“Me gusta mucho este lugar. Yo trabajaba allá en frente como camarero y ahora llevo a lavar el auto a aquel lugar”, dijo Santiago Moreno Charpentier, popularmente conocido como “Chano”, desde un escenario ubicado en la avenida Figueroa Alcorta y Pampa, en referencia a los locales comerciales situados a dos cuadras del recital. Las más de 70.000 personas que estábamos viendo aquel show de Tan Biónica en el año 2016, no imaginábamos que cinco años después iba a ser herido de bala en el abdomen por un joven policía, en un hecho confuso, ocurrido en la casa del cantante, en un barrio cerrado, en Exaltación de la Cruz, y que hoy es materia de investigación judicial.
Chano fue operado de urgencia, y según se supo, le extirparon parte del páncreas, el bazo y el riñón izquierdo, y le saturaron una perforación del colon. Hoy continúa internado en el sanatorio porteño Otamendi.
Desde que Tan Biónica dejó de tocar, la vida de Chano no fue la misma. Seguramente un manager inescrupuloso convenció al cantante de hacer una carrera solista. El otro (2018) y El doble (2019) fueron sus discos en solitario. Ahora las ganancias por discos vendidos o entradas a los shows, en lugar de repartirlas entre cuatro, serían todas para él. Pero no tuvo éxito, sino que Chano empezó un raid de episodios violentos, que incluyeron accidentes automovilísticos, relaciones amorosas toxicas y gran exposición mediàtica.
Chano se convirtió en uno de los últimos rockstars de la Argentina, creyéndose que era Jim Morrison.
En 2013 Tan Bionica se consagra definitivamente tras la salida de “Destinología” y su tema “Cuidad Mágica” el primer corte del disco, fue el máximo hit del grupo, y en 2015 y se convirtió en la canción de la campaña electoral que llevó a Mauricio Macri a la presidencia.
Para entonces no había sitio que la banda de los hermanos Moreno Charpentier (Gonzalo «Bambi» tocaba el bajo) no colgaran el cartel de “localidades agotadas”. Recuerdo verlos bajar de un helicóptero para tocar en el Hipódromo de Palermo, una serie de cuatro Luna Park consecutivos, explotados de gente. Sonaban en todas las radios, giras por Latinoamérica. Todas y todos conocían a Tan Bionica. Hasta que en 2016 la banda decide tomarse un tiempo, según se dijo, por los problemas que Chano tenía con sus adicciones.
El caso de Chano me hizo acordar al de otro músico talentoso que fue víctima de sus adicciones, y que hoy está preso por haber asesinado a una persona: Cristian "El Pity" Álvarez. El ex cantante de Viejas Locas e Intoxicados está privado de su libertad desde julio de 2018 en la cárcel federal de Ezeiza. Pity asesinó a Cristian Maximiliano Díaz, más conocido como "El Gringo", luego de una discusión en las torres del barrio Samoré, en Villa Lugano. De acuerdo a lo que informó la policía en aquel entonces, el artista le disparó un tiro en la cara con una pistola calibre 25 y luego lo remató con otros tres disparos en la misma zona.
"Era él o yo" dijo Pity en aquel momento.
A mediados de los 90 irrumpió Viejas Locas con su rock “Barrial” y rompió con todos los modelos. Luis Alberto Spinetta llego a decir que si Pity se ponía a tocar blues, se tenían que ir todos.
Luego el Pity formó Intoxicados, una banda con la que editó cuatro discos, tal como lo había hecho con Viejas Locas. Las mayorías de las canciones son de su autoría. Con el paso del tiempo, Álvarez pasó a ser noticia por hechos policiales más que por su calidad como músico, tal como viene sucediendo con Chano.
Ambos casos tienen varios puntos de contacto: los dos músicos tiene una madre detrás que han hecho lo imposible para ayudar a sus hijos antes de que cometieran un grave error, sin embargo no llegaron a tiempo, hoy uno pelea por su vida en una sale de terapia intensiva y el otro pasa sus días tras las rejas. Ambos son artistas talentosos, carismáticos y la droga los arruinó. “No se bancaron la montaña”, como se dice en el barrio. Evidentemente, las giras, la fama, la exposición, el dinero, hicieron que sus adicciones, que ya traían desde antes de ser famosos, se acrecentaron al llegar a la cima.
También vale la pena poner de relieve la doble vara mediática con la que se juzga a cada músico: no es lo mismo ser un drogadicto “villero” que un drogadicto “cheto”. Con respecto a Chano –que tiene un perfil más lastimero, y vive en un barrio cerrado en Capilla del Señor- se dice que debería haber sido más cuidado. Álvarez sufrió una estigmatización por ser de Lugano, al sur de la Ciudad de Buenos Aires.
Está claro que las drogas no saben de clases sociales, por más que uno consuma paco y el otro, cocaína, los dos terminaron arruinados. La plata y la fama hicieron que se creyeran inmortales, pero parte de la opinión pública, producto también del trato que le dieron a uno y a otro en los medios, ve con distintos ojos ambos casos. Chano tal vez se hizo más conocido entre otras cosas, porque llego a cantar en el programa de Marcelo Tinelli y eso indudablemente te de un salto de popularidad. En cambio Pity es más conocido en el palo del rock, será por eso que con uno tiene más empatía que con el otro.
Esos mismos medios y esa misma opinión pública, prefieren al cheto que al villero, a la historia de un pibe bien que sufre adicciones que a otro que bueno, es lo que le tocó.
Una vez más la doble vara, en este caso sobre dos tipos talentosísimos de distintos extractos sociales que terminaron muy mal a causa del consumo excesivo de drogas que no diferencian entre chicos de zona norte y villeros de Lugano.
Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.