Cultura Musikero

“Producir música es también acompañar las instancias emocionales de les artistas”

Arian Frank es un pampeano capaz de abarcar todo el proceso creativo de una canción, desde la composición, la producción, la interpretación, grabación, mezcla y masterización. Codirige un sello y estudio, y desde Suiza conversó con Kranear sobre su carrera, actualidad, y su idea de modelar el sonido.

Arian Frank nació y se crió en Macachín, un pueblo de La Pampa con menos de 6 mil habitantes. Tiene 38 años, vive desde los 20 en la CABA y cada tanto se instala unos meses en Suiza ya que su compañera es de allá. Conversar con él, aún de manera virtual, es hacer contacto con esa parsimonia que caracteriza a quienes crecieron en uno de los tantos pueblos que se extienden por fuera de los grandes centros urbanos de nuestro país, aunque los que lo conocen de cerca saben que por dentro, desde hace ya un buen tiempo, le corre una electricidad típica del porteño que anda a las corridas, sin tiempo.


Se formó como comunicador, músico y productor y hace varios años, y co-dirige “Lapacho - Sonido Natural”, un sello-estudio en el que produjo, grabó y mezcló a muchísim@s artistas independientes. Como compositor, tiene tres discos de canciones propias y aparte compuso músicas para cine.


En su trabajo como productor artístico, Frank transita el límite estrecho entre la composición y la producción, acompaña de cerca a los artistas en su proceso creativo y, como un equilibrista, oscila entre la objetividad necesaria para desapegarse de la obra y la subjetividad de aquel que pone el corazón en todo lo que hace.


Kranear conversó con él sobre su formación profesional, su relación con los artistas y la música, su rol de productor, la relación entre arte y política, sus propias composiciones y los procesos creativos. Aparte, desde Suiza, donde está instalado por un par de meses, respondió todas las preguntas del ping pong del final, para conocer sus gustos y debilidades.


¿Cuál es tu primer recuerdo que te marcó el camino musical? 


Juntaba cualquier dispositivo que generara sonidos, los agrupaba y jugaba a que tenía una radio, pasaba música y hablaba de la música que íbamos a escuchar. En mi casa había un micrófono y grababa ese programa. Eso y escuchar música en el auto, en las horas de las siestas pampeanas mientras mis amigues dormían yo me iba a escuchar música.


Tenés un perfil integral que abarca todo el proceso de una canción, desde la composición, la producción, la interpretación, grabación, mezcla y master. ¿Cómo te complementás en todos esos eslabones?


Es divertido poder visualizar un proceso artístico desde diferentes ópticas. Aunque con cada disco voy tomando un lugar distinto, especial, intentando transformarme. Cada música me propone adaptarme, al final eso queda como aprendizaje. Me divierto mucho viendo cómo crecen las músicas.


Contá un poco de tu primera experiencia produciendo música´.


El rol de producción en sí mismo creo que lo incorporé en el primer disco que grabé. Una formación de folclore de guitarras. Empecé a experimentar con timbres, proponiendo otras texturas con diferentes amigues musiques. Para mí era parte del trabajo de grabar un disco. Luego me di cuenta que quizás había tomado demasiadas decisiones, y fueron mis primeras experiencias como productor, también de entender que los discos son de los músicos.


De chico decidiste irte de Macachin, tu pueblo natal, e instalarte en Capital Federal, con lo que significa ese choque de realidades y ese desarraigo. ¿Cuál fue tu motivación? 

Si bien primero viví dos años en Córdoba, el cambio de un pueblo a las grandes ciudades se vive de una manera intensa. Era muy común en esos años terminar la secundaria y que nuestros padres (tuve ese privilegio) nos “manden a estudiar”. Es difícil detectar cuánto participé de la decisión. Pero sí tengo grandes recuerdos de caminar por Buenos Aires con mis auriculares sonando, y esa sensación inigualable de perderme mientras caminaba o viajaba en algún bondi. Estudiaba comunicación social hasta que me di cuenta que quizás sí podía vivir de la música, tomé coraje y aquí seguimos. Al no tener músicos profesionales en mi entorno era más difícil visualizarlo.


¿Cuándo sentiste que se profesionalizó tu carrera?

Cuando te devuelven una sonrisa por tu trabajo, eso me genera una alegría, la sensación de que estás haciendo las cosas en una buena dirección. Creo que hay cuatro discos que me hicieron crecer mucho y que me ayudaron profesionalmente: “Musica Paralatina” de Pecera, “Luma” de Ramiro Abrevaya, “La cabeza de Goliat” de Trapalanda y el disco doble de Bis Serán. A partir de ahí también aprendí que parte de producir música es acompañar también las instancias emocionales de les artistas, apoyo mis trabajos mucho desde este punto.


¿Se mezcla o no, públicamente, la política y el arte? 

Creo que todo es político. Y en tanto el arte contiene mensajes hay en eso un acto político. Si decido que algo suene de una manera menos hegemónica hay una decisión también política. Si sugiero rever un mensaje en una letra también. Y así cada situación la podemos extrapolar a ese terreno.

Trabajás con artistas independientes porteños y también suizos. ¿Qué diferencias y semejanzas ves entre ambas escenas, siendo dos culturas tan diferentes?

Quizás pueda responderte mejor en unos años. Pero veo que la industria musical se mueve de manera similar y que vivir de la música tiene complejidades en ambos países. Quizás aquí sea más sencilla la accesibilidad a algunas herramientas pero vamos viendo por otro lado que tampoco garantiza una realización como músico hoy día. Tenemos que seguir explorando formas y dando las luchas por el espacio, grupalmente.

'Cuando te devuelven una sonrisa por tu trabajo, eso me genera una alegría, la sensación de que estás haciendo las cosas en una buena dirección'.


En cuanto a tu rol como productor, ¿cómo laburás tus proyectos, y cuál es el límite entre la composición y la producción artística?

Intento pensar cómo puedo desde mi lugar potenciar una idea musical. A veces hay que tallar, a veces solo falta pulir. Pero siempre en ese camino van surgiendo situaciones de dudas, de exponer la idea y creo (y confío) en que esa es la parte más rica del trabajo. El límite generalmente se manifiesta naturalmente, ciertas veces hay composición también en la producción y otras veces es más sutil. Es algo en lo que pensamos al confeccionar los créditos de un trabajo.


Sos hijo de la bisagra entre las herramientas análogas y las digitales. Hoy mucha gente produce desde su habitación y logra discos tan exitosos como uno grabado en Abbey Road. ¿Qué opinás?

Si bien por edad estoy dentro de esa bisagra, mi camino fue siempre desde el “homestudio”, soy más hijo de lo digital en ese sentido. Aunque escucho muchas historias sobre el calor analógico, al no haberlo vivido no lo extraño, y creo que hoy esa discusión está saldada. Son dos caminos posibles y cada cual tiene sus ventajas.


En el audio y la producción tenés una filosofía que se basa en “modelar el audio” como si fuera una pintura, como si los sonidos, los timbres, las melodías funcionaran como colores en una pintura.

Sí, me encanta visualizarlo como una pintura. Es como un lienzo dónde vas combinando. A veces pienso arreglos musicales que en mi cabeza ya están asociados a timbres específicos. “uh, acá quedaría bien una melodía de Juno”, o “mira, acá podemos apoyar con una acústica para darle más textura”. También soy de forzar el azar, me gusta probar “colores” impensados, jugar con el “error”.


¿Porqué bautizaste “Lapacho” a tu Sello/Estudio?

Lo bautizamos así junto a mi amiga y socia Pauli Ramírez y a Pedro De Matteis. Un árbol local, fuerte, y una canción de Ramon Ayala que en ese momento cantábamos fanatizados en su versión de Liliana Herrero. Un símbolo de unidad.


Existe en vos una estrecha relación entre lo urbano y la naturaleza, se nota en la imagen de Lapacho pero también en tu música y tu filosofía. ¿A qué pensás que se debe esto?

Sin lugar a dudas haber crecido en un entorno de mucha naturaleza me hizo querer hacerla parte. Y en esa relación hay algo de buscar lo mejor de los dos mundos. En mi proyecto musical lo llevo a mis niveles más altos de coexistencia. Creo y deseo que vayamos a un sistema de vida en donde el acceso a ese contacto sea posible, nutrirnos de eso me parece algo valioso. Cuando empecé a escuchar esos cruces de folclore con texturas digitales me volví loco. En Argentina hay un movimiento hermoso de artistas que cruzan ese umbral.


¿Tenés en cuenta el factor “comercial” al componer o producir canciones tuyas y de otr@s?

Creo que está bien pensar que podamos hacer trabajos que nos permitan pasar cada vez más tiempo con lo artístico. Siempre quiero que a un disco o a una música le vaya bien. Pero nunca pienso, al tomar una decisión estética, si eso se transforma en algo “valuable” en términos de mercantilización.


¿Cómo vivís, generalmente, el proceso creativo de tus canciones? Sos ansioso para cerrarlas o les das tiempo para que se acomoden?

Estuve casi cinco años sin escribir una canción. Completamente abocado a acompañar a musiques en la búsqueda estética. De un momento a otro, después de compartir días y meses con tanta gente inspiradora, se destapó una olla y me di cuenta que estaba llena de canciones. Fue como chocarme contra una de las miles de manera de hacer música y fue un proceso creativo muy fuerte de unos dos o tres años. Ahora estoy buscando nuevamente ese choque.


¿Un consejo para evitar el bloqueo creativo?

Hay una frase muy trillada pero que a mí en lo personal me ha servido, cuando llega la inspiración que te agarre trabajando. Sentarse, jugar con la limitación.


¿Cómo te trató el 2020 pandémico y de encierro a nivel creativo y laboral?

En lo laboral fue un año difícil. Implicó nuevas formas de reaprender mi profesión, y sigo en ese camino, la democratización de algunas herramientas propone otros caminos y me gustan. En lo creativo fue increíble: saque un disco de doce canciones y en el inicio de la cuarentena hacía una canción por día. No lo podía procesar, decidí aprovechar esos momentos mágicos y armé más de sesenta ideas. Siempre con la ayuda de amigues musiques fuimos puliendo y quedaron veinte pinturas que ahora estoy retocando.


¿Proyectos 2021?

Estoy trabajando con un montón de musiques de Argentina y comenzando a hacer trabajos con musiques de aquí en Suiza. Quiero fortalecer ese puente y poder conectar esos dos espacios a través de la música. Con mi proyecto personal estoy pensando en sacar un disco y dos EP durante este año. Ojalá pueda seguir haciendo más música


Cerramos con l@s Nº1 de Frank.

EL/LA prócer del rock nacional:
Gustavo Cerati

EL/LA Músic@:
Caetano

LA Banda:
Radiohead

LA Canción:
“Contacto directo” de Noelia Recalde.

EL género musical:
Afroindiepopfolkrack

EL Instrumento:
El bajo

EL/LA productor@s musical:
Nigel godrich

EL Plugin:
Fab Filter pro Q3

EL Disco:
“Dutsiland” de Mi Amigo Invencible

EL Show que hayas visto:
“Whitest boy alive” en el Konex

LA Peli:
Tropicalia, de Marcelo Machado

El/LA President@ de Argentina:
Cristina

LA Bebida sin alcohol:
¿Vale el agua?

LA Bebida alcohólica:
Vino

LA Comida:
Jalea Mixta

LA Infusión:
Mate

LA especia:
Pimienta

EL Postre:
Frambuesas con crema.

LA Ciudad:
Mendoza

LA Canción compuesta por Frank (no vale decir “La que está por venir”):

“Entrando el frío” del último disco.


author: Ramiro Abrevaya

Ramiro Abrevaya

Músico y productor argentino. Su carrera empieza en 2009. Mezcla de folk, rock y pop con una base en la canción, aborda temas como el amor y el tiempo. Director de arte de Kranear.

Sigamos conectados. Recibí las notas por correo.

Suscribite a Kranear

wave

Buscador