"La poesía es la construcción de una voz"
Fue en julio del año pasado que Inés lanzó su propio taller literario. Debido a la pandemia, los encuentros no tuvieron todavía su tradicional y en general cálida versión presencial. “Una de las ventajas del formato digital es que en el taller tengo un chico que vive en Santiago del Estero, una señora de Montreal, otro de Barcelona y un cuarto de Tegucigalpa”, cuenta ella. justamente, a través de la plataforma Zoom.
No le costó la decisión de abrir un taller con su nombre, ponerse a prueba como escritora frente a un otro, u otra. “Tiene que ver con mi rol de docente”, explica, “que empecé a ejercer antes de dar un taller, y que al principio fue de lecturas, u orientación de lecturas, que es lo que sé hacer luego de estudiar Letras”.
La elección de la carrera “fue como un rulo”, grafica, porque escribe desde que era chica. Durante su infancia, que transcurrió entre General Roca y Buenos Aires, se enviaba cartas con distintos amigos. Aparte, escribió un par de cuentos y hasta una novela. Gracias a la influencia de sus padres, ambos médicos, leía mucha literatura infantil y juvenil.
“En el secundario me interesé más en las ciencias sociales, la política, y en un momento, hablando con mi hermano más grande -tiene otros dos hermanos, todos mayores que ella, dos médicos, un abogado- me dijo no estudies en sociales, andá a Puán, que tiene mejor formación, y luego de dar algunas vueltas, porque habías otras carreras que me gustaban, elegí Letras”, detalla.
Cursó la primera mitad de la carrera de un tirón. En la mitad sufrió esas dudas o cansancio que suelen aquejar a quienes eligen las ciencias sociales, travesías de largo aliento, por momentos interminables, pero cerró los ojos y le dio para adelante.
¿La carrera te trabó a la hora de escribir?
“La mayoría de los que escribimos y leemos llegamos a la carrera creyendo que nos iba a aportar por ahí, pero no es eso lo que se enseña en Letras. También circula la idea de que si no escribís algo al nivel de Borges, no escribas nada, y el peso es muy grande, porque aparte todo está atravesado por la teoría literaria. Durante todos esos años no escribí ni una línea de ficción”.
En sus ratos libres -trabaja en el área de Cultura de la Defensoría del Pueblo- escribe poemas como éste, todavía inédito, llamado Cada día:
Palabras
sensaciones, olores
texturas, recuerdos
rumiar hasta entender qué:
entonces escribo
y ya puedo volver a respirar
Inés también asiste a un taller, el de Juan Forn. “Es un espacio que disfruto mucho, y que aparte necesito, de lecturas compartidas, donde también pongo en discusión mis trabajos”, cuenta. “Juan tiene una biblioteca enorme en la que hay autores que no son los que circulan habitualmente. Y eso está buenísimo”, remarca.
El primer taller literario lo hizo con Juan Diego Incardona. Fue en 2009 y ella estaba por terminar la carrera. Los encuentros se realizaban en el Ecunhi, la casa que la Asociación Madres de Plaza de Mayo tiene en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (Ex ESMA). Después llegó el turno de Hernán Vanoli. “Ahí trabajé mi primera novela, Confluencia”, cuenta, y destaca que fue de él de quien tomó la enseñanza de promover entre sus propios talleristas la búsqueda de una voz literaria propia, en lugar de tratar de imponer una forma o convención.
En Confluencia (Alto Pogo, 2017) se cuenta la historia de una comunidad de mujeres que tejen, construyen, un modo de vivir distinto, en el Delta del Tigre, pero también la historia del diagnóstico de su enfermedad, la esclerosis múltiple. La narradora se llama Inés, y quien conozca a la joven autora (34) se dará cuenta que hay mucho de auto ficción. “Me cuesta su relectura”, asume ahora, “porque es un texto muy personal”.
¿Por qué decidiste, luego de escribir tu primera novela, incursionar en la poesía?
“Fui a enriquecer mi prosa, embellecerla, e indagar en un género que no tuve posibilidad de conocer ni en el secundario ni en la facultad”.
Sucedió también, en esa época, en la que Inés trabajaba en el Ministerio de Cultura de la Nación, que tuvo que preparar una antología sobre los doscientos años de poesía en la Argentina. “Estuve todo el verano leyendo poesía, sin parar, y fue ahí que me salió un poema, y luego otro, y dije bueno, empiezo un taller para ver qué es esto que está saliendo. Arranqué con Osvaldo Bossi y medio año después llegué a lo de Laura Wittner. Un tiempo después publiqué un mi libro La ilusión de la larga noche (Santos Locos, 2019)”, relata.
“Yo me aburro un poco de los géneros”, tira, confidente. “Lo primero que publiqué fue una novela-crónica, que discute un poco con las formas estereotipadas, después escribí un libro de poemas, luego fui por los cuentos y ahora estoy con una novela. O sea, necesito descansar de los géneros. Voy rotando las búsqueda expresivas”.
Fue en 2013 que le diagnosticaron la enfermedad, y su vida y concepción del mundo cambió para siempre. El cimbronazo repercutió también en su ficción y poesía, por supuesto. Dice: “la poesía es la construcción de una voz. Cómo no voy a nombrar el cuerpo doliente en mi poesía, si es parte de mi realidad”, y explica que su abordaje tiene que ver con “correrse de la victimización, o de esa idea de sacar a la luz las heridas para que sanen” y “poner mi voz singular a disposición de una construcción colectiva”.
Sobre esa construcción referirá que “muchas personas que padecen la enfermedad, o se le están diagnosticando, o sus familiares, conocidos, me contactan por haber leído la novela para decirme que les sirvió mucho. Todo el tiempo me escribe gente para preguntarme dónde me trato, con quién, qué consejos tengo para dar, y unas cuantas las derivé con mi neuróloga”.
Dice en Corriente, otro poema inédito:
Tengo un vínculo tan débil
con la vida
que cuando me agarro
de algo hago tanta fuerza
que lo rompo
La historia de Inés tuvo mucha difusión gracias a una nota que escribió en 2016 para la sección Mundos íntimos del diario Clarín. “Sabía lo que estaba haciendo”, aclara, y explica que “cuando googleás esclerosis múltiple, aparte de aparecer mucha desinformación, aparece esta nota, donde yo cuento mi experiencia, que le sirve a muchos”. Y cierra: “Lo primero que me dijeron cuando me diagnosticaron fue no googleés”.
Zoom, la plataforma pandémica.
Cultura Nación
Inés trabajó durante el 2014 y 2015 en el área de políticas socioculturales del Ministerio de Cultura de la Nación. Fue un laburo corto y muy intenso, que la llenó de satisfacciones. Junto a un equipo de militantes políticos y de la cultura, en las oficinas del aristocrático edificio de la avenida Alvear, diseñaron mucha política pública para fomentar y difundir la lectura, la escritura y el trabajo de las editoriales independientes, no solo entre los sectores medios sino también en los barrios populares.
Entre otros tanques, organizaron el Encuentro de la palabra, en Tecnópolis, lanzaron la colección de narrativa contemporánea Leer es futuro, el concurso federal de relatos Héroes: La historia la ganan los que escriben, y cuyos ganadores accedieron a un trabajo de clínica de obra, y también la iniciativa El pasillo de las editoriales, en el Encuentro de la palabra, que le daría nacimiento a una experiencia cooperativa entre editoriales, muy interesante, como es hoy La Coop. Aparte, crearon una red federal de poesía junto a la cartera de Educación, trabajaron fuerte con las ferias editoriales de todo el país, lanzaron el programa Verano de emociones y le dieron impulso a la nueva biblioteca de Libros y casas.
Biblioteca al paso
“Cuando me quedé sin ese trabajo pensé en cómo seguir difundiendo la lectura y la cultura desde mi cuadra, ya sin los recursos del Estado pero sí con el interés y los conocimientos, y ahí surgió la idea de poner una biblioteca en el cantero de mi casa, que armó un carpintero, con una leyenda que decía 'dejá un libro y llevá otro'”, recuerda.
La iniciativa tuvo repercusión y distintos colectivos se conectaron con ella para replicar la idea. Armó una página de Facebook en la que estaban georefenciadas las postas y se dedicó a brindar información para que la iniciativa siguiera creciendo. “Cuando me fui de barrio (Parque Chas), a la biblioteca la pusimos a la plaza, donde ahora la cuidan un movimiento de vecinos y la unidad básica de la zona”, describe.
“Está buena la iniciativa porque se trata de una intervención del espacio público por medio de los libros, y hay algo ahí que tiene que ver con la socialización de los libros y la cultura”, señala. Aclara, también, que las experiencias más interesantes se produjeron en comunidades como un centro cultural, un jardín de infantes, una escuela primaria, donde no funciona la lógica del desecho, sino la genuina intención de compartir.
¿Proyectos para el 2021?
“Tengo un compromiso con la editorial EME de La Plata para publicar un libro de cuentos, Mirar al sol, y aparte sigo escribiendo poemas para que en algún momento formen parte de un libro, aunque tampoco tengo apuro”, reconoce.
¿Cómo te llevás con necesidad de publicar tus textos?
“Al principio tenía más urgencia, pero ahora no. Hoy prefiero esperar lo que haga falta para publicar un material que signifique un avance”.
¿Cómo medís eso del avance?
“Es subjetivo”, aclara, y suma que “tiene que ver con sentir que lo que estoy haciendo es mejor que lo anterior”. No conforme con la expresión, insiste con la idea, mientras gesticula frente a la pantalla, enérgica. “¿Viste esa sensación de que esto que estás escribiendo está buenísimo, que es lo que mejor que hiciste hasta ahora?”, exclama, sonriente. “Bueno, esa es la búsqueda”, sintetiza, y sonríe, expectante, confiada.
Lecturas
Se define como “muy buena recomendadora de lecturas” y remarca que esto se debe, por lo menos en parte, a que siempre tiene en cuenta al destinatario o destinataria. Le pedimos, entonces, sugerencias de lecturas para una amiga cercana. Puntea: “me encantó Claus y Lucas, de la húngara Agota Kristof, una trilogía increíble. También sumo Las malas, de Camila Sosa Villada, Confesión de Martín Kohan, el libro Poeta chileno, de Alejandro Zambra, y la poesía de Irene Gruss y Juan Bignozzi”.
Las dos últimas poetas le dan vida a dos de los episodios del podcast de poesía Las mostras, maestras de la poesía argentina, que Inés ideó y conduce, y que se pueden escuchar en internet. “Se trata de un ciclo que arrancó con Alfonsina Storni y termina con Gabi De Cicco, una poeta lesbo feminista, trans y no binarie”, detalla. Otros episodios están dedicados a Beatriz Vignoli, Diana Bellessi, Estela Figueroa y Alejandra Pizarnik.
Ella agrega que “el proyecto viene muy bien para acercarse a la poesía y desmitificar esto de que se trata de un género difícil, o que hay que conocerlo para poder escribir, y lo convierte en algo más democrático”. Son episodios de veinte minutos y varias docentes ya la avisaron que van a utilizar el material para sus clases de literatura.
Política
¿Militas en algún espacio?
“Todo lo que hago no es solo para mí sino para un uso colectivo, y visto de otra manera, si tengo una herramienta la pongo a disposición del resto”, responde.
Esto corre tanto la información sobre su enfermedad, la decisión de armar un podcast de poesía de acceso gratuito o la biblioteca al paso. “Lo mismo sucede con mi literatura, que no es elitista, ni difícil, enrevesada, quiero que sea accesible, comprensible, que que tengas que tener conocimientos previos para que te emociones”, dice, y cierra la idea: “ahí está mi militancia. No tengo una orgánica ni partidaria, aunque sí mi camiseta recontra mil puesta”.
Inés va para adelante con su literatura, su docencia, su vida. Tiene claro que si el cuerpo le pide que haga una pausa, lo hace, si tiene que descansar, tira el freno de mano, acude a su neuróloga, pero ni bien puede, retoma sus actividades. Este año, por ahora también pandémico, aunque con la vacuna entre nosotros, tiene planificado seguir avanzando con su doctorado en literatura latinoamericana, y publicar unos cuentos, y luego, probablemente, otra novela, o un ensayo, y eso sí: siempre más poemas.
Este último, El exilio también puede ser interno, también es inédito.
Yo estuve lavando ropa
mientras mucha gente
desapareció
no porque sí
Irene Gruss
No se diezma una generación porque sí
no se dispone de las vidas ajenas
Sin Justicia se premia
a los asesinos
Años atrás
abandoné el deseo
dejé las cosas por la mitad
Mientras afuera
de mi casa
en el barrio
se escuchaban tiros
yo estaba adentro
de mí
amasando con un palo
la impotencia
el odio con la lengua
Me preguntaba
qué se siente dar la vida
por los otros
Ahora veo caer la sangre en el piso
Sangre de mi sangre
y salgo
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