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Lula, el hombre del destino

Un integrante del Peronismo Militante participó del Séptimo Congreso Nacional del Partido de los Trabajadores (PT) que se realizó en San Pablo durante la tercera semana de noviembre, y en el que la figura destacada fue el ex presidente de Brasil, Lula Da Silva, un hombre que ya le cambió la cara a la historia. Testimonio de un hecho trascendental para el Partido de los Trabajadores, Brasil, la Argentina y la Patria Grande.

29 de Noviembre de 2019

Texto: Nicolás Canosa. Fotos: Ricardo Stuckert (fotógrafo oficial de Lula Da Silva).


Lula recuperó su libertad,  luego de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia, y de inmediato encabezó un regreso a la vida política y pública. Al Séptimo Congreso Nacional del Partido de los Trabajadores (PT) llegó con una fortaleza moral y espiritual asombrosa.


En el encuentro partidario, sus críticas a la subordinación a los Estados Unidos y a las transnacionales por parte del gobierno de Bolsonaro han sido parte central de su discurso. Afirmó que “soberanía significa independencia, autonomía, libertad. Lo contrario es dependencia, servidumbre, sumisión. Esto es lo que está sucediendo hoy. Están entregando criminalmente a otros países las compañías, bancos, petróleo, minerales y activos que pertenecen al pueblo brasileño. Traicionar la soberanía es el mayor crimen que un gobierno puede cometer contra su país y su gente”.


El Congreso Nacional se vio gratamente modificado en sus discusiones y estructura por la liberación de Lula. Si bien la dirección del PT nunca perdió de vista la imperiosa necesidad de construir estrategias para recuperar el gobierno en las próximas elecciones, debió concentrar gran parte de su agenda política en la campaña por la liberación de Lula, tanto en el plano nacional como internacional.


Lula, por su parte, y desde la cárcel a la que fue sometido injustamente por decisión de sectores del poder judicial encabezados por Sergio Moro (hoy ministro de “Justicia” del gobierno de Jair Bolsonaro), y a pesar de los límites a la comunicación que le impusieron, siguió enviando mensajes al pueblo y conduciendo a su partido político.


El congreso se convirtió en un encuentro histórico para el PT, una fuerza política que a la vez que busca ampliar su base de sustentación y de acuerdos políticos con otros espacios, ratifica que el centro de gravedad para la reconstrucción de Brasil pasará por este partido, como fue explícito en las palabras de Lula: “Para mantener la concentración de ingresos más escandalosa en el planeta Tierra, para que los ricos sigan siendo más ricos y los pobres se vuelvan más pobres cada día, Brasil no necesitaría del PT (…) Pero si este país quiere superar la inmensa herida de la desigualdad, recuperar la soberanía y su lugar en el mundo, si quiere volver a crecer en beneficio de todos los brasileños, el Partido de los Trabajadores es más que necesario: es esencial. Esta es la gran responsabilidad que estamos recibiendo. Brasil nunca ha necesitado tanto al PT. Y el PT tiene que ser lo suficientemente grande como para igualar lo que el país espera de nosotros. Debe estar unido, fuerte y cada vez más conectado con el pueblo brasileño”.


Tres días duro el Encuentro Nacional del PT.


Al ex tornero del cordón industrial paulista lo antecedieron los principales referentes del PT, como Dilma Rousseff, Daniel Haddad, Paulo Pimenta, Humberto Costa y Gleissi Hoffmann, como así también de representantes de fuerzas políticas aliadas, como Manuela Davila (Partido Comunista), Guilherme Boulos (miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de Trabajadores Sin Techo) y Juliano Medeiros (Partido Socialismo y Libertad). También habló un representante del Partido Socialista de Francia y se le entregó una condecoración al embajador de Cuba, país en el que se juntaron más de dos millones de firmas en solidaridad con Lula.


“Hoy me coloco a disposición de Brasil para contribuir en este camino para una vida mejor, una vida plena, especialmente para aquellos que no pueden ser abandonados en el camino. Sin odio ni rencor, que no construyen nada, pero conscientes de que el pueblo brasileño quiere reanudar la construcción de su destino; que debemos hacer juntos un Brasil soberano, democrático y justo, donde todos tengan las mismas oportunidades para crecer y soñar”, dijo Lula, pensando ya recuperar el gobierno nacional en 2022, y competir con buenos resultados electorales en las elecciones municipales del 2020.


Juventudes


En el marco del Seminario de juventudes latinoamericanas organizado por la juventud del PT, dos días antes del Congreso, Lula se reunió con las delegaciones de los pueblos latinoamericanos. “No se desanimen nunca, no dejen de luchar, es lo que da sentido a la vida”, fue parte de su mensaje, y subrayó que salió de la cárcel con mayor conciencia política y fuerza para recorrer el país, y que aparte espera que el proceso judicial finalice con la declaración de su inocencia. En un pasaje del encuentro “lloró y lloramos todos juntos” (ver video en su cuenta de Instagram), y se quebró al hablar de la injusticia social: “Los que desayunamos y almorzamos todos los días tenemos la obligación de acercarnos a los que no comen, a los que no tienen dónde dormir”, señaló.


Lula es un referente de la lucha por la justicia social, no sólo brasilero, sino regional y mundial, que, como profundo humanista, no puede soportar la miseria que implica la redistribución inequitativa y la concentración desmesurada de la riqueza en pocas manos.


Las juventudes de los movimientos populares de la región.


Todos los discursos de los referentes que expusieron en el seminario de juventudes latinoamericanas y en el Congreso Nacional del PT, agradecieron de manera enfática la solidaridad regional e internacional con Brasil después del golpe de Estado y también por la solidaridad con Lula cuando estuvo privado de su libertad. No fue casual que se organizase el seminario y que la apertura del congreso consistiese en una conferencia internacional sobre “la democracia hoy y la crisis ambiental”.


En otra reunión, con delegaciones internacionales de América Latina, China, África y Europa, en la que expusieron Mónica Valente, Amorim, Haddad y Lula, plantearon que en caso de volver al gobierno, la apuesta por la integración regional será aún mayor que en las mejores épocas del No al Alca, la UNASUR y la CELAC.


Patria Grande


Para la Argentina, Brasil es la compañía esencial. Perón manifestaba que la unidad entre ambos países constituye “el núcleo básico la aglutinación de América Latina”. El uruguayo Methol Ferré, por su parte, sostenía que ahí está el “punto neurálgico de la integración” y la relación principal para saltear las declamaciones y pensar “políticas realmente posibles” para construir el Estado Continental Industrial, con desarrollo científico tecnológico, que nos permita “ser actores y no coro de la Historia”.


Cristina Fernández de Kirchner, en la misma línea, plantea que “la dinámica de la integración está marcada por la relación entre Argentina y Brasil”, como puede verse en el libro Cristina Fernández de Kirchner: una política exterior soberana, editado por Colihue y compilado por la Comisión de Integración Regional y Asuntos Internacionales del Instituto Patria.


El autor de la nota también milita en el Instituto Patria.


En este sentido, si bien la región está en disputa y en un momento de convulsión (con golpes de Estado en Bolivia, movilizaciones y represión en Chile, Ecuador, Colombia), hay una gran esperanza en la región por el gobierno de Alberto Fernández y Cristina, así como con el México de López Obrador, que tendrá la presidencia Pro Témpore de la CELAC a partir del 1 de enero de 2020. Dos de los tres países de mayor peso de la región están gobernadas por fuerzas nacional-populares y en Brasil, si bien falta para el 2022, se puede avizorar mayores condiciones de posibilidad para el retorno de un modelo que apueste por la integración regional soberana.


Si debiera sintetizar en una sola palabra que se sintió de manera compartida en estos días es, sin dudas, esperanza. “Esperanza en los hombres y mujeres que somos “portadores de valores máximos” como afirmaba Perón en (1949). En palabras de Lula, en el prólogo de : “Viví toda mi vida rodeado de aquellos que más amo: mis familiares, mis amigos, el pueblo brasileño. Sé el dolor que me causó su distancia. Sin embargo, la soledad que se me impuso me hizo un ser humano mejor. Recé, medité, me sumergí en un viaje de autoconocimiento. La comunión conmigo mismo renovó mi esperanza y mi creencia en el ser humano”.


Lula, con su humildad, amor al prójimo y entrega, podría representar al hombre del siguiente verso de una maravillosa canción de Silvio Rodríguez: “Yo he sido un hombre que no tiene otra cosa que decir que la más vieja búsqueda, regreso, compañía, esperanza -esperanza, señores, esperanza- ¡con lo simple que suena la esperanza!”.


La esperanza de vivir de manera digna, compartiendo el pan, sin odios ni exclusiones, sin miseria ni pobreza. La esperanza en que se extienda la solidaridad de los justos por sobre el egoísmo e individualismo. Eso representa Lula. El militante que se emociona, que llora junto a los jóvenes, que se enamora, que no se rinde, que sigue aprendiendo. El Lula que mientras estaba en la cárcel escribe ese prólogo que también dice: “no odio a mis verdugos, que me encerraron en una celda porque tuvieron miedo de que volviera a la presidencia para cuidar a los más necesitados, pensando que con eso tendrían sus ganancias reducidas, y porque odian a cualquiera que sueñe en compartir el pan. Ellos no saben compartir. Ellos no aprendieron a soñar, mientras yo, hace tanto tiempo privado de mi libertad, sigo soñando con un mundo mejor, donde reine la paz, la abundancia y la justicia para todos”.


Lula sacó a treinta millones de compatriotas de la pobreza.


Lula, el hombre del destino, como el biógrafo Pavón Pereyra definía a Perón. Lula, como Cristina, ejemplos de militancia, que nos llenan el corazón de fuerza para darnos por la Patria. Lula y Cristina, que a pesar de la persecución mediática, judicial y de los servicios de inteligencia, siguen, como el Martín Fierro, la vieja pero inextinguible consigna: “uno no debe aflojar mientras hay sangre en las venas”.

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