Apuntes sobre la defensa nacional
Luego del retorno de la democracia en 1983, una parte de la sociedad y gran parte del campo intelectual, especialmente el progresista, se planteó la necesidad de desarmar y reducir al mínimo nuestras Fuerzas Armadas (FFAA). Después de la enorme catástrofe que significó la dictadura cívico-militar para nuestro país, era entendible y lógica la fractura entre la institución militar y la sociedad argentina.
Esta concepción se vio reflejada en el drástico descenso del porcentaje del PBI destinado a defensa en los primeros años de democracia, que cayó del 3,5% del PBI en 1983 al 1,8% en 19892. Durante la década de los 90, dicho presupuesto siguió disminuyendo hasta cerrar el decenio en el 1,1%. A esto hay que sumarle el cierre y/o privatización del 90% de las empresas relacionadas con el sector3.
En la actualidad, el porcentaje del PBI destinado a la defensa ronda el 0,90%. También es preciso aclarar que América del Sur es la zona del mundo que menos gasta en defensa4.
Sin embargo, ¿es esta política correcta? ¿Puede sobrevivir un Estado en la actualidad sin poder de disuasión? Es decir, sin unas FFAA modernas, bien equipadas y entrenadas. La respuesta es un rotundo no. Según Louis Goodman5, “no poder utilizar a las Fuerzas Armadas para sus misiones principales, especialmente con respecto al tema de la seguridad internacional, debilita no solamente la capacidad nacional sino también la estructura democrática”. Isidro Sepúlveda Muñoz6 afirmaba que: “un Ejército con bajo nivel tecnológico no es tal sino fuerzas de policías disfrazadas, pues merma la capacidad de los Estados para mantener autonomía en asuntos de defensa”.
Debemos comprender que la principal función de las FFAA no es la de defender al país ante un ataque, sino en brindar una capacidad disuasiva suficiente para que ese ataque jamás ocurra.
Además, la capacidad militar de una nación desempeña un papel esencial en sus relaciones internacionales, ya que la capacidad de ejercer coerción es uno de los elementos fundamentales en la influencia que unas naciones ejercen sobre otras. La habilidad de un país no solo para protegerse a sí mismo, sino también para respaldar a otros en la defensa de intereses compartidos, es un factor que todos los estados tienen en cuenta al establecer alianzas.
Es, además, central para poder ejercer soberanía, tener unas FFAA modernas y equipadas, brinda autonomía y un margen de maniobra indispensable para mantener cierta independencia en el concierto internacional. En un mundo cada vez más polarizado y volátil, esta facultad se vuelve más crítica, tanto para los aliados como para los adversarios. La importancia de las naciones depende en gran medida de su capacidad para mantener esa soberanía y su habilidad para disuadir a unos y persuadir a otros, lo que, a su vez, influye en su capacidad para negociar con otros estados.
Pero veamos lo que la Ley de Defensa Nacional dice sobre lo que la Defensa debe significar para los argentinos. Dicha ley afirma en su artículo 3 que la Defensa Nacional es la integración coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, de forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo. Tiene como finalidad garantizar de forma permanente la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación, y proteger la vida y la libertad de sus habitantes.
Poco más adelante, en su artículo 5, hace referencia a los límites geográficos de la ley, confirmando que 'la defensa nacional abarca los espacios continentales, Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y demás espacios insulares, marítimos y aéreos de la República Argentina, así como el Sector Antártico Argentino'.
En el artículo 6, se confirma por completo que la defensa nacional constituye un derecho y un deber para todos los argentinos.
Hasta aquí todo es muy claro, pero a la hora de implementar esta ley y ponerla en práctica, es cuando comienzan los problemas y los cuestionamientos. Sin embargo, es necesario aclarar que las cuestiones que atañen a la Defensa Nacional no están subordinadas a las leyes del mercado. No se pueden privatizar como la salud o la educación (aunque un Estado de calidad tampoco debería permitir esto). El problema es que, aunque la defensa se le presente a la población como un bien intangible que no se necesita en forma diaria, se siente terriblemente su ausencia cuando aparece una emergencia nacional. Y esto sucede porque la defensa está conectada íntimamente a la mismísima existencia de una Nación, también luego a su permanencia y desarrollo.
Hace unos años ya, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, cuando todavía ejercía dicho cargo, valoraba el rol de las Fuerzas Armadas para 'custodiar la integridad territorial y, fundamentalmente, la preservación y el cuidado de nuestros recursos naturales, que, sin lugar a dudas, serán el escenario de disputas'7.
Mientras tanto, el actual presidente Alberto Fernández, en la cena de camaradería anual de este año (2023) afirmó que: 'nuestra integridad territorial no será plena mientras haya una potencia extranjera allí, haciendo uso de los recursos que pertenecen por derecho a cada argentino y a cada argentina'8. En ambos discursos, se destaca la suma importancia de los recursos naturales.
Mientras que el ex ministro de defensa de Lula afirmaba hace poco en una entrevista: “Un país que no se preocupa por su defensa es un país que no se preocupa por su cultura, sus intereses y sus recursos naturales”9 , el actual ministro de Defensa de nuestro país, Jorge Taiana, afirmó recientemente que: “es necesario contar con un instrumento militar equipado para tener una capacidad disuasiva eficaz, que impida que cualquier Estado intente agredirnos o imponernos algo contrario al interés nacional”10
Y en un mundo en el cual la población mundial aumenta, pero los recursos naturales que la sostienen se vuelven cada vez más escasos se hace imperativo defender a capa y espada los recursos que se encuentran dentro de nuestros límites territoriales.
En estos últimos años hemos visto que la disputa entre las grandes potencias por el acceso a recursos naturales de los países periféricos sigue más vigente que nunca y el conflicto en Europa del este ha despertado un nuevo interés por los alimentos y fuentes de energía.
Ante este contexto y considerando que Argentina es uno de los principales exportadores de alimentos en todo el mundo, ostenta la segunda mayor reserva de gas no convencional y la segunda mayor reserva de litio del planeta, y que además posee la cuarta mayor reserva de petróleo no convencional y existe un gran potencial de petróleo en aguas profundas en el Atlántico Sur (solo en la cuenca de Mar del Plata se estima la presencia de 1.000 millones de barriles de petróleo), resultaría inaceptable que las Fuerzas Armadas argentinas no se preparen para desalentar o repeler cualquier amenaza militar externa que pretenda coaccionarnos, llevar a cabo acciones punitivas o atacarnos directamente con el objetivo de afectar nuestros recursos nacionales, acceder a nuestros recursos naturales o buscar ventajas injustas en su explotación.
La defensa es una responsabilidad del Estado y es obligatorio para todos los ciudadanos, constitucionalmente, acudir a realizarla ante cualquier necesidad, por lo que debería ser parte de la problemática a atender por todos los argentinos. Por ello su análisis no debe ser superfluo y, por el contrario, debe ser permanente.
Por supuesto que se entiende que hay muchos otros temas importantes y prioritarios y lo que se necesita a veces se termina transformando en un ideal a alcanzar muy lejano, pero igual tenemos que intentar acercarnos aun sabiendo que lograr el objetivo será muy complicado.
Teniendo en cuenta estas dificultades de acercar lo necesario a lo posible es que lo ideal sería que los medios para la defensa se procuren en función de sus capacidades.
Mientras en las Islas Malvinas siga existiendo una base militar británica con la envergadura y capacidad que tiene la base de Monte Agradable (Mount Pleasant) para la Argentina es excluyente y de enorme importancia sostener una capacidad de defensa militar flexible. La disuasión es un elemento vital de la política internacional de los Estados y una de sus principales características es la credibilidad. Sin credibilidad no hay diplomacia que se sostenga. Este principio aplica para cualquier Estado.
Y no podemos tener credibilidad si no tenemos una política de defensa consecuente en el tiempo.
El Jefe del Estado Mayor Conjunto (EMCO) de nuestras Fuerzas Armadas, el Teniente General J.M. Paleo afirmaba recientemente que “la defensa tiene que ser una política de Estado. Venimos bregando por ellos porque si la gestión que viene cambia todo lo hecho, retrocedemos. En todas las áreas del Estado habría que dar un mensaje de continuidad (…) Los nuevos gobiernos harán correcciones de rumbos de algunas cosas que sean incompatibles con la visión de la política del Presidente, pero no se puede dar un giro de ciento ochenta grados”11.
Cuatro décadas después del retorno de la democracia en Argentina, y tras haber demostrado una completa subordinación, respeto y compromiso por parte de las Fuerzas Armadas hacia la defensa de la Constitución Nacional y la fidelidad a la bandera, es el momento oportuno para establecer un enfoque moderno en la utilización de nuestras Fuerzas Armadas, que debe centrarse en el cumplimiento de sus objetivos principales, ya previamente enumerados en la Ley de Defensa Nacional.
De lo contrario, estaríamos desaprovechando una herramienta esencial para salvaguardar nuestros intereses soberanos y corriendo el riesgo de que los recursos aportados por los contribuyentes se destinen únicamente a crear una especie de Guardia Nacional, que cada vez más asume roles casi permanentes que deberían ser responsabilidad de otros organismos e instituciones, tanto públicas como privadas, dado que no se trata de situaciones de verdadera emergencia.
Las FFAA no deben ser un comodín de los gobiernos civiles para resolver problemas de seguridad interior o incluso otros que nada tienen que ver ni con la seguridad ni la defensa. Tampoco pueden transformarse en un subsidio de las deficiencias del Estado. Se entiende que a veces en un gobierno entre las urgencias y los problemas tácticos, lo urgente predomina sobre lo necesario. Pero es menester tener una visión más amplia e integral respecto a la Defensa Nacional.
Incrementar el porcentaje del PBI destinado a la Defensa es una medida imprescindible para sostener esa visión en el tiempo. Sin embargo y a pesar de los vaivenes que nuestro país ha sufrido en esta materia, el camino que ha tomado este gobierno durante estos cuatro años está siguiendo esa mirada amplia y con perspectiva geopolítica, con el FONDEF, la puesta en valor de las industrias militares, las mejoras salariales y la igualdad de oportunidades para los integrantes de las fuerzas armadas, la recuperación de capacidades, la solidificación de la conjuntez y el aumento del adiestramiento y el alistamiento se puede vislumbrar una visión geopolítica a mediano plazo, por supuesto que aún hay mucho por hacer.
Pero teniendo en cuenta que nos encontramos en tiempos electorales que nos llenan de incertidumbre porque los candidatos opositores que aspiran a gobernar la Argentina claramente demuestran un profundo desconocimiento y/o desinterés en la defensa nacional (se puede ver esto en lo escueto y difuso de las propuestas con respecto al tema, tanto de Milei, el candidato por LLA y de Bullrich, candidata por Juntos por el Cambio) bien vale mencionar ésta advertencia que Winston Churchill le hizo a las generaciones posteriores de su país: “Aquellos que buscan la paz a costa de su dignidad perderán esta y no encontrarán aquella”.
Como epílogo menciono una frase del gran Almirante Storni, quien hacía referencia a la defensa marítima, pero se puede hacer extensiva a la defensa de todo el territorio nacional: “Y esto es bueno que el pueblo argentino lo sepa, que el Honorable Congreso lo tome en cuenta y que los hombres de Estado lo mediten”12.
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2 Koutoudjian, A. y otros. “Geopolítica del mar argentino”. Instituto de Publicaciones Navales, Bs As, 2015, pág. 322.
3 Villalba Delgado, Pedro: “La Argentina, la política exterior y la defensa”, en: Bertranou, J. (comp.) Defensa Nacional dimensiones internacionales y regionales: contribuciones al debate, PNUD, 1°Ed., Buenos Aires, pág 67, 2007.
4 Koutoudjian, A. y otros… pág 322.
5 Goodman, Louis: “Crisis como oportunidad en el ámbito de la defensa” en: Bertranou, J. (comp.) Defensa Nacional dimensiones internacionales y regionales: contribuciones al debate, PNUD, 1°Ed., Buenos Aires, pág 35, 2007.
6 Sepúlveda Muñoz, Isidoro: “La seguridad internacional ante las nuevas amenazas” en: Bertranou, J. (comp.) Defensa Nacional dimensiones internacionales y regionales: contribuciones al debate, PNUD, 1°Ed., Buenos Aires, pág 85, 2007.
7 Cristina destacó el rol de las Fuerzas Armadas en la preservación de los recursos naturales (lmneuquen.com)
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12 Storni, Vicealmirante Segundo. “Los intereses argentinos en el mar”. 2° Ed. Armada Argentina, Buenos Aires, 2009, pág 102.
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