
Política Patria Grande Internacionales
México ante los aranceles de Trump y el difícil equilibrio de la soberanía
Cuando Claudia Sheinbaum triunfó en las elecciones nacionales mexicanas de 2024 tuvo un desafío: la política exterior. Para esto decidió mantener una agenda de fortalecimiento del comercio regional tratando de evitar confrontaciones directas con los Estados Unidos, teniendo en cuenta que su principal activo comercial se encuentra en América del Norte. Esta perspectiva entró en tensión con la asunción de Donald Trump y su política arancelaria con sus vecinos, ya que aplicó un aumento del 25 % a lo establecido.
El regreso de Trump a la Casa Blanca implicó el retorno a las políticas proteccionistas que tienen como principal adversario el desarrollo de la economía China y su papel en la región y al interior del imperio del norte. Esta situación obligó a la presidenta mexicana a redefinir su estrategia comercial.
Repaso histórico
Alguna vez Porfirio Díaz, el presidente mexicano que cabalgó entre fines del siglo XIX y principios del XX, a pesar de no ser una gran antiimperialista sino más bien todo lo contrario, dijo “pobre de México tan lejos de dios y tan cerca de estados unidos”. Es que una vez finalizadas las guerras por la independencia, México comenzó a sufrir un nuevo tipo de dominación: la injerencia territorial, política y económica de su vecino del norte, los Estados Unidos, situación que puso en peligro y modificó la propia idea de soberanía en México.
El país azteca para mediados del siglo XIX perdió el 55% de su territorio a través de la rapiña imperial norteamericana. Fueron alrededor de 1.500.000 km2 los que se transfirieron al poder yanqui. Ciudades que hoy conocemos gracias a las series y películas como Arizona, Nueva México, Nevada, Utah, California y Texas fueron territorio mexicano. A través de diferentes modalidades, tanto militar, económica y política, el imperio logró su gran objetivo expansivo, situación que derivó en un proceso de acumulación primitiva de capital al estilo británico que rapiñaba a América Latina vía España. Así observamos cómo toda dinámica de acumulación desembocó en un proceso de industrialización y éste se explica por una estrategia previa de expansión.
La diferencia con el esquema europeo es que el norteamericano decidió ampliar sus fronteras iniciales con sus vecinos y no hacerlo de manera ultramarina como lo hicieron los europeos. El que se llevó la peor parte de este modelo expansivo fue México. Este país explica, en parte, el primer proceso de acumulación de los Estados Unidos y el ingreso a la modernidad económica que va a competir durante el siglo XIX con la estrategia imperial británica.
Siguiendo en este esquema podemos decir que, en términos de política exterior, la relación México/Estados Unidos se articuló en función de la Doctrina Monroe, pero la cercanía entre ambos países hizo que México se lleve la peor parte de la doctrina. Desde sus inicios el gigante del norte celó los recursos naturales del país azteca generando una relación de asfixia imperial. Y a medida que el imperialismo se fue diversificando adquirió nuevas formas de injerencia que fueron legitimadas por la corrupción de la clase gobernante, que se encargó de gerenciar la dependencia. Es que el imperialismo al ampliarse adquirió nuevos formatos de dominación como, por ejemplo, endeudar países y para esto necesitó de gobernantes que facilitaran estas tareas. A la sombra de éstos aparecen banqueros y especuladores que siempre fueron los grandes y silenciosos ganadores de los procesos de apertura de deuda.
La soberanía mexicana en disputa
Las amenazas arancelarias de Trump se enmarcan en una tradición y no se explican únicamente por motivaciones económicas; desde su nueva llegada al poder se advierte un ataque directo a la dignidad nacional mexicana. Sheinbaum no dudó y enfrentó a estas presiones y la diatriba anti inmigrante del nuevo presidente. La primera mandataria mexicana sostuvo que su país no se arrodillaría ante el imperio norteamericano. En sus discursos, enfatizó la importancia de promover la economía local, fortalecer la producción nacional y diversificar los mercados, alejándose de la dependencia histórica de Estados Unidos y anclándose en una tradición discursiva y política que la emparenta con el propio Lázaro Cárdenas.
Sheinbaum, lejos de acobardarse, fue capaz de presionar para negociar con una mezcla de inteligencia y valentía. Promoviendo una respuesta de corto plazo de características tácticas y también impulsando una estrategia a largo plazo en la que convoca a toda la nacionalidad mexicana a sumarse a su cruzada. La línea política internacional de la presidenta es un llamado a la unidad nacional, de esta manera apela a la sensibilidad del pueblo mexicano más allá de adscripciones políticas.
El enfoque es claro para Sheinbaum: México es un país soberano que merece respeto. Esto obligó a los Estados Unidos a repensar su estrategia y salir del lugar de la imposición y el chantaje, y ahora Sheinbaum se enfrenta a un desafío monumental. Tomar decisiones soberanas tiene consecuencias y la suerte de México se encuentra atada a la manera en que la presidenta sortee el enfrentamiento con Trump. Por ahora, en materia impositiva, se va imponiendo y va articulando su relato en torno a la idea de que el futuro de México debe ser construido desde dentro con una economía que priorice el bienestar social por encima de los intereses de las grandes corporaciones, discurso propio de la tradición antiimperialista en América Latina.
Acerca de las categorías
Existe en los diferentes escenarios generadores de opinión, de mayor o menor relevancia académica, una discusión acerca de cómo caracterizar a los fenómenos políticos emergentes en América. En nuestro país, por ejemplo, una parte de la biblioteca caracteriza al elenco gobernante como “fascista”, otra lo define como “derecha” mientras que otros, como “liberales” a secas.
En lo que se refiere a Trump encontramos opiniones divergentes en las que sobresalen las tipificaciones en torno al carácter autoritario de su política. En ese marco, proponemos saltar las caracterizaciones de manera individual y centrarnos en la tradición de los diferentes países y su valoración acerca de la nacionalidad.
En este esquema de interpretación advertimos que desde su conformación, pero sobre todo por su herencia en política internacional, Estados Unidos ha sido un país opresor que promueve un circuito de relaciones internacionales jerarquizadas con los diferentes países de la región. Esta opresión nos permite vincular bibliotecas e identificarlo con dos grandes rasgos: el fascismo y el imperialismo.
En relación a esto, León Trotsky decía que el fascismo era la forma más salvaje y abominable del imperialismo. Dicha definición hoy le cabe al comportamiento arancelario y a la política inmigratoria de Trump. Siguiendo con el enfoque teórico del revolucionario ruso, la principal lucha de los países oprimidos es contra el opresor imperialista, y entonces Sheinbaum se encuentra en el lugar en que la historia la sabrá juzgar dignamente.
A esta caracterización podríamos agregarle el enfoque de Alcira Argumendo quien sostenía que la opresión extranjera extendida durante años fue el elemento de unidad que vinculó a los pueblos latinoamericanos. Si como decía Alcira la historia del Tercer Mundo es la historia de sus luchas contra la dominación, éstas luchas hoy deben guiar y acompañar a Sheinbaum.
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