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“Este es el peor momento económico del teatro que yo recuerde”

Mateo Chiarino dirige y actúa en varios proyectos teatrales. Prioriza el mensaje por sobre la forma y apuesta al arte, y el teatro en particular, como un espacio para provocar emociones, generar conciencia y fungir como un cobijo en tiempos hostiles, como el actual. El artista conversó con Maxi Curcio sobre estos temas, su carrera y proyectos.

Foto portada: Alejandra López

En diálogo con Revista Kranear, el prolífico Mateo Chiarino se revela como un artista profundamente atravesado por el presente social, político y cultural del país. Su proceso creativo se adapta a los tiempos sin perder la esencia teatral, priorizando siempre el mensaje por encima de la forma, aunque sin descuidar la estética, la poesía y el sentido de innovación.

Comprometido con un teatro que provoque conciencia o brinde refugio en tiempos hostiles, Chiarino elige obras que dialogan con el presente desde distintos ángulos: ya sea explorando la salud mental con honestidad testimonial en “Encuentros en Constitución”, recuperando géneros tradicionales como el sainete en “Allá por el Veintitangos”, o revisitando clásicos como “Incidente en Vichy”.

En su trabajo, destaca una sensibilidad especial hacia los procesos colaborativos, la reconstrucción de memorias personales y colectivas, y una obstinación por sostener el teatro independiente a pesar de la precariedad estructural que lo atraviesa. Su perfil combina profundidad conceptual, compromiso ético y una pasión inquebrantable por el oficio.

¿De qué modo crees que ha cambiado tu proceso creativo los últimos años, frente a las transformaciones culturales, tecnológicas y sociales que ha experimentado el medio?

Los procesos creativos y artísticos están totalmente ligados a la época y sus circunstancias. Aunque la esencia del teatro se mantiene inmutable desde hace milenios (personas que se paran frente a otros para recrear una realidad que unos y otros sabes que es mentira), yo creo que es el contenido lo que más se modifica. En lo personal, hace años hice obras que siento eran muy necesarias en ese momento, y que no haría hoy. Las circunstancias políticas y sociales de la actualidad nos tienen que impulsar a un teatro provocador y despertador de conciencias, o a uno que nos arrope durante este presente de crueldad desembozada.

¿Qué recibe más peso en tus decisiones artísticas: el contenido del texto, la puesta escénica, el mensaje social, o la posibilidad de innovación estética? 

Creo en el mensaje que una pieza tenga para decir por encima de todo. Pero es cierto que los distintos proyectos pueden resultar atractivos por motivos diferentes. Hay algunos que traen consigo una posibilidad extraordinaria de puesta en escena o de construcción de un personaje, mientras otros son de una gran belleza poética, y ambos pueden resultarme enormemente atractivos si me convocan a trabajar en ellos. Los proyectos que impulso por mi interés suelen estar conducidos por algo que quiero decir con la pieza, y en ese caso busco la mejor puesta, poesía textual y formas estéticas que apoyen ese sentido.

En “Encuentros en Constitución”, pieza que dirigís, abordás la temática de la salud mental. ¿Cuál es el enfoque que otorga la obra al respecto?

Su mayor valor reside en su carácter de testimonial. Se trata de una experiencia contada en primera persona, por una mujer que convive con la bipolaridad. Buscamos abordarla de forma honesta, evitando caer en estereotipos ni tampoco romantizarla. La belleza del texto está en su espontaneidad, porque son desgrabaciones de charlas reales, y eso le da una frescura y una torpeza que son muy interesantes. Las palabras son poco calculadas y por momentos fluyen sin hilos lógicos, o por lo menos así lo aparentan. Junto a la actriz, decidimos confiar en que esas palabras que nos guían por retazos de su historia iban a llevar al espectador a reconstruir la humanidad de esta mujer y empatizar con esa vida, esas reflexiones, esos sentimientos. La sensibilidad y genialidad expresiva que le aporta Cecilia Cósero no es menor para lograrlo.

¿Qué intuís vuelve relevante en estos tiempos a un clásico como “Incidente en Vichy”?

La obra escrita por Arthur Miller hace sesenta años, que cuenta una historia sucedida hace más de ochenta, tiene una vigencia estremecedora y dolorosa. Hoy el mundo está presenciando una tragedia en Gaza, así como en la Europa de la Segunda Guerra Mundial se vivió la tragedia que fue el Holocausto. No son pocas personas las que nos preguntan si hicimos alteraciones al texto para que refleje en parte lo que hoy vivimos tanto en lo global como en lo local. La respuesta es no. Lamentablemente y como dice uno de los personajes en la obra ‘eso hace que se repita una y otra vez, eternamente’. Es una obra muy necesaria hoy, y ojalá su visionado resulte movilizante y, sobre todo, provocador.

“Allá por el Veintitangos” indaga en el sainete criollo, indudable tradición e identidad en nuestro teatro. ¿Considerás que es un género con suficiente presencia y valoración en la actualidad?

Lamentablemente es un género bastante abandonado, pero yo, que soy de un optimismo insensato -como decía China Zorrilla-, creo que más pronto que tarde va a volver a valorarse. También pienso que hay que inventar cómo hacerlo. Pienso que los estilos artísticos encuentran su modo de hacerse, y luego tendemos a intentar emularlos, y eso siempre está destinado a ser una cascara. Hasta que termina por fracasar y cae en desuso. Pero si conseguimos revitalizar el contenido y la belleza que contienen, lograremos revisitarlos y descubrir su maravilla. En ese intento estamos en “Allá por el Veintitangos”, guiados por el número uno en la materia que es Santiago Doria, responsable de recordar nuestras raíces y traerlas al hoy de forma viva y presente. Evitando traicionar su esencia, así como repetir formas o fórmulas. Vale la pena.

Llevás a cabo una incesante labor creativa; en este momento te encontrás dirigiendo y a la vez actuando en múltiples propuestas. ¿Qué fue lo que te atrajo para involucrarte en una puesta como “El Arte de Esgrimir”?

Para mí, “El Arte de Esgrimir” combina hermosamente grandes talentos contemporáneos. Un texto ingenioso y chispeante de Enrique Papatino, bajo la inteligente y sensible dirección de Emiliano Samar, más una compañera de escena generosa (Yamila Ulanovsky) y una expresividad deliciosa. La obra es un claro y raro ejemplo de un espectáculo que se apoya en el entretenimiento, la emoción y la reflexión de forma equilátera.

¿Cómo definirías qué significa ser artista en el teatro independiente en Argentina, con los desafíos que conlleva para la sustentabilidad artística y económica?

Solo se es artista si uno no puede evitarlo, y mucho más en el teatro independiente. Uno ensaya horas sabiendo que esos esfuerzos son desmesurados y no remunerados. Todos queremos conseguir sustentarnos, y para eso tenemos que hacer muchas cosas a la vez. Este es el peor momento económico del teatro que yo recuerde, y sin embargo hay actores, actrices, directores y teatristas de toda índole determinados a seguir montando espectáculos a toda costa. Es más fuerte que nosotros.

¿Qué políticas y acciones estimás son necesarias hoy para garantizar el fortalecimiento del teatro independiente?

Primero, defender los apoyos que hay y hacerlos cumplir. El teatro independiente se mueve por tracción a sangre de actor, y es una especie de abuso hacia nuestro deseo/necesidad de hacerlo. Tanto las instituciones estatales como los teatros que nos alojan deberían cumplir con los fondos y con las condiciones que nos corresponden por derecho. Y, a la vez, estimular las giras culturales y festivales; el intercambio nos enriquece, a artistas y públicos por igual. Por otra parte, me resulta incomprensible la no explotación turística del teatro en esta ciudad en particular. Lo que sucede aquí es único en el mundo. No existe otra ciudad que tenga la oferta teatral que tiene Buenos Aires, teniendo en cuenta los distintos circuitos, lenguajes y estilos que hay acá. Uno va a Nueva York o Londres y el pack turístico incluye una obra de Broadway o del West End, sin embargo, el teatro porteño está tremendamente sub-promocionado.

author: Maximiliano Curcio

Maximiliano Curcio

Nació en la ciudad de La Plata, Argentina en 1983. Es escritor, docente y comunicador, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía

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