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“Yo soy de la idea de que sin forma no hay contenido”

Kranear contactó al poeta platense Horacio Fiebelkorn para conversar sobre su nuevo libro, Falso testimonio, un experimento poético inspirado en los subtítulos de una película, con el que no solo trabaja de modo lúdico con el lenguaje, sino que aparte le sirve de vehículo para expresar sus obsesiones. La relación con el éxito y el reconocimiento, y la movida editorial de La Plata.

A punto de cumplir 67 años, el poeta Horacio Fiebelkorn suma otro motivo para celebrar: su nuevo libro de poesía, Falso testimonio (Nebli, 2025). Pero desde La Plata, y del otro lado de una pantalla, se muestra cauto: “lo que aprendí en todo este camino es a no magnificar la importancia de estas cosas, es importante, sí, pero en todo caso, íntima, no algo que uno tenga que exteriorizar demasiado”, plantea.

Con esta nueva publicación, Horacio supera la docena de libros de poesía. El transcurso el tiempo, y su obra, lo forjaron como un referente, o una voz autorizada del género, y más aún en La Plata, su lugar en el mundo. De profesión periodista, tiene también un extenso recorrido por redacciones de diarios, revistas y oficinas o áreas de prensa de organismos estatales.

En la conversación con Kranear, Horacio sigue en enganchado con esto e la importancia íntima de publicar libros, una búsqueda que todo escritor se propone como objetivo, y de ser posible, mañana mismo, impulsado, en muchos casos, por la necesidad de ser reconocido, ser aprobado.

“Muchos de los autores que a mí me gustan, autores formativos, ponele, dentro de la poesía argentina, es gente que empezó a publicar de grande. Gianuzzi saca su primer libro cuando tenía treinta y pico de años, Zelarayán publica el suyo después de los cincuenta años, Aldo Oliva, un poeta rosarino, creo que tenía sesenta cuando saca su primer libro”.

“Hay una maduración que se va dando por afuera del soporte del papel, durante años, y se llega al libro como resultado de un proceso previo, no como un punto de partida. Y parte de la experiencia empírica pasa por la lectura, que es donde se absorben las herramientas que hacen falta para escribir. No se escribe sin herramientas. Yo soy de la idea de que sin forma no hay contenido”.

¿Cómo y cuándo nacen los poemas de este libro? 

Los poemas nacen a partir de algo muy fortuito, que fue ya no ver una película, sino leer los subtítulos de una película: Hiroshima mon amour, de Alain Renais. Y me remito a una línea muy hermosa de Arnaldo Calveyra, que en su primer libro, en un momento que describe un viaje en tren, dice “no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara”. Y esto revela algo que te está pasando adentro, y que por una vía o por otra, empieza a pedir pista, en mi caso, por medio de la escritura.

Eso te pasó a vos con esos subtítulos.  

Sí. Y entonces los descargué en un archivo Txt, y los intervine con tachaduras, agregados, y toda esa larga escena entre dos amantes que se desarrolla en la película, pasó a tener otro escenario, que fue la pandemia, entre dos personas que dialogan entre pantallas. Y en el medio sobrevuela la historia argentina, la literatura nacional, y de repente me encontré escribiendo prácticamente sobre todos los temas de la poesía: el amor, la vida, la muerte, y el tiempo, el elemento que lo anuda todo.

De eso mismo hablamos en la entrevista que te hicimos en febrero de 2024.

Esto se puede tomar como un acto de coherencia, o como una repetición fastidiosa. Así fue que salieron los poemas.

¿Qué es lo que te conmovió de la película y el subtitulado?

¿Vos decís, qué fue lo que me interpeló, para usar ese verbo tan molesto?

Sí.

La verdad es que no lo sé. No lo sé. Y no sé si quiero saberlo.

Pero te puso en movimiento.

Exacto. Esto fue escrito hace casi tres años. Y la primera vez que los leí frente a un público, fue en La noche de la librerías, en La Plata, en 2023.

¿Y cómo es que llegas al libro?

María Gómez, la editora de Nebli, me contacta para contarme que iban a publicar la poesía de Elder Silva, un poeta uruguayo que era amigo mío y que falleció hace unos años, y me pregunta si quería hacer la contratapa de ese libro. Yo le digo que sí, de mil amores, la escribo, la mando, y ella luego de agradecerme y despedirme, me dice “si tenés algo nuevo, pensá en nosotros”.

Bingo.


A los poemas que ya tenia escritos, les agregué otros más que tenía sueltos, parte de un proyecto inconcluso que tuve con una artista plástica de Paraná, que pintaba acuarelas, y que se acoplaron bastante bien a los primeros; y así salió el libro.

¿Hay un puente tendido entre ambos compendios de poemas?

No lo sé. La gente que los lea quizá encuentre un puente, pero no soy la persona indicada para decir sí o no.

En la contratapa del libro, Mario Arteca, arriesga una mirada sobre el libro y sus dos partes. 

Claro, él se mete con eso. Y también me gustó mucho lo que escribió Carlos Eguía, que fue mi presentador cuando presentamos el libro en La Plata. Ambos son amigos muy queridos.

¿Por qué Falso testimonio?

Porque parece un testimonio, pero no lo es. Hay un componente de ficción. Yo no hago poesía que procure dar o dejar un testimonio. Tampoco hago poesía militante. Simplemente salió. Yo escribo poemas. Tendrá tal o cual impacto dependiendo de quién lo reciba. La poesía reunida de Luis Chaves, el poeta costarriquense, amigo mío, se llama Falso documental, que es un género, y en el caso mío, no se si laburo un género, pero es un falso testimonio.

El uso del diálogo dentro de los versos, que en el libro está presente como procedimiento literario, ¿ya lo habías utilizado?

Lo usé, como punto de partida, a partir de los diálogos de la película. No es un recurso habitual para mí, sino que el tema se prestaba para que lo utilice.

¿Tuviste que trabajarlo mucho al recurso?

Yo sentí que corría solo. No hizo falta más que una cepillada final, y vuelvo a lo que decía al principio: de golpe sentí que todo estaba dentro mío y que lo único que tenía que hacer era escribir lo que me iba pasando.

¿Vos les pasas los poemas a esos dos o tres lectores de confianza, antes de enviárselos a la editora?

Sí, claro. Me aprobaron, y también me pasaron un par de observaciones, que en algunos casos tuve en cuenta, y en otros no. Una de esas sugerencias fue cambiar el titulo. Y eso no lo iba a negociar.

En este libro no usas tanto el recurso de la ironía y el sentido del humor. ¿A qué se debe?

Me concentré en otros asuntos. El tema no propiciaba una mirada irónica.

De todos modos hay un par de destellos.

Sí, pero más que nada son destellos que podrían indicar que el autor no se termina de tomar en serio a sí mismo. Mis libros que sí tienen humor, han salido así. Lo más parecido que puedo tener yo a un proyecto literario, es que ningún libro se parezca. O que dialoguen entre sí, libros que tienen quince años de diferencia.

//

Nacido y criado en La Plata, cuando la ciudad sufrió la inundación más grave de su historia, en abril de 2013, Horacio estaba viviendo en Buenos Aires. “Lo vi por la tele y me destrozó”, cuenta. “Fue algo brutal y repentino, y en cuestión de horas la ciudad se tapó de agua y los cuerpos flotaban por las calles. Me angustié espantosamente”, recuerda. Y aquella experiencia personal y colectiva salpica los poemas e Falso testimonio -y también otros libros de su obra -, como así también la dictadura, la guerra de Malvinas y las marchas de 1982, en abril, convocada por la CGT de Ubaldini, y en diciembre, por una multisectorial, en la que un comando parapolicial asesina a Dalmiro Flores, un obrero metalúrgico.

En el diálogo que establece Horacio entre la pareja pandémica, se lee un yo empírico, por un lado argentino, de clase 58, pero también al platense que sufrió el horror de la inundación de 2013.

Se lee en un fragmento de un poema:


Pieles humanas que flotan,

como en aquella

inundación de aquel abril.

Todavía en el frescor

del atroz,

el terrible aquel abril.


Y otro:


Diez mil grados

hacía en la plaza.

Era la temperatura

del sol de aquella tarde.

O fue en marzo del 82

que cobramos feo

y enseguida vino

lo de las islas?

O diciembre del 82?

pasto sobre los pies,

pasto bajo los cuerpos

En las islas. Pasto

sobre los huesos

de Dalmiro Flores.

//

Horacio, en una lectura.

¿Estás participando de la agenda cultural de La Plata?

Este año, no. El año pasado y el anterior tuve participaciones en la Feria Edita (Feria de Editoriales Independientes), pero este año me tomé un descanso. Eso sí: voy a pasar tomar unos mates con algunos amigos.

Acá en CABA ya se hicieron dos ediciones de la FED.

Sí, pero a mí me gusta más la Edita. Está organizada por un colectivo de editoriales, que funciona en la librería Malisia, con algún aporte de la Provincia. Es una feria que ya tiene nueve años de recorrido. Tienen una química distinta a la FED, en la que están camuflados los pulpos editoriales. En cambio esta otra es de editoriales estrictamente independientes. Acá no hay un stand de Planeta, y además, en La Plata, tal como sucede con las bandas de rock, la gente es muy fiel con la Edita.

Se trata de una ciudad con una fuerte actividad editorial.

Sí, pero lo editorial resurgió con mucha fuerza en la última década, porque estuvo muy planchado durante mucho tiempo. Hoy se puede decir que hay una comunidad literaria, cosa que no siempre sucedió.

¿El resurgimiento tiene que ver con un impulso de parte de la Provincia?

No, el impulso inicial fue de parte del sector autogestivo, y después vino el apoyo. Imaginate que durante el gobierno de Vidal no hubo ningún tipo de apoyo.

Tampoco con Scioli.

Ni hablar. Mirá dónde terminó.

//

Otros fogonazos del libro, con el sello reconocible del yo poético de Horacio.

- Quién sos? – No sé.

Nadie todavía.


No siempre lloré bien

pero lo hice.


¿Era tu último día por acá?

En estos tiempos

siempre es el último día.

//

En 1999, Horacio publicó su primer libro de poesía: Caballo en la catedral (El Broche); luego llegaron Zona muerta (2004, La Bohemia); Elegías (2008, Al Margen), reeditado por Determinado Rumor en 2011; Tolosa (2010, Eloísa Cartonera); Pájaro en el palo (2012, Civiles iletrados, Uruguay); y El sueño de las antenas (2013, Vox Senda). En 2016, Horacio publicó Cerrá cuando te vayas (Club Hem Editores); y luego llegaron La patada de chancho (2016, Zindo & Gafuri); El pantano (2017, Malisia); y Poemas contra un ventilador (2019, Caleta Olivia). En 2019 también compiló un libro para el sello municipal de la Ciudad, La Comuna Ediciones: Poesía - 24 poetas. En  2021 publicó el ensayo Tilos secos, diagonales rotas (Pixel editora) y en 2023 Caleta Olivia la reeditó Poemas contra un ventilador. Su poesía fue publicada en Uruguay, Brasil, Chile, México, Cuba y España.

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

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