Cultura Cine Teatro

Anuario cultural 2022 (parte uno)

En el cierre de un año inolvidable, el periodista cultural Maximiliano Curcio, realiza un repaso minucioso sobre los trabajos más destacados en los rubros del cine, plataformas de streaming y teatro, en una primera parte, y música, en la segunda, tanto para el plano nacional como internacional.

Películas

1985 (SANTIAGO MITRE)

Santiago Mitre, en absoluto dominio del lenguaje cinematográfico, se convierte en el cineasta argentino con mayor proyección internacional. “Argentina, 1985”, preseleccionada a los Premios Oscar 2022 y nominada a los Globos de Oro, es un ejercicio de memoria que indaga en los miedos que amenazan a un ciudadano desprotegido ante el impune maniobrar de la turbia maquinaria del poder, en constante acecho de sabotear y amedrentar el juicio que otorgara merecida pena a los genocidas. El film aborda, con suma pericia, las dificultades que, en tal sentido, confrontara Julio Strassera (Ricardo Darín) y su fiel ladero, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani). El discurso político de Mitre resulta un aspecto familiar en la identidad de su cine, validando aperturas, reflexiones y discusiones sobre una realidad que no nos deja ni ajenos ni indiferentes. “Argentina, 1985” se cuela en nuestras emociones.

ENNIO, EL MAESTRO (GIUSEPPE TORNATORE)

La magna figura de Ennio Morricone es rescatada, con gran sensibilidad, por el documental de flamante estreno, dirigido por Giussepe Tornatore. Con intervenciones del propio Morricone, una cadena de testimonios prefigura una suerte de olimpo cinematográfico. Los relatos vertidos aportan lucidez al retrato del compositor de cine más prolífico del siglo XX. Recurriendo a música del maestro y a profuso material de archivo, “Ennio” posee la significancia de toda gran pieza del género: develar el costado menos conocido de aquel objeto de estudio. De tal manera, indaga en su método compositivo y en el enigmático vínculo que el músico trazara con algunas de sus musas inspiradoras. Ennio es aquel que confronta a su propio oficio, antes de embeberse en sus mieles. Apasionado, se transformó en el propio lenguaje que indagó y en cada fibra de su cuerpo sonó la melodía. Así se hizo himno.

ELVIS (BAZ LUHRMANN)

La imaginería visual de Baz Luhrmann deslumbra como de costumbre. Con gran originalidad y dinamismo, otorga a su nuevo film una identidad estética que fusiona diversas técnicas, intercalando, a modo de collage, registros de la época o, incluso, recreando la misma con artesanal detalle. La ambición del director (en su profundo carácter vanguardista, si revemos parte de su filmografía) no suele conocer de límites. Alterando líneas temporales, “Elvis” contrapone la revelación que para el joven prodigio representara la música afroamericana, como impostergable camino de descubrimiento e inspiración constante. En la guía de sus búsquedas musicales, mixturó el country, el góspel, el R&B y el rock and roll. Desató la fiebre a su paso, somos testigos de una naciente leyenda. Apreciamos en Austin Butler una auténtica transformación en tiempo real. A lo largo del periplo de veinte años que abarca la porción de vida que nos es relatada, el colosal talento del novel intérprete nos permite apreciar el fulgurante ascenso y la estrepitosa caída de un pionero musical, víctima de sus frágiles estructuras emocionales.

CUANDO LA MIRO (JULIO CHÁVEZ)

Las bondades del lenguaje cinematográfico operan favorablemente en manos de un intérprete que añade otro hito más a su prolífica carrera. Esta ópera prima como director augura un futuro promisorio detrás de cámaras para Julio Chávez, quien indaga en su propia historia. La decisión de dejar registro sobre un vínculo nos interroga al respecto de hasta qué punto relatar esta clase de experiencia, a través de un dispositivo como vehículo (no exento de inhibirnos), puede ser completamente satisfactoria. Madre e hijo intercambian pareceres y confidencias. Un poco de teatro, otro tanto de documental. Plano y contraplano hurgan en las raíces familiares. La herencia, pesada mochila. El paso del tiempo, las marcas en la piel. Aventuras extramatrimoniales, inclinaciones sexuales, deseos frustrados, miedos heredados, cariño dado a medias, pulsiones no reprimidas. ¿Qué es la felicidad? ¿Qué fue verdad y qué mentira piadosa? Entre retracciones y exabruptos, el juego de miradas intentará desentrañar el misterio.

NO! (JORDAN PEELE)

“No!” es autoría del cineasta neoyorkino Jordan Peele, un emblema contemporáneo del terror, gracias a films como “Get Out” (2017) y “Us” (2019); y también guionista de la nueva versión de “Candyman” (2021). Aquí, utiliza el punto de partida de su nuevo relato desde un encantador guiño a los orígenes del cine. Los experimentos sobre la cronofotografía del realizador Edward Muybridge (en “The Horse in Motion”) sirvieron de base para el posterior invento del cinematógrafo (inaugurado en 1895), futuros avances tecnológicos y hasta estudios anatómicos. El enlace histórico no pudo ser colocado de forma más magistral; la preciosa referencia nos adentra en una historia sobrenatural que no tarda en cobrar vigor. Incomodidad, estupor y miedo rezuman a cada instante. Algo cotidiano puede virar en una amenaza anómala, inquietante y temeraria. En otras palabras, la presencia aberrante dentro de un contexto de lo más habitual. Adelantar más sería spoiler. Prepárense para lo peor.

COMPETENCIA OFICIAL (MARIANO COHN-GASTÓN DUPRAT)

Este largometraje, autoría de la brillante dupla creativa compuesta por Gastón Duprat y Mariano Cohn no deja por explorar ninguna arista que involucre la realización de films y la intención estética de una obra de arte. La interpretación de un sentido y los posibles pareceres; la fauna periodística que acecha tras los flashes en cada premiére de festivales; la liviana apariencia que adorna cada rincón de las fiestas del ambiente. Todo ello y mucho más. Asimismo, los directores atañen su capacidad de observación a temáticas de actualidad, proveyendo una mirada hacia los ismos contemporáneos y el espíritu inclusivo, siempre y cuando las ideologías no profundicen grietas existentes. En “Competencia Oficial”, el arte habla por sí solo y sin necesidad de explicitar su compromiso, simplemente ‘es’. Los responsables de “El Artista” (2008) y “El Ciudadano Ilustre” (2016) llevan a cabo un quirúrgico tratamiento acerca del proceso que involucra el detrás de escena de un film. El método caótico se ríe de la propia condición y el oficio trasciende los límites de la ficción. Brillan Penélope Cruz, Antonio Banderas y Oscar Martínez.

MADRES PARALELAS (PEDRO ALMODÓVAR)

Retorna Pedro Almodóvar al mundo femenino que tan bien sabe indagar, empatizar y problematizar. Él habla con ellas y habita sus pieles. Allí está la magnífica y bella Penélope Cruz, sueño de Dorian Grey. El manchego sabe, como nadie, capturar su frescura y destacar su intensidad actoral, para un papel a su encomiable medida. Pletórica en su dolor y gloria, la actriz es una fuerza de la naturaleza. Su musa indiscutible, desde “Volver” (2006) hasta hoy. No pretende el autor del film un ensayo acerca de la maternidad, del estilo proseguido en “Todo Sobre Mi Madre” (1999). Esta es una película acerca de la identidad más allá del género y del lugar en el mundo que nos toca ocupar, y de aquel que legamos a nuestra descendencia. Siempre hay dos historias fluyendo en paralelo; Pedro nos cuenta la de su máter España. Porque es mejor sanar ciertos daños. ¿Qué mundo le daremos, sino, a aquellos que recién llegan?

EL HOMBRE DEL NORTE (ROBERT EGGERS)

Una épica de malsana poética, “El Hombre del Norte” cobra forma de macabra y nihilista visión. Pareciera un destino de ira y rencor corroer la esencia de su personaje protagonista, quien experimenta la sed de venganza más incontenible. La promesa de llevar drásticas acciones a cabo, con el fin de ajusticiar su descendencia, desnuda el lado más primal del ser humano. A medida que la tragedia se cierne, sofisticados diálogos se intercalan en potentes instantáneas que ponen a prueba nuestra sensibilidad siguiendo el eco de las palabras del maestro Andrei Tarkovski: ‘la finalidad del arte consiste en preparar al hombre para la muerte’. Un paisaje dantesco alumbra la fría estepa islandesa. La vastedad alberga luchas cuerpo a cuerpo de sanguinario y brutal saldo. Funcionando en gran nivel metafórico, apreciamos una fotografía que resalta la oscuridad tonal. La cámara de Robert Eggers se mueve y los cuerpos se apilan alrededor. Un empleo de efectos especiales para artificio de hirviente magma contribuye a una atmósfera corrompida que nos permite apreciar el cuidadoso tratamiento estético, entrelazando la fantasía y la realidad. Es la precisa artesanía visual en la ejecución de la forma, convencido de las imágenes que crea, el valor que sazona una propuesta que bebe de las fuentes de “The Green Night” (2020) de David Lowery.

LICORICE PIZZA (P.T. ANDERSON)

“Licorice Pizza” nos trae la fogosidad de un coming of age, en igual medida que una radiografía de una Estados Unidos al borde de un colapso económico. Nostálgica, es una oda evocativa que lleva consigo algo de la ligereza encantadora de “Embriagado de Amor” (2004). Sexo, picardía y electricidad corren por las venas de los jóvenes interpretados por los desenfadados Alana Haim y Cooper Hoffman. Ambos debutantes. Él es el hijo de Philip Seymour Hoffman, ella está brillante y se roba la película. La dupla de jóvenes personajes se aleja del canon de belleza típico hollywoodense, tampoco lo que se nos muestra es un romance habitual. La vivacidad de un continuo movimiento nos trae el espíritu de “American Graffiti” (1971, George Lucas), gema que sobrevuela una cinta planificada mediante una labor de cámara encomiable. El tránsito al mundo adulto le debe una página al manual establecido por Richard Linklater y hará su aparición en la lente de P.T. Anderson, filosofando acerca de seres en transformación, dueños de su tiempo y espacio. Hay algo allí de “Dazed and Confused”, también guiños al screwball comedy, pletórica batalla de sexos mediante. Pero todo se sugiere, nada se explicita. Puro vicio, fábula platónica, delirio de noche de bar, al otro lado de la colina que teje ilusiones en celuloide. Anderson es un cineasta clásico en formato moderno, y en sus films destaca una grandísima dirección actoral.

BELFAST (KENNETH BRANAGH)

Este relato semiautobiográfico, centrado en la ciudad que viera nacer al director y guionista Kenneth Branagh, en medio de una convulsa década del ’60, se conforma como un retrato entrañable, simpático y sincero hacia un despertar juvenil filmado en precioso blanco y negro. Detrás de cámaras, Branagh rescata el natural y atávico escapismo del cine, en condición irrenunciable. Allí podemos disfrutar de ese cromatismo que atesoran ciertas escenas. Viaje en el tiempo al otro lado de la ilusión, sumidos en el refugio que nos salva del mundo exterior en perenne conflicto. El cine, siempre. Fuera de todo espacio limitado puede perdurar una joya como la presente, condensando en sus fotogramas la valía interpretativa de los gigantes Judi Dench y Ciáran Hinds. Como si fuera poco, Van Morrison se adueña de la banda sonora para obnubilar nuestros sentidos. Todo tiempo pasado fue mejor.

Plataformas de streaming (series, miniseries y documentales)


DHAMER: MONSTRUO (NETFLIX)

Diez episodios, de una hora de duración cada uno, conforman a la reciente miniserie “Monster: The Jeffrey Dahmer Story”. Ryan Murphy, exitoso creador de productos para la pantalla doméstica y constante apuesta fuerte de Netflix, trae de regreso al nefasto asesino en serie, colocándolo en la piel de un viejo conocido de su factoría “American Horror Story”: Evan Peters. Indaga en la inagotable curiosidad que genera internarse en la mente de un psicópata que masacraba a sus víctimas sin piedad ni remordimiento: ¿seríamos capaces de comprender tan abominable lógica interna? Turbio y perturbador, el abordaje expone las prácticas necrofílicas y el modus operandi llevado a cabo por el caníbal de Milwaukee. Murphy, le imprime a la serie una recreación de época notable y una preferencia estilística que rastreamos en otros policiales de su autoría como “American Crime Story”.

¿¡ SOY LO BASTANTE NEGRO PARA TI !? (NETFLIX)

Este fenomenal estreno de la plataforma Netflix, dirigido por el crítico de cine Elvis Mitchell, lleva a cabo un recorrido al contracultural blaxplotaiton de los años ’60 y ’70, un movimiento de cine dirigido exclusivamente a una población negra hastiada del hegemónico molde WASP, dominante dentro y fuera de la gran pantalla. Era hora de vestir nuevos héroes y villanos a una sociedad acostumbrada a digerir una clase exclusiva de relato. Sin embargo, existe otra historia paralela que Norteamérica preferiría ignorar. Un nuevo tiempo florece y la pregunta es retórica: ¿qué es ser lo suficientemente negro? Este necesario abordaje de investigación y recopilación supera las dos horas y cuarto de duración; y aunque podría haberse pensado en los réditos de llevar a cabo un proyecto en formato seriado, el metraje no pesa en lo absoluto en detrimento de la atención generada. Conducido en relatos en off por el propio Mitchell, el dedo señala la verdad contada a medias. La mirada sesgada suele beneficiar los intereses de una industria hegemónica, preocupada por acallar toda voz que pudiera hacer temblar sus cimientos y buenos principios. El Black Pride sortea regímenes conservadores. La revolución es una bola de fuego indetenible que explota en nuestras narices. Vemos sus frutos hoy en día.

VIGILANTE (NETFLIX)

El omnipresente Ryan Murphy acapara el catálogo de Netflix y regresa a los primeros planos con “Vigilante”, un producto inspirado en un misterioso hecho que tuvo lugar en 2014, en New Jersey, y que fue narrado en el artículo de 2018 de New York Magazine 'The Haunting of a Dream House' escrito por la periodista Reeves Wiedeman. A través de un total de siete episodios, Murphy plaga el devenir de cada entrega de giros de guión alocados, para dar vida a un producto que destila cierto aroma -y quizás beba de las fuentes inspiradoras- de “American Horror Story”. Protagonizado por dos intérpretes de lujo como Naomi Watts y Bobby Canevale, el cast incorpora a secundarios de leyenda como Margo Martindale y Mia Farrow. El escenario nos deposita en un barrio habitado por auténticos freaks. La paranoia y el terror circundante alimentan el día a día de un grupo familiar que acaba de mudarse a un destino de ensueño. Sin embargo, lo que a primera vista parecía ser un vecindario que auguraba prosperidad y resguardo acaba convirtiéndose en una auténtica pesadilla.  Nada es lo que parece…

LAS MARIPOSAS NEGRAS (NETFLIX)

Cautivante e ingeniosa, “Las Mariposas Negras” posee la fórmula perfecta para distorsionar el thriller sobre asesinos seriales. Endiabladamente adictiva e interesante, nos trae la historia de un novelista en busca de su próximo trabajo como escritor fantasma. Su inesperado cliente, presto a redactar sus memorias confiesa repulsivos asesinatos. El joven y ambicioso autor intenta darle formas a un oscuro rompecabezas. Con dirección y guión compartido por Bruno Merle y Oliver Abbou, colores retro sientan las bases estéticas de una perfecta ambientación de época, surcando los años ’70 y llevándonos de paseo a través de saltos temporales e inhóspitas carreteras. Las víctimas se convierten en fetiche, la piedad brilla por su ausencia, asesinar parece un sencillo pasatiempo. Se salpica nuestra pantalla con abundantes dosis de sexo, rabia, pasión…y objetos contundentes al alcance de la mano. Perturbadora, gráfica y explícita, nos ofrece, a lo largo de sus siete capítulos, una vorágine de crímenes que recuerda al antecedente real llamado “Los Asesinos de los Corazones Solitarios”. Este émulo de los infaustos amantes (aquí protagonizados por Axel Granberger y Alyzée Costes) acabará saciando su apetito sexual en igual medida que consumando una auténtica carnicería humana.

EL FOTÓGRAFO Y EL CARTERO (NETFLIX)

De los mismos productores responsables de la serie “Carmel”, arribó a la plataforma Netflix este imprescindible documental que trajo al presente, en su veinticinco aniversario y otorgando justa perspectiva al paso del tiempo, las circunstancias políticas, policiales y periodísticas que rodearon al asesinato de José Luis Cabezas, en el verano de 1997. La tragedia se desató en la localidad de Pinamar, luego de que el fotógrafo registrara, para la Revista Gente, una polémica serie sobre el cuestionado y misterioso empresario Alfredo Yabrán. Recurriendo a material de archivo exclusivo, la serie pone de manifiesto la magnitud de aquel hecho desgraciado que truncó la vida de un hombre dedicado al oficio incesante de perseguir y encontrar aquella imagen codiciada. Ese trofeo que resignifica la tarea, objeto de infructuoso alcance que impulsa una investigación, y que, a la postre, acaba convirtiéndose en su condena de muerte. Acaso adquiriera sentido de pecado capital la captura de una instantánea que llevara al ojo público la vida privada de uno de los hombres de poder más temidos del país. El documentalista Alejandro Hartmann dirige esta interesante pieza, inmiscuyéndose en los pormenores de la causa judicial que se llevó adelante. El punto de ebullición es cualitativo y cuantitativo: fuimos testigos de una nación sobrepasada de hechos trágicos, corruptos y violentos que se encadenaban a lo largo del último lustro de la década menemista.

EL CASO MARÍA MARTA (HBO)

En octubre de 2002, la socióloga María Marta García Belsunce, integrante de una distinguida dinastía de clase alta fue encontrada muerta en su bañera, en circunstancias violentas. Su esposo, Carlos Carrascosa, así como el entorno de la víctima sostuvieron la versión de un accidente doméstico. Pero una autopsia realizada a María Marta colocó dudas sobre el accionar del círculo familiar. La presente serie, creada y dirigida por Daniela Goggi, nos lleva directamente hacia el lugar de los hechos, recreando casi dos décadas de investigación. Un total de diez episodios buscarán esclarecer lo ocurrido aquella lluviosa tarde de domingo, en la antesala de un clásico futbolístico que había paralizado al país. Durante los siguientes meses, el caso se apoderará de la absoluta atención de los medios. El juicio causará revuelo público y las teorías conspirativas se multiplicarán por doquier. La falsificación de documentos oficiará como moneda corriente, la buena fe de los profesionales intervinientes en la asistencia a la víctima será puesta en duda y el encubrimiento familiar se cotejará como la opción más probable. En tiempos donde Argentina atravesaba una seria crisis económica, el caso Belsunce desvió la atención por completo, causando auténtica conmoción y estupor. “María Marta: El Crimen del Country” consigue avivar la polémica, elevando el drama familiar al canon de culebrón. El misterio sin resolver visibiliza las grietas de un sistema judicial corrompido, mientras la intimidad expuesta sobre estas vidas adineradas e intocables revela un caso de femicidio que la mirada periodística actual rescata con perspectiva de género, desde un tiempo donde se hablaba desde el concepto de crimen pasional.

CONVERSACIONES CON ASESINOS: JOHN W. GACY (NETFLIX)

Joe Berlinger, responsable de productos como “Las Cintas de Ted Bundy” y de “El Hotel Cecil”, se muestra, por enésima vez, como un especialista en indagar el oscuro envés de los casos policiales más resonantes de Norteamérica. Aquí, se dispone a adentrarse en la perturbada mente de uno de los asesinos más populares de la historia moderna: John Wayne Gacy. Macabra inspiración para Stephen King, en la creación de su icónico “Pennywise”, un serial killer que cobró un total de treinta y tes víctimas comprobables, durante su raid hacia la década de 1970. El documental explora la persecución mediática y policial llevada a cabo, mientras el método de investigación empleado por Berlinger se vale de herramientas certeras al momento de recopilar un preciado material de archivo: registros audiovisuales y cintas de audio originales se combinan con un ejercicio de elipsis temporal que construye en mosaico las andanzas del nefasto criminal. El estilo de narración no lineal perpetrado por el realizador, a estas alturas un experimentado en el true crime documental, incrementa la intriga, mientras descubrimos el sádico y atemorizante perfil que identifica los patrones de conducta de un desequilibrado dueño de una personalidad carismática y engañosa. Ahonda la serie, a través de sus tres capítulos, en el pasado represivo y conflictuado de Gacy, en búsqueda de descubrir los síntomas patológicos que conforman al monstruo. Tras su máscara sonriente, y como un acto en terrorífico espejo, este epítome de la perversidad se retroalimentó del costado más vulnerable de todo aquel a quien oprimió.

LAKERS: TIEMPO DE GANAR (HBO)

Creada por Max Borenstein para la cadena HBO y dirigida por el siempre perspicaz e incisivo Adam McKay (“The Big Short”, “Don’t Look Up”), “Lakers: Tiempo de Ganar” nos lleva directo hacia el corazón de uno de los fenómenos basquetbolísticos más preponderantes de la era profesional norteamericana. Si la ciudad de Los Angeles condensa todo el glamour, la ambición y la ilusión de grandeza al pie del valle de California, la franquicia de Lakers gestó un modelo de infalible éxito, ligado a la espectacularidad y a los excesos, en igual medida. Ofensiva de alto octanaje dentro del campo de juego. Sexo, drogas y toda clase de tentación fuera de él. Fiestas populosas y descontroladas, ¿quién no quiere ser del jet set? La reestructuración de plantel atravesaba un tiempo de profundos cambios. La gerencia se pregunta: ¿cómo recuperar el prestigio perdido? ¿cómo convertir a este grupo de talentos individuales en un núcleo contendiente al título que aspire con poner en peligro la dinastía del archirrival Boston Celtics? Con gran realismo, la serie se sumerge en la febril atmósfera competitiva de cara a la captura del ansiado anillo de campeón, y sabe perfectamente los pormenores del caótico ambiente en el que se adentra. Una textura granulada simula un viejo VHS. Magic Johnson, magnética estrella, hace maravillas con el balón. Al fin, ganar a cualquier precio y aspirar al olimpo que rubrica la posteridad deportiva, es una batalla dispuesta a ser librada solo por aquellas estrellas de élite.

1899 (NETFLIX)

La celebrada nueva serie de Netflix, en la órbita de una gema de culto como “Lost”, mixtura terror, ciencia ficción y drama, de la mano de los creadores de la fabulosa “Dark”. El mundo de las creaciones fantásticas desemboca en este flamante producto que viene a confirmarse como una de las gratas sorpresas de la presente temporada. La pareja sentimental conformada por Baran bo Odar y Jantje Friese constituyen un equipo de creación artística en perfecta sincronía, validando las credenciales obtenidas con su predecesor hit vía streaming. Abundantes y poderosas dosis de tragedia en altamar vertebran este relato en viaje trasatlántico. Con una leve pizca de inspiración en el film sobrenatural “Barco Fantasma” (Steve Beck, 2002), las muertes se apilan y los motores se encienden a todo vapor. Puro doblez, la serie posee el aditamento extra de jugar con el punto de vista narrativo con exquisita precisión. Cada capítulo ahonda en la dramática de personajes claves en la narración, desde su exclusiva subjetividad para los hechos desarrollándose. El enigma se alimenta en paralelos que acabarán rozándose. Habitante de su propio microuniverso, “1899” es una ola rompiente en dimensión paralela. Desde las profundidades abisales se desata el misterio, desafiando los límites de nuestra capacidad de sorpresa.

NUESTRO UNIVERSO (NETFLIX)

A través de seis episodios, la presente serie documental, producida por la BBC, ofrece su particular mirada acerca de la historia, evolución y desarrollo del universo, a lo largo de miles de millones de años, desde un abordaje científico dispuesto a explorar los misterios del material y la energía interactuantes desde tiempos inmemoriales. De interrogantes se hace nuestra existencia, buscamos respuesta a un origen que se conecta e impulsa, de modo fascinante, la palpitante naturaleza del planeta que habitamos. En cada rincón de la superficie terrestre existe extraordinaria vida dispuesta a brindarnos sabia enseñanza. Todo lo que aquí hoy vibra y respira nos conecta con eventos que ocurrieron mucho antes. Narrada por el carismático actor Morgan Freeman, el ejercicio abunda en describir ciclos naturales y su eco en los confines de la galaxia, con absoluta compenetración y detalle, recurriendo a efectos especiales de animación en alta tecnología. Lo hermoso, lo irrepetible, lo secreto y lo desconocido alumbra el camino a través de una cadena de indetenibles fuerzas cósmicas e indispensables elementos ordenadores del equilibrio universal. Ejemplificado con originalidad y belleza poética, nos educa y celebra la vida en el cosmos. Contemplando la inmensidad, uno no puede más que sentirse minúsculo. En la vastedad espacial, apenas somos ese pálido punto azul; una mota de polvo suspendida en un rayo de sol, en palabras de Carl Sagan.

OBRAS DE TEATRO

EL EQUILIBRISTA, TEATRO ÓPERA ORBIS

Mauricio Dayub, quien exhibiera en simultáneo la exitosa obra “Inmaduros”, protagoniza aquí este unipersonal, en el Teatro El Maipo, dirigido por César Brie. Para Dayub, el presente representa un desafío actoral encomiable, un salto al vacío interpretativo que conecta con la esencia de su arte. Con dramaturgia del propio intérprete, en compañía de Mariano Saba y Patricio Abadi, una fábula hereditaria revive y recrea tradiciones de nuestras ascendencias inmigrantes. Sueños e ilusiones que comprendemos más tarde que pronto, trepados al meridiano de la vida…sabias enseñanzas. Allí está el multifacético intérprete, ofreciendo contrapeso circense: entrega total en cuerpo y alma a un rol (o varios, en realidad) en extremo desafiante. Camaleónico, pintoresco y desopilante. Extraordinario. Sin despojarse de matiz conmovedor alguno, “El Equilibrista” nos interpela y cautiva, encarnando belleza, sombro y sensibilidad en símiles proporciones. Dayub concibe el rol de su vida. Quizás, de mayores aprendamos a ser pequeños… El encanto de todo tiempo pasado en donde verse reflejado.

ART, MULTITEATRO COMAFI

“Art”, dirigida por Ricardo Darín y Germán Palacios, reflexiona, con rapidez, fluidez y sagacidad, tanto acerca de la vida en sociedad como del quehacer intelectual. Sin jamás perder el sentido del humor que sus protagonistas parecen haber extraviado. Hilarante y profunda a la vez, arranca carcajadas y aplausos en el público a lo largo de sus noventa minutos de duración. Nos enfrenta a la mutación de una amistad (y de una realidad) a través del tiempo. La metáfora respecto al concepto estético de apreciar y coleccionar una pintura es evidente. Observar un cuadro alimenta y también multiplica las posibilidades. De igual manera ocurre colocando en espejo conductas humanas. La vigencia de esta pieza permanece inalterable. El trío interpretativo nos brinda una auténtica masterclass, entregándonos intercambios y parlamentos memorables. Pablo Echarri, Fernán Mirás y Mike Amigorena se lucen, inmensos, en su salsa, dejándose la piel en escena. El lenguaje es gestual, las emociones atraviesan el cuerpo. El acto conciliador final es una delicia absoluta. ¿En verdad llegamos hasta acá por un cuadro o es que había algo todavía más inquietante fuera del rectángulo que todo lo contiene?

UN JUDÍO COMÚN Y CORRIENTE, CHACAREREAN THEATRE

Protagonizando un unipersonal acorde a su tamaño talento actoral, Gerardo Romano se apodera de la escena, con absoluta sensibilidad, a lo largo de una hora y media de pura adrenalina. Encarna al Profesor Emanuel Goldfarb; y vaya la paradoja, nada es casual, la etimología de su nombre significa ´Dios está contigo´. El pedagogo se enfrenta a una decisión que pone a prueba su integridad moral, debiendo evaluar las consecuencias de un acto a través del cual revisa su propia historia de vida y su vínculo con la creencia religiosa.  “Un Judío Común y Corriente” es una obra que nos interpela fuertemente. Reflexionamos acerca del odio interreligioso y de la condena atávica sufrida por un pueblo. Acusaciones de perfidia, persecución y segregación. Todo el horror allí que precedió al exterminio nazi. Rastros evidentes en la historia, material de profusa exploración literaria. Un pueblo acostumbrado a ofrecer la otra mejilla, a ceder los propios derechos y libertades individuales. Despojada la mente de toda frontera presta a encasillar, la capacidad de generar alternativas para el mal atávico genera espacios de pensamiento ampliados, como la presente y conmovedora obra.

ELLA EN MI CABEZA, MULTITEATRO COMAFI

Escrita por Oscar Martínez en 2005, “Ella en mi Cabeza” regresó a los escenarios de Calle Corrientes. Javier Daulte dirige la nueva versión de la premiada obra, contando con un elenco de lujo: Joaquín Furriel, Florencia Raggi y el propio Leyrado. En el diván-dormitorio se analizan cuestiones y escenas de la vida conyugal. El tiempo es implacable, hemos llegado hasta aquí. Más o menos, mejor o peor. Víctimas de nuestras neurosis, son los mismos fantasmas de siempre que acaban por asustarnos. El juego teatral pone en marcha los mentados mecanismos. Se echa a andar la ruleta de la vida, convive el imaginario con la realidad. Se inscribe delante de nuestros ojos una palabra poderosa. Crisis. El autor acomete una perspicaz mirada sobre el matrimonio: una pareja que lleva conviviendo más de diez años afronta un decisivo desafío. Sendos seres que son un cúmulo de celos, para los que buscan anestesia; angustias, reproches e inseguridades embriagan la copa más amarga del amor. Vemos pasar la película delante de nuestros ojos. Mientras cada decisión nos condena a repetir el mismo final de película que no convence. Aferrado al clavo que más nos hace sufrir, poco podremos hacer por deshacernos del síntoma que repetimos. Mejor, vayamos al teatro.

YO SOY MI PROPIA MUJER, MULTITEATRO COMAFI

De flamante estreno en la cartelera porteña, “Yo Soy Mi Propia Mujer” representa la tercera vez en que el inmenso Julio Chávez, en esta ocasión en doble labor de intérprete y director, retoma la historia de vida Charlotte von Mahlsdorf. Varias vidas convergen en esta existencia de extravagante novela y hecha de paradojas: Charlotte fue travesti, coleccionista de un sinfín de objetos antiguos, agente secreto de la Stasi, anfitriona de un bar clandestino, emigrante a Suecia…y, principalmente, musa inspiradora del dramaturgo y libretista norteamericano Doug Wright. ¿Es acaso una osadía que un escritor pretenda comprender el tránsito íntegro de un siglo a través de la opinión que forma sobre un determinado personaje? El espectador, imprescindible elemento pensante y participante, imagina a una mujer en el acto de construcción que nace desde el deseo y la pasión de un escritor por contar (y abarcar) una historia que condensa el discurrir de décadas. En el cuerpo y alma del fenomenal Chávez, tan excéntrica figura es una piedra preciosa e inalcanzable que despierta fascinación; un trayecto de vida hecho de misterio y cierta opacidad. El viaje hacia ella es también, para el autor, un encuentro consigo mismo.

ISRAFEL, CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN

La presente puesta no pretende encumbrarse como una biografía teatral tradicional sobre Edgar Allan Poe. Esta es la historia de un hombre incomprendido atravesando furiosas tormentas en un mar poblado por fantasmas. Su propio destino de incertidumbre pronuncia sacrílegas palabras: nevermore. Lo abyecto, la locura y la muerte se conforman en tres pilares para la propia autodestrucción. La adaptación realizada por el experimentado Daniel Marcove es sencillamente brillante, brindando universalidad a la propuesta; todo artista se sentirá identificado. Los prejuicios sociales más conservadores caerán por arcaicos: las férreas tradiciones menospreciarán la labor creativa, tildándola de pasatiempo. El artista lucha, atravesado por conflictos, contradicciones y sanguíneas pasiones, intentando desligarse de toda zona de confort posible. El perturbado mundo literario del maestro del horror invade la atmósfera escénica de modo conmovedor y el brillante e inmenso Juan Manuel Correa se convierte en una prodigiosa e indetenible fuerza sobre el escenario. Su performance es consagratoria y digna de aplauso de pie. El tablero de ajedrez ya no permanece inmóvil: jaque mate al poeta. Es tan grande el fuego que te condena.

(Acá está la reseña de Curcio, para Kranear, sobre esta obra).

YO ME TENGO QUE BAÑAR Y A NADIE LE IMPORTA, TEATRO CÓDIGO MONTESCO

 “Yo me Tengo que Bañar y a Nadie le Importa” fluye entre deliciosos parlamentos que chocan y se retroalimentan de doble sentido. Pinceladas desopilantes surcan el texto, a lo largo de sus ciento sesenta minutos de duración. Una gran puesta en escena cobija a seres desprotegidos, caídos del sistema. Esta es la historia de una sobreviviente y su pugna por encontrar la propia voz y una razón a la propia vida. La mente de Rocío, interpretada por la fabulosa Nahir De Ciancio, es un vendaval de preguntas sin respuestas. Grandes verdades anidan en la obra, estableciendo fuertes nexos con su audiencia. La magnífica escritura de Juan Washington Felice Astorga nos enseña que el llanto y la risa pueden convivir en un mismo gesto; la dramaturgia advierte que a la violencia no deberá descuidar su dosis de humor. Desfachatado y lisérgico, el relato dosifica con eximia pericia la sátira y el absurdo. Al fin y al cabo, solo buscamos un lugar y un espacio para ser, porque el peor panorama posible puede ser el de aquel terror sin fin. Y no hay inquietud existencial más grande. “Yo me Tengo…” es teatro con mayúsculas.

NO ME VUELVAS A HABLAR DE AMOR, ESPACIO NO AVESTRUZ

Tragedia, drama, comedia, contradicción y locura son algunas de las fuerzas reguladoras del planeta llamado Juan Washington Felice Astorga. No se hace otro teatro similar en la ciudad de Buenos Aires. Con “No Me Vuelvas a Hablar de Amor”, el dramaturgo vuelve a reflexionar con hondura y desparpajo acerca de cuestiones universales, y es casi una obviedad mencionarlo. Porque esta clase de temáticas y coyunturas nos igualan a todos, en algún momento, y en mayor o menor medida. No hay mal de amor que dure cien años, resiste el cuerpo y dejamos el alma en la cancha. Jugaremos una y mil veces la misma partida, sabiendo que llevamos las de perder. Siempre ‘ese alguien’ como punto de referencia nos hará perder el equilibrio, dice Malena De Arregui y hace sonar su bandoneón. En tiempos de consumismo no podemos vivir sin amar y vamos al fondo de la cuestión, intentando extraer sabias enseñanzas: existe en la obra cierta idea misteriosa del amor, esa fuerza ingobernable…algo inasible y demasiado grande como para descifrarse por completo. Aquello inalcanzable que nos obsesiona, a veces realidades que nos desilusionan. En medida directamente proporcional, la llama ya se ha transformado en algo que nos unirá, y siempre es por amor al teatro.

UNA OBRA REDONDA, TEATRO MARGARITA XIRGU

Treinta artistas en escena otorgan vida a una historia escrita con tinta de mística. Guionada por el monologuista Fernando Casas, “Una Obra Redonda” integra números coreográficos y una banda tocando en vivo para recrear momentos de la gloriosa historia del legendario grupo surgido en la ciudad de La Plata. El periplo abarca desde fines de los ’70 al 2001, cuando Patricio Rey deja de funcionar como tal. En ese cuarto de siglo de vida detrás, podemos ver transformarse su arte desde lo performático del under urbano a los grandes estadios de fútbol que coronaron multitudinarias presentaciones. Pensemos al colectivo como un proyecto artístico que consigue la masividad a pesar de nunca quererla. Todo legado resguarda un misterio y la formación liderada por Indio y Skay protegió celosamente el espacio gestado para construirse desde el interrogante. No es casualidad que la convocatoria sea en el Teatro Margarita Xirgú, allí donde la formación se presentó en los años 1979 y 1982. Un túnel en el tiempo para la estimulación sensorial por parte de un colectivo artístico salvaje que cumple a rajatablas el primer mandamiento: libertad sin bordes como peso específico de un discurso cultural politizado por las coordenadas históricas que atraviesan al mito. Tales son los elementos que agregan la sustancia atractiva a un espectáculo que nos lleva a sentirnos dentro de una época. La palabra tributo no alcanza. Bailemos otra noche más, el infierno está encantador.

HABITACIÓN MACBETH, CENTRO CULTURAL DE LA COOPERACIÓN

Pompeyo Audivert, mayúscula referencia teatral en nuestro medio y autor del magnífico libro “Un Piedrazo en el Espejo (Teatro de la Fuerza Ausente)”, pone en marcha un espacio ficcional sumamente original. “Habitación Macbeth” establece una profunda referencia con su público, trayendo al presente la permanencia de una obra representativa de cuestiones sociales y dinámicas humanas atávicas. William Shakespeare se revela en diversos niveles de realidad que ilustran nuestra condición, ejerciendo aquí su siempre contundente mirada sobre el poder, el sexo y la ambición. Delirios de poder emergen del nuevo retrato, Macbeth se calza las ropas de tirano fabulador. Luego, el rey lloró: un país en ruinas, una política practicada con cuchillos en mano y a pura sonrisa en los labios. La adaptación nos interpela: ¿puede tanta inmensidad entrar en un solo cuerpo? Inquilino de la magnífica cosmovisión del dramaturgo inglés, el procedimiento formal y la técnica de actuación aquí utilizados rompe la ficción aparente. Audivert se adueña del escenario desplegando múltiples personalidades con una pericia asombrosa. Sombras expresionistas se proyectan sobre la escenografía y las cuerdas de un violonchelo se tensan todo lo posible. En una habitación teatral convive una interpretación colosal.

author: Maximiliano Curcio

Maximiliano Curcio

Nació en la ciudad de La Plata, Argentina en 1983. Es escritor, docente y comunicador, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía

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