Memoria de una organización comunitaria
Todo está guardado en la memoria, canta León Gieco, para transmitir la idea de que hay que preservar experiencias vitales para garantizar el futuro. En ese sentido, un grupo de militantes territoriales del Bajo Flores, junto a referentes históricos de la zona, representantes de distintas instituciones comunitarias, docentes, archivistas, fotógrafas y vecinos y vecinas, se organizaron hace más de un año con el objetivo de crear un archivo con la memoria del Bajo Flores. Una historia viva conformada por papeles, archivo audiovisual, testimonios orales, pero en especial, las distintos relatos de lucha y organización de un barrio emblema de la Ciudad de Buenos Aires, aparte de sus raíces, las comunidades migrantes que lo fueron poblando, sus costumbres, festividades y anhelos.
Toda esta enorme y riquísima memoria barrial y colectiva ya tiene forma de sitio web, y será presentado por este grupo de trabajo el próximo 20 de diciembre, en el corazón histórico del barrio, emblema de resistencia y amor por el prójimo: la parroquia Madre del Pueblo.
Los organizadores del archivo, de modo arbitrario, decidieron que para este proyecto, cuando hablan del “Bajo Flores”, incluyen los barrios Ricchiardeli, Illia y Rivadavia. Kranear conversó con uno de ellos, Alejandro Fillippinni, para interiozarse sobre el proyecto, y darle difusión.
¿Cómo y por qué surge la idea?
Esto surge a partir de tres fuentes de inspiración. Una es un archivo de la memoria que existe de la Villa 20, que es bien distinto al nuestro, pero que nos motivó a empezar a juntar documentación, fotos, videos, relatos, murales, publicaciones de medios barriales que estaban diseminadas o fragmentadas, y nos tomamos la tarea de ensamblar las historias, de hacerlas coincidir por lo menos en un mismo espacio.
La otra fuente de inspiración es Ángel Prignano, un historiador que tiene un libro sobre el Bajo Flores, y la tercera es una motivación, más que una fuente, y pasa por contar la historia de un barrio que está oculta en la historiografía oficial de la Ciudad, que si uno mira los libros de historia es una ciudad europea, pujante, con todos los servicios, pero en la que barrios populares que no tienen el mismo derrotero y tienen una larga serie de capítulos de historia propia, ocultos, invisibilizados, marginados de lo que es la Buenos Aires de las luces.
Vista actual del Barrio Ricciardeli. Crédito: Lucas Taboga.
¿Cuál es el objetivo político de la iniciativa?
La idea es contar la identidad barrial y esto tiene que ver con las historias de lucha, de compromiso, de organización social y comunitaria que tiene el Bajo Flores. Nos salimos un poco de esa dinámica en la cual la ciudad tiene que urbanizar al Bajo Flores, que la ciudad tiene que mirar hacia los barrios populares con una mirada civilizatoria. Nosotros proponemos un diálogo bidireccional, es decir, sí a la urbanización, está buenísimo, que la ciudad integre al Bajo Flores, que el Bajo Flores integre a la ciudad, pero la ciudad también se tiene que integrar al Bajo Flores, porque hay un montón de enseñanzas, de sabiduría, de interculturalidad, de solidaridad que los barrios tienen y que nos parece que está bueno como aporte al resto de la ciudad.
Entonces, además de contar este capítulo oculto de la historia de CABA, también lo que intentamos es resaltar sobre todo el aspecto del valor comunitario de la organización barrial. En el Bajo Flores, como en otros barrios, siempre hubo carencias, negligencia o falta de presencia estatal y ante esto el barrio se fue organizando.
¿Ejemplos?
Cuando en la hiperinflación de Alfonsín había hambre y no se podía garantizar la seguridad alimentaria de los vecinos y vecinas, proliferaron las ollas populares que se hicieron en base a la organización vecinal. Cuando la única salita del barrio que existía no daba más abasto porque era una instalación precaria, el barrio se organizó, cortó la avenida Perito Moreno durante un mes y consiguieron que se construya una sala. Ante la falta de laburo en los 90, los vecinos y vecinas armaron ferias comunitarias en distintas partes del barrio, y entre ellas, La Bonorino, la feria villera más grande de la ciudad; y también, como los bomberos no entraban al barrio, entonces los vecinos se organizaron y armaron un cuerpo de bomberos voluntarios y comunitarios.
Y después, por otro lado avanzamos con esta iniciativa para ir en contra de esta corriente mundial de la neoderecha, del neofascismo, del anarcocapitalismo, en la cual los monstruos que nos gobiernan nos quieren deshistorizados, desarticulados, sin redes ni lazos de solidaridad; este es un humilde intento de volver a armar esas redes que sostienen, que abrigan, que abrazan, que acarician. Redes reales, no las redes sociales que dicen conectarnos pero que en definitiva nos alejan y nos aíslan.
¿Hace cuánto están laburando con el proyecto?
Con estas nociones que recién te describí, nos llevó más de un año de trabajo no solo recolectar las fotos, videos, testimonios, sino además estudiar, sentarnos con los referentes y protagonistas para que nos cuenten cómo fueron surgiendo, cómo fue el espíritu de creación de los distintos espacios, porque una de las cosas que va a hacer la página web, es contar la historia a través de los espacios comunitarios e instituciones barriales, que son lugares donde el barrio vive, vibra y se nutre y forma; se trata de una retroalimentación entre los vecinos y las instituciones y los espacios comunitarios, es una dinámica muy hermosa.
Vecinas del Bajo Flores preparan los ramos para los y las ferigresas.
Contra la estigmatización
Los vecinos y vecinas suelen repetir una frase muy utilizada en la zona: “En el Bajo Flores pasan otras cosas”. La usan para combatir la estigmatización que sufre el barrio cada vez que se lo menciona para hablar de tragedias, crímenes o dramas.
“Alcanza con hacer una búsqueda en Google, y reto a cualquiera a que haga la prueba”, dice Alejandro: “pones Bajo Flores y aparece un asesinato, un allanamiento, o con suerte, un partido de San Lorenzo, pero todo lo demás es como si no existiera”.
El archivo servirá también para hacerle frente a ese sello, a esa marca.
Exacto. La idea es contar la vida de su gente, sencilla, laburadora, que se levanta muy temprano, que le cuesta el triple todo porque vive lejos, o porque cuando dice que vive en villa hace que su vida sea más complicada, porque la droga está por todos lados pero más al alcance de los pibes y las pibas de los barrios.
Durante los últimos años, los grandes medios de comunicación hicieron mucho daño. Pones ahora un noticiero, y tienen un segmento dedicado a los robos, los enfrentamientos, los motochorros.
Esta página web que vamos a lanzar, es un aporte para contrarrestar eso mismo, tan presente en los medios y también en las redes, sobre nuestro barrio.
No es una archivo clásico.
No porque además de fotos y una breve explicación de las fotos, contamos con un trabajo de repaso histórico de personajes, referentes del barrio, vecinos, historias de vida, y aparte dos capítulos muy importantes: una sobre la violencia institucional sufrida en el barrio a lo largo de los años, contada a partir del caso de Ezequiel de Demonty, y otro dedicada a las ferias y fiestas culturales y gastronómicas de las distintas colectividades que viven y trabajan en el Bajo Flores.
¿Y la historia de la parroquia?
Está por supuesto, a través de las imágenes y palabras de sus protagonistas. Conseguimos un archivo inédito de fotos de Riccardelli y contamos la historia de Jorge Bernazza, Ernesto Narcisi, Héctor Botán, El Padre Padre Tano Angelotti, y Pedro Cannavó, entre otros curas villeros que estuvieron al frente de la Parroquia Madre del Pueblo.
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Una de las historias más icónicas que se recuperan en el archivo de la memoria del Bajo Flores, que se hará pública a través del acto de lanzamiento, que seguramente será masivo, cálido, entusiasta, es aquella que sucedió cuando la dictadura genocida del 76 intentó erradicar la villa, y una parte de los vecinos resistieron el avance de las topadoras, o los del barrio Rivadavia, que se negaron a ser relocalizados, y el rol que cumplieron los padres Richardelli y Vernazza, quienes se hicieron cargo de la gente que fue arrojada literalmente en Merlo, provincia de Buenos Aires, y crearon una cooperativa de consumo y vivienda, y los propios vecinos, a través del oficio de carpintería que aprendieron de los mismos curas, construyeron casas y barrios enteros.
En esta historia, una de las tantas que atesorará el archivo –con formato sitio web-, los autores de la iniciativa deciden poner de relieve que la organización social y popular, frente a una adversidad tan grande, morigera las consecuencias de un desarraigo violento y cruel. Muchas de esas familias, con el retorno de la democracia, volvieron al Bajo Flores.
La cita es el próximo sábado 20/12, a las 13 horas, en la Parroquia Madre del Pueblo (intersección de las avenidas Perito Moreno y Cruz, en la manzana 3, casa 01 del barrio Richardelli).
Para ir mirando un adelanto del archivo, se puede repasar la información publicada en la cuenta de Instagram, @archivobajoflores
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