Los fantasmas de una época
3 de Septiembre de 2024
Por Claudio Colombatti
Los relatos culturales como matriz de identidad
La pulsión es el resto del instinto animal sumergido en la cultura. Si el ser humano es un ser cultural quiere decir que algo de lo estrictamente biológico se ha alterado. Como plantea Sigmund Freud, “… cada individuo de su especie tiene que ingresar de nuevo como un lactante desvalido…” (“El Malestar en la Cultura” TXXI pag. 90). El resultado es la alienación a un lenguaje, a una cultura. Es ir transformándose de un ser estrictamente biológico al momento de nacer, hacia un ser social, un sujeto de su época.
Somos lo que nos cuentan. Si recordamos la canción “Esos locos bajitos” de Joan Manuel Serrat, que decía “cargan con nuestros dioses. Y nuestro idioma, con nuestros rencores y nuestro porvenir. Por eso nos parece que son de goma y le bastan nuestros cuentos para dormir”, el mensaje, la trasmisión cultural, moldea, y puede calmar, a los niños, a los jóvenes, conformando así parte su personalidad.
Inevitablemente los relatos culturales, los ideales, los prejuicios y los valores que trasladan las madres, los abuelos y la escuela, fijan condiciones materiales para que las nuevas generaciones interpreten su realidad. Por lo tanto, pueden sugestionar, alterar la percepción, y definir parámetros del pensamiento, el juicio, y las decisiones.
Lacan sostiene que a partir de la lógica de un fantasma (fantasía), se interpreta lo real, y hay una producción imaginaria, tanto en relación al deseo como a la angustia.
La cultura misma es el producto de esta subjetividad, los fantasmas de una época.
Medios Locos
Los medios de comunicación se han transformado en algo que merece ser estudiado a fondo. Están alterando la subjetividad y el pensamiento de una época. En cuanto a este tema, el filósofo y ensayista surcoreano, Byung-Chul-Han, plantea que “somete nuestra percepción y nuestra relación con el mundo y nuestra convivencia a un cambio radical. Nos sentimos aturdidos frente al frenesí comunicativo e informativo” (“Infocracia”, pag. 25). Agrega además que la gran cantidad de información produce “un tsunamis que aturde”, provocando distorsiones y trastornos
Algunos medios de información también se dedican a impactar emocionalmente sobre el público. A veces la noticia es publicada y relatada en forma continua, una y otra vez. En los medios de comunicación y también en las redes sociales. Es un bombardeo mental. Provocan indignación y alimentan emociones oscuras en el inconsciente, como el odio, la ira. Esta angustia acumulada desborda en violencia verbal y en actos. Claramente se está exacerbando la pulsión agresiva y de muerte, que desborda en estallidos violentos en cualquier lugar: la calle, la salida de la escuela, de lugares bailables.
La grieta, el odio, el miedo, la angustia, el prójimo como peligroso
Vemos así el resultado que tenemos hoy. Una sociedad indignada, con angustia y odio. Surge la necesidad entonces de una salida rápida y en forma contundente de esta situación, con disposición a pagar grandes costos y enormes sacrificios. Esto también ocurre en otros lugares del mundo, como la idealizada Europa y en un país como Estados Unidos, donde el “sueño americano” ya parece imposible.
Esta indignación se transforma en persecuciones hacia los inmigrantes, y en nuestro país, contra las clases empobrecidas y los caídos del sistema. Llegando a negársele el más elemental socorro.
Los medios de comunicación no solo lograron el voto popular por un neoliberalismo despiadado, sino que hora, después de meses, en los que el resultado es el incremento de la pobreza, la desocupación, una parte de la clase media ya desapareció, y todavía esos mismos medios de comunicación logran que una parte de la población opine que “hay que darle tiempo”.
Primero los medios preparan las condiciones para que surja un mesías. Ahora justifican supuestamente un merecido castigo.
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