Otra vez a defenderla en la calle
La consigna La Patria no se vende nos pertenece, y a su vez, nos deja en evidencia: fuimos nosotros, los votantes de Unión por la Patria, en su gran mayoría, quienes hicimos la primera protesta en la calle contra el gobierno de Milei, a diez días de haber asumido su gobierno. De ningún otro sector de la política podría haber nacido la consigna La Patria no se vende, prima hermana de otra, histórica: Patria sí, Colonia no, porque uno de los asuntos vitales que permearon muy fuerte durante los gobiernos kirchneristas fue la resignificación y reapropiación del concepto de Patria, hasta el 2001, pisoteada y vapuleada.
Fue inesperada la protesta callejera, primero sintetizada en el sonido chillón y acompasado de las cacerolas –un símbolo inequívoco de la clase media- y luego, con el cuerpo en la calle, que ya no solo mostró cacerolas, sino también cartulinas escritas a mano, banderas, cánticos y móviles de C5N y quizá alguno de Crónica, aparte de los celulares de miles que replican fotos y videos, a toda velocidad, en las redes sociales –de las que se alimentan también los medios tradicionales-. No estaba previsto por nadie que diez días después de la asunción de Javier Milei ya hubiese una protesta, pero claro, cuando finalmente la improvisación y desprolijidad oficial, en relación al anunciadísimo DNU presidencial, se materializaron en una grabación transmitida por Cadena Nacional, no hubo otra alternativa que salir a la calle: la forma y el fondo, todo era un espanto.
Un dato de color: la foto de la grabación, con Milei sentado frente al escritorio, y su gabinete atrás, a ambos costados, tiene todo el olor a naftalina de los discursos de Martínez de Hoz.
Milei no solo quiere derogar trescientas leyes de un plumazo, sino que aparte, el paquete fue elaborado por los equipos de abogados de cada uno de los sectores beneficiados con el retiro del Estado de la economía: prepagas, alimenticias, laboratorios, empresas de telecomunicaciones, grupos exportadores, sector financiero, terratenientes.
Volvimos a la calle en modo opositor, y los recuerdos de las protestas por los tarifazos de Macri fueron instantáneos, y también estuvieron cruzados por sensaciones que iban de la euforia por sabernos vivos y con los anticuerpos al neoliberalismo y el totalitarismo al ciento por ciento, pero también una profunda tristeza por estar de nuevo reclamando lo obvio, alertando al sentido común, denunciando lo que está a la vista de cualquiera, pero después de haber desperdiciado una oportunidad histórica, entre el 2019 y el año que termina, de la mano de un gobierno popular que no puso entre sus prioridades la distribución del ingreso y el control de precios ante la voracidad de los que ya la tienen toda.
Aún con ese pesar insoportable sobre los hombros, y el estado de ánimo, se dejó de lado la comodidad de la mesa y el televisor, se bajó o salió a la calle, se cantó y aplaudió con el del al lado, y cada vez se juntó más gente, e incluso un rato más tarde fuimos tantos que cortamos la esquina, a pesar de la nueva y envalentonada bravuconada de Bullrich con su protocolo antipiquetes, y en algunos casos, fue tanta la gente, y los bocinazos y apoyos desde los balcones y colectivos, que se decidió marchar al Congreso, donde se juntó mucha gente y se logró la foto final, con un completo total de manifestantes sobre la avenida Entre Ríos, frente a la explanada del Congreso.
En simultáneo, o a las pocas horas, comenzaron a conocerse los rechazos institucionales: el bloque de diputados y diputadas de Unión por la Patria; el Partido Justicialista; un par de gobernadores, varios intendentes; el radicalismo; Axel. Todos en la misma línea: esto es un saqueo del patrimonio nacional, y encima, no lo quieren discutir en el Congreso, porque son antidemocráticos, y aparte, un tercer asunto, que puede ser motivo de debate interno: Milei, como Macri, estafó a su electorado (por lo menos en lo relativo a que el costo de la supuesta Fiesta K la pagaría la casta política, y no el pueblo).
'La Patria no se vende', se coreó en la protresta autoconvocada al Congreso. Foto: TELAM.
Al otro día, luego de un par de reuniones, se cocinó el segundo gran hecho político opositor (o el tercero, si contamos la movilización que realizó la izquierda a Plaza de Mayo el 20 de diciembre): la CGT se movilizará, el próximo miércoles 26 de diciembre, a Plaza Lavalle, para reclamarle al Poder Judicial que rechace de cuajo el artefacto jurídico de Milei y El jefe, su hermana.
Se sabe: el vértigo de la política argentina es especial, quizá único. Podemos pasar del los cinco presidentes en una semana, por el me convierto en calabaza de Cristina el 9 de diciembre de 2015, en la plaza, ante casi un millón de compatriotas, a un cacerolazo y movilización de gente suelta, hace solo unas horas, a diez días de que haya asumido un tipo que ganó con el apoyo de un parte de los sectores populares que cuatro años antes habían apoyado la fórmula del Frente de Todos, por las mismas razones que en noviembre pasado: mejorar su calidad de vida.
Hay que esperar: no se puede sacar ninguna conclusión sobre nada. Esto recién comienza. Serán los sectores afectados por este nuevo plan de ajuste neoliberal quienes le pondrán el termómetro a la gestión, los que dirán basta. Por ejemplo, los y las trabajadoras del Banco Nación que ante la amenaza privatizadora del ex panelista de tevé devenido en presidente, se manifestaron en contra con un par de vueltas alrededor de su majestuosa sede central.
Pensando en lo que sigue, el paquetazo de desregulaciones, los tarifazos, la quita de subsidios, un escenario de muchísima inflación, y la falta de políticas para amortiguar el mega ajuste, no pareciera haber ningún tipo de posibilidad de éxito para el gobierno, pero será la sociedad quien dirá basta, o hasta acá llegamos, y no la política.
Hay que esperar, pero también hay que empezar a construir la alternativa política que le tenderá una mano y una nueva esperanza al tendal de heridos que dejará este modelo de ajuste económico, venta de los recursos públicos y depredación de nuestros recursos naturales que los delirantes que ingresaron a La Rosada comenzarán a realizar ni bien puedan. También se trata de un buen momento para revisar las razones del fracaso del artefacto Frente de Todos y para evitar así, en la etapa que acaba de comenzar, repetir los mismos errores.
Serán las organizaciones del campo nacional y popular quienes tendrán la tarea de organizar la salida de esta nueva tragedia, con las convicciones y experiencia histórica al servicio de un proceso que lleve de nuevo al poder a los representantes genuinos del pueblo.
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