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24 de Mayo de 2022
Por KranearQuien se haya dado una vuelta por la última edición de la Feria del Libro, habrá comprobado que el evento de la industria editorial más importante del año, fue un éxito, tanto por el aluvión de visitantes, como también muy probablemente sucedió con la facturación y las ventas. Ya llegarán los datos oficiales, pero pareciera ser que luego de dos años de pandemia, los distintos actores de la industria que hay detrás del libro, quedaron muy satisfechos, y aliviados.
Entre las tantas actividades que se realizaron en las salas y los stands de las provincias, las radios y diarios, los sindicatos y clubes de fútbol, las editoriales multinacionales y los sellos cooperativos medianos y chicos, hubo una que se destacó, en especial, por la edad de la autora: 17 años. Se llama Lucía V. Chavez Teira, vive en el barrio porteño de Balvanera junto a su familia, está cursando quinto año del secundario, y estuvo firmando ejemplares de su primera novela, Lluvia violeta, en el espacio que montó el sello que le publicó la novela: Editorial Dunken.
Kranear conversó con ella por medio del correo electrónico, no solo del texto, que podría catalogarse como un thriller urbano con connotaciones políticas, sino también sobre su temprana vocación de escritora y un asunto del que tiene mucho para decir: la adolescencia. Contó que está escribiendo unos cuentos, que ya tiene por lo menos dos ideas para dos nuevas novelas, que se le está animando a la poesía, y que a hoy, a medio año de terminar el colegio, no sabe qué carrera va a estudiar en la universidad.
En qué momento empezaste a escribir, y por qué.
Empecé a escribir a eso de los once o doce años. Escribía cuentos propios de la edad, sencillitos y casi sin trama, era más que nada por diversión. Pero después, cuando empecé a leer más, encontré que había finales en historias que no me gustaban, entonces imaginaba yo qué finales alternativos podían tener. Es por eso, que un día pensé ¿por qué no puedo escribir yo mi propia historia, con personajes y situaciones que a mí me gusten? Yo quería algo que fuera mío, que saliera de mí, y ahí arranqué con el boceto de Lluvia violeta.
La verdad, es que si agarramos ese boceto (que en realidad fueron trece capítulos), no se asemeja mucho a la novela que tengo hoy en día. Esa que había empezado a escribir estaba carente de una trama sólida. No tenía nada de política y era puro amor envuelto en cliché que hoy jamás se me ocurriría escribir. Supongo que era propio de esa edad (13), y lo voy a honrar de esa forma, pero realmente me da un poco de vergüenza leer la antigua versión de Lluvia violeta.
¿A partir de qué idea, imagen o emoción, te invadieron las ganas de escribir una historia que hoy es el libro Lluvia violeta, y por qué elegiste ese título?
Era verano y yo había terminado de escribir mi primera novela (una que jamás va a ver la luz del día), entonces tenía ganas de empezar a escribir más cosas como para no estancarme ni perder el ritmo. Casi sin darme cuenta, empecé a escribir las cosas que diría un personaje como Axel, y me puse a pensar alguna historia con contexto suficiente como para que encajara. Ahí me acordé del borrador de Lluvia violeta que había hecho años atrás. Reorganicé personajes, le di un problema social sólido y en una noche ya tenía más o menos una idea de lo que iba a hacer.
Me gusta eso de resolver la trama de un tirón, porque así no se me corta la inspiración ni me olvido de las relaciones en mi cabeza. Recuerdo que estaba en la cama con el cuaderno y un lápiz, escribiendo cosas al margen de la hoja y tachando nombres que descartaba para encontrar unos que fueran perfectos y representaran mis personajes.
Elegí “Lluvia violeta” porque es uno de los delirios que tiene Axel (tiene varios en la historia), pero justamente este es en un momento clave del libro y por eso pensé que sería más llamativo que un nombre más común. Además, yo tenía claro que no me importaba cuál fuera el título, quería que en la estética del libro predominara el color. Me vino como anillo al dedo hacerle a Axel tener un delirio con ese color.
En la contratapa se adelanta que la villana de la historia es una ex ministra de Seguridad de la Nación. ¿La realidad supera a la ficción?
La verdad es que necesitaba una figura política capaz de mandar a reprimir y justo recordé una represión que hubo años atrás hacia docentes y alumnos que se estaban manifestando. Yo era chica, pero me quedó muy marcado el hecho de que se haya mandado a reprimir a un sector tan importante de la población como lo es la educación. Hubo imágenes fuertes en la televisión, que todavía tengo nítidas. Creo que fue más por eso, lo chocante que fue que se haya apaleado a quienes representan la educación y forman el futuro. Me pareció una falta de respeto y todavía sigo masticando bronca.
Lucía ya tiene dos nuevas ideas para convertir en novela.
¿Vas a seguir escribiendo y publicando textos? ¿Cuáles son los temas que te atraen, u obsesionan?
Me encantaría seguir publicando libros. Actualmente estoy trabajando en un libro que es una recopilación de cuentos. Me está llevando tiempo porque estoy corta de inspiración y me cuestan más los cuentos que los capítulos. Además estoy tratando de escribir poesía, y como en el día no tengo tanto tiempo como para sentarme armar ideas, hago cosas más cortas y personales.
De todas formas, tengo dos novelas en carpeta en las que quiero trabajar porque me interesan mucho los temas. Una es sobre adicciones, y la otra sobre la vida de un famoso que inventé.
Me interesa mucho hablar sobre la adolescencia. Creo que se entiende solo una vez en la vida. No porque los adultos no sean capaces de recordar, sino porque la misma muta constantemente y no se la entiende. Son cambios muy grandes en un período de tiempo muy corto. La adolescencia me parece clave -quizás porque ahora mismo estoy viviéndola-, y últimamente estoy mirando mucho a mis pares.
Descubrí que estamos sintiendo mucho, y necesitamos una validación inmediata que puede llevarnos a la destrucción. Creo que se nos reduce mucho a la idea que se tiene de la adolescencia. Es natural que se nos subestime, pero nuestro ahora es mucho más que salir de fiesta o tener obligaciones como el colegio. Y esta edad se la tiene caratulada como un momento de éxtasis, porque supuestamente vivimos fumados o chupados. Es mentira, somos una montaña rusa de emociones que no sabemos controlar. Se suma el hecho de que tampoco sabemos cómo comunicar nuestros procesos internos porque nos sentimos incomprendidos, como todo el mundo se sintió alguna vez. Poseemos una juventud desbordada que nos llama a encontrar lo que nos satisfaga y calme un poco esa sed de sentirnos importantes, valiosos; porque internamente somos un caos. Y casi siempre vivimos en crisis.
La adolescencia es peligrosa, hay muchas presiones sociales y del entorno. Percibo mucha crueldad y frustraciones que no sabemos manejar ni manifestar de una forma que no nos hiera a nosotros, ni a nuestros pares.
¿Qué autores o autoras estás leyendo, y quiénes son tus influencias, o faros?
Actualmente estoy leyendo literatura latinoamericana. Me gusta Cortázar -por más que me cuesta a veces seguirlo-, y también estoy leyendo Pedro Páramo de Juan Rulfo. Justamente entré en el mundo del Realismo Mágico el año pasado, porque nuestra profesora de lengua y literatura nos hizo trabajar ese tema. Ahí descubrí a Mariana Enríquez y a Samanta Schweblin, ambas me gustan mucho porque tienen una forma de narrar que me encanta. Otra que me gusta mucho es Claudia Piñeiro, “Catedrales” me voló la cabeza. Sentí mucho ese libro, me llegó al punto de ponerme la piel de gallina en narraciones muy fuertes.
Si hablamos a nivel internacional, uno de mis libros favoritos es “Dolores Claiborne” de Stephen King. También me gusta Edgar Allan Poe por su forma de narrar, aunque siento que es mucho más interesante en inglés porque se puede analizar más.
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