16 de Mayo de 2025
Por Juan Soriano
Votar a Leandro Santoro no debería ser, a esta altura del partido, algo que nos genere duda alguna. Lo sé, posiblemente estés todavía medio espantado por las publicaciones que hizo él en su momento sobre Néstor y Cristina, y sobre todo el gabinete, pero si te ponés a pensar, es muy posible que vos, yo y hasta el peronista más vegano posible, dijimos cosas mil veces peores del gorila de Alfonsín, a quien pedimos que lo traigan, para que vea.
Porque así somos, y así es ahora y desde hace un tiempo, nuestro candidato: probamos con Filmus, probamos con Cabandié, probamos con Recalde y probamos con Lammens, también probamos con Santoro y ahora probamos de nuevo, porque nosotros los santos, los buenos, los amables, conocemos de poner la otra mejilla y correr y dar, sin esperar, también oportunidades una y otra y otra y otra vez, sino fijate todos los que estamos ahora juntos que supimos conseguir, aunque duela, moleste e incomode.
Pero votar por ejemplo, al amable asiático de Guillermo Moreno, es un voto más bien irónico, un voto que te ayuda a dormir en paz pero a perder en la guerra. Votar a la izquierda, siempre es necesario y está bien que logren sus magras calificaciones, pero para eso está la izquierda con sus votos y nosotros y nosotras, bueno, tercera posición, pues ni yankees ni marxistas.
Después tenés a candidatas que vuelan como vuelan los muñecotes de los lavaderos de autos, para acá, para allá, depende del viento, y un Martín Lousteau que hoy pretende inventar una candidate, no deja de ser una Lousteau Experience más en este recorrido bullrichista de cambiar de camisetas como el camaleón (mamá, el camaleón).
Podés también sentirte identificado con la propuesta de Marra, que de tan pero tan tan malo, lo termina echando Karina Milei, una experta en crecimiento de ángeles con o sin poderes, y otras tantas cosas que pudimos ver en su CV. En el de Karina, porque Marra, CV no tiene: trabajó algunos años llevándole el café al papá, luego apareció en la tele en algunos programas y se montó como un monstruo vicario en el riñón del peor presidente de la historia hasta que éste lo echó. ¿Te acordás la campaña por CABA de Marra? Decía “en este colectivo no viaja la casta”, y eran carteles pegados en colectivos. Ni Milei ni Marra se tomaron un colectivo desde esa elección hasta ahora, porque como ya sabemos, nadie se salva solo, y el único héroe válido es el héroe en colectivo.
Si insistimos en seguir analizando perfiles en esta democracia lesionada, desgarrada, y con una suspensión de cinco fechas FIFA, llegamos a las partes más altas de la elección real (porque Caruso Lombardi a lo máximo que puede aspirar es a ponerse anteojos en el debate para hacer de cuenta que está escolarizado).
Allí arriba, en el cenit del amor por las listas repletas de sabores de helado con apellido de candidato, tenemos a Lospennato, aquella que supo abrazarse a cuanto kuka malvado perro cumbiero se haya apostado en el fuerte de la ley del aborto, para luego volver a señalarnos como lo más ladrón posible. La peinaron divina a ella, le alzaron la nuca, la maquillaron y la coachearon. Hicieron increíbles afiches de Doña Flor y sus dos maridos, o de Una Eva y dos Adanes, o alguna película no-tan-picante, hicieron una campaña en la que el caballito de batalla iba a ser la ley de Ficha Limpia y tal caballito terminó siendo un brutazo caballo de Troya que estacionó en Caballito y la pobre Silvia sigue creyendo que el Hospital Ramos Mejía queda en Ramos Mejía, aunque retiro lo dicho, de pobre no tienen nada, ninguno de estos, esta ahijada de Macri white y Macri no tan white mostró y muestra todos los hilos todas las veces, incluso cuando le dice a Mauricio que por favor no siga diciendo que la elección está perdida.
En el partido del Estado tenemos al tuitero Manuel Adorni, un fanfarrón con calvicie e implante que todos los días atenta contra el buen humor, que se considera sagaz y astuto porque abusa del recurso de las redes; hablar sólo, hablar con los propios, hablar con uno mismo, aplaudirse, masturbarse y felicitar a la mano por haberse movido bien.
Oh, añoramos otras épocas en las que la vocera era crítica por subir fotos de sus plantas y primerísimos primeros planos, perdón Gabicerru, te perdonamos (NOT). Este candidato del Estado utiliza toda su parafernalia Estatal, incluso al presidente como McGuffin para poder sostener un discurso que se cae sólo en subida, en bajada, en su vida, y embajada: traer el modelo de Milei a la ciudad. ¿Te imaginás? ¿Se lo imagina Nélida Del Rocco Sánchez Álvarez? ¿Se lo imagina Don Arnaldo Baltazar Alvear? Se me ocurrieron esos dos nombres de alcurnia y me parecen fantásticos para decirte que: no, no se lo imagina nadie, si lo pensás un poquito y lo traducís. Veamos qué podría ser traer el model de Milei a la Ciudad:
- Permitir que entren productos de cualquier otro lado para competir libremente con los comercios de CABA.
- Recortar partidas presupuestarias para cada una de las Comunas, hasta llevarlas a cero.
- Terminar con la obra pública por completo: no más calles, no más baches, no más subtes, no más luces, no más de esas macetas de mierda del macrismo, no más veredas larretistas, no más polícias, no más atención al público y cierre de los CGP.
- Vaciar por completo toda la asistencia social: ahora el pobre que vive en la esquina de tu casa no sólo va a ir a vivir al Cajero Automático, sino que va a salir a pelear la calle para poder tener algo que comer. ¿Sabés cómo funciona eso desregulado? Sí, como en la selva: pelean dos o más personas, el que queda vivo se lleva la comida. Y vos desesperado no estás.
- Recortar todo tipo de ayuda económica de coparticipación, aumentos de sueldos y otros, para frenar la inflación (que supueeeeeestamente ya está frenada desde nación).
- Quitar el 100% de los subsidios a los colectivos, sumada la quita del subsidio que ya le quitó el gobierno nacional.
- No visitar absolutamente ningún otro lugar que no sea la ciudad central, el centro, digamos.
- Retirar todo tipo de ayuda en casos de emergencia: el 911 bien gracias, el SAME sin médicos, los hospitales cayéndose a pedazos, las escuelas destrozadas y por favor, que no aparezca ningún cisne negro de medio oriente en represalia por el apoyo a Israel.
¿Qué tal? Unas ganas de votar al Manu, me dan, y más cuando sé que ofrecen un veinticinco (25.000 pesos) por ir a actos y te pagan diez, que el mismo ministro estadista, o estadero, tiene contratados a cientos de bolitas de papa para comer los 29 y que además, tiene un presupuesto para hacer que todos hablen bien de él, pero que sin embargo, hablan mal porque la realidad se puede tapar, o se puede hacer tapa, mi amor.
Más cerquita del calor de la estufa del depor (?) está el otrora candidato a todo, ganador absoluto, peludo nomás de Horacio Rodríguez Larreta, el famoso Larry de la gente, que camina por la calle y nadie lo ataca, ni lo insulta, ni le gritan cosas, ni le piden fotos, ni lo saludan, ni lo conocen, ni lo ven. Horacio, el que venía para ganar todo, que en busca de la nueva política, suma a su armado a Graciela Ocaña, ex funcionaria de Cristina ayer, hoy un cosplay de ama de casa indignada de Barracas. Pobre Horacio, él se equivocó y pagó, pero la tibieza no se mancha.
Y finalmente, tenemos a nuestro candidato. Sí, a Leandro Santoro. Yo sé que a vos te jode lo que te dije antes, y también te jode que niegue todo el tiempo al kirchnerismo, o que sea medio chanta y mire de costado en las entrevistas, y que en fin, sea así, como radical, pero sinceramente, je, sinceramente, es lo que más se parece a vos, en la mayoría de los casos. Sí, yo también lo consideré un pecho frío cuando no se plantó en el balotage contra Jorge Macri o cuando se fue de vacaciones después de aquellas PASO, pero la verdad es que a la hora de votar algo, yo no tengo absolutamente ninguna duda de que no va a votar en contra de lo que en realidad nos pasa hoy, que es que todos votan en contra de lo bueno y a favor de lo malo.
Santoro, además de ser un más que hábil declarante, y un vivillo de los medios, es también un cuadro político formado en hacer las cosas bien, y quizás aunque a veces peque en ese recorrido de ser buenista, no lo vas a ver haciendo daño, rompiendo cosas, siendo mala leche, cruel, o atentando contra la realidad de ya no los que menos tienen, sino los que más necesitan una mano. Por todo esto, debería sobrar en motivos para votar a Leandro Santoro.
Y por favor, no nos olvidemos, que así como nosotros pudimos perdonar a tantos, hubo uno que nos perdonó más que nadie, y ese fue Francisco. La otra mejilla tiene que ser la de la cara, porque la del culo está reventada a cachetazos por el gobierno de turno.
Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.