Gremiales Militancia Historia

Agustín Tosco y el sindicalismo combativo

A partir de la elección de las nuevas autoridades de la CGT, y el en trillado anuncio del gobierno libertario de que impulsará una reforma laboral, el historiador quilmeño Matías Escot recupera la figura de un sindicalista combativo de la historia grande del movimiento obrero argentino, quien falleció hace cincuenta años: El Gringo Tosco.

13 de Noviembre de 2025

“Te dejo por acá Gringo -le dije-, mientras frenaba el coche cerca de un tronco seco, tumbado por ahí, entre los pastizales. El Gringo no dijo nada, murmuró apenas un saludo y se bajó. Lo ví entonces por el espejo retrovisor, de pie a un costado del auto, mientras yo volvía a arrancar para seguir viaje. Lo fui perdiendo de vista de a poco. Se lo fue tragando la sierra”. Esto sucedía, mientras se guardaba en una casita del monte cuando la policía lo buscaba, y hacía una pinza sobre la ciudad encontrar a la subversión.

El relato pertenece a uno de los tantos compañeros que ayudaban en la unidad y organización de la lucha obrera, Hugo Montero. Corría mediados del 68, y por aquel entonces la juventud francesa tomaba las calles y las universidades, y en nuestro país se luchaba de distintos planos contra la dictadura de Juan Carlos Onganía y el ajuste económico de su ministro Adalbert Krieger Vasena, en ese extraño cruce de los militares conservadores argentinos con economistas de recetas ultraliberales.

Y lo decimos otra vez: lucha obrera. Allí estaba el líder gremial de Luz y Fuerza, lector, marxista, parte de un sindicalismo combativo. Se lo va tragando la sierra como cuenta Hugo Montero; el hombre en cuestión es Agustín Tosco.

Entre libros de electricidad, Marx y Trosky

Nacido de una familia humilde, de emigrantes piamonteses, un 22 de mayo de 1930 en Coronel Moldes, departamento de Río Cuarto. Se educó en la Escuela del Trabajo, Artes y Oficios “Presidente Roca” de la Ciudad de Córdoba; y posteriormente se inscribió en la Universidad Obrera – Universidad Tecnológica Nacional –; para estudiar la carrera de Técnico Electricista, que posteriormente abandonó.

A su mayoría de edad entró en la Empresa Provincial de Energía Eléctrica de Córdoba (EPEC), como electricista ayudante en el taller electromecánico de la Central Mendoza.

Además de sus lecturas técnicas, el Gringo ya había leído a Howard Fast, John Steinbeck, Victor Hugo y José Ingenieros, y a sus veinte años ya contaba con una pequeña biblioteca personal a la que sumó Marx, Lenin y Trosky. Así se formó este dirigente con lecturas cruzadas entre técnica y humanismo.

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Era otra Argentina, un sindicato con buenos sueldos, estabilidad laboral, y con obreros calificados. Son esos trabajadores los que junto a los estudiantes, provocaron una gran movilización popular: el Cordobazo de 1969. El acontecimiento provocará el principio del fin del gobierno del General Onganía, y para el historiador Norberto Galasso, el ingreso a la virulenta década del 70.

Pintura: Nora Patrich.

La CGT, Ongaro y la burocracia sindical

Tosco no está solo y representa una nueva camada de sindicalistas rebeldes, de orientación marxista, con una profunda repulsión a la burocracia sindical. En esa línea se encuentran Raimundo Ongaro, René Salamanca, Atilio López, Elpidio Torres. La concepción de estos protagonistas surge de la construcción gremial, que tiene su expresión en los Programas de la Falda (1957) y Huerta Grande (1962); pero fundamentalmente, en la construcción de la estrategia de la unidad en la lucha, donde convergen gremios y dirigentes de distinta extracción partidaria y tradición sindical.

Precisamente en aquellos finales años de la década del 60, mientras sonaban los Beatles, Rolling Stones y nuestro folclore entonaba un nuevo cancionero, encabezados por una joven tucumana, Mercedes Sosa, hacia el interior del movimiento obrero, había disputas. Desde los sectores más combativos se intentaba dar batalla a ese sindicalismo burocrático encabezado por Augusto Vandor, quien negociaba con el poder militar, y creía en un “peronismo sin Perón”, con el general en el exilio y el partido peronista proscripto.

Es así que en marzo de 1968 surge la CGT de los Argentinos, disidente a la CGT Azopardo, la oficialista, con las figuras de Raimundo Ongaro y Agustín Tosco. A fuerza de liderazgo, compromiso, militancia y una relación fluída con las bases, Tosco conduce el Sindicato de Luz y Fuerza. Llegará a liderar 3.000 afiliados, y a contar con un delegado cada quince trabajadores. Además el sindicato manejará sus propios fondos. Ideológicamente el sindicato se reconoce peronista, pero apoya a su conducción que es más transformadora, dialéctica, y marxista.

Además el Gringo era un obrero más, aunque con un ritmo infernal, su jornada arrancaba muy temprano, a las 5.30 de la mañana, porque fichaba a las 6.30 y trabajaba hasta las 13.40. Luego de almorzar, se echaba una siesta. Desde las 17 hasta las 22 trabajaba en el sindicato, y había veces que solía irse a su casa de madrugada.

Acerca de la relación entre teoría y praxis, el Gringo creía que además de la teoría habría que sufrir y transpirar, e ingresar en el plano de la acción, de la praxis. Decía“El sindicato es una herramienta que nos puede ayudar, por eso luchamos para recuperarlo. El socialismo no se construye sólo con arsenales ideológicos. Para que la locomotora marche hay que arremangarse, agarrar la pala y echar carbón a la caldera. Uno se ensucia transpira y sufre calor, pero la locomotora se mueve. Con grandes teorías y discursos solamente, la locomotora se queda donde está”.

Muchas veces volvía del sindicato y cebaba mate hasta las dos o tres de la mañana, ya en aquella primera pensión en Córdoba, era meta tango, y milonga, le gustaba guitarrear y lo hacía bien, en el tocadisco sonaba Gardel y Canaro. Este referente del movimiento sindical de los 70, fue activista y preso político en la dictadura de Juan Onganía y Agustín Lanusse.

De la libertad a la clandestinidad

Un 25 de septiembre de 1972 recuperó su libertad después de estar un año y medio preso. ¿Su delito? Haber defendido los derechos de los trabajadores y combatido contra la falta de libertades públicas, civiles y sindicales. No quiso fugarse en aquellos episodios de Trellew, que terminaron en los fusilamientos, en agosto de 1972. Creía con firmeza que el gremio no podía tener su líder clandestino.

La intervención contra el gobierno progresista de Obregón Cano y Atilio López en su provincia y las amenazas de la Triple A, lo obligan a pasar a la clandestinidad en octubre de 1974. Antes, en 1973, apoyó desde la provincia de Córdoba la fórmula del FREJULI, Héctor Cámpora y Solano Lima.

Una encefalitis bacteriana terminó con su vida en 1975 no pudiendo ser bien atendido mientras escapaba de las fuerzas represoras.

Se cumplen 50 años del deceso de este gran dirigente sindical, aunque está vivo su legado.

La necesidad de retomar su legado

Citamos otras palabras de Tosco

'Los sindicatos históricamente no son el apéndice del sistema sino que nacieron como respuesta a la explotación de un mundo eminentemente liberal. Las organizaciones sindicales fueron prohibidas, sus militantes perseguidos y encarcelados so pretexto que conspiraban contra la libertad, la libertad de trabajo, del libre juego de la oferta y la demanda, contra la libre iniciativa (…) La lucha del movimiento obrero está teñida de sangre y sacrificios. La lucha del movimiento obrero organizado, es la lucha por las reivindicaciones de carácter particular y general de los trabajadores”.

En estos días que la Confederación General de Trabajo cambió sus autoridades, mientras que en el país arrecia una crisis de representación política y sindical, y con una reforma laboral planteada por el gobierno libertario y aclamada por la clase dominante, es preciso que resurja el Gringo como arma de combate. Recuperar liderazgos rebeldes y cuestionadores de un status quo que plantean la regresión de los derechos conquistados, de una libertad para lobos en un gallinero.

¿Y si nos animamos a soñar con un sindicalismo más combativo? ¿Y si tal vez sea necesario para que los sindicatos recuperen dinamismo que se renueven más seguido sus autoridades?

Tosco representaba a sus bases y muchos sindicalistas en la actualidad dejaron de representar a sus afiliados. Si bien el país es otro, será necesario sindicatos que lejos de la “transa” se animen a dar pelea en los tiempos que se avecinan.

Ahí va el gringo, marchando junto a los trabajadores de Luz y Fuerza, enfrentando a la dictadura no sólo militar, sino también económica. Lleva un grito en la voz, revolución obrera y popular. Como en el cuarto de su pensión que suene un tango de Canaro, y cruce el hombre con su mameluco, emergiendo de las sierras, como un halo de luz; como un rayo de esperanza.

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