Medios Militancia

Solidarios con Julia (y Alesia)

El ataque violento contra Julia Mengolini de parte del gobierno y su aparato estatal, y la detención en el penal de Ezeiza de la militante Alesia Abaigar, por un hecho menor, configuran un hecho evidente: el gobierno apela al autoritarismo y a la violencia ante la debacle económica, y las ataca por ser mujeres y peronistas.

El gobierno de Macri primero y ahora el de los hermanos Milei, arrastraron a la Argentina a un lamentable y peligroso clima de violencia política. Los primeros se auto proclamaban republicanos y férreos defensores de la división de poderes pero se llevaron puesto el Estado de Derecho. Los libertarios se auto perciben cultores y promotores de la libertad pero vienen atacando sin pausa y sin piedad a cualquier figura pública que se atreva a realizar una crítica a su programa de ajuste económico y represión.

Sucedió con las artistas Lali Espósito y María Becerra, con decenas de periodistas, dirigentes y militantes gremiales, sociales y políticos, la comunidad LGTB+, la comunidad científica y la universitaria, los residentes del Garrahan, un chico con autismo y ahora con la abogada y periodista Julia Mengolini, fundadora de Futurock, un potente artefacto comunicacional y político con el que organizó, junto a su compañero Federico Vázquez, y otros colegas, una enorme comunidad de oyentes, con el que le dan trabajo a decenas de laburantes y con la que le marcan una agenda opositora al gobierno, primero de Macri, y ahora de Milei.

El ataque mordaz que Julia sufrió en las últimas horas de parte del mismísimo presidente de la Nación y todo el ecosistema digital libertario, reviste una gravedad que hay que denunciar todas las veces que haga falta: utilizar el aparato estatal para atacar, perseguir, difamar y estigmatizar a un opositor a tu gobierno es una canallada, y también un hecho factible de ser penado por la ley, siempre y cuando el sistema de administración de justicia funcione, pero no es el caso argentino.

De ninguna manera se puede equiparar la crítica de un ciudadano o ciudadana a una gestión de gobierno, con la violencia del Estado, ejercida, para colmo, por un grupo de funcionarios que parecen acceder a un estado de goce cada vez que cercenan un derecho, fulminan una conquista social, rocían con gas pimienta a un jubilado o le parten la cabeza a un fotógrafo.

Acá también el demonio es uno solo: el Estado que agrede a compatriotas indefensos, con una violencia infinitamente mayor a la que pueda ejercer un ciudadano a pie por medio de un tuit o una declaración, y que luego del ataque quedan expuestos al escarnio público que a diario realizan las más altas autoridades o representantes del gobierno en sus redes sociales, o en los estudios de televisión de las empresas mediáticas, que durante el gobierno de Cristina querían preguntar y ahora hacen un silencio cómplice porque el problema, se sabe, no eran las formas, sino el peronismo.

Julia Mengolini es una valiente compañera que pone la cara en su programa de radio para hacer un periodismo comprometido con la realidad, honesto, y aparte lo hace con mucha claridad en relación a su pertenencia e identidad política: el feminismo popular, las luchas históricas del pueblo argentino, el peronismo, la defensa de los derechos humanos y la democracia, y no le tiembla el pulso cuando tiene que señalar la crueldad del gobierno y el rol del periodismo ensobrado.

Por eso le pegan, por eso la persiguen y la quieren ver humillada, derrotada y arrepentida.

¿Y qué decir de la detención de la militante kirchnerista Alesia Abaigar, en el penal de Ezeiza, por orden de Bullrich y Milei y la firma de la jueza federal Arroyo Salgado? La tienen de rehén por haber puesto un pasacalle y echado bosta frente a la puerta de José Luis Espert, un violento que cada vez que tiene un micrófono frente a su bocota pide cárcel y bala para sus adversarios.

A Alesia le tiraron encima el aparato represivo del Estado, y la privaron de su libertad, por un acción que no amerita ni  una contravención municipal. ¿Cuál es la audacia de ser fuerte con los débiles, como le dijo Néstor Kirchner a la misma Bullrich, allá por 2001, mientras ella era ministra de La Alianza?

Circula en redes sociales una idea que hacemos nuestra para esta nota: ¿No será que la persecución contra compañeras como Alesia y Julia tiene que ver con su condición de mujeres y peronistas? Sí: y en el podio está Cristina, la presidenta del Partido Justicialista a la que sacaron del juego electoral porque cuenta con el amor del pueblo y las condiciones para hacer temblar al poder real (incluso ahora, desde San José 1111).

Julia reapareció hoy lunes, en su radio. Allí la estaban esperando muchas colegas, amigas, compañeras. Fueron cientos las muestras de cariño y solidaridad que recibió el fin de semana. Y ahí en el barrio de Almagro, en una mañana helada, se mostró fuerte, y segura. Esto sigue.

Hoy lunes, también, organizaciones políticas y sociales, abogados, funcionarias, familiares y amigos, realizaron una conferencia de prensa, frente a los tribunales porteños, para exigir la libertad de Alesia. No está sola y la presión debería generar algún efecto sobre la persecutoria decisión de la jueza Salgado.

Vaya desde Kranear, entonces, nuestra solidaridad con ambas compañeras.

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

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