Entrevistas Política Militancia
“Nosotros queremos representar, y para hacerlo primero tenemos que interpretar, y luego interpelar”
A seis meses de haber asumido su gestión de gobierno, Javier Milei tiene sancionada su Ley Bases y también el paquete fiscal. Las consecuencias son tan evidentes como indignantes: los beneficiarios de las medidas son parte del poder económico local y extranjero, y los perjudicados, del pueblo. Con una crudeza grotesca, el gobierno que había llegado para bajar la inflación, está aplicando una severa regresión en materia de derechos, y soberanía, que constará muchísimo revertir.
El bloque de Unión por la Patria (UP) se mantuvo firme en el rechazo a cada una de las iniciativas que contiene la ley, y el paquete fiscal, y esto hay que destacarlo, teniendo en cuenta no solo la agenda parlamentaria de los próximos meses, sino también la fallida experiencia del entonces Frente de la Victoria, que ni bien asumió Macri en 2016, sufrió un quiebre, con la estampida de un sector del peronismo.
La jujeña Leila Chaher es una de las diputadas nacionales que componen el bloque de UP. Su intervención fue categórica, y denunció las irregularidades y falta de apego a las reglas que cometieron los legisladores oficialistas y sus aliados del PRO. Asumió su banca en 2021, y es la responsable política de La Cámpora en su provincia. En el inicio de la semana, Kranear la fue a ver al Congreso de la Nación, para charlar sobre su agenda parlamentaria, su recorrido militante y sobre todo, del Jujeñazo, que por aquellas horas cumplía un año.
Expresa ahora con vehemencia e impotencia en su oficina vidriada del piso 11 del Anexo del Congreso: “Todavía hoy no hay culpables ni condenados por la feroz represión que ordenó Morales, pero sí luchadores procesados, y un pueblo diezmado”.
En sus redes sociales se puede apreciar que por esas mismas horas la diputada presentó un proyecto de declaración “para expresar preocupación por la impunidad en la que permanecen los delitos cometidos por las fuerzas de seguridad de Jujuy durante la feroz represión de junio del 2023”. Es probable que la letra del instrumento parlamentario se desvanezca en el aire, no obtenga respuestas, pero ella y tantos otros representantes del pueblo del campo popular siguen apostando al uso y provecho de todas las herramientas de la democracia para fijar posición o intervenir ante el amplísimo abanico de temas que componen la realidad nacional. Se sabe: ante el avance del gobierno anarco colonial de Milei, se torna imprescindible volver a insistir con la importancia que tiene la práctica política para defender los intereses de la Nación y los derechos del pueblo.
Leila forma parte de las comisiones de Minería, Agricultura y Ganadería, y Mujeres y Diversidad, entre otras.
Acompañada solo por un mate, en el escritorio, Leila hablará durante unos cuarenta minutos de contra relato, cacería, abusos, impunidad, laboratorio y escucha para volver a proponer un proyecto de futuro. También repasará algo de su historia familiar y recorrido militante.
“Hoy leía una nota de Tiempo Argentino en la que aborda el año del jujeñazo y hablan de la izquierda, y falta nuestra mirada, un contra relato, y eso me preocupa mucho”, dice, y aclara que “no hablo puntualmente de nuestra organización, sino de mi provincia, y ahí adentro, del peronismo. Me interesa que esté nuestra mirada. Hay una mirada de un peronismo dócil a Gerardo Morales, pero hay otro peronismo que no lo es y que tiene representación nacional”.
El tercer espacio, que no menciona, es el propio, compuesto por La Cámpora y otros sectores del kirchnerismo.
Con el primer mate entre las manos, que le acerca una colaboradora, Leila aborda un tema de agenda para cualquier provincia: el federalismo. “Hasta Morales hablaba de federalismo”, ironiza, y plantea que “si vos ves cómo votó el peronismo de Salta, Tucumán y Catamarca –se refiere a la Ley Bases-, ¿de qué federalismo hablan? ¿Cuántos recursos más van a entregar?”, cuestiona. Aparte advierte que la otra campana que circula en el debate público, con respecto a este tema, “es la que exponen los gobernadores radicales, o los patagónicos, que alzaron la voz contra Milei, pero al final resultó un amague, y no pasó nada”. Entonces, dice, “a un año de la reforma constitucional en Jujuy, con una represión despiadada, me parece muy importante dar esta discusión, porque el tema está en tensión y disputa, al tal punto que una senadora de nuestro frente político votó como votó, porque según dijo, era lo que tenía que hacer. Está claro que hay una construcción de un relato que permanentemente intenta romper un proyecto nacional de país”.
De acá se desprende el señalamiento público que Leila le hizo en redes sociales a su colega jujeña, también de UP, Carolina Moisés, por votar en contra de la Ley Bases en general, pero a favor del RIGI en lo particular, en el marco de la tensa y maratónica sesión del pasado 12 de junio en la Cámara Alta, mientras en la calle las fuerzas de seguridad federales reprimían a las organizaciones y se llevaban detenidos a manifestantes y vendedores ambulantes, para intimidar y disciplinar a la sociedad en su derecho a la protesta (con la complicidad siempre dispuesta de la justicia federal, gendarme de los privilegios de los dueños de la Argentina).
“En Jujuy, el relato hegemónico, mediático, de parte de los radicales y una parte del peronismo, es el que asegura que había que votar por la provincia, y no por los intereses partidarios”, subraya Leila, y denuncia que la reforma constitucional que impulsó y materializó Morales, tuvo la complicidad de una parte del peronismo.
La nueva constitución, hoy vigente, cuyas consecuencias todavía no se pueden palpar en el día a día, se sancionó a puertas cerradas, mientras en la calle el gobierno desplegaba una represión brutal. Quizá las imágenes más recordadas sean los cortes de ruta de los pueblos originarios, al pie o sobre los cerros, que salieron a defender su agua, tierra y cielo, pero el conflicto arrancó por un reclamo salarial de los docentes. En ese marco comenzó a sesionar la Convención Constituyente, que hizo su trabajo en catorce días, y sin debate, en un escenario no tan distinto al que tuvo el tratamiento de la Ley Bases en el Congreso de la Nación.
Los únicos procesados por la represión del 2023 son los manifestantes.
“A un año de aquellos hechos, no hay un solo culpable, un solo condenado. Y la responsabilidad es del Poder Judicial, que no solo juega para Morales, sino que siguen persiguiendo a las víctimas de la represión y a sus abogados, los únicos que hoy tienen causas penales abiertas, aparte de sufrir secuelas psicológicas terribles. Es por eso después de demoler cualquier forma de organización en nuestra provincia, el nivel de disciplinamiento que impera en la provincia es muy duro. Quedó un trauma social muy fuerte en la sociedad. Todo fue muy doloroso, y ahora uno se pregunta: ¿Cómo reconstruís el autoestima de un pueblo?”.
Milagro Sala es el rostro de mujer coya y rebelde que Morales persiguió lleno de odio y resentimiento, pero los tentáculos del Estado parapolicial, otra vez, con la complicidad del Superior Tribunal de Justicia local, cooptado con funcionarios propios, atacaron cualquier tipo de resistencia. Fueron contra la organización comunitaria, política y sindical. Pulverizaron a la oposición, y solo quedaron de pie –más bien arrodillados- aquellos dispuestos a negociar. Incluso llegaron a encarcelar por unas horas al ex gobernador, durante dos mandatos, Eduardo Fellner, un hombre con peso en el Partido Justicialista que aparte había presidido la Cámara de Diputados de la Nación. En ese marco, el radicalismo jujeño y sus aliados avanzaron con la reforma constitucional. El pueblo opuso resistencia, ganó las calles, y la respuesta, nada novedosa para un gobierno neoliberal, fue una represión atroz.
Dice Leila: “Cuando asumió Morales en 2016, nosotros dijimos que Jujuy era un laboratorio del proyecto de país que deseaba implementar el gobierno de Macri, con represión, detenciones arbitrarias, armado de causas y criminalización de la protesta, y ahora Milei personifica la versión recargada de aquel proyecto, ya que la Ley Bases, y el DNU, conforman una reforma constitucional encubierta, y la feroz represión y persecución la vimos todos acá en la plaza”.
Leila creció en una familia peronista, una tradición política que comenzó con su abuelo, comprometido con la revolución justicialista de su tiempo, quien llegó a ser diputado provincial del Partido Justicialista de Jujuy. En julio de 1955 fue convocado a Buenos Aires, junto a otros referentes provinciales del partido, para reunirse con Juan Perón. Hacía solo unos días atrás, la Marina bombardeaba la Casa Rosada y la Plaza de Mayo, con la intención de derrocar al hasta entonces dos veces presidente de la Nación y arrebatarle el gobierno. El General les anunció a los legisladores que dejaba el país porque no quería más derramamiento de sangre. Alguien sacó una foto de esa reunión, y al abuelo de Leila se lo ve de pie, con un gesto grave, acorde al tenso y angustiante momento que transitaba el país por el intento de golpe de Estado del antiperonismo.
Esa foto ahora está enmarcada y decora el despacho de su nieta, a un costado del mástil con la bandera argentina. Atrás, las paredes vidriadas del anexo, por las que se puede ver el pulmón del moderno edificio.
A los seis años Leila cantaba de un tirón la Marcha Peronista, pero su adolescencia estuvo atravesada por emociones encontradas, ya que gobernaba un peronista que rifaba el patrimonio nacional y empobrecía a los trabajadores y jubilados. Aparte, y esto sería muy dañino, la política pasó a ser una mala palabra, una vez que también fracasó la experiencia de La Alianza la Argentina estalló en diciembre de 2001.
Ella también estaba enojada, y descreída.
Su padre, vital en su formación humana y política.
Pero algo se le empezó a mover dentro suyo cuando asumió Néstor Kirchner. Leila ya estaba estudiando Administración de Empresas en la Universidad Nacional de Córdoba, y cuando volvía a su casa familiar, una vez por año, notaba que el padre y su hermano mayor destacaban con entusiasmo la política de derechos humanos del gobierno, la renovación de la Corte Suprema de Justicia, y el coraje que tenía para enfrentar a los factores de poder. Eso hizo que ella se interesase más por la nueva realidad nacional, aunque el foco seguía puesto en la carrera y el trabajo que había conseguido en la mutual del personal no docente de la universidad.
Como a tantos otros, el hecho definitivo que la transforma -y en definitiva la trae hasta aquí, el Congreso Nacional- irrumpe en el invierno de 2008: el conflicto con las patronales agrarias. “Yo en ese momento era una peronista empoderada, y no militaba de manera orgánica. Pero ahí hice el clic”, confiesa, y agrega que la decisión fue muy costosa, porque en Córdoba estaba muy sola en su posición.
En 2011, ya como licenciada, vuelve a sus pagos. “Siempre quise militar en La Cámpora”, dice ahora, sonriente, con el cuarto mate en la mano. Y materializaría el deseo un año después, cuando Cristina llevaba un año de mandato de su segundo gobierno, ya sin Néstor. En Jujuy gobernaba el peronismo de Eduardo Fellner, al que ella y su familia apoyaban, pero ella prefirió sumarse a la organización nacional que nucleaba a los jóvenes que se sumaban a la política, atraídos por el avance del kirchnerismo. Advierte, eso sí, que tuvo que transitar un proceso interno para sentirte parte de aquella construcción local, que aparte ya estaba estigmatizada. Señala: “convertirse en un militante requiere un proceso, que va desde el querer ser hasta que te pones la remera”.
Leila menciona el valor de la solidaridad, heredado en su casa, con su gente, que en especial, luego de la muerte de su padre, en 2007, se intensificó, y pasó a ser un rasgo distintivo de su personalidad y mirada del mundo. Durante su estadía en Córdoba, cuando la militancia orgánica ni siquiera era un deseo, ella se sumó a un grupo de curas franciscanos de la iglesia católica que realizaban tareas sociales en un barrio popular. Se involucró muchísimo, tanto que ante una situación de un posible abuso sexual en una familia del barrio, y la sugerencia de ella, ante el cura, de realizar la denuncia ante las autoridades, el representante de Dios le dijo que la tarea de ellos era darle leche a los chicos, jugar con ellos, y que si quería hacer algo más, hiciese política. Y el tono fue despectivo.
Ella se enojó mucho, cambió de grupo religioso, y trabajó la problemática de las personas en situación de calle, con las que se involucró más que sus pares, hasta que ante el pedido que le hizo al cura responsable de hacer un esfuerzo más por una persona que estaba en pésimas condiciones, el representante de Dios le dijo lo mismo que el otro: nosotros llegamos hasta acá, si no te gusta, o alcanza, hace política.
“Finalmente”, dice ella ahora, “todos los caminos me condujeron hasta acá”.
En 2013 ya era una militante todo terreno, y no habría retorno. La vocación había encontrado cauce. En 2015 ella quedó como responsable política en la provincia. “Fue el año que perdimos todo”, recuerda. Se refiere al gobierno nacional, pero también a la provincia, en la que asumiría Gerardo Morales.
En enero, Leila y sus compañeros y compañera, en la movilización convocada por la CGT.
Con respecto a lo que sigue, los desafíos que tiene la organización por delante, señala que “pese a todo, por primera vez en la historia desde que asumió Néstor en el 2003, La Cámpora tiene representatividad en Jujuy. Creo que eso sintetiza una esperanza, ya que en nuestra provincia la política está corporizada. No sé si hay otra provincia donde la política y el poder económico están tan entrelazados. Y esto le cabe al radicalismo y al peronismo, porque son los dueños de Jujuy”. Cree que “haber llegado hasta donde llegamos es un enorme mérito de nuestra organización, que hoy representa lo que nadie logró representar, y que se lo llevó la izquierda, con la figura de Vilca y los 25 puntos que sacó en 2021, en parte, también, por el enojo y la decepción con la política”. Con respecto a su responsabilidad institucional, afirma que “es enorme, porque hoy represento a un electorado que también estaba decepcionado con el peronismo”.
Leila forma parte de una generación de militantes que se formaron y forjaron en la acción política durante los gobiernos kirchneristas primero, y en la resistencia al gobierno de Cambiemos después, e incluso en la fallida experiencia del Frente de Todos en Casa Rosada; se trata de una generación con cuadros políticos en los territorios, y otros ejerciendo responsabilidades institucionales como concejales, legisladores, diputados, senadores e intendentas, en todo el país.
“Nosotros queremos representar, y para hacerlo tenemos que interpretar, y luego interpelar. Esta es nuestra tarea, y acompañando el proceso que esté realizando la sociedad”, advierte, y suma que para que la lectura de la realidad sea profunda, genuina, la sociedad tiene que tener acceso a todas las voces. “Y la nuestra muchas veces no llega. Por eso es tan importante que hable Cristina, porque llega a todos lados”.
El recorrido legislativo de Leila fue vertiginoso. En 2017 fue candidata concejala por Unidad Ciudadana. En 2019 asumió como diputada provincial por el Frente de Todos, y en 2021 encabezó la lista de diputados nacionales de su provincia, por UP, e ingresó al Congreso –su mandato se vence el año que viene-. En 2023 jugó en las PASO, en una de las pocas provincias en las que se habilitó la interna partidaria, por una banca del Senado, y perdió por dos mil votos. La misma banca con la que Carolina Moisés, hace unos días, votó a favor del RIGI.
Lo último que plantea Leila, luego de tomarse otro mate, y retomar la agenda del día, es que no la asusta dar testimonio en soledad sobre la realidad de Jujuy, porque “nosotros allá hace más de ocho años predicamos en soledad, y será la sociedad –una vez más-, la que debe realizar un proceso para definir hacia dónde quiere ir”.
La idea de laboratorio que se le asignó a Jujuy cuando Morales empezó a apoderarse del poder público de su provincia, y sembrar el terror, hoy resuena fuerte en la conciencia de muchos. Leila lo sabe como pocos. Por eso, para despedirse, asegura que “tenemos que conocer de cerca a esa sociedad, porque sino terminamos siendo dirigentes que quieren gobernar sin conocer a su pueblo”.
Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.