Si desde “Vengo del Placard de Otro” (2002) debieron pasar ocho años hasta “Amapola del ‘66” (2010), esta vez el hiato discográfico en lo que a canciones nuevas se refiere se expandió al doble de dicho intervalo (siempre y cuando no tengamos en cuenta “Haciendo Cosas Raras”, editado en 2018, regrabación con motivo del veinte aniversario de “40 Dibujos Ahí en el Piso”). A la postre, lo que dicho lapso revela no es demora sino decantación: Divididos trabaja por maduración interna, no por calendario. Sus tiempos se parecen más al crecimiento subterráneo que al afán productivo que reclama la industria; cuando una canción emerge, es porque la banda la considera lo suficientemente nutrida para existir. La presión exterior no indica factor alguno.
En la última década, la banda formada en 1988, en la localidad bonaerense de Hurlingham, sostuvo una línea de publicación videográfica que documenta su potencia en vivo con una cuidada apuesta técnica: tramos de conciertos completos como los de Teatro Flores, Luna Park, Cosquín Rock, o versiones ampliadas de shows emblemáticos; sesiones realizadas en estudios con audio de alta fidelidad; materiales oficiales que recuperan el ámbito de las salas de ensayo y nuevas mezclas en video que permiten ver la interacción y química entre los músicos. Lejos de saturar, el grupo fue eligiendo momentos precisos, casi quirúrgicos, para dar a conocer fragmentos de su performance escénica, bajo la premisa de no caer en la repetición. No obstante, el nuevo disco se hacía rogar…
Esa administración de las expectativas también se reflejó en la publicación esporádica de singles, versiones aisladas lanzadas en plataformas digitales, a modo de pequeñas brechas. Los anticipos habían sido, respectivamente, “Mundo Ganado” (junio de 2019), “Cabalgata Deportiva” (octubre de 2020) y “San Saltarín” (abril de 2023). Cada uno apareció en momentos estratégicos, suficiente para alimentar el apetito de los fans sin develar demasiado del camino que la banda estaba, secretamente, gestando. Poco a poco, la espera llegaba a su fin.
La llamativa distancia entre proyectos antes mencionada nos habla de un oficio que se vuelve cada vez más reflexivo, más obstinado en encontrar la forma exacta, el sonido preciso y la emoción justa. Hasta el límite de lo perfectible; así es como Divididos concibe su labor creativa. En palabras de Mollo, “estos quince años no fueron de silencio. ¿Por qué todo tiene que ser productivo? La música no tiene fecha de vencimiento y por suerte las conexiones siguieron su curso. Cuando sentís orgullo por lo que hiciste, ahí es cuando decís 'ahora sí'. Y así salió este disco”.
Una década y media después de su última placa discográfica arriba “Divididos”, novena estación de su trayectoria, y disponible - en formato físico y digital- desde el pasado viernes 14 de noviembre. La antesala de dicho lanzamiento ocurrió dos noches antes, en un colmado Movistar Arena que congregó una inédita escucha para seguidores.
La presentación del nuevo opus en el Movistar Arena llegó con la promesa ritual de una celebración largamente ansiada: un estadio afianzado en la tenue iluminación, un público que respiraba en la insostenible euforia y una banda que transforma cada nuevo eslabón creativo en un recordatorio de su vigencia feroz. La proyección del documental “Sonidos, Barro y Piel”, realizado por Leopoldo Montero Ciancio, y el cual recorre todos los entretelones de la grabación de “Divididos”, desde los preparativos y acondicionamiento de su estudio La Calandria, fue concebida como preámbulo perfecto: un mapa íntimo del proceso creativo, los ensayos, las obsesiones, las herramientas emocionales y el engranaje interno del trío. La atractiva apuesta en clave ‘making off’ funcionó espejo: dejó ver lo que hay detrás del pulso eléctrico, la artesanía minuciosa de su producción y la paciencia con la que Divididos se desarma y rearma otra vez antes de cada nuevo desafío.
La banda organizó una escucha del disco, y luego realizó una rueda de prensa.
El más reciente se compone de un total de doce canciones, atravesadas por registros a paso arrollador, donde la cadencia firme y el ritmo cargado de energía avanzan como una corriente indetenible desde “Aliados en un Viaje”, hasta arribar a un único tramo acústico final (“Grillo”). Lo frágil y lo intenso, lo que nos pertenece, se mezclan con un arco iris en movimiento y expansión que levanta vuelo en un andamiaje de sentimientos… por esas cosas que nos hace el tiempo, porque no hay sueño que no lleve. Aun así, es momento de cura, de cura todo el tiempo: Divididos está de vuelta, y aprendimos a saber esperar.
Vital señal resultan las decisiones creativas que desde su arte de tapa (un lienzo suturado con los colores de la bandera argentina, con diseño de Alejandro Ros y fotografía de Marcelo Setton) podemos apreciar. Punto de partida para la proyección del universo que aguarda en su interior. Se trata de un trabajo homogéneo, en donde prima un sonido demoledor (“Monte de Olvidos”) y letras inspiradas con destino de bandera (Bafles en el Mar”), de impecable factura técnica. El estreno de las canciones constituyó una instancia sagrada, un necesario acto de comunión tribal musical. Entre recuerdos de Luisito y postales de aquella balsa, escuchamos un bombo ancestral y primitivo que golpea el corazón.
Y si bien, generalmente, las sensaciones de esa ‘primera vez’ ante un nuevo material irrumpen con fuerza, un tanto desordenadas y a la vez luminosas -para luego con el correr de las reproducciones asentarse- el impacto en esta ocasión es inmediato: “Divididos” refleja la inconfundible textura emocional de lo acometido. Atento a las coordenadas sociales en las que fuera concebida, la banda nos alerta acerca de la suerte de un mundo robot, mientras un patio del cielo -cuna de canción- nos llama con acordes más esperanzadores. Imaginemos lo mejor, que no se lleven nuestros sueños en valijas de piel de otro; que el misterio nazca de nosotros mismos.
En tan disfrutable confluencia de música y audiovisual, ingeniosamente pensada para la velada en el recinto de Villa Crespo, el grupo convirtió la concurrida reunión en una experiencia extendida, donde la memoria, el presente y la coronación futura de ‘nuevos clásicos instantáneos’ lograron perfecta alquimia. ¿Qué otro destino podría pensarse para canciones como “El Faro”, “Revienta el Mi Mayor” e “Insomnio”. Epítomes de una banda inspirada, consumación de una prolongada expresión de deseo. Inicio del viaje del viaje sin fin.
Luego, conformando el acto final y living improvisado, devino la ronda de entrevistas a las figuras exclusivas de la velada: Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella, moderada por filósofo Darío Sztajnszrajber. Lujo absoluto para clausurar tres horas de puro deleite.
Estallido de nueva liturgia sonora, “Divididos” es una obra cinco estrellas, nacida de su propia raíz y matriz ontológica. El inagotable talento del power trío rockero más convocante de nuestro país trae consigo un clamor imprescindible para el contexto actual: <>.
Lista de canciones
Aliados en un Viaje / Monte de Olvidos / Bafles en el Mar / Doña Red / El Faro / Mundo Ganado / San Saltarín / Vos Ya sabrás / Revienta en Mi Mayor / El Insomnio / Cabalgata Deportiva / Grillo
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