Militancia Peronismo

Cuando estás tú

La tribuna de La Cámpora fue una fiesta, porque la militancia, aparte de la entrega y los sacrificios que realiza en los territorios de lunes a lunes, también se destaca por la mística que corporiza de manera colectiva y efusiva en marchas, movilizaciones y actos, en especial, en los que habla ella, La Jefa.

Si Cristina quiere que sacrifiquemos el Día de la Militancia Peronista por uno más amplio, en el que quepan todos, el Día de la Militancia Argentina, por ejemplo, contará con nosotros; si no quiere que bajemos de la tribuna una silbatina ensordecedora contra Macri, Milei o Milman, cada vez que hace referencia a ellos, sin mencionarlos, nos comeremos los dedos y ataremos la lengua; si quiere que viajemos a la luna y armemos una misa india para escucharla allá, lo haremos.

Desde muy temprano, la militancia se organizó para que el encuentro en el Diego Armando Maradona fuese una fiesta. Sobraban los motivos: cincuenta años del regreso al país del General Perón, luego de 17 años de proscripción, y Cristina sería la única oradora de un acto multitudinario en el que no solo volvería a dar una clase de historia y política, sino que aparte podría llegar a calzarse el trajecito de candidata para el 2023.  

En el amplio boulevard platense que te lleva hasta el estadio, las imágenes, aromas y sonidos remitían a otros encuentros populares que una buena parte que los asistentes al acto alguna vez disfrutaron: recitales, partidos de fútbol y actos políticos, mucho puesto de comida, bebida y liturgia e iconografía impresa en remeras, banderas, gorros y pines remitía al kirchnerismo y en especial a la gigantesca figura de Cristina; el clima, el sentimiento colectivo, era el de una fiesta popular.

La cabecera asignada para La Cámpora se llenó tres horas antes del arranque del acto. La excitación y algarabía era total. Compañeros y compañeras de todo el país, que habían llegado en micro pero también en combis, autos particulares y tren. En el ingreso, fue la propia organización la que garantizó el cacheo, e incluso el uso de detectores de metales (lo mismo sucedió en los otros ingresos: fueron las organizaciones las que tuvieron a cargo la seguridad). Hubo paciencia y comprensión de parte de los y las militantes, a pesar de la ansiedad por llegar a la tribuna y de haber viajado durante varias horas.

Una vez adentro, todos los teníamos claro: aparte de escuchar a Cristina, queríamos volver a protagonizar nuestra propia fiesta. Y sucedió, y todavía lo estamos disfrutando, llenos de imágenes y emociones, porque el cancionero, el brazo en alto, la garganta colorada y la afonía, la mirada emocionada posada en el compañero, saberse parte de una organización tan masiva y comprometida con la realidad cambiante del país, es quizá una de las instancias más puras y reconfortantes de la vida militante. La tribuna estaba estallada, no cabía un pibe o piba más, y hubo ocupar la explanada que hay en la parte superior. Las flameadoras, los paraguas, el agua revoleada al aire, los carteles con el rostro de Cristina.

La tribuna había sido acondicionada el día anterior con largos trapos azules y blancos, que servirían para que muchos se colgasen de los paraavalanchas, una gran bandera en lo alto, y un telón con la cita de la canción de Marco Antonio Solís: “Era tan diferente cuando estabas tú”, que sería desplegado dos veces, a lo largo del acto, y frente a los ojos de las sesenta mil almas.

Hubo que esperar para poder desplegar el cancionero, porque los organizadores del acto hicieron lo que había que hacer: ofrecer música en vivo, entretenimiento para amenizar la espera, que en muchos casos superaba las tres horas. Entonces hubo batalla de gallos, dos DJ y también la presentación de la Mancha de Rolando. En ese rato, hubo solo un par de momentos para hacerse escuchar. Una muestra asomó con fuerza en la previa de la aparición de Cristina, y la otra, ya con el estadio en absoluto silencio, cuando se comenzó a dialogar con la conductora del movimiento en pleno discurso, y se cantó la última gran novedad del cancionero, nacida al calor de la patriada que se realizó frente a su casa, durante diez días, a finales de agosto pasado (acá le hicimos una nota a su autor).

Fue en el cierre del acto, cuando ahora sí se desplegó el cancionero completo, de cara a un estadio que de a poco se iba desagotando, y tal como había sucedido en Vélez primero, en 2013, y luego en Racing, en 2017 (aparte del acto propio que se realizó en Argentinos Juniors en 2014), sin el sonido o la música del acto, solo la de la tribuna, el pueblo, la maravillosa música de nuestra generaciones, una y otra, hasta cantarlas todas, canciones que remiten a distintas etapas de la historia reciente, la década ganada, la resistencia al macrismo, la vigilia en lo de Cristina, una década de militancia por un proyecto político inclusivo, todos juntos, sin fisuras, gracias a ella, para ella, que entre tantas definiciones, había dejado una muy especial, teniendo en cuenta la crisis que hoy estamos atravesando: “Podemos volver a hacer esa Argentina, porque ya la hicimos. La gente tiene que volver a hacer esa Argentina que alguna vez tuvieron”.

Pasó la noche, y ahora estamos de nuevo inmersos en la realidad de todos los días, el barrio, la oficina, el colegio, la universidad, la docencia, el oficio en la calle, el sector privado, donde sea, pero el sentimiento colectivo que todavía tenemos impregnado en la piel, es el mismo, y fue la desde la Secretaría de Comunicación de la organización que lograron sintetizarlo en un meme, compartido a las 12.39 de la noche de ayer.

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

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