Cultura Musikero

La Bersuit en Ferro

Crónica en primera persona del recital Bersuit Vergarabat dio en el micro estadio de Ferro la noche del 23 de agosto, para celebrar los veinticinco años de uno de sus discos más exitosos y logrados en lo estético: Hijos del culo. Hubo invitados y se cantó fuerte contra Milei arriba y debajo del escenario.

Fotos: Facundo Suárez (@irishsuarez).

Unas tres mil personas, compactadas en el mini estadio de Ferro, disfrutamos hasta las lágrimas de un recital soberbio de la Bersuit Vergarabat, quienes organizaron dos fechas para conmemorar los veinticinco años de uno de sus discos más exitosos no solo en materia de venta, crítica y circulación, sino también en excelencia artística: Hijos del culo, el quinto disco de la banda (el segundo con producción y dirección de Gustavo Santaolalla).

Pasadas las nueve de la noche irrumpieron en el escenario con sus pijamas e hicieron sonar la primera canción: La del toro, un tema con el que homenajean el jolgorio como modo de vida, una de las facetas más reconocibles de la banda. Y no pararon por más de una hora, en la hicieron sonar canciones tan potentes como bellas, como Desconexión sideral, La petisita culona, Toco y me voy, Porteño de Ley, El viejo de arriba, Canción de Juan, La bolsa, y los candombes Negra murguera y Es importante, con el acompañamiento de un grupo de coristas de una murga uruguaya.

Es importante:

Renovar el deseo

Es importante:

Poderte extrañar

Es importante:

Pa’que el fuego no se muera

Es importante:

Inventar otro ritual

Para quienes a finales de los 90, los recitales de rock nacional eran un espacio de pertenencia, Bersuit significó la introducción en géneros como la cumbia, el cuarteto, el candombe, la balada, la murga y el chamamé.  Esa versatilidad musical fue una de las virtudes más destacadas de la banda, porque ampliaron la mirada y experiencia vital de de miles de jóvenes –y no tanto– hacia las expresiones musicales de las provincias de nuestro país, y también de algunos ritmos latinoamericanos. Y ahora en Ferro volvían a tocar esos clásicos con la precisión del estudio de grabación y la emocionalidad del vivo.

Ni el astronauta ni la bruja

saben qué hacer con la culpa

y el miedo que les dejó

su sideral desconexión

Carrizo, batero y miembro fundador de la banda.

Cada tema era una fiesta, celebrada debajo y arriba del escenario, en el que había por lo menos diez músicos, todos varones. Entre ellos, los fundadores y compositores de una buena parte de la obra de la banda: Juan Subirá y Pepe Céspedes. A medida que pasan los temas, anunciaban a distintos amigos y compañeros de ruta como invitados en el violín (Javier Casalla), la voz (Cucuza Castiello, con remera de Maradona, y también Beto Olguín, y en un tercer momento, el rapero Luckra), la armónica (Fabricio Rodríguez). Lali Espósito, la estrella del pop argentino, atacada por Milei, fue la figura invitada más importante de la noche, y fue muy bien recibida por el público.

En Hijos del culo, editado en el año 2000, se puede escuchar y percibir, tanto en las letras, como en lo musical, algunos de los grandes asuntos que la banda abordaría a lo largo de su carrera: la euforia, los excesos, los márgenes, la irreverencia, la locura.

Nadie lo podrá impedir

esta noche iré hasta el fin

con los locos, los borrachos

con las putas y los guachos...

En la segunda parte del recital tocaron unos cuantos clásicos de la banda, y también un par de temas de los discos que grabaron luego de la salida de Gustavo Cordera, en 2009, el carismático líder que estuvo al frente del grupo durante los años dorados, y del que costó mucho desprenderse por el peso de su figura. Con Daniel Suárez y El Cóndor Sbarbati a cargo de las voces y el escenario, arrancaron con “La argentinidad al palo”, esa chacarera con sonido rock que tan bien pinta el contraste del ser nacional, y que contó con la participación –potente, eléctrica- del rapero Willy Bronca.

Aquel disco doble, conocido como La argentinidad al palo, editado en 2004, pasó a la historia por su nivel artístico, sus composiciones, su sonido, pero en especial, por la conceptualización que realizan de la crisis del 2001. Con aquella obra de más de veinte canciones, interpretaron el quiebre institucional y social de nuestro país.

Lali y Suárez.

Alcanza con leer algo de la letra de El viento trae una copla, cantada, en el show, con Lali Espósito, una artista que permanentemente reivindica nuestra identidad, con las contradicciones incluidas (subió al escenario con un pijama de seda).

Y sigo lavando copas

De gente mejor que yo

Si puedo, bebo las sobras

El mezcladito me enciende

Y me pongo loco

Fantaseo con el mar

De irme nadando

De volverte a tocar

Y me pongo manco

Manos de inutilidad

Dejé allá mi sangre

Y hoy me tengo que inventar

¡Si soy argentino!

Y también tocaron Perro amor explota, Un pacto, Vuelos y Señor cobranza, entre otras canciones. Para el cierre dejaron el tema que mejor sintoniza con la época de la crueldad: Se viene.

Volvió la mala, fue corta la primavera

Cerdos miserables comiendo lo que nos queda

Se llevaron la noche, nuestra última alegría

Gente poniendo huevo' para salir de esta ruina

Bersuit fue una banda emblema a finales de los años los 90, por su posicionamiento contra el neoliberalismo de Menem y De la Rúa, que dejaba a su paso hambre, entrega, desocupación y muerte. Y a lo largo de los años, salvo Cordera, quien perdió la brújula y hasta hace un tiempo andaba a los manotazos para llamar la atención, mantuvieron una coherencia en su mirada política y social. Y tanto el viernes como el sábado se cantó contra Milei y su plan de entrega, hambre y represión (y ahora coimas, o corrupción), y también en defensa de la patria, esa construcción que nos define, entre otros asuntos fundamentales, en relación a nuestra Cultura, atacada también por un gobierno que tilda a los artistas de ñoquis y parásitos.

Suárez y El Cóndor mencionaron un par de veces la lucha de los residentes del Garrahan, uno de los focos de resistencia al régimen de Milei, y también a las Madres y Abuelas, luego de que sonara la preciosa canción Vuelos, y en la memoria colectiva emergiera como en un sueño la consigna de la gente canta en el disco en vivo De la cabeza, al finalizar la canción: el que no salta es militar.

La banda se mostró muy agradecida con su público.

A lo largo de las más de dos horas de recital –con el corte en el medio-, la banda mostró el entusiasmo de siempre. Mucho agite, mucha sonrisa y buena energía en el escenario y con los invitados. Hay que recordar que Bersuit pasó de Cemento a River, en menos de diez años, que vendieron cientos de miles de discos, que recibieron premios dentro y fuera del país, que viajaron por el mundo y que fueron de las tres bandas más importantes de nuestro rock durante una década; luego salieron de la escena, se volvieron a romper cada uno en sus propias sombras, la música y la necesidad de ponerse a andar los volvió a juntar, y desde hace varios años sostienen el nombre y la historia de la banda con la estructura, prensa y flashes que tenían hace treinta años atrás, cuando arrancaron. Editaron tres discos de estudio y ahora se lanzaron con una gira dentro y fuera del país por los 25 años de uno de sus mejores discos (el nombre es extraordinario, ¿no?).

Se los vio tan felices como los que estábamos abajo del escenario. Y agradecidos. Muy agradecidos con el público, la música, y la vida. Y para muestra alcanza un botón: Alberto Valenzuela, el querido guitarrista conocido como Tito –tenía una delgadez cadavérica-, ante un silencio sepulcral, nos contó a todos que estaba pasando una noche inolvidable por el marco, pero en especial porque tenía con él a su hija de diez años, a quien no veía hacía casi uno y medio. Mientras la cortina de aplausos ganaba hasta el último rincón del mini estadio, la piba se subió al escenario y le dio un abrazo al padre: manos enrojecidas, y otra vez, lágrimas, entre la familia bersuitera. Treinta y seis son muchos años.

Con mi hermano Ricardo, su hijo mayor Manuel, y su primo e hijo mayor mío, Santino, nos miramos sin decirnos nada: estábamos transpirados y satisfechos. El recital había sido una maravilla. En calle, mientras apretábamos el paso hacia el auto, golpeados por el frío que no había podido ingresar a Ferro, no le dije nada a mi pibe, pero el tatuaje que se hizo en un brazo de la tapa de Hijos del culo, siempre, pero más aún ahí sobre la calle Avellaneda, me llenó de orgullo.

Recortes en video.

author: Mariano Abrevaya Dios

Mariano Abrevaya Dios

Director de Kranear. Escritor.

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