Una ley para reconocer el trabajo de las promotoras de salud
La iniciativa se presenta, además, en un contexto en el que el Gobierno de la Ciudad les dice a sus trabajadores y trabajadoras que deben capacitarse ante una posible epidemia de dengue, envía mensajes para pedir voluntarios/as de cara a las jornadas de descacharreo que viene realizando en algunos barrios, y en lugar de fomentar la participación comunitaria, deposita la responsabilidad en los vecinos y vecinas.
El aporte de las promotras es clave por su cercanía con la comunidad con la que trabaja el centro de salud local.
Hay un gran número de compañeras que ya están formadas para poder sumarse a un equipo y recorrer los barrios, y muchas de hecho ya lo están haciendo. Las promotoras -hablamos de promotoras porque son en su mayoría mujeres-, realizan tareas de cuidado y a ninguna se les reconoce su trabajo. Eso que llaman amor, o vocación, es trabajo no remunerado. No se las puede seguir precarizando.
Dijo Andrade para esta nota que "con esta Ley queremos reconocer la labor de las promotoras y los promotores y sobre todo queremos reconocer derechos. Pasaron dos años sin que el oficialismo de la Ciudad ponga en tratamiento este proyecto de Ley. Hoy hay una composición diferente en la legislatura y esperamos que esta vez podamos discutirlo en comisión e incorporar definitivamente a las promotoras y promotores a los equipos de salud en toda la ciudad".
Andrade también especificó que la Ley tiene como objeto "incorporar a las promotoras de forma permanente a los equipos territoriales de salud que funcionan en cada uno de los centros de Salud y Acción Comunitaria de la Ciudad, en un mínimo de tres por equipo territorial, para de esa manera fortalecer la estrategia de Atención Primaria de la Salud".
Tres promotoras de un grupo de treinta y dos que cobran un bono por su valioso trabajo, también aportaron su mirada y experiencia.
Bania Quispe, promotora de salud del CESAC 47 de Villa 31, cumple esta tarea desde los 17 años y hoy tiene 32. “Para mi ser promotora es poder entrar a la casa de cada vecino y vecina que te conoce y que una va conociendo también. Que comparten sus historias con vos. Sabés que podés ayudar y aportás un granito de arena en la vida de cada uno. Es estar ahí, acompañándolos no solo en la enfermedad, sino en las necesidades básicas, como poder comer, dormir en un lugar, acceder a vacunas, es todo, ser promotora es todo, es poner tu vida ahí. Yo estoy siempre para ellos, desde conseguir una medicación, un turno de control de niño sano, alguien que no consigue vacantes, si alguien está pasando una situación de violencia", contó.
Las promotoras son constructoras de salud.
También dijo que “la palabra promotora es muy grande, algo que te satisface, terminás en la cama durmiendo con la cabeza y el alma tranquila porque pudiste ayudar a quien te pidió ayuda. Un día como promotora de salud es fuerte, te encuentran en el Cesac o en la calle, caminando por el barrio y te paran y te piden ayuda. Es complicado describir un día porque te pasa de todo".
Las compañeras trabajan en los barrios en los que viven, asisten a sus mismas vecinas y vecinos, conocen sus casas, sus familias, sus problemas. Las promotoras son un nexo entre los centros de salud y esas familias que muchas veces se sienten excluidas de los espacios institucionales. Forman redes, acortan distancias y generan acceso a la salud.
Son constructoras, junto con los equipos de los centros de salud, de una salud colectiva, popular e inclusiva. Un modelo de salud que tiene historia en nuestro país y en nuestra región, que entiende a la salud de manera integral, que contempla los saberes previos de esas compañeras, que respeta sus costumbres, su cultura y que entiende que no es sino con ellas que el equipo de salud puede llegar efectivamente a las familias del barrio.
Pamela también es promotora en la Villa 31, y trabaja en el CESAC 47. Ella entiende que “la salud no es sólo la ausencia de enfermedad, y que sin un chico no tiene vacantes y no puede ir al colegio eso también es salud”. En su trabajo es muy importante escuchar al otro o la otra, y tener en cuenta sus costumbres a la hora de acompañar en lo que esa persona necesite. Cuenta que cuando organizan una jornada o encuentro “siempre se piensa o se trata de tener en cuenta la interculturalidad de saberes y de costumbres y no simplemente ir a imponer una bajada de línea, sino pensar la mejor manera de llegar a los vecinos y vecinas”.
El proyecrto de ley también cuenta con la fuerza y el empuje del movimiento de mujeres, las compañeras que se organizan para llegar a donde muchos no llegan y quienes suman su voz para pedir que este año se sancione la ley.
Maribel, por su parte, trabaja en el Centro de Salud Bartolina Sisa, y también se incorporó al CESAC 48 del Bajo Flores. Hace tareas de promoción y prevención de la salud. Detalla que "damos un montón de talleres para mujeres y para niños, estamos promoviendo la lectura, y prevención de dengue; también estamos trabajando con algo que en el barrio pasa mucho que es la violencia de género".
El proyecto de ley presentado por Andrade pretende que el gobierno porteño deje de precarizar a las promotoras y las incluya en el sistema de empleo formal.
Hace unos días, en la sala de espera del CESAC, Maribel y sus compañeras organizaron una charla para conversar con las mujeres presentes en el lugar sobre el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora. "Para valorarnos como mujeres, que no se diga más que yo no trabajo porque solo estoy en casa. Nosotras trabajamos un montón y no se nos reconoce”, les planteó. Y las llamó a participar de una caravana que se realizará en el barrio “para que todas juntas y en una sola voz gritemos Basta de femicidios, ni una menos y que las mujeres sean reconocidas en igualdad que los hombres".
Con esta iniciativa impulsada por el legislador Andrade y el bloque opositor del Frente de Todos, que por supuesto cuenta con el acompañamiento de las compañeras promotoras, queremos empezar por las de abajo para llegar a todas, visibilizar el trabajo de las compañeras que aunque aman lo que hacen, deben cobrar un sueldo por su tarea, para que nunca más una compañera crea que su trabajo no tiene valor. Por eso, es ahora, que sea ley.
Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.