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“Los estados de tristeza también sirven para componer”

Charo Bogarín se presenta el próximo sábado 10/5 en la Ciudad de La Plata, con un espectáculo denominado Canciones entramadas, y Kranear conversó con ella sobre su vuelta a la ciudad de las diagonales, sus raíces indígenas, su carrera artística y la fusión entre los ritmos folclóricos del continente y la música electrónica.

La formoseña Charo Bogarín, también conocida como La Charo, recorre con su voz los ritmos y lenguajes musicales de Sudamérica. Nutrida con la manera de cantar de las mujeres nativas de las etnias argentinas y del estudio del canto lírico, logra un sonido único, poderoso y moderno a la vez. En 2005, junto a Diego Pérez, formaron Tonolec, grupo argentino que fusiona la música electrónica con los cantos ancestrales de su región. Llevan grabados siete discos.

Charo, en su plan solista, tiene tres álbumes editados.

El próximo 10 de mayo, a partir de las 21 horas, la cantante, instrumentista y compositora tocará en el Teatro Metro de La Plata, y en esta entrevista, realizada por correo, la cantante le contó a Kranear cómo será el show en el que presentará su espectáculo Canciones Entramadas, en el combina canciones y ritmos folclóricos de sus tres discos, armada con su bombo legüero y su cuatro venezolano. Aparte, habló sobre su carrera, su formación, sus creencias, el recuerdo de su padre desaparecido por la dictadura del 76, y también sobre la gestión del INAMU  (Instituto Nacional de la Música), de la que es vicepresidenta.

¿Cómo será vuelta a La Plata de La Charo con sus canciones entramadas?

Hace tres años que no voy a La Plata a hacer un concierto mío, de manera que estoy muy contenta de retomar este contacto con el público a través de mis canciones. Vengo a presentar Canciones Entramadas, por primera vez desembarcando en el Teatro Metro, con un repertorio donde iré, y te lo digo poéticamente, entretejiendo un paisaje sonoro indoamericano, con ritmos y melodías que elijo de cada región cultural y me interpela mostrar a mi público, enlazando con mi voz  historias propias y ajenas que he creado como cantora de raíz folclórica. En definitiva, voy a cantar para la gente que es lo que amo hacer.

Siempre volviendo a mis inicios como cantora que fusiona géneros musicales (Tonolec) usaré como telón sonoro, mis pistas electrónicas, sumando en escena como latido de la tierra a mi  bombo legüero y entramando cada canción con las cuerdas de mi cuatro venezolano. 

En este concierto lo acústico se amalgamará con lo electrónico  y  mi repertorio elegido incluirá cantos en lenguas originarias, versiones del cancionero criollo latinoamericano, y canciones de mi propia autoría como no podrían faltar.

Una propuesta estética desde la integración de lo acústico con lo electrónico, de lo moderno con lo folclórico y ancestral y una propuesta ética planteando desde lo musical un qué decir con identidad, la palabra puesta al servicio de los tiempos que corren.

¿Te parece que tendríamos que involucrarnos más con nuestras raíces indígenas?

Cada uno elije sus causas o es motivado por diferentes razones a levantar banderas. Desde mi lugar, con mi sangre guaraní y habiendo recuperado mi ADN nativo de grande y a través de la música y teniendo siempre presente la historia de mi padre desaparecido, he elegido desde la poesía que estén presentes en mi obra como columnas vertebrales y guías. Somos nuestra historia y la memoria siempre va señalándonos el camino correcto. Entre tanta vorágine de las redes sociales, la gente vive sumida en mundos e historias que no le pertenecen, lo que genera vivir en irrealidades y aportar poco al bien común. Desde la música, tomada como herramienta de transformación de mentes y espíritus, creo en las elecciones conscientes a la hora de elegir tareas o realizar obras artísticas.

Si me parece que nos falta involucrarnos más con la realidad que nos rodea, seguro que sí. Con nuestros pueblos indígenas, seguro que sí también. Está bien diagnosticar pero también aportar para que esto cambie. Yo trato de hacerlo desde mi música, e incluso desde mi gestión en el INAMU, donde hemos inaugurado el año pasado la Fonoteca de Arte Sonoro Indígena, un reservorio digital de cientos de canciones en lenguas originarias de libre acceso para la gente. No se ama lo que no se conoce, entonces mi tarea es difundir a través del canto, eso que está presente, que correr por nuestras venas, pero no se visibiliza.

Con el cuatro venezolano, a todos lados.

¿Cómo surge la fusión de folclore con la electrónica? ¿Y de dónde surge la idea de fusionar ambos estilos musicales?

A fines de los 90, la música electrónica era parte de nuestras vidas, hablo de cuando éramos veinteañeros. Yo estaba dejando el periodismo de a poco e introduciéndome al mundo de la música. Conocí en el año 2000 a Diego Pérez, mi compañero de Tonolec, y de ahí en más proyectamos estar juntos haciendo música. Nuestra propuesta fue mixturar sonidos electrónicos con la música folclórica. Me tocó investigar los cantos en lenguas originarias. Versionamos cantos ancestrales en lengua en qom, cantos en guaraní y compuse canciones propias en estas lenguas. Cuando salió al mundo en 2005 nuestro proyecto fue representativo de los tiempos que corrían, donde la inclusión, la fusión y mixtura de géneros musicales era lo más novedoso.  También había un auge de lo autóctono, y un realce de la mirada ya no condescendiente sino de admiración hacia nuestros pueblos originarios. Fue impactante ver como nuestra música gustaba en los diferentes ámbitos y en las diferentes generaciones, desde niños hasta adultos y ancianos escuchaban Tonolec. Pudimos abarcar todas las franjas etarias y difundir desde el orgullo de tener sangre nativa, la verdadera música de raíz de nuestro norte argentino.

Desde hace un par de años, como venimos desarrollando nuestras carreras en solitario, ambos hicimos un impase al proyecto, pero aún seguimos conversando y tramando el día en que volveremos.

A la hora de componer, ¿qué te inspira, en qué momento escribís, o como pensás cada canción?

Hay épocas que son más propicias para componer canciones y es muy personal cuando ocurre ese momento. De repente puedo en una semana bajar tres canciones al hilo y después por un año no componer absolutamente nada y sentirme cómoda con eso. Los instrumentos me inspiran a la hora de componer, también los paisajes y  las historias propias o ajenas de amor. Los estados de tristeza también sirven para componer.

Los ritmos también me inspiran a crear una letra y entrar en universos que antes no habitaba; por ejemplo cuando compuse las dos cumbias para mi último disco Formoseña que salió en 2022, escuchaba mucho a Totó la momposina, cantora de cumbia colombiana, donde se fusionan los tambores negros con las flautas indígenas.

Generalmente primero viene la música y luego la letra que la voy trabajando y macerando con el tiempo cuando no me convencen del todo los versos. Crear una canción es como ser un alquimista, saber poner en la medida exacta cada elemento, o saber combinar en el caso de los versos cada palabra para que se genere finalmente la magia.

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El 12 de septiembre de 1976, su padre Francisco Javier 'Pancho' Bogarín, congresal nacional por la provincia de Formosa, fue desaparecido y asesinado por la última dictadura cívico militar. Su madre dejó la provincia, junto a ella y su hermana, y se instaló en Resistencia, Chaco.

Con el dúo Tonolec, La Charo grabó los discos Tonolec (2005) / Plegaria del árbol negro (2008) / Folk - Los pasos labrados (2010) / Tonolec acústico (DVD) (2011) / Cantos de la tierra sin mal (2014) / Tonolec: Cancionero (anexo al libro La Celebración: Cancionero 2005-2015) (2015)  y Mitai (2017).

Y como artista solista, la artista formoseña grabó La Charo (2018) / Legado (2019) y La Formoseña (2022).

author: Rodrigo García

Rodrigo García

Periodista especializado en Cultura y Rock Argentino.

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