Bolivia, que solo necesita la aprobación del Congreso brasileño para terminar su proceso de adhesión al Mercosur, un hecho político que es altamente probable con Lula en el gobierno.

En la misma línea, para nuestro país tiene consecuencias insoslayables. En el plano económico, Argentina enfrenta serias dificultades macroeconómicas y será determinante que podamos construir una relación económica y comercial integrada más virtuosa con nuestro principal socio comercial. En el plano político, las elecciones que el Frente de Todos tiene por delante en el 2023 requerirán de la mayor cantidad de apoyos posibles, tanto nacionales como internacionales. Brasil puede ser una pieza clave. De esta manera, estaremos frente a un escenario regional donde hay altas probabilidades de que Brasil vuelva a ser uno de los protagonistas de un proceso de integración sudamericano. Concretamente a nivel bilateral impulsar el posible ingreso de Argentina a los Brics  y al mismo tiempo, a nivel regional relanzar la UNASUR .

La coyuntura nacional también presenta una serie de obstáculos que el gobierno tendrá que sortear. En primer lugar, habrá que recomponer una situación social muy deteriorada, no sólo por la cantidad de pobres que la administración de Bolsonaro deja, sino también por la estructura regresiva de la distribución del ingreso. En segundo lugar, Lula recibe una economía que viene estabilizando algunas de sus variables como el desempleo y la inflación, que muestran mejoras en estos últimos meses. Sin embargo, no podemos sostener que ambos problemas están resueltos. Según el IBGE, este último mes el desempleo cayó al 8,7%, algo que no pasaba desde 2015, pero con un alto crecimiento de la informalidad. En cuanto a la inflación, el mes de septiembre es el tercer mes consecutivo que la tasa de inflación muestra variaciones negativas, pero la mayoría de las consultoras proyecta que el escenario inflacionario continuará.

En relación con el nivel de actividad económica, si bien viene mostrando una recuperación sostenida, no hay que olvidar que en pos de achicar la brecha de votos con Lula, Bolsonaro ha aumentado sustancialmente el gasto público. Solo con el aumento del Auxilio Brasil el gobierno tuvo que desembolsar alrededor de 50.000 millones de reales. De hecho, la semana pasada también hubo que bloquear gastos que ya estaban previstos en el presupuesto 2022 lo que implicó recortes en áreas como la educación y la ciencia. Por ese motivo, también existe un consenso en torno a que el panorama fiscal para el próximo año será delicado, más aún si Lula no consigue revocar el techo del gasto donde probablemente necesite construir consenso en el Congreso y llevar una propuesta de cómo será la estructura de gastos para el año que viene.

Por último, la elección fue muy ajustada lo cual se traduce en que Lula tendrá que gobernar con un Congreso mayoritariamente opositor y una cantidad considerable de diputados del PL (99 diputados) y el tradicional “Centrao” lo cual implica que será necesaria una mayor cintura política y creatividad a la hora de promover cambios que beneficien a los sectores populares. Al mismo tiempo, en los tres estados más importantes, São Paulo, Rio de Janeiro y Mina Gerais ganaron candidatos a gobernador que abiertamente apoyan a Bolsonaro.  En el estado de Sao Paulo, Tarciso (55,27%) venció en la segunda vuelta al candidato del PT,  Fernando Haddad (44,73%). En Río de Janeiro Claudio Castro (PL) fue electo en la primera vuelta, al igual que Romeu Zema (NOVO) en Mina Gerais. Así las cosas, Lula tendrá que apelar a su capacidad de generar consensos para que la gestión de gobierno efectivamente pueda responder a las demandas de sus votantes.

Pese a estas dificultades, hay que tener en consideración que Lula ha sabido construir su liderazgo popular al interior de Brasil, ampliando así su base electoral. Esto implicó incluir a diversos sectores que en el pasado fueron opositores al PT. Hoy se encuentra de nuevo ante la responsabilidad histórica de levantar a Brasil de la situación de deterioro interno y descrédito internacional en la cual se encuentra como consecuencia de la políticas implementadas por el ultraderechista Bolsonaro. En resumen, la victoria de Lula da Silva, representa una esperanza para el pueblo de Brasil y es la demostración efectiva de que como señaló Cristina Fernandez de Kirchner “los pueblos siempre vuelven”.

[1] https://www.bcb.gov.br/detalhenoticia/17753/nota

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