“Los clásicos sacuden el polvo de nuestra existencia”
Multifacético hombre de teatro y garantía de calidad para el cine y la TV. Versátil, apasionado y enamorado de su oficio, Osmar Núñez descubrió muy tempranamente su vocación y se dedicó a formarse y perfeccionarse. Tenía dieciséis años cuando comenzó a actuar en el Teatro Municipal de Morón; pronto supo que transitaría este mundo actuando. Esa es su esencia.
De incansable labor, se ha convertido en una figura de referencia, disfrutando del éxito y elogios obtenidos por las sublimes obras “Stefano” (en su rol de director) y “Bergman y Liv” (interpretando a Ingmar Bergman), actualmente en la cartelera porteña. A través de intercambios por correo electrónico, la charla fluye amena. El viaje invita a revisar el pasado y es así como recuerda, con gran emoción, a sus grandes maestros, sabedor de que siempre hay instantes, hechos fortuitos, que nos definen: el más grande acierto estará acompañado de esa cuota de riesgo necesaria a la hora de transitar sinuosos caminos.
Los seres humanos somos grandes maquinarias narrativas y así es como, arriba o debajo del escenario, este eximio actor y director se entrega a la aventura de contar buenas historias que intenten plasmar y comprender la propia naturaleza. Sabe que su arte se trata de transformar la realidad que lo circunda y, en la literatura, siempre el artista encontrará un mágico lenguaje en dónde desenvolverse.
En la siguiente charla con Kranear, Osmar Nuñez nos convida de una auténtica lección de arte y vida. Sean todos bienvenidos.
Contanos cómo fueron tus primeros vínculos con el arte y cuándo se reveló en vos el llamado de la vocación. ¿Qué fue lo que te llevó a querer dedicar tu vida a la actuación?
La lectura. Y, en la primaria, tuve encuentros con libros que me marcaron a fuego. Por ejemplo, “Tío Vania” de Anton Chejov. La leí y empezó el sueño por hacerla en algún momento, ya que mi vocación por la actuación empezaba a notarse bastante. La TV y el cine también ayudaron. En mi infancia había ciclos que me encantaban, como “La casa, el Teatro y Usted” y “Alta Comedia”, entre otros. Narciso Ibáñez Menta fue un creador extraordinario, y un imán para los espectadores. Eran épocas en donde la literatura tenía un lugar privilegiado en la televisión. No solo siempre me sentí muy atraído por la ficción, sino, también, por las buenas historias que partían de la literatura. Si bien no era muy consciente de eso, cuando algo se escribe con maestría, llega a todo tipo de público.
Hablemos de tu formación. ¿Quiénes han sido tus principales referentes y maestros? ¿Hay alguna anécdota especial que te gustaría compartirnos?
A mis veinticinco años trabajando en una oficina, un señor que no conocía, me dijo: “me comentaron que sos actor. Entonces, ¿qué hacés trabajando acá? Deja esto y dedícate a lo que verdaderamente amás”. Si bien, yo estudiaba actuación, y había hecho alguna que otra cosa en un escenario, las palabras de ese hombre se grabaron a fuego en mi cabeza; fueron palabras mágicas. Así que, largué todo, y empecé por este camino sinuoso que es actuar. Mis maestros inolvidables fueron Antenor Sánchez y Carlos Gandolfo. En esta respuesta, se incluye la anécdota del señor-maestro desconocido.
¿Qué ha aportado el arte interpretativo en tu crecimiento humano? ¿Te ha ayudado a conocerte más?
Si hay algo fundamental para un actor, es conocerse todo lo que se pueda, y más. Trabajás con tu cuerpo, alma y corazón. Es fundamental prepararte, estudiar, experimentar. La actuación te provee muchos elementos para estar frente a una cámara, escenario, y por supuesto, te para de otra manera frente a la vida. Por lo menos a mí.
¿Es la fama un enemigo de la profesión?
Tu único enemigo, sos vos mismo.
¿Existe arte sin compromiso?
En todo aquello que te importe, es fundamental el compromiso. No solo en el arte. Pagar las facturas de luz, implican un compromiso…si no abonás, te la cortan. Y si trabajás a media máquina, te alejás del arte, como de cualquier otro oficio, o profesión.
A través de las historias que contamos al escribir, dirigir o actuar, ¿estamos en definitiva hablando de nosotros mismos o, por el contrario, escapando lo más posible de la realidad?
En nuestro trabajo, intentamos, transformar, algo, la realidad, elevarla, criticarla. La estudiamos bastante, es nuestra fuente de inspiración permanente y para siempre.
Recuerdo tu magnífico rol de Biasutto en la estupenda “La Mirada Invisible” (2010), de Diego Lerman. ¿Cómo trabajaste la composición de semejante personaje? ¿Cuál considerás que es la principal virtud de este film a la hora de ilustrarnos sobre una época oscura de nuestra historia?
Acá tenés un ejemplo que ilustra un poco más lo de la realidad. Más terrible momento que el que narra “La Mirada Invisible”, imposible. Y allí nos metimos con todo, con dolor, memoria y compromiso. Componer un personaje tiene su complejidad, pero para sintetizártelo te comento lo siguiente. Nunca el actor debe juzgar a un personaje, así sea un asesino serial. Hay que encontrar puntos de contactos entre vos, y él. Y eso es lo que perfilará tu laburo. Tu subjetividad, la que colorea ese trabajo, la que termina de construirlo. Nunca habrá un Hamlet igual a otro, por suerte.
En “Juan y Eva”, de Paula De Luque, interpretaste a Juan Domingo Perón. ¿Qué sensaciones y desafíos despertó colocarte en la piel de una figura trascendental de nuestra vida política del último siglo? ¿Cómo trabajaste junto a Julieta Díaz el abordaje elegido por la directora?
Yo no vivo nada de lo que hago como un desafío. Trabajo mucho, amo hacerlo, y nada más. “Juan y Eva” fue una enorme felicidad para todo los que la hicimos. Fue un rodaje hermoso, relajado, y muy intenso. Paula de Luque tenía muy claro lo que quería. Claro que fue muy arduo el trabajo, pero bello. Con Julieta, hacía tiempo que teníamos ganas de hacer algo juntos. Y se nos dio con esta peli, que atesoramos como uno de nuestros trabajos más plenos.
Llevaste al teatro “Stefano”, de Armando Discépolo, un profundo examen sobre la condición humana (ganó tres premios ACE; acá está la nota). ¿Considerás que sus contradicciones y luchas se identifican fácilmente con el espectador? ¿Por qué?
Don Armando Discépolo es el más grande de nuestros dramaturgos. Como vos bien decís, habla de la condición humana, como solo los brillantes dramaturgos pueden hacerlo. Los clásicos no envejecen, cuando nos siguen interpelando, sacudiendo el polvo de nuestra existencia. Es imposible no identificarse con Stéfano, y con el resto de los personajes que componen la obra. Stéfano es un artista derrotado, pero un gran artista, y es allí donde empieza mi mirada sobre esta obra, o mejor dicho, mi primera pregunta sobre este conflicto que vive el personaje central, y sobre los padecimientos de quienes lo rodean. “Stéfano” es de esas obras plagadas de preguntas, y donde las respuestas serán diferentes para cada uno de los espectadores. En este caso, habrá identificación con el público. Inmigración, arte, pobreza, amor, soledad, y muerte. ¿Quién puede estar tan lejos de todo esto?
¿Qué representa para vos interpretar al inmenso realizador sueco Ingmar Bergman en “Bergman y Liv Correspondencia Amorosa”? ¿Cómo viviste la experiencia de estas cuatro nuevas funciones celebradas durante el mes de octubre?
Ingmar Bergman, es mi director preferido, entre los grandes directores de cine del siglo XX. Difícil que lo superen, en profundidad, inteligencia y esa valentía descomunal en imprimir sus propios demonios en la pantalla, compartir con nosotros sus propios fantasmas, miedos. Y en la obra que hacemos, de Lázaro Drozn es, junto a Ingrid Pelicori, dirigidos por Leonor Manso, tenemos, tanto Ingrid como yo, la posibilidad de recrear, aunque sea, algo, de esas dos personas enormes y artistas fundamentales en la historia del cine mundial. Aquí, nos acercamos a su intimidad, a ese amor truncado por las diferencias de ambos. Pero que duró cuarenta años, en diferentes formas de amor. Así que, siempre volver con “Bergman y Liv”, para nosotros, es todo un acontecimiento.
Hablemos de tus gustos culturales. ¿Sos buen espectador de cine y teatro? ¿Qué te gusta ver?
No sé si soy bueno o malo, como espectador, pero voy bastante al teatro. A veces me gusta mucho, y otras no tanto, como nos pasa a todos. Pero no me pongo jamás en criticón. Respeto mucho el trabajo de mis compañeros. Disfruto de todo lo que rodea al teatro: sala, texto, actores, directores, etc.
Si existiera, ¿cuál es el personaje soñado que aún no tuviste ocasión de interpretar?
No tengo personajes soñados. O, que, por lo menos, me ocupen tanto la cabeza
Apelo a tu sensibilidad y sentido de lo social para preguntarte cómo nos ves a los argentinos.
¿A los argentinos, solamente? Preferiría incluir a toda la humanidad. Y, de verdad, creo que, ni las guerras, pestes y tragedias nos han enseñado nada. Estamos prendidos a la TV, diarios pedorros, periodistas comprados-vendidos, programas de entretenimientos infumables, ¡y seguimos respirando! ¡Qué suerte! ¡Aire tóxico! ¡Neuronas cero! Refugiémonos, y salvémonos, en el arte, leyendo un buen libro, yendo al teatro, disfrutando con quienes amamos. Todo lo demás, marea, da náuseas, cansa, ¡y mata!
Para finalizar, ¿cuáles son tus estrenos venideros y próximos proyectos para 2023?
El 1 de diciembre se estrena “El Lado Salvaje”, película de Juan Dickinson, que filmamos en el sur. En 2023, se estrenarán dos pelis más que filmé este año, una con Lucía Puenzo, y otra con Lucas Santa Ana. Además, posibilidades de ir con “Bergman y Liv” a la costa atlántica, y otros proyectos que todavía se están definiendo.
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