Políticas Públicas Seguridad Política

¿Hasta dónde va a llegar Patricia Bullrich?

La ministra de Seguridad de la Nación quiso desvincularse de la responsabilidad de haber gaseado a una nena de diez años durante una nueva represión a los jubilados, nada menos que con una noticia falsa, provista por su cartera. Así, una vez más, tensiona los límites de lo tolerable. Repaso de una carrera manchada de violencia institucional, mentiras y una devoción irrestricta por el poder.

El episodio de violencia, mentiras y operaciones de prensa que involucra a Patricia Bullrich por estas horas, en relación a la nena gaseada en la represión del miércoles 11 de septiembre, se suma a una larga serie de acciones y decisiones que la actual ministra de Seguridad cometió contra el sistema democrático y el pueblo argentino a lo largo de por lo menos 25 años de carrera política.

Se trata, sin dudas, de una de las figuras más infames de la historia de nuestro país.

Para el miércoles 11 de septiembre pasado, Bullrich ordenó una vez más el despliegue desmedido y costosísimo de un operativo de fuerzas de seguridad federales, frente al Congreso, para disciplinar y meterle miedo a las organizaciones populares, gente suelta, y los jubilados y jubiladas que se manifestarían en contra del veto presidencial a un mísero aumento de sus haberes. Miedo también a los que viesen las imágenes del operativo en casa, y dijesen: para qué voy a marchar, mirá si nos cagan a palos.

En ese marco, las fuerzas de seguridad reprimieron a todo el mundo: jubilados, militantes, gente suelta, periodistas, pero también a una nena de diez años. Y esto circuló por las redes sociales y casi de inmediato tuvo un rebote mediático que llegó hasta los asesores de imagen de la ministra, quien al ratito nomás ordenó, o habilitó, por lo menos dos hechos: que la Policía Federal le hiciese llegar a las señales de noticias aliadas como LN+ y TN, un video con una noticia falsa, para dar vuelta así la acusación de haber lastimado a una nena, y que su vice, Alejandra Monteoliva, fuese en persona a los estudios de televisión, para darle más veracidad e institucionalidad al material en video. Aparte, la ministra, desde su cuenta de Twitter, fustigó a la madre de la nena por llevarla a la manifestación. Por supuesto que no se disculpó por la violencia ejercida contra la nena.

Unas horas después, trascendió el video en el que se aprecia que efectivamente fue un integrante de la Policía Federal quien gasea a la nena, y no un manifestante, en el marco, una vez más, de la represión desmedida que Bullrich le tiró encima a los jubilados y a quienes los acompañan, por reclamar haberes dignos y ejercer su derecho a la protesta.

En plena campaña electoral, Milei acusó a Bullrich de montonera ponebombas en los jardines de infantes.

Desde que Milei ganó las elecciones, en sus discursos públicos remarca una y otra vez que el objetivo del gobierno es llevar a cero el déficit fiscal,  o sea el gasto público, y lo está logrando por intermedio de un ajuste económico brutal, que va dejando cada vez más desempleados, hambreados y heridos, que en muchos casos se organizan para protestar, como los jubilados.

Y ahí aparece en acción la “Ministra Pum Pum”, como la bautizó el periodista Sebastián “Rinconet” Fernández, para garantizar el orden, el protocolo antipiquetes e incluso el armado de causas judiciales, en sociedad con fiscales y jueces corruptos, integrantes del Partido Judicial. El Déficit Cero es tan marketinero y ridículo como la consigna de Pobreza Cero del gobierno de Cambiemos, integrado por el PRO y el radicalismo.

En el último tiempo, Bullrich avanzó con varias iniciativas que tienen el objetivo de darle un marco legal al sistema represivo y persecutorio que necesita el gobierno de Milei para avanzar con su ajuste económico y transferencia de ingresos a los dueños de la Argentina. La semana pasada, en la cartera de Seguridad se firmó la resolución 901/24, con la que se dispone el uso de un protocolo antihuelga, que habilita el uso de la fuerza y de acciones legales contra todo aquel que impida

el ingreso o salida de trabajadores, o bienes, de una empresa.

La compañera laboralista Natalia Salvo lo denunció con claridad: la resolución viola el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, el Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y la Ley de Asociaciones Sindicales 23.551.

“Le llaman bloqueo a una acción gremial”, publicó en sus redes sociales.

La narrativa de Bullrich no tiene nada de novedosa: ley y orden. Una consigna que le rindió mucho en la última campaña electoral –aunque haya salido tercera en la elección general- y que hoy sigue siendo la punta de lanza para la política represiva que le demanda su electorado (distinto es el caso del protocolo antipiquetes, que muchos trabajadores recibieron con alivio, al verse afectado, durante mucho tiempo, su ida y vuelta al laburo). Ley, orden, cambio, libertad, un libreto al que echaron mano cada uno del los cuatro proyectos neoliberales que azotaron a la Argentina en los últimos cincuenta años, y cuyo resultado siempre fue el mismo: saqueo, hambre, perdida de soberanía y represión.

Reprimir jubilados, una de las obsesiones de Bullrich.

Bullrich no da puntada sin hilo. Es una política marketinera, que siempre tiene a su lado resultados de encuestas y grupos focales. Esto lo debe haber aprendido en las usinas del PRO. Por eso, hace 24 horas, cuando se sentó en TN a tratar de explicar lo inexplicable, trastabilló, tartamudeó, mintió, dijo incongruencias que solo se pueden dejar pasar en un contexto como el actual, en el que el gobierno bajó la vara de los valores que conforman un sistema democrático, a niveles inéditos.

Patricia Bullrich y Luis Petri tienen redactado un proyecto para modificar la Ley de Seguridad Interior, con la que pretenden, una vez más, permitirle a las FFAA el control de personas y vehículos, vigilar inmuebles y detener en flagrancia ante casos de 'terrorismo', otra de las palabras que vienen usando con insistencia, seguramente asesorados por los genios del marketing y del mal. No hay plata, pero gastan fortunas en el incremento del aparato represivo del Estado.

Para mantener la ley y el orden que le exige su electorado, Bullrich está dispuesta a inmolar a los integrantes de las fuerzas de seguridad, con los que no debe tener ningún tipo de apego humano. Son un instrumento para reprimir al pueblo que se rebele ante el ajuste. Son una herramienta para fortalecer su propio proyecto de poder, porque eso es lo que está a la vista luego de tantos años y tránsitos por diferentes proyectos de poder, desde Montoneros a Milei, La Alianza, Cambiemos, o el PRO: Bullrich quiere ser presidenta, y hoy tiene más apoyo del que nunca tuvo. Al parecer, no solo es una de las dirigentas a nivel nacional con mejor imagen (también acumula mucha imagen negativa), sino que en la Ciudad, mediría más de 60 puntos.

Bullrich tiene un frondoso currículum de violencia institucional.

Recordemos que Bullrich fue ministra de Trabajo del gobierno de la Alianza, a finales de los 90, y fue la responsable de arrebatarle un 13 por ciento de sus haberes, otra vez, a los jubilados (y también a los estatales). Recordemos tambipen que cuando el neoliberalismo pudo volver a la Casa Rosada de la mano de Macri (a quién ella criticaba públicamente) y los radicales, ella fue ministra de Seguridad, y cargo con el que escribió una de las páginas negras de la historia democrática de nuestro país, por ejemplo, con la represión, cacería y armado de causas que el gobierno realizó durante las protestas en los alrededores del Congreso por la reforma laboral, y luego la previsional, como así también en las marchas por el 8M o la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado (escondieron su cuerpo más de 70 días y lo hicieron aparecer unos días antes de la elección de medio término). También vale la pena recordar el caso de Rafael Nahuel, asesinado en Río Negro, o el enemigo público que construyeron, una vez más, con la acusación de terrorismo, sobre el pueblo mapuche.

Posar con el presidente, o ser su ministra de Seguridad, luego de que el tipo le haya dicho asesina y ponebombas en los jardines de infantes, quizá le haya restado un par de puntos de la imagen positiva. Ser una mitómana frente a las cámaras, por el escándalo de la nena gaseada, quizá le baje otro punto. Cambiarse de fuerza política como si todo fuese lo mismo –salvo la construcción de poder-, también. El tiempo, y la realidad, cada día que pasa más cruda, dirán.

Lo que está muy claro es que se trata de una mujer sin ningún tipo de sensibilidad, ni escrúpulos. Todavía tiene que dar explicaciones sobre su responsabilidad en el intento de asesinato de Cristina.

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.

Suscribite a Kranear

wave

Buscador