Política

Entrega y traición

El gobierno de la crueldad logró la sanción de su primera ley, costosísima para el bien común y el interés nacional. Los mismos de siempre reprimieron la protesta de las organizaciones y autoconvocados, y peronismo amigable una vez más entregó las banderas históricas por un kiosco o una embajada.

Foto portada: Christian Acuña.

Ayer 12 de junio se escribió una de las páginas más oprobiosas de la historia de nuestro país, no solo por las medidas contenidas en la Ley Bases, sino también por el modo que sancionó, que incluyó operaciones políticas y de prensa, presiones de todo tipo, dádivas y represión en las afueras del Congreso. Así es como históricamente las fuerzas antinacionales avanzan con su programa económico, tal como lo hizo Macri con Cambiemos, la Alianza y Menem, y por supuesto la dictadura del 76.

Ahora se verá que sucede en la Cámara Baja, cuando los 257 diputados vuelvan a tratar el paquete de artículos de la ley Bases, pero en  lo simbólico Milei logró su objetivo, y tiene qué mostrarle a sus detractores, como así también a las corporaciones extranjeras que se frotan las manos con la posibilidad de venir a la Argentina a rapiñar nuestros recursos naturales, sin costo alguno, no solo económico, sino también jurídico.

Los alrededores del Congreso llenaron de manifestantes, a partir de la mañana, y pasado el mediodía ya circulaba la foto área de la plaza colmada, una vez más, por parte de organizaciones gremiales y políticas, los movimientos sociales y sectores de la cultura, los derechos humanos, el movimiento de mujeres y diversidades, aparte de mucho autoconvocado. Sobraban las razones para manifestar el rechazo, porque el proyecto de ley avanza y amenaza no sobre un tema o un derecho, sino sobre muchos. A lo bestia: a lo Milei.

Por esa foto de la plaza llena, una más en seis meses de gobierno, es que la ministra Bullrich ordenó la represión: había que vaciar la plaza y desmantelar la foto de la masiva protesta. Eso hicieron, con la brutalidad de siempre. Aparte, utilizaron grupos de choque infiltrados para quemar y dar vuelta autos, y así, justificar la acción policial para los ojos y oídos de una audiencia que necesita el discurso punitivista para alimentar su odio, engendrado hace mucho tiempo por los mismos que hoy cogobiernan con Milei.

Foto: Catriel Remedi.

Con una prepotencia delictiva, las fuerzas federales y de la Ciudad no solo avanzaron sobre las organizaciones populares, sino también sobre un grupo de diputados y diputadas de la Nación, que en la avenida Entre Ríos, frente al Congreso, intentaban poner un poquito de cordura ante tanta brutalidad.

Wado de Pedro le advirtió a la vicepresidenta Villarruel que no le “reprimiera la palabra”. Se refería a lo literal que estaba sucediendo en ese momento, en el que ella no quería dar lugar a la moción del senador. Pero el trasfondo de esa advertencia no puede dejar de contextualizarse en la historia de Wado, en su disfluencia en el habla, que tiene su origen en una situación traumática: durante la dictadura un grupo de tareas asesinó a su madre, y él sobrevivió a una lluvia de balas gracias a que ella lo resguardó en una bañadera. Wado quedó tartamudo, y huérfano. Aún con dificultades, ayer pudo alzar su voz y defenderse cuando, una vez más, quisieron silenciarlo. Es tan poderoso, y tan poéticamente justo, que justamente Wado haya podido decir eso. Este maltrato de Villarruel sobre Wado De Pedro, y el permiso que se dio la apologista de la dictadura antes de desempatar, y dar un discurso con tono marcial y muy berreta en el contenido, fue un trago durísimo para los que apostamos a la democracia y una Argentina con justicia social.

Como resaltó en un momento de la vorágine de la noche el compañero Manuel Saralegui, los únicos que se mantuvieron estoicos en su posición, en ambas cámaras, fueron los kirchneristas. El resto, podemos decir sin temor a equivocarnos, responden a intereses mucho más espurios, y sobran las muestras sobre sus vaivenes políticos. En muchos de los casos, tal como reza el dicho popular, son capaces de entregar hasta la madre por un voto, o una embajada en la UNESCO.

El desempate que torció Villarruel, tuvo mucho de la tensión del voto no positivo de Cobos, en 2008.

Hay un dato de color que sirve para también para entender la circularidad de la historia y la importancia que tienen las decisiones no solo para el presente sino también para el futuro, y de paso, por qué se habla de conducción estratégica para caracterizar un liderazgo político. Las militantes de La Cámpora Estefanía Cora, de la provincia de Entre Ríos, y Anita Almirón, de Corrientes, iban a ser, en 2023, las que encabezarían las boletas de Unión por la Patria como senadoras de sus provincias, pero Alberto Fernández, en aquel momento presidente de la Nación, pidió que fueran Edgardo Kueider y Carlos Camau Espínola, los dos senadores que acompañaron en el senado la Ley Bases de Milei.

Cristina sabe que salvo alguna excepcionalidad histórica, los y las militantes de La Cámpora nunca traicionarán sus ideas y banderas. El peronismo dialoguista o amigable, el que viene diciendo que hay que darle institucionalidad al nuevo gobierno elegido por el pueblo (aunque entreguen los recursos naturales y las empresas públicas de la Patria, entre otros tantos retrocesos), vota así: a favor del kiosco y en contra del bienestar el pueblo y los intereses del país.

Ayer, en medio de la represión, un compañero se acordó de diciembre de 2001. Trabajaba en una fábrica de zapatillas en Lanús, hacía seis meses que no cobraba. Contra la persiana retumbaban patadas, piedrazos. Del otro lado había un grupo de gente que quería entrar a saquear el galpón. Querían llevarse mercadería, pero también descargar el enojo de la marginalidad, de quedar afuera, de no poder remar más, gente que quería explotar de una vez y para siempre. El dueño le pidió que lo ayudara a defender el lugar. Y el compañero agarró las cajas de zapatillas que le entraban en las manos, le agradeció por todo y se fue. “Yo sé lo que es no tener laburo, no poder terminar el colegio porque a tu vieja no le alcanza ni para darte de morfar. Nuestro trabajo es lo único que tenemos. Hay que tener memoria, y saber transmitirle nuestra experiencia a los que vienen, a los pibes, que crecieron en un país con las cosas medianamente resueltas”. Lo dijo con los ojos rojos por el gas que le tiró la policía. De eso se trata, reconstruir desde la memoria, y saber que se puede, pero siempre de la mano de los que estuvieron de este lado de la historia.

Que sirva para construir lo que sigue: en ambas cámaras, el bloque de Unión por la Patria, se mantuvo firme en sus convicciones (salvo un par de díscolos). Se trata de la primera ley que logra sancionar el gobierno libertario en su medio año de gobierno, y pesar de todo el aparato y la mugre que pusieron en juego para avanzar, rascaron un empate y la traición de dos senadores peronistas; aparte, de sus más de 600 artículos, quedaron 200, y de de las 11 materias para las facultades delegadas, y por dos años, que había pergeñado quien jura con baba en las comisuras de los labios que quiere destruir el Estado por dentro, quedaron solo 4 y por un año.

Foto: Catriel Remedi.

El campo popular, en el que se nuclean expresiones políticas, gremiales y sociales, viene dando una fuerte pelea en los espacios institucionales como el Congreso, pero también en la calle, y ya llegará el momento de cerrar una propuesta electoral. Ahora habrá que seguir apostando a la organización, en especial, de los afectados por este cuarto proceso neoliberal, o para ser más precisos, colonial.

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

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