Internacionales

Armenia: crónica de una muerte anunciada

En Asia, Armenia y Azerbaiyán se están disputando el control de un territorio que ya motivó dos guerras, una en los años noventa y otra en 2020, y que desde hace unos días, volvió a recrudecer. Repaso y análisis de las razones de un conflicto étnico, territorial y económico.
Jaque mate

La comunidad armenia es muy grande en nuestro país: alrededor de 100.000, la más grande de América Latina y la décima en el mundo.  Es por eso por lo que quizás nos preocupa e interesa a muchos argentinos el destino de este pequeño país de unos tres millones de habitantes instalado en el corazón de Asia. También nos interesa porque los sucesos actuales nos generan preocupación. Estamos camino a un nuevo genocidio y pocos parecen percatarse de la gravedad del asunto.

En el ajedrez hay veces que la partida termina, pero aún el juego aparentemente no termina, pero un jugador avezado podría ver que el fin del juego se encuentra dos, tres o cuatro movidas más adelante.  En términos de geopolítica, Azerbaiyán dio jaque mate a Armenia hace años. El problema es que Erevan (Armenia) no se dio cuenta aún.

Este drama geopolítico lleva años pero en el último tiempo ha visto recrudecer las tensiones entre Armenia y Azerbaiyán, lo cual va a traer cambios importantes en el mapa de la región y en las alianzas que existen en la actualidad por esos lares.

Además de los dos actores principales ya mencionados tenemos otros actores que son relevantes. Rusia, Irán, Turquía y los EEUU. Turquía es un aliado incondicional de Azerbaiyán mientras que Rusia e Irán han sido aliados de Armenia. Aunque en el último tiempo Armenia está intentando salirse de la órbita rusa para caer en los brazos de los designios de la política exterior norteamericana.

En el Cáucaso meridional, la república democrática de Armenia perdió hace tres años una guerra breve pero devastadora contra Azerbaiyán, su vecino más grande y rico.

La población de Nagorno-Karabaj, cada vez más desesperada, es la que más sufre esta derrota. Conocido por los armenios como Artsaj, el enclave, de población armenia pero dentro del territorio de Azerbaiyán, está siendo sometido a un devastador bloqueo de ya casi un año de duración que ha impedido que lleguen alimentos y suministros médicos a sus 120.000 residentes. En palabras de un ex fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis María Ocampo, lo que está ocurriendo puede equivaler a un 'genocidio'.

El 16 de agosto pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU celebró una reunión extraordinaria tras un llamamiento del embajador armenio para que la comunidad internacional actuara y ayudara a una región 'al borde de una catástrofe humanitaria en toda regla'.

El destino de Nagorno-Karabaj está ligado no sólo a sus vecinos en guerra, sino a las preocupaciones geopolíticas de las dos potencias -una regional, la otra mundial- que mejor podrían intervenir. Con Rusia y Estados Unidos preocupados en otros lugares, la asfixia de Nagorno-Karabaj está siendo ignorada.

El legado soviético y las victorias armenias

La crisis actual lleva décadas gestándose. Nagorno-Karabaj fue consecuencia de la política soviética que reconoció la autonomía de la región a principios de los años veinte.

A finales de la década de 1980, cuando la URSS empezó a desmoronarse, los armenios exigieron que Nagorno Karabaj se uniera a su república. Indignados por las demandas y manifestaciones armenias, estallaron pogromos azerbaiyanos contra armenios en una ciudad industrial azerbaiyana, Sumgait, lejos de Nagorno-Karabaj, y en la capital, Bakú, a los que siguieron limpiezas étnicas en ambos bandos.

La violencia degeneró en la Primera Guerra del Karabaj.

Un armisticio de 1994, mediado por Rusia, zanjó la cuestión durante 26 años, con Armenia, quien obtuvo la victoria militar, controlando la región. Para entonces, Nagorno-Karabaj había declarado su independencia, aunque ningún país -ni siquiera Armenia- la reconocía formalmente. Para gran parte de la comunidad internacional, el principio de integridad territorial favorecía las pretensiones de Azerbaiyán. Los armenios contraatacaron apelando al principio de autodeterminación nacional de la región.

En esas décadas, los armenios invadieron y ampliaron su dominio sobre otras partes de Azerbaiyán, obligando a cerca de un millón de azerbaiyanos a abandonar sus hogares y convirtiéndose en desplazados en su propio país. Mientras tanto, cientos de miles de armenios huyeron de Azerbaiyán para evitar más violencia por parte de los enfurecidos y amargados azerbaiyanos. Y ahí quedó el conflicto congelado, sin que ninguna de las partes estuviera dispuesta a llegar a los compromisos necesarios para resolver sus disputas.

La revancha azerí

Pero el tiempo favoreció a Azerbaiyán, con sus riquezas petrolíferas y su leal aliado Turquía suministrando armas cada vez más sofisticadas.

En 2020, el autocrático líder azerbaiyano Ilham Aliyev lanzó un ataque contra las fuerzas armenias, desencadenando la Segunda Guerra del Karabaj. Ayudadas por drones turcos, armas israelíes y mercenarios sirios, las fuerzas azerbaiyanas derrotaron a las armenias. Tras 44 días de brutal derramamiento de sangre, el gobierno armenio de Nikol Pashinyan, elegido democráticamente, se vio obligado a aceptar un alto el fuego mediado por su poderoso aliado regional, Rusia.

Pero como la Rusia de Vladimir Putin pronto se vio inmersa en su Operación Militar Especial contra Ucrania, y de forma indirecta contra la OTAN (últimamente ya no tan indirecta) las fuerzas azerbaiyanas cruzaron repetidamente la frontera con Armenia. Y luego, en diciembre de 2022, los azerbaiyanos bloquearon el corredor de Lachin, la única vía de acceso efectiva desde Armenia a Nagorno-Karabaj. Disfrazado de protesta ecológica contra la explotación minera armenia de la región, los armenios entendieron que el bloqueo tenía como objetivo destruir Nagorno Karabaj y expulsar a los últimos armenios de Azerbaiyán. El bloqueo ha durado ya ocho meses, atrapando a los armenios de Nagorno-Karabaj con suministros cada vez más escasos de alimentos y medicinas.

Nikol Pashinyan acusó el jueves pasado a Azerbaiyán de aumentar sus tropas a lo largo de la línea de contacto en la región disputada de Nagorno-Karabaj y la frontera armenio-azerbaiyana. La semana pasada, tanto Ereván como Bakú (Azerbaiyán) informaron de víctimas tras intensos bombardeos cerca de su frontera común. La escalada se produce en medio de una crisis continua sobre Nagorno-Karabaj, en la que Ereván y las autoridades locales de etnia armenia acusan a Bakú de continuar su 'bloqueo ilegal' de la región, lo que sigue agravando la escasez de alimentos, combustible y medicinas, así como un racionamiento del pan.

Azerbaiyán ha justificado su bloqueo durante nueve meses de la autopista que une Armenia con el enclave -reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán pero poblado por unos 120.000 armenios étnicos- alegando que Armenia utilizaba la carretera para suministrar armas a Karabaj, lo que Armenia niega. El crítico corredor de Lachin es la única vía de comunicación entre Armenia y Nagorno-Karabaj.
Las tensiones han aumentado desde que las fuerzas armenias se encuentran celebrando un ejercicio de guerra conjunto con las fuerzas de la OTAN desde el 11 de septiembre, que finaliza el día 20 de este mes. El ejercicio, denominado Eagle Partner 2023, tiene el objetivo de aumentar el nivel de interoperabilidad de las unidades que participan en misiones internacionales de mantenimiento de la paz.

¿Armenia cambia de bando?

Tradicionalmente, Armenia, encerrada entre una Turquía hostil al Oeste y un Azerbaiyán aún más agresivo al Este, ha tenido en Rusia e Irán a sus principales aliados. Ereván es miembro de instituciones clave dirigidas por Rusia, como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En lugar de firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, Armenia se adhirió a la Unión Económica Euroasiática, dominada por Rusia. Recientemente, Ereván firmó un memorando de entendimiento sobre cooperación energética con Irán. También adquirió aviones no tripulados y misiles de Teherán, contraviniendo la Ley para Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos mediante Sanciones.

Sin embargo, Ereván parece haberse distanciado recientemente de Moscú, quizá porque Rusia está enfrascada en la Operación Militar Especial contra Ucrania, así como en el estrechamiento de sus lazos con Turquía y Azerbaiyán.

El simulacro conjunto con las fuerzas estadounidenses puede interpretarse como una inclinación de Armenia hacia Occidente para asegurarse apoyo en caso de que se avecine un conflicto militar por Nagorno Karabaj. Pashinyan declaró recientemente que la dependencia exclusiva de Rusia ya no sirve a la seguridad de Armenia, una declaración que Moscú calificó de 'retórica pública rayana en la grosería'.

Soldados norteamericanos y armenios posan con sus respectivas banderas al inicio de los ejercicios conjuntos.

El Servicio Armenio de RFE/RL informó esta semana de que Armenia está proporcionando ayuda humanitaria a Ucrania por primera vez desde la invasión rusa del país. Fuentes dijeron al Servicio Armenio de RFE/RL que la esposa de Pashinyan, Anna Hakobian, entregará personalmente la ayuda a la parte ucraniana cuando vuele a Kiev para asistir a la Cumbre anual de Primeras Damas y Caballeros.

A pesar de la pequeña escala del ejercicio militar conjunto, Rusia -que se considera la potencia preeminente en la región del Cáucaso Meridional que formó parte de la Unión Soviética hasta 1991- dijo que estaría observando de cerca. 'Por supuesto, tales noticias causan preocupación, especialmente en la situación actual. Por lo tanto, analizaremos en profundidad estas noticias y vigilaremos la situación', declaró esta semana el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, quien añadió: 'En esta situación, la celebración de tales ejercicios no contribuye en ningún caso a estabilizar la situación ni a reforzar el clima de confianza mutua en la región.'

Como explicamos al principio, Rusia mantiene una fuerza de paz en la región para defender el acuerdo que puso fin a la guerra entre Armenia y Azerbaiyán en 2020.
Imágenes en las redes sociales en los últimos días también mostraron crecientes movimientos militares azerbaiyanos cerca de la línea del frente entre los dos países.

Según Crisis Watch -un rastreador global de conflictos-, varios aviones de carga han transportado por vía aérea cientos de toneladas de armas, incluidos misiles balísticos, desde Israel y Turquía a Bakú, añadiendo que 'la Fuerza Aérea de Azerbaiyán recibió un nuevo lote de drones armados Bayraktar TB2 desde Turquía con el fin de utilizarlos en su próxima invasión de Armenia. 'Azerbaiyán está preparado para otra invasión de Armenia. Sólo están esperando a que Turquía obtenga el permiso de Irán', declaró el experto militar y escritor Babak Taghvaee Irán ha estado profundamente preocupado por los movimientos azerbaiyanos para establecer un corredor a través del territorio armenio hacia un trozo de su territorio al oeste. Mientras exista la amenaza militar azerbaiyana de forzar dicho corredor, Irán perderá su histórica conexión terrestre con Armenia. Las tensiones en torno a la carretera de tránsito han dado lugar a maniobras militares realizadas por las fuerzas armadas iraníes cerca de la frontera con Azerbaiyán en los últimos años.   

A principios de septiembre, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony J. Blinken, también habló con el Presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, para expresarle la preocupación de Estados Unidos por el deterioro de la situación humanitaria en Nagorno-Karabaj, y le pidió que reabriera el corredor de Lachin al tráfico humanitario, comercial y de pasajeros. También subrayó la necesidad de diálogo y compromiso y la importancia de fomentar la confianza entre las partes, y prometió el apoyo continuado de Estados Unidos al proceso de paz. Por ahora este llamado de Blinken es todo lo que ha hecho Estados Unidos por Armenia. Rusia no ha hecho mucho y el resto del mundo no ha prestado atención.

En pocas palabras: Mientras la comunidad internacional carece colectivamente del poder duro, la voluntad política y la espina dorsal moral para hacer algo contra el bloqueo de Bakú, Estados Unidos, el único Estado que posee éstas tres características, se resiste a ayudar a Ereván y Stepanakert por consideraciones geopolíticas.

Azerbaiyán: el enemigo de mi enemigo es mi amigo

Azerbaiyán mantiene estrechos vínculos culturales, económicos y de seguridad con Turquía, Estado miembro de la OTAN. El gas y el petróleo de Bakú alimentan el insaciable apetito energético de Europa. Las disputas de Azerbaiyán con Irán se traducen en asociaciones estratégicas con Israel y Estados Unidos. Washington proporciona ayuda de seguridad a Bakú a través de una exención presidencial a la Sección 907 de la Ley de Apoyo a la Libertad. Israel ha sustituido a Rusia como principal proveedor de armas de Azerbaiyán. El ejército azerbaiyano también recibe entrenamiento del ejército turco. A pesar de su pésimo historial en materia de derechos humanos, Azerbaiyán sigue siendo un socio estratégico inestimable para Occidente.  

Estados Unidos

Estados Unidos no es aliado de Armenia. Mantienen relaciones diplomáticas cordiales, pero Washington no está legalmente vinculado a Ereván por ningún acuerdo de seguridad bilateral o multilateral. Aunque Estados Unidos no le debe nada a Armenia, ha proporcionado miles de millones de dólares en ayuda humanitaria y ayuda al desarrollo a Ereván desde su independencia. No existen incentivos estratégicos para que Estados Unidos ayude a Armenia o a los armenios de Karabaj debido a las alianzas de Ereván con Teherán y Moscú, dos de los enemigos acérrimos de Washington.

Lo que afirman, pero no dicen los norteamericanos es que cuando Armenia no está sirviendo de corredor para el tráfico de armas de fabricación iraní a Rusia, Ereván refuerza las arcas de Putin ayudando a Moscú a eludir las sanciones y los controles a la exportación impuestos por Occidente. Aunque Armenia obtiene enormes beneficios económicos de este acuerdo, esto no suscita empatía en Washington.

Es poco probable que Washington sabotee su asociación con Bakú por un Estado miembro de la OTSC que viola la legislación estadounidense y pone en peligro sus intereses nacionales. De hecho, Ereván tiene suerte de que Washington aún no le haya impuesto sanciones. Otros aliados de Estados Unidos, como Turquía y Emiratos Árabes Unidos, no han tenido tanta suerte.

¿Soluciones?

La situación es calamitosa y no existe una solución militar dirigida por los armenios a la disputa de Nagorno Karabaj que acabe bien para ellos. Una tercera guerra a gran escala en el Cáucaso Sur sería devastadora para Armenia, que no tiene salida al mar, y aún peor para los armenios de Artsaj.

Muchos han abogado por un puente aéreo humanitario a Nagorno Karabaj. Aunque posible y necesaria, esta operación plantea al menos dos problemas.

En primer lugar, esa responsabilidad incumbe a Irán y Rusia, aliados de Armenia, y por el momento no se ven voluntades de llevar a cabo semejante tarea. Peor aún, este tipo de operación iría en detrimento de sus respectivos intereses nacionales. El statu quo, les viene muy bien tanto a Irán como a Rusia.

En segundo lugar, un puente aéreo humanitario a Nagorno Karabaj es una curita para una herida de bala. Aunque los armenios de Artsaj reciban suministros y Bakú ponga fin a su bloqueo, la raíz del problema sigue ahí: Nagorno Karabaj es un territorio de Azerbaiyán reconocido internacionalmente y ocupado tanto por 'fuerzas de paz' rusas como por soldados y paramilitares armenios sin el consentimiento de Bakú. Cuando concluya este episodio, Azerbaiyán seguirá intentando liberar su territorio de los militares ocupantes y reclamar su tierra.

Por lo tanto, el problema a resolver es determinar el estatus de los armenios de Nagorno Karabaj de cara al futuro: ¿Serán ciudadanos de Armenia, Azerbaiyán o Artsaj?

Cada día que pasa, la mano de Armenia se debilita, mientras que la posición negociadora de Azerbaiyán mejora. La retórica del presidente azerbaiyano Ilham Aliyev ha pasado de conceder un 'estatus especial' a los armenios de Artsaj a la 'plena integración' en la sociedad azerí desde que terminó la segunda guerra de Nagorno Karabaj. Habida cuenta del historial de Bakú en materia de derechos humanos y de la armenofobia imperante en Azerbaiyán, es poco probable que esta solución sea beneficiosa para los armenios de Artsaj.

El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, es consciente de la ventaja estratégica de Azerbaiyán sobre Armenia, entiende que Ereván necesita alternativas a Moscú y Teherán para prosperar en el siglo XXI, y ha intentado llegar a acuerdos tanto con Bakú como con Ankara. Días después de declarar que Armenia reconocería la soberanía de Azerbaiyán sobre Nagorno Karabaj, siempre que Bakú respete los derechos de los armenios de Artsahk, Pashinyan asistió a la toma de posesión del presidente turco Erdogan. Estos avances son pequeños pasos en el largo camino hacia la paz y la reconciliación.

Sin embargo, Pashinyan debe ir más lejos. Armenia debería retirarse de la OTSC porque los designios estratégicos de Moscú divergen de las preocupaciones de seguridad nacional de Ereván. Esto permitiría a Armenia seguir una política de ambigüedad estratégica. En otras palabras, podría finalmente cooperar con cualquier 'gran potencia' que considere oportuno en función de cada caso, en lugar de limitar sus opciones militares a aliados de tratado como Rusia e Irán.

Nada de esto exime a Estados Unidos ni a Occidente de su responsabilidad en este asunto. También tienen un importante papel que desempeñar en la resolución del impasse de Nagorno Karabaj. El mundo libre no puede pretender defender los derechos humanos mientras uno de sus socios limpia étnicamente a una comunidad minoritaria de su territorio. Occidente tiene una gran influencia sobre Azerbaiyán. Washington consiente la venta de armas de Jerusalén a Azerbaiyán. También proporciona ayuda de seguridad a Bakú a través de una excepción a la Sección 907 de la Ley de Apoyo a la Libertad. La Unión Europea mantiene lucrativos acuerdos energéticos con Azerbaiyán. British Petroleum posee y explota muchas de las instalaciones de producción de gas y gasoductos del país. La lista es interminable. Podrían poner su dinero donde están sus valores y presionar a Bakú para que haga concesiones a la minoría armenia de Nagorno Karabaj.

Conclusiones

Las conclusiones nos llevan al comienzo, al jaque mate. Es tiempo de que Armenia se dé cuenta de que no le quedan muchas movidas y que resuelva el conflicto de Nagorno Karabaj, es decir, reconozca la soberanía azerí sobre ese enclave y haga las paces con Bakú. Los políticos cometen errores. Todos los seres humanos los cometen. Pero volver a apostar por un caballo perdedor es un comportamiento de jugador compulsivo, no una receta para el éxito a largo plazo. Pensar a corto plazo sólo conducirá a otra guerra. Un camino más brillante, de paz y prosperidad, es posible para aquellos lo suficientemente sabios como para construirlo. Esperemos que el pueblo armenio, tan milenario como resiliente, pueda entenderlo y comenzar a caminar el camino de la paz y la reconstrucción.

author: David Pizarro Romero

David Pizarro Romero

Lic. en Historia (USAL). Maestrando en Estrategia y Geopolítica (ESG - UNDEF). Malvinero, antártico, bostero y peronista.

Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.

Suscribite a Kranear

wave

Buscador