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Hotel Polaroid: el nuevo proyecto de Emiliano Yellati

El músico acaba de lanzar un nuevo disco con diez canciones compuestas en plena pandemia, en un notable estado de bienestar hogareño y familiar. “Cuando estás creando, no sabés bien por qué lo estás haciendo, pero no podes dejar de hacerlo”, grafica. Grabado con amigos y colegas, el trabajo será mostrado en público con microspresentaciones.

El nuevo proyecto musical de Emiliano Yellati se llama Hotel Polaroid, luego de haber hecho un recorrido de cinco años como solista, y una década al frente de un trío rock. Junto a un grupo de amigos y colegas, grabaron un primer disco, que está subido a Spotify desde el primer minuto del pasado 15 de julio, y consta de diez canciones redondas, cálidas, preciosas, nacidas al calor del cruce entre la emocionalidad y el talento de un artista al que los cuarenta años parecen haberlo encontrado en su momento de mayor maduración (por lo menos hasta ahora).

Los temas, bautizados con una, dos o tres palabras, como mucho -en sintonía con el espíritu discreto e íntimo del disco, y la mirada que Emiliano tiene acerca de lo que sucede a su alrededor-, están definidos por el sonido de un trío clásico de rock: guitarras –acústicas-, bajo y batería. Aparte, hay arreglos de violas eléctricas, trompeta, un piano, y una corista.

Kranear fue a conversar con el músico y docente a su casa, en Saavedra, una mañana húmeda y fría de un día de semana, en la víspera de la publicación de su disco en las plataformas digitales, y luego de haberle dado las últimas puntadas a un trabajo que lo tuvo ocupado, por momentos de manera afiebrada, durante varios meses, hasta tal punto, confiesa ahora en su estudio, de no poder escuchar ni una sola vez más ninguna de las canciones.

¿Qué expectativas tenés con la salida del disco?

“Casi nula. Estuve trabajando con mi emocionalidad y mi psiquis, una tarea difícil, y vengo bien, para tener la expectativa lo más baja posible. De todo el material propio que tengo hasta ahora, se trata del proceso creativo que más disfruté”.

¿Cuándo lo trabajaste?

“Durante enero y febrero de 2020 compuse y maqueteé el disco acá en casa”.

Plena pandemia.

“Exacto. Yo tenía pensando trabajar la producción, grabar y salir a tocar ese mismo año, o en el 2021, ponele, pero nos tacleó la pandemia, y una de mis premisas era grabar full banda, no quería secuenciar los temas y resolver con el formato digital, sino como con la old school, grabar todo, entonces decidí esperar, y lo pudimos hacer un año después, en febrero de 2021, con todos los músicos y también las imperfecciones que se producen en un estudio”.

¿Cómo y dónde grabaron?

“Las batas y los bajos en la casa del bajista, Diego, que tiene un homeestudio, muy bien equipado, y el resto en el estudio de Rodrigo, el productor del disco –y batero-. Nos manejamos con tomas enteras, que luego tuvieron más o menos edición, pero de un tirón, con la base de las secuencias –en los auriculares- que yo había grabado en casa. Lo hicimos en partes –por instrumento- por cuestiones operativas. Si hubiese tenido presupuesto para un estudio profesional, en Ion, por decir uno, lo hubiera hecho allá con mucho gusto.

¿Qué diferencia tiene este disco con tus trabajos anteriores?

“En líneas generales, hice lo tenía ganas de hacer, sin tener en cuenta el contexto y qué canción o arreglo encajaba más o menos, como sí hice en otros momentos, en los que también hice lo que me gustaba, aunque influenciado por estas limitaciones. Ahora dije: hago lo que me salga, sin pensar en ninguna otra cosa”.

¿Y en relación a las letras?

“Uno escribe siempre escribe sobre los mismos temas, y lo que cambia es la perspectiva que uno tiene sobre esos temas en diferentes momentos de la vida, ¿no?”.

¿Y qué momento estás transitando ahora?

“Ahora estoy pasando un momento que ya no es el mismo que está plasmado en el disco”.

Hablemos de ese verano del 2020, acá en tu estudio, entonces.

“Estaba pasando momentos muy lindos, livianos, si se quiere, en el sentido de que estaba disfrutando mucho. Ahora también, pero fue cambiando el foco y en lo que escribo ahora hay un enojo con el mundo, que claramente se puso más horrible que hasta la llegada de la pandemia. Podríamos estar mejor y sin embargo estamos peor”.

“En ese entonces estaba conectado con mi familia, mis amistades, mi casa, mi trabajo, y haber compuesto las canciones en dos meses creo que refleja con claridad una foto, y de ahí el concepto de Hotel Polaroid -advierte-. Las armonías, los ritmos, todo está atado a ese momento, a esa unidad”.

Se nota en el disco esa buena energía, aquel estado de ánimo.

“Lo hice contento, sí, y uno cuando está creando, no sabés bien por qué lo estás haciendo, pero no podes dejar de hacerlo, y cuando eso viene de ahí, a mí me hace bien. En la actualidad hay un poco más de mugre en lo que estoy haciendo”.


El disco tiene diez canciones.

¿De qué asuntos hablás en las canciones del disco?

“Del amor y del paso del tiempo. Recuerdo que de más chico también hablaba de la finitud, pero en aquel momento el asunto de la muerte estaba muy lejos, uno todavía se sentía inmortal. También hablo de la importancia de los vínculos y de las zonceras a las que a veces nos entregamos”.

Siendo un músico virtuoso, multiinstrumentista –de chico empezó tocando el bajo, y luego estudió piano y canto; también toca la guitarra, y compone, claro-, con este primer disco de Hotel Polaroid acudís al formato canción como la más y mejor condensada forma de expresividad. 

“Sí, mi búsqueda artística me trajo hasta acá. Estas canciones representan lo que hago todos los días en la cocina de mi casa, con Renzo y Camila a mí alrededor –su hijo y su compañera-. Son momentos simples, no de estudio, con partituras, sino de relajación total. De más chico buscaba otra cosa, más ligado a la producción, quizá porque no tenía claro qué estaba buscando, como dijo Jorge Drexler en una entrevista. Así fue como logré una síntesis, que es la que se plasma en el disco. Simple, sin que tengas que decodificar nada”.

Desde la cocina, justamente, llega la voz aflautada de su hijo de cinco años, mientras desayuna todavía en piyama junto a la madre, con la mayor parte del día -y la vida- por delante. La luz apagada de la mañana brumosa ingresa al estudio desde el patio lleno de suculentas.

La producción artística del disco estuvo a cargo de Rodrigo, el batero de Fermina, el trío rock que Emiliano lideró durante diez años; Yellati toca las guitarras acústicas, y las melodías de las eléctricas las escribió en conjunto con el mismo Rodrigo. El arreglo de las melodías de las trompetas también son de Emiliano, al igual que el piano (tiene uno en la casa). La batería suena lineal, limpia, sin grandes rulos ni grandilocuencias (redoblante, bombo y hit hat), y el bajo suena ancho, envolvente, y con un groove muy bien tocado y logrado.

El coro que suma una joven mujer, en tres temas, aporta riqueza sonora, y su registro de voz, clara y limpia, refresca la de Emiliano, que es más bien rugosa, y está atravesada por una melancolía pegadiza.

¿Qué estabas escuchando en aquel verano del 2020, y qué estás escuchando hoy?

“En aquel verano estaba muy conectado –siempre en realidad, aclara- con Alex Turner, el cantante de Arctic Monkeys, que me destruye el cerebro –grafica-. Y ahora estoy con Mac Demarco, un canadiense muy indie, que hace todo acústico y con mucho swing, y después están las influencias de siempre, que uno nunca deja de escuchar: Radiohead, Damond Albarn, el cantante de Gorillaz, y de acá Cerati y Babasonicos, mi banda predilecta.

También se percibe algo de Él mato a un policía motorizado, en especial en tu voz y algunas melodías de las canciones.

“No los estoy escucho mucho, pero sí, ellos me inspiran, porque entiendo que son genuinos, y que cuando haces música desde el corazón, a algún lado llegas –ellos están de gira por el mundo, y llegan a todos lados, dice, y se ríe-. Creo en eso, en escribir, cantar y tocar, y como dije antes, en este disco me propuse hacer lo que tuviese ganas, sin especular para encajar en ningún rótulo.

¿Vas a presentar el disco en vivo?

“Sí, ya anduve por Santa Fe, en formato solista, hace unos días, y así mismo tengo pensando hacer otras presentaciones en otros puntos del país, y acá en Capital voy a tocar con la banda completa, en micro presentaciones, para unas veinte personas. La primera, acá en casa”.

¿Cómo es eso?

“No quiero lidiar con nadie del circuito comercial del underground, me saca mucha energía, dinero, no recibo lo mismo que lo que me piden a cambio, y no convoco lo suficiente para ir a lugares para los que valga la pena hacer todo ese esfuerzo -200 personas, pone de ejemplo-, y no quiero enajenarme con todo eso. Necesito seguir en la línea de disfrutar todo este proceso creativo, y no cagarla”.

¿Ya tenés fechas?

“Sí, serán dos presentaciones, en noviembre”.

El concepto de la propuesta que eligió Emiliano está basada en el proyecto Tiny Desc, unos conciertos en formato reducido que se realizan en espacios cerrados como una biblioteca, el living de una casa o el hall de una estación de tren, organizados por NPR Music, la emisora musical de la radio pública estadounidense. Arrancaron en 2008 y hoy tienen un éxito de viralización fenomenal.

¿Por qué Hotel Polaroid?

“Muy aburrido del concepto solista, sobretodo porque los discos se hacen con mucha gente, decidí buscar un nombre para un proyecto. El hotel soy yo, el anfitrión, y los huéspedes de ese hotel son quienes forman parte de este primer disco. La polaroid es una placa del momento, de este grupo de gente, haciendo esta música”.


author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

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