
Los granaderos que defendieron la Nación
Hace dos años atrás, hice una nota con motivo de un nuevo aniversario de los salvajes bombardeos a Plaza de Mayo, ocurridos un 16 de junio de 1955.
Comenzaba la misma de este modo:
“Los agresores a nuestro pueblo y a un gobierno constitucional que había sacado nada menos que el 62,49 % de los votos emitidos en la contienda presidencial de 1951 y para el período 1952-58, fueron 132 aviadores militares y un civil y usaron 37 máquinas para aquel fin perverso.
La cantidad de bombas arrojadas fueron mayor, en toneladas, aunque cueste creerlo, que la que los nazis arrojaron sobre Guernica en un episodio de la Guerra Civil Española, con la diferencia fundamental que allí eran alemanes nazis e italianos fascistas matando vascos y aquí eran argentinos matando connacionales.
En aquel nefasto 16 de junio de 1955, murieron 308 personas y hubo más de 1.000 heridos, la gran mayoría de gravedad debido a la munición explosiva empleada en la ocasión. Sus piezas artilladas de 20 mm, podían realizar en conjunto hasta 570 disparos por minuto. Y cada una de las municiones que se disparaba, al impactar, detonaba y hacía estragos con un poder apenas inferior al de una granada de mano chica. Es decir, un poder de fuego impresionante.
Todos estos aviadores y sus cómplices civiles fueron amnistiados de sus culpas y crímenes por el gobierno de la autodenominada “Revolución Libertadora” que derrocó a Perón tres meses más tarde, el 16 de septiembre de aquel mismo año. La gran mayoría de estos sujetos hicieron carrera y ocuparon cargos públicos en esferas militares y civiles a lo largo de los años subsiguientes”.
Y daba a conocer el listado de esos canallas (la nota se puede leer acá).
Pero hoy, ahora, quiero avanzar sobre un tema poco conocido u olvidado de aquella trágica jornada.
Inmediatamente después del bombardeo, infantes de la Marina de Guerra ocultos y apostados detrás de la Casa de Gobierno, debían avanzar desde su emplazamiento en el ministerio naval sobre ésta, -un trayecto muy corto- abriendo fuego y tomándola por completo con el fin de asesinar al presidente Perón.
Tanque del ejército avanza para reducir a los marinos, y atrás, los civiles peronistas armados.
Pero no contaron con la resistencia que encontraron por parte de la escolta presidencial apostada en la Casa Rosada, compuesta por los Granaderos a Caballo, que de forma inmediata se apostaron en lugares estratégicos para rechazar la embestida. Y otros camaradas de armas, del mismo regimiento, que vinieron luego en ayuda.
Eran pibes de 21 años cumpliendo con el servicio militar obligatorio, eran soldados de la clase 1934, estaban sirviendo a la Patria y sintieron que si era necesario iban a dar la vida por ella y por su presidente.
Salvo un excelente dossier confeccionado por el Archivo Nacional de la Memoria en 2010, siendo presidenta de la nación la Dra. Cristina Fernández de Kirchner y secretario de derechos humanos el Dr. Eduardo Luis Duhalde; nadie los recuperó del olvido, nadie los recuerda, nadie sabe quiénes eran.
Aquí van sus nombres:
José Alodio Baigorria, Laudino Córdoba, Mario Benito Díaz, Orlando Heber Mocca, Pedro Leónidas Paz, Ramón Cárdenas, Oscar Adolfo Drasich, Rafael, Sotero Inchausti y Víctor Enrique Navarro.
Su heroica acción permitió frenar el avance de los insurrectos y luego con la llegada de tropas leales al lugar de los hechos obligaron a aquellos a recular y acovacharse nuevamente en su ministerio de Marina para luego rendirse sin condiciones, ya que estaban cercados. Hay una foto paradigmática donde se ve a un tanque del ejército argentino seguido por peronistas armados que van en busca de los “gorilas”.
Posiblemente para fines del corriente año o principio del próximo daré a conocer un libro de mi autoría que se llamará “El Ejército Sanmartiniano del Siglo XX” y estarán entre tantas otras, las reseñas de todos estos muchachos que murieron cuando estaban en el cenit de su vida.
Adelanto ahora la de los tres primeros nombrados con anterioridad.
José Alodio Baigorria
De familia peronista. Nacido en la provincia de San Luis. Clase 1934. Soldado granadero conscripto procedente del 3º Escuadrón. Tenía 21 años. Perdió la vida en la Casa de Gobierno el 16 de junio de 1955 defendiendo al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, cuando los aviones gorilas de la Marina de Guerra bombardearon ese objetivo para asesinar al presidente. El general Perón rindió homenaje al otro día, frente a una formación del glorioso regimiento, a los 9 granaderos caídos en combate con estas palabras: “Acabo de comprobar que han asimilado la lección magistral de lealtad del Sargento Cabral.
Baigorria.
Desde ahora en adelante, en la formación de la tarde, habrá que agregar los nombres de los muertos en el combate: ¡Muertos en el campo del honor, vivos en nuestros corazones! ¡Viva la Patria, Granaderos!”. Como dice Pedro Bevilacqua en su excelente libro “Hay que matar a Perón” (Fabro. 2011), refiriéndose a este hecho bélico: “No es de extrañar que la lista de muertos en acción guarde semejanza en un punto, con el parte de batalla de San Lorenzo, bautismo de fuego de los granaderos, esa lista, de muertos en combate también estaba encabezada por un granadero de apellido Baigorria”.
Laudino Córdoba
Héctor Daniel De Arriba en su libro magistral “Los muertos de Plaza de Mayo” (Dunken. 2022) relata de forma escrita como sucedieron los hechos, aquel 16 de junio de 1955, cuando tropas de la Marina de Guerra quisieron matar al presidente Perón. “21 años. Catamarqueño. Granadero del 3° Escuadrón. Nació en 1934 (su padre se llamaba Sandalio y su madre Rosalía). Murió por herida penetrante en región lumbar derecha con entrada en la columna vertebral.
Córdoba.
Fue llevado al Hospital Militar Central. Integrante de los efectivos que al mando del capitán Amaret, concurrían a reforzar el personal que defendía la Casa de Gobierno, que en esos momentos era atacada. La columna llegó a la Casa Rosada por Paseo Colón, se inicia el desembarque del personal en proximidades de la puerta de la Custodia, bajo un intenso y muy eficaz fuego de los rebeldes a menos de 150 metros, y en oportunidad en que el escuadrón avanza para entrar a la Casa Rosada, este granadero es alcanzado por los proyectiles de los rebeldes y muere”. Laudino vivía en el Barrio de La Tablada, al sur de Catamarca Capital. Su cuerpo fue velado y luego “una multitud acompañó el féretro hasta el cementerio local. Encabezaron el cortejo, el gobernador Armando Casas Nóblega, dos ministros del Poder Ejecutivo, el jefe del Regimiento 17 de Infantería Tte. Cnel. Carlos Alberto Muzzio, el jefe del Distrito Militar 53 Mayor Osvaldo Fantón, el Delegado del Consejo Superior del Partido Peronista Santiago Mele, la Delegada Censista Julia Márquez de Coll, el delegado Regional de la CGT Ramón M. Romero, el delegado de la Policía Federal comisario Olavarría, legisladores, dirigentes peronistas y gremiales”.
Mario Benito Díaz
21 años. Nacido en Metán, provincia de Salta, un 7 de abril de 1934. Estudiaba Medicina en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Clase 1934. Cumplía con el servicio militar obligatorio en Granaderos a Caballo. Lo que sigue es un relato tomado de otro joven Granadero (Diego Bermúdez López), por la periodista Analía Brizuela. Los episodios que recuerdan transcurren entre la Casa Rosada, la sede del Regimiento y el Hospital Ramos Mejía en aquel fatídico 16 de junio de 1955, cuando se bombardeó la Plaza de Mayo con el fin de generar el terror y matar al presidente Perón. “Granaderos éramos alrededor de 700 efectivos. Yo revistaba en el escuadrón Abastecimiento, Mario Benito en otro. En un momento en la sede del Regimiento se pidieron voluntarios en grupos de a diez para tripular los vehículos semioruga que iban al combate”. (La guarnición militar, custodia presidencial, se encuentra en Palermo, a casi 8 kilómetros de la Casa Rosada en línea recta).
Díaz.
Ya alistados, salieron rumbo a Casa de Gobierno y tomaron por la avenida Dorrego. “Sobre el cruce de esa arteria con una vía de tren, nos cruzamos con otras columnas de tanques y camiones con efectivos de diferentes escuadrones, que llevaban proyectiles y bolsas de arena para reforzar el interior. Antes de mi columna había salido otra con el mismo fin; proteger la Casa Rosada que se encontraba rodeada por efectivos de la Marina que ametrallaban. Allí iba Mario Benito. Esa columna fue emboscada por los infantes y tuvimos la mayor cantidad de bajas, Yo por mi parte, como tuve lesiones leves, días después me enviaron al Hospital Ramos Mejía a cuidar a otro granadero. A Mario Benito lo vi en un apartado donde cuidaban a los heridos más graves. Recuerdo que me llevó una Hermana de la Caridad y me dijo: ‘Mire, pobrecito, está muy mal, no sé si va a salir’. Realmente no estaba bien, con sangre por todos lados y con los ojos casi cerrados”. Se murió. Su hermana Emma Nelly Díaz (también entrevistada por Brizuela) dijo sobre Mario Benito: “Su sueño era ser granadero y custodiar a Perón, las dos cosas”. Desde muy jovencito participó en la Juventud Peronista de Metán siendo el referente más importante de la misma. Su padre, Feliciano Balbín Díaz, fue senador provincial de Metán. La misma hermana, contó otro hecho, que ocurrió cuando el joven fue herido: “Recibió un tiro en un riñón y nos dijeron que, en el medio de la confusión con tantos heridos, lo operaron del riñón contrario”.
Una fatalidad increíble. Blanca Pucheta, sobrina de Mario Benito, abogada, le dijo a la periodista de marras, reflexionando: “El Movimiento Peronista, por entonces, llegó a cada lugar del país. Y cada persona tenía alguna experiencia con el gobierno. Quizás fue eso lo que llevó a mi tío a ser granadero para poder custodiar a Perón (…) Porque llegaban todo tipo de cosas útiles para la gente y así les cambiaba la vida para bien. Se cubrían necesidades reales de personas que vivían en un pueblo tan perdido y tan pequeño como Metán. Creo que, en esa época, se percibía al Movimiento Peronista como un país que se construía entre todos, cada uno desde su lugar. Y el gobierno respondía”. Termina su nota la periodista Brizuela: “En Metán, a 140 kilómetros al sur de la Capital salteña, está el barrio ‘Granadero Díaz’, la plaza principal tiene placas en su memoria, un grupo de granaderos clase 1934 (como Mario) visitaron el pueblo en 2008, y el Concejo Deliberante declaró su tumba como patrimonio. Sin embargo, todavía, la mayoría de sus habitantes, no sabe cómo murió ni los ideales que defendió. Algunos creen que se trata de un soldado que perdió la vida en una batalla que libró José de San Martín en suelo nacional”.
Por eso siempre es tan importante saber nuestra historia, recuperarla y darla a conocer tantas veces como sea necesario.
Se podría evitar así un hecho denigrante (humillante, indigno e infame), como el ocurrido el 23 de mayo de este año en curso, cuando la banda musical del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín tocó el tema de la película “Rocky” para el presidente Milei, a su pedido. El mismo Javier Gerardo Milei que reniega de Malvinas y que rebautizó por ignorancia a San Martin como “Juan José”.
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