Política Provincia de Buenos Aires
Quilmes: 358 años de rebeldía y orgullo
Arrecia un aire frío y cruzado en la noche de sábado 24 de agosto con la que culminan los festejos del “Mes de Quilmes”, en una nueva edición del festival “Somos Quilmes”. Suena el riff de la guitarra de la banda platense Estelares, invitada a la fiesta aniversario de la ciudad. Como todos los años, los y las quilmeñas saltan, cantan en un nuevo cumple del distrito, el 358 (el 14 de agosto), pero ¿cuál de todas las Quilmes vuelve a cumplir años, cuál de todas sus cartografías? ¿La ciudad sagrada que se levantó en los valles tucumanos y le fue esquiva a los españoles durante años, o aquella cuya aristocracia recibió en el caserón de Santa Coloma a los ingleses invasores? ¿La de un criollaje que los miró con desconfianza y hasta generó alguna escaramuza contra sus soldados? Y otra: ¿en estos tiempos hacemos referencia a aquellos quilmeños que altaneros bajan de sus edificios top para meterse en un bar paquete de la Plaza Conesa, o esa otra, que populosa se expande hacia el oeste, al ritmo de la cumbia, con asfalto, luminarias led, nuevas plazas y clubes, producto de un Estado municipal presente?
En una diagonal de la historia va esta crónica, en tiempos donde nos incitan a ser ciudadanos del mundo, y en algunas partes tenemos el orgullo de pertenecer, ya que se trata de una fuerte cuestión identitaria anclada en la patria chica.
Estelares cerró el festival de música.
Kilmes: la ciudadela rebelde
Nuestros antepasados cansaron y hartaron al rey Felipe IV, que en el viejo continente, y apoltronado en su Palacio del Buen Retiro, en Madrid, le llegaban las malas: que los suyos perdían una vez más en el caluroso y humilde noroeste tucumano, en unas 30 hectáreas de los infernales Valles Calchaquíes, en ese momento propiedad de la corona española. De la comunidad de los Diaguitas, los Kilmes -junto a los Yocaviles y Tolombones-, fueron unas tribus díscolas y rebeldes, guerreros, y duchos en el terreno: conocían como la palma de sus manos la entrada y salida sorpresiva de sus valles, para lograr así doblegar una y otra vez al Ejército español.
Al rey Felipe IV, apodado “El Grande” por reinar en España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña, y aparte ser duque de Milán, lo sorprendió la muerte antes de que sus soldados vencieran a los feroces pobladores Calchaquíes. Expertos en la metalurgia, la astronomía y la alquimia, combatieron hasta fines de 1665, o principios de 1666, cuando una partida considerable de españoles con arcabuz por medio, sometieron a base de pólvora y fuego a los guerreros diaguitas. Como castigo, la corona los engrilló y los trajo cruelmente, caminando de Tucumán hacia este inhóspito sur a la vera del Río de la Plata; de los 1.600 sobrevivientes, llegaron vivos no más de 400.
Se asentaron en un paraje de una extensa región que abarcaba desde La Plata hasta Avellaneda, y fue nombrada como el Pago de la Magdalena. Se estima que un caserío comenzó a crecer en lo que hoy es la actual Plaza San Martín, donde termina la peatonal Rivadavia. Desde allí comenzaron lentamente a repartirse solares, y a poblar el villorio. La iglesia de aquellos años se construyó donde hoy se levanta la Catedral de la ciudad, y lo curioso es que se erigió sobre el cementerio de los primeros pobladores. O sea: sobre el cementerio de nuestros pueblos originarios del noroeste tucumano se levantó el templo de la fe española.
Marcaron así el proceso de aculturación que sacudió a toda nuestra América, como así también una futura identidad en tensión.
Se estima que nuestros guerreros vencidos por el hambre, el cansancio y la cruel caminata, llegaron a nuestro actual distrito el 14 de agosto de 1666. Dos siglos y medio después, el 2 de agosto de 1916, año del triunfo del “Peludo” Hipólito Yrigoyen, asumió la intendencia el Dr. Pablo Castro, miembro del Partido Conservador, tras haberse sancionado una ley provincial que declaraba ciudad a Quilmes. Su centro productivo eran los talleres textiles, hornos y metalúrgicas, y tal vez lo más importante: la cervecería a cargo del empresario alemán Otto Bemberg. Ya no era el inhóspito paraje inicial que el primer triunvirato en 1812 llamó a poblar, sino una población de 39.000 habitantes.
Quilmeños y quilmeñas dicen…
La comuna, como todos los años, decide festejar la identidad quilmeña, y con el pueblo en las calles, para festejar los 358 años. En la Plaza Aristóbulo del Valle, barrio La Colonia, a doscientos metros de la estación de tren, un escenario montado sobre la calle Carlos Pellegrini fue testigo de los animados espectáculos que a la tarde-noche grupos dieron varios grupos musicales de cumbia y rock; el cierre estuvo a cargo de de la reconocida banda Estelares.
¿Pero que representa ser quilmeño hoy en tiempos de identidades deglutidas por la globalización? ¿Qué representa ser quilmeño/a cuando voces amables nos invitan a ser de ningún lugar, ser ciudadano del mundo, casi una identidad abstracta?
Hugo, un vecino que no es del centro, sino más bien de la periferia, del barrio El Dorado, comenta acerca de la celebración oficial: “es algo lindo para poder venir y en familia y disfrutar”, y con respecto al ser quilmeño, dice sin mediastintas: “soy quilmeño de toda la vida, para mí serlo, es un orgullo”.
Para Celeste, docente de literatura, egresada de la universidad pública y vecina de la barranca quilmeña, en relación a su identidad barrial, alega que “no puedo dejar de pensar en el origen, del nombre de la ciudad, de los indios Quilmes arrasado de sus tierras, y obligados a un camino tortuoso”. Además reivindica la ribera, zona por antonomasia quilmeña, ya que por el río llegaron sus parientes inmigrantes de Galicia, y aparte allí tiene su origen un club de fútbol que se plantó contra el establishment inglés local: “el primer club criollo nace contra los ingleses, Argentino de Quilmes (fundado en 1899 cuando los ingleses no dejaban jugar a los criollos al fútbol), entonces para mí Quilmes también significa rebeldía, rebelarse primero los pueblos originarios y después los criollos, contra las pautas de los ingleses”.
Para Nicolás, estudiante de la Universidad Nacional de Quilmes y vecino de Quilmes Este, “Quilmes no tiene el ímpetu de ciudad, sino más bien de pueblo unido en una historia, una cultura, valores (…) ser quilmeño significa compartir esas pasiones, vivencias, con un gran conjunto de personas que viven, laten, igual que vos”.
La comunidad participó de manera activa de las celebraciones.
Mes de Quilmes
Las actividades comenzaron el miércoles 14 de agosto (día del cumpleaños de Quilmes), con una oración interreligiosa y un acto protocolar del participaron diversas instituciones de la Ciudad. El sábado 17 de agosto se realizó el Festival de las Niñeces en el Polideportivo Municipal Reynaldo Gornoy y el domingo 18 por la mañana se realizó la tradicional carrera de 3K y 10K, en el barrio La Ribera de Quilmes. Ese mismo día, durante la tarde, se realizó el Festival Solidario “Sin miedo x Un poco de ruido”, en el microestadio Néstor Kirchner del Polideportivo Municipal.
El sábado 24, antes del cierre de Estelares, en el marco del Festival Somos Quilmes, se presentaron artistas locales como El Ensamble de las Orquestas Infantojuveniles, La Tercera, Quilmes Tango Club, Inundados Rock, y a aparte la comunidad pudo disfrutar de una feria gastronómica.
Mayra Mendoza y las identidades en disputa
La identidad quilmeña también se encuentra en tensión entre el centro y una periferia que crece, llena de laburantes, changadores, que fueron expandiéndose hacia Bernal Oeste, el barrio Iapi, por el barrio La Paz, y su muchedumbre asentada en la nueva Avenida Santa Fe, que cambió su nombre en el 2023: Néstor Carlos Kirchner. Una avenida asfaltada e iluminada, que permitió que al barrio ingresaran ambulancias, servicios, y que los vecinos no chapotearan más en el barro cuando llueve.
Además, por Quilmes Oeste, en su camino hacia Villa La Florida, se pueden apreciar sus nuevas plazas y sus jardines de infantes, aparte de la populosa barriada de San Francisco Solano.
En un eje dialéctico se registra la tensión: hay un ciudadano quilmescéntrico de cierta mirada e identidad exclusivista, o elitista, desdeñoso de cuestiones populares, y el primero en reclamarle al Municipio como si tuviese más derechos que el resto, como si hubiese quilmeños de primera y de segunda.
Mayra Mendoza, quilmeña de ley, antes que ser jefa comunal, es una vecina. Criada entre los barrios Kolynos y Primavera, conocedora de necesidades de los humildes, hasta el desborde de los arroyos y las múltiples problemáticas de las barriadas, también juega un rol en la construcción identitaria. El Municipio está presente en los barrios y en instituciones como clubes, jardines municipales, comedores, sociedades de fomento y centros de jubilados.
A todo ritmo, Mayra va por su segunda gestión municipal.
En la actualidad, la intendenta no deja de pensar y cranear obras posibles, y más aún en el marco del brutal y cruel ajuste que ejecuta el gobierno libertario contra la Provincia de Buenos Aires y los municipios bonaerenses. Mayra no se calla incluso ante comunicadores del prime time que hablan de una intendenta que no entrevistan, y de un territorio que no conocen.
Una vez más la identidad está construida con rebeldía y orgullo: “Como vecina e intendenta me llena de orgullo ver todo lo que logramos en estos años de gestión (…) vamos por el camino correcto, transformando cada barrio de nuestro distrito, y entendiendo siempre que no existen ciudadanos de primera y de segunda. Todo eso es lo que queremos seguir haciendo”, dijo públicamente.
Los festejos
A las celebraciones por el Mes de Quilmes, se suma, el próximo 22 de septiembre, la Copa Ciudad de Quilmes, en el que competirán no solo el fútbol, sino todos los deportes, por iniciativa de la gestión de Mayra Mendoza.
En la noche del sábado 24 de agosto, mientras Estelares tocaba “Aire”, uno de sus clásicos, miles quilmeños y quilmeñas disfrutaban del show y eran parte del festejo. Al sur de las altaneras luces de la Capital Federal, entre Avellaneda y La Plata, con sus 358 años, allí dijo presente un pueblo que junto a su intendenta valora sus raíces, construye y disputa su identidad, y con orgullo viene luchando por un futuro mejor.
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