Política Militancia Peronismo

De la campaña al renunciamiento

El cambio de táctica de CFK, luego del fallo de la justicia federal, y de cara a las presidenciales del 2023, pareciera tener relación con la probada existencia de un Estado paralelo, manejado a gusto por una mafia de empresarios mediáticos, funcionarios macristas, jueces y ex servicios de inteligencia. Los desafíos del campo nacional y popular.

El 17 de noviembre, en el acto organizado por el Día de la Militancia en el Estadio Único de La Plata, CFK dio un gran discurso de campaña. Como escribimos en esta misma columna (https://kranear.com.ar/nota/cristina-en-modo-campana_8423), eso no significa que se haya presentado como candidata (al cántico que la postuló como candidata a presidenta para 2023, se limitó a responder con una frase del General: “todo en su medida y armoniosamente”) pero el espíritu del acto fue sin duda el del inicio de la campaña hacia las presidenciales del año próximo.

¿Qué ocurrió en estas tres semanas para que ese lanzamiento mutara en el “renunciamiento”- para retomar un término propio a la tradición peronista- de la semana pasada, cuando la vicepresidenta adelantó que no se presentaría a ningún cargo electivo una vez concluido su actual mandato?

No lo sabemos, pero podemos inferir que no fue una reacción a la sentencia del Tribunal Oral Federal (TOF) 2 referida a la causa Vialidad. Como acordaban propios y extraños, la sentencia ya estaba escrita desde hace tiempo y nadie dudaba del objetivo final: la inhabilitación perpetua, similar a la que padeció Amado Boudou en la causa Ciccone. La única incógnita, además de los años de cárcel, era si los jueces se animarían a seguir con la asombrosa versión del gobierno asociación ilícita que plantearon los fiscales o irían por un camino apenas menos escandaloso a través de la figura de la administración fraudulenta, como finalmente ocurrió.

En el breve discurso que dio apenas conocida la sentencia tenemos tal vez una pista que podría explicar el cambio de táctica. CFK señala: “El 2 de diciembre de 2019 hablé de Lawfare. Ahora, recientemente, también he rescatado el concepto de Partido Judicial. Tal vez por una suerte de deformación juvenil, muy lectora, muy de teorizar, muy de analizar y esto es mucho más simple, esto no es ni Lawfare, ni Partido Judicial, esto es un estado paralelo y mafia, mafia judicial.” (https://www.cfkargentina.com/lawfare-partido-judicial-mafia-y-estado-paralelo-discurso-completo/)

Para ilustrar el accionar de ese Estado paralelo, CFK mencionó el viaje a Lago Escondido pagado por el Grupo Clarín a jueces, fiscales y funcionarios del gobierno de Rodríguez Larreta: “Si uno mira es como que están todos los fueros federales, el fuero Penal de Comodoro Py: Ercolini, Yadarola: Penal Económico, Cayssials: Contencioso Administrativo, faltaría la Cámara en lo Civil y Comercial, pero esa dicen que ni siquiera hace falta porque es una Cámara que normalmente se la conoce, o se la conocía en la jerga como en lo Comercial y Clarín.”

El análisis de los chats entre estos viejos amigos, machos Alfa entregados por dos noches con vista al lago y un vuelo en avión privado, ilustra el modus operandi de esa mafia, la impunidad absoluta con la que acciona (proponen una generosa serie de delitos, desde incentivar falsos testimonios hasta confeccionar facturas falsas e incluso amenazar a funcionarios que no estén dispuestos a ayudarlos) pero, sobre todo, la absoluta subordinación de jueces y funcionarios a los representantes del Grupo Clarín. No son socios, son empleados que a lo sumo participan en las ganancias.

Sigue CFK: “¡Ojo! No creas que es solamente contra los políticos que no aceptamos… No, no, no, es el que también te cobra lo que quiere del celular, lo que quiere de internet, lo que quiere de prepagas, lo que quiere de todos los que fijan los precios, lo que no podés protestar, lo que tenés que agarrar el ticket y pagarlo o sino devolver las cosas del carro del supermercado. Es el poder en la Argentina. El poder económico y mediático que controla, en una suerte de Estado paralelo, y que coarta. Que coarta permanentemente. Entonces, además, es también un sistema disciplinador.”

Lo novedoso en el análisis de CFK, creo, es el salto del concepto del Lawfare- la persecución política a través de jueces y fiscales como antes se resolvía con generales y almirantes- a la idea de un Estado paralelo, una mafia enquistada en las propias instituciones de la república. Es un mal permanente y por eso mucho más poderoso. Ya no alcanza con ganar elecciones, como lo constata la propia vicepresidenta, la política con mayor caudal electoral del país jaqueada por causas jurídicamente insostenibles, apenas apuntaladas por las campañas mediáticas.

Con su decisión, CFK “adelanta” la proscripción y patea el tablero. Denuncia que el pacto democrático de 1983 voló por los aires y al hacerlo hace volar por los aires la ficción republicana de los poderes legítimos e independientes, una ficción mantenida hasta ahora por el presidente Alberto Fernández, más allá de sus quejas reiteradas hacia los jueces o las de Carlos Soria, su ministro comentarista. CFK obliga al presidente a salir del letargo que padece desde que asumió cuando denunció “los sótanos de la democracia” sin que esa declaración poderosa haya generado algún correlato en la realidad. Más allá de que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) ya no espíe a opositores o que el presidente se vanaglorie de no tener más operadores judiciales, el funcionamiento mafioso de la justicia federal sigue siendo el mismo que durante el gobierno de Cambiemos. El procurador eternamente interino Eduardo Casal sigue ahí, como el juez viajante Julián Ercolini o el fiscal procesado Carlos Stornelli. No se trata de nombres sueltos sino del funcionamiento aceitado de un Estado paralelo. El problema es político y sólo lo puede resolver la política, nos recuerda CFK, y lo que parece plantear es que si el poder de ese Estado paralelo es inmenso, el primer paso para combatirlo consiste en explicitarlo, no en seguir ocultando su accionar bajo una ficción que nos tranquilice y nos lleve hacia el peor final: la impotencia virtuosa, el fracaso anunciado.

Dejar de lado la “ilusión jurídica”, como la llamó el sociólogo Artemio López, consiste en no apostar más desde el Ejecutivo a una autodepuración de la justicia, como en el albor del gobierno del Frente de Todos planteó candorosamente el entonces jefe de Gabinete Santiago Cafiero. ¿El oficialismo tiene las espaldas necesarias para enfrentar con éxito a ese poder? Queda un año para saberlo. No todo el establishment acuerda con el giro antidemocrático opositor, incluso entre quienes no comulgan con el kirchnerismo, ya que muchos consideran que la agenda de tierra arrasada que busca imponer el sector liderado por Mauricio Macri implica el riesgo de una gran inestabilidad social y política. Allí hay un sendero posible a transitar. El planteo de CFK es que sin terminar con el Estado paralelo no hay democracia posible. Las reacciones violentas a sus declaraciones, incluyendo un mensaje mafioso desde el diario La Nación (https://www.cfkargentina.com/de-hijos-hijas-y-mafias/), parecen confirmar su diagnóstico.

Quienes en este contexto se ilusionen con el tan esperado fin del peronismo, deberían recordar que, en algún momento, rodeados de empresarios mandantes y medios entusiastas, los miembros de las juntas militares se sintieron inmortales.

author: Sebastián 'Rinconet' Fernández

Sebastián 'Rinconet' Fernández

Es arquitecto (DPLG-UBA), tuitero (@rinconet), cofundador de La Mesa de Autoayuda K (@LaRadioMAK). Considera que el verdadero desafío consiste en opinar desde la más tenaz ignorancia, ya que sabiendo opina cualquiera.

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