Objetivo: América Latina
13 de Diciembre de 2025
Por Víctor Sudamérica
El pasado jueves 3 de diciembre el gobierno de Estados Unidos hizo pública la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (NSS), marcando un punto de inflexión en su política exterior.
Todo indica que América Latina será el epicentro de su geoestrategia por primera vez desde el fin de la Guerra Fría. La demostración de fuerza imperial de estos días es algo que ya conocen los que peinan canas, pero novedoso para las nuevas generaciones (con quienes hay que conversar, a quienes tenemos que alertar sobre la peligrosidad de estos movimientos geopolíticos). Este giro que viene marcándose desde la asunción de Trump despeja cualquier duda en la formulación de un documento que traza un mapa de intereses y prioridades donde el hemisferio occidental es su objetivo número uno.
El documento expresa una restauración del poder y las prioridades estadounidenses, el nuevo enfoque es denominado el 'Corolario Trump a la doctrina Monroe', y se presenta como un movimiento defensivo, imperialista y violento, donde algunos analistas lo explican como el fruto de la declinación acelerada de su hegemonía global.
La restauración del siglo XXI
El documento de seguridad nacional no se esfuerza y no tiene ningún reparo lingüístico en esconder sus objetivos en la región, establece explícitamente que EE. UU. 'reafirmará y aplicará la doctrina Monroe' con el fin de restaurar su preeminencia en el hemisferio. El principal propósito es proteger la Patria (EE.UU.) y el acceso a zonas geográficas claves en la región, con el objetivo de intervenir directamente en la riqueza de nuestras naciones.
La nueva estrategia muestra su faceta defensiva en la necesidad de alejar la influencia de China y afirmar la decisión de negar a los competidores no hemisféricos. Así también se vislumbra la obsesión de posicionar fuerzas o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales en el hemisferio occidental. La estrategia de seguridad nacional marca un quiebre y parte del análisis que se asiste al fin del orden globalista creado y dominado por Estados Unidos desde los años 90. La nueva lectura y luego de años de expansión por fuera del continente adhiere a que es el momento para un repliegue bajo el lema 'America First'.
Estados Unidos se posiciona como el dueño del hemisferio, casi por mandato natural y destino manifiesto, y el documento establece prioridades que ya se vislumbraron en este tiempo, como por ejemplo, poner fin a la migración masiva en EE.UU., incrementar la lucha contra el narcoterrorismo y los cárteles, y garantizar el acceso a las cadenas de suministro y a los materiales esenciales como minerales, agua o petróleo. Esta última es palpable en nuestro país y explica los intereses económicos de los imperios como también la cuestión geopolítica y la disputa con China.
Militarización y uso de la fuerza letal
La estrategia de seguridad nacional de Trump se basa en 'reclutar y expandir', premiando a los gobiernos aliados con 'zanahorias' que algunos casos nunca llegan a ver. Al mismo tiempo, el documento plantea un 'reajuste de la presencia militar mundial' para enfrentar las amenazas urgentes en el hemisferio, lo que implica una militarización de la región, incluso desplegando fuerzas en lugares más alejados, tal como se vio con el portaaviones Gerald Ford en el Caribe. Venezuela y el Caribe ya son víctimas del reajuste militar.
El presidente argentino, absolutamente sumiso a los intereses de Trump.
Siguiendo con la cuestión militar, la doctrina se sostiene en el despliegue de fuerzas para asegurar la frontera y derrotar a los cárteles, incluyendo, si es necesario, 'el uso de la fuerza letal'. Esto sustituiría la estrategia exclusiva de aplicación de la ley que, según el documento, ha fracasado en las últimas décadas. A la actualidad algunas decisiones y muestras de poder militar implicaron ejecuciones a pescadores y balsas donde no se verificaron casos de narcotráfico.
Respecto a la diplomacia comercial, la NSS es igualmente agresiva: si las naciones no consideran a EE.UU., su socio preferido, se las 'disuadirá por diferentes medios de colaborar con otros', refiriéndose directamente a China. La guerra imperial es total y atraviesa aspectos comerciales. De esta manera, cualquier nación que quiera tener vocación de autonomía tendrá que soportar la asfixia del imperio.
Lo viejo que no termina de morir
La primera Doctrina Monroe se dio en el marco de ascenso imperial de los Estados Unidos y la consolidación del capitalismo occidental. Coyuntura que marcaba una distinción en relación al proceso en América Latina. Ya en el siglo XIX, el imperialismo yanqui, al igual que el británico, buscó impedir que las nuevas repúblicas hispanoamericanas mantuvieran su unidad. Los diplomáticos norteamericanos aprovecharon la ocasión de la independencia para aliarse con la burguesía comercial y los hacendados criollos, asegurando que las repúblicas permanecieran desunidas. Lo que indica que en cada momento que el imperio se organiza ajusta sus tuercas sobre el patio trasero y una consecuencia de esto fue la falta de unidad de concepción en América Latina, lo que hizo que las respuestas sean más débiles. El imperio realiza un movimiento de pinzas, ajusta y divide.
No es casualidad que una de las nuevas obsesiones de Trump sea Venezuela, el país de Simón Bolívar, quien por su parte, desconfiaba profundamente de Estados Unidos, considerándolos “egoístas” y calificando a sus políticos como “esa canalla de los regatones americanos”.
A partir de la Doctrina Monroe, Estados Unidos consolidó su anexión a territorios mexicanos, perdiendo el país hispano casi el 75% de su territorio: el bautismo imperial significó para México un saqueo territorial. La Doctrina ya en el siglo XX fue garante de la anexión de Puerto Rico y el deseo de incorporar a Cuba como parte indispensable para la continuidad de la Unión. Asimismo la Doctrina facilitó la expansión y el fraude económico, y de esta manera se explica la creación del Panamá como país independiente. El propio presidente Teodoro Roosevelt se jactó: “Yo tomé a Panamá”. La zona del Caribe se convirtió en lo que se denominó en su mare nostrum.
Gracias a la Doctrina se promovió la instauración de tiranos: el poder norteamericano se consolidó con el apoyo a déspotas civiles o militares como los casos de Trujillo, Somoza o Batista, fusionando el poder político con el económico y el terrorismo de Estado. Significó también cientos de intervenciones Militares: la historia de Centroamérica está marcada por los desembarcos de marines en Nicaragua, Santo Domingo, o Cuba. Las autoridades estadounidenses declaraban abiertamente que ningún régimen sin el reconocimiento de Washington podría mantenerse en el poder.
Los EEUU y injerencia imperialista sobre Venezuela.
La Doctrina fundada en el saqueo avaló la invasión de filibusteros: Estados Unidos respaldó a figuras como William Walker, que invadió Nicaragua en 1856 con forajidos, instauró la esclavitud y el inglés como idioma oficial, y ofreció las tierras nicaragüenses como pago para un empréstito. Y por último la Doctrina significo el control económico: Se estableció una 'malla de intereses' que abarcaba monopolios de productos clave (azúcar, banano, café), bancos, puertos y servicios públicos.
Cada vez que los Estados Unidos actualizó su Doctrina y su estrategia de Defensa, solo sirvió para que se extienda la rapiña, la injerencia económica, las agresiones militares, los bloqueos comerciales. Nada bueno se puede esperar para América Latina. Por ahora por un lado, veremos cómo gobiernos títeres celebran las viejas novedades, ya que adulones a lo largo de la historia nunca faltaron, y serán juzgados oportunamente. Por otro lado, habrá qu esperar que la maduración de la conciencia latinoamericana se resignifique y reconozca la nueva era del imperio, y así acudir a la memoria histórica y nos convoque para futuras gestas de liberación.
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