Política

Degradación y quiebre opositor

Luego de la abultada derrota del domingo pasado, tanto en Juntos por el Cambio como en La Libertad Avanza se desató una crisis que, 24 horas después, derivó en una alianza entre Macri y Milei, que profundizó la crisis. Se abre una posibilidad de futuro protagonismo para las boinas blancas.

Chisporroteos, conferencias de prensa, decisiones inconsultas, declaraciones contundentes. Juntos por el Cambio se balancea poniendo a prueba al máximo su elasticidad, su identidad, su unidad.

De los resultados electorales de la primera vuelta del pasado 22 de octubre, puede concluirse que el PRO salió debilitado. La titular del partido triunfó en la interna de comité, en la compulsa para disputar el liderazgo del espacio, pero encontró grandes y graves dificultades para convocar a sectores más amplios de la sociedad. Apurada por izquierda (que ni hace falta) y por derecha por Javier Milei, la candidata de Juntos por el Cambio se balanceó en un no lugar que determinó la medalla de bronce en el podio que nadie recuerda. Se abrazó a la fundación Mediterránea, visitó curas villeros, no sabía para dónde deambular y cayó. Su lugar en el balotaje fue arrebatado por un líder libertario de ascenso meteórico, impresionante, que aún perdedor el domingo pasado, su fuerza experimentó un crecimiento del que no hay muchos antecedentes. De dos diputados a cuarenta en la Cámara Baja. De sobrar espacio en un ascensor, como supo decir él, a llenar el Movistar Arena.

 ¿Y qué significan esos votos a Javier Milei tal vez para Juntos por el Cambio? Son de esos electores que abominan del desastre actual pero también recuerdan la gestión fallida de Mauricio Macri, el padre del Pro. El búnker amarillo se tiñó de gris con la derrota anunciada cristalizada en los monitores.

El partido que se sueña y disputa la liga nacional, se vio limitado al triunfo seguro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Partido vecinal. Pero incluso hasta allí llegó luego de superar en reñidísima elección Jorge Macri a Martín Lousteau. La UCR le mojó la oreja, la interna de la coalición opositora se activó como nunca. ¿Quién dirige y quién acompaña? El partido centenario siguiendo, casi tomado de las narices anteriormente por los amarillos triunfadores y ahora buscando su propio lugar de respetabilidad en el espacio opositor. Con sus intendentes, sus gobernadores revalidados, en cualquier pueblito o localidad remota del interior hay un comité radical. Los jacobinos porteños del Pro viéndose interpelados en su liderazgo por los que triunfaron en sus urbes.

Y la decisión de acompañar a Milei de Bullrich que provoca el cisma. Los radicales no acompañan, con palabras durísimas y utilizando incluso el término vergüenza ajena. La que provoca que la líder de los “viejos meados”, como describieran los extremistas libertarios al voto bullrichista, abrace tres días después al candidato Javier Milei.

Y bien. ¿Derivará el apoyo explícito a Milei en la constitución de una nueva alianza opositora, con la confluencia de halcones cambiemitas y violetas libertarios? Y lo más importante. ¿Habrá llegado el momento en que la UCR se emancipe de la tutela del Pro? Esa alianza fue otro capítulo de su anterior adhesión a Lavagna y otras figuras políticas que la hicieron ir siempre de acompañante en trayectoria decadente, nunca dirigiendo. ¿Podrá el partido centenario liberarse, ya alejado el tiempo generacional, de la imagen del fracaso rotundo de Fernando de la Rúa?

Los protagonistas de esta imagen, declararon que se trataba de un abrazo comparable al que se diesen Perón y Balbín en 1972.

Creo que vale la pena el intento de autonomía con su propia postura ya expresada frente al balotaje, que oscila entre la prescindencia y un apenas disimulado apoyo a Sergio Massa. El radicalismo puede traer no solo experiencia de gestión en vastas provincias y municipios sino la actualización del consenso alfonsinista amenazado por los libertarios: democracia y derechos humanos. También, valores sociales compartidos con el peronismo como la existencia de una educación y una salud pública. Y la posibilidad de enriquecer con debates la agenda.

Creo que, la aparición del ala extremista libertaria, empobreció notablemente la discusión política porque puso en cuestión temas que ya creíamos resueltos por lo menos en cuanto a valores absolutos, aún inmersos en la cotidianeidad de las contradicciones de la realidad: democracia, derechos humanos, derechos sociales, rol del Estado. El gobierno se tuvo que alzar como defensor de lo más elemental ante la interpelación pasada de rosca de una oposición no sólo radical sino radicalizada. El nivel de discusión se empobreció notablemente porque se tuvo que volver a defender la salud pública, la educación, y que los detenidos desaparecidos fueron treinta mil. Retroceder casi cuarenta años, a los inicios de la democracia en que se zanjaron esas discusiones.

Sería muy bueno que, tanto oficialismo y oposición, reediten de aquí en más los acuerdos básicos del consenso alfonsinista y los derechos sociales. Y ponerse a discutir, acordar o confrontar en proyectos que permitan a la economía crecer y a la sociedad ser cada día más inclusiva. Que haya discusiones, que existan rivalidades, disputas de poder pero sobre la arena común de la democracia. La Unión Cívica Radical tiene seguramente mucho que aportar en ese sentido. Partido de entrañas populares, la voz de los inmigrantes que no tenían voz y de los pueblos del interior. Alem, Yrigoyen, también Alvear. Peludos, galeritas, pero democráticos al fin.

Enfrente, se alzan los  cuarenta diputados libertarios dispuestos a cuestionar hasta los cimientos de la sociedad y la democracia. Legítimamente elegidos también.  Con el Pro yendo a su ayuda en el balotaje, todavía pendiente de evaluar los resultados de la movida. Juntos por el Cambio hecho un tembladeral, la UCR intentando volver a ser. Será cuestión de atreverse.  Amarillos derrotados y boinas blancas asomando.

author: Sebastián Giménez

Sebastián Giménez

Escritor y trabajador social. Autor del libro Victoria siempre (Editorial Sudestada), y de relatos cuervos y otros libros setentistas.

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