
Semblanzas sobre las chicas Oesterheld y sus compañeros de vida y militancia
“Yo no puedo excluirme de la lucha en la que está involucrada toda la juventud, incluida mis hijas, que además es por una causa en la que siempre creí: un país mejor, con más justicia social”.
Héctor Germán Oesterheld
En base a mi archivo expondré la historia completa de esta caracterizada familia militante, que entregó a la causa de la liberación nacional y social de nuestra patria, desde las filas del peronismo revolucionario: cuatro hijas, tres yernos y dos de sus cuatro nietos secuestrados y desaparecidos por la última dictadura cívico-militar que padecimos los argentinos.
Oesterheld, Marina. 19 años. Le decían “Pantera” por la manera de caminar de la Pantera Rosa. También era conocida como la “Flaca Liliana” y “Valentina”, por la protagonista de la historieta de Guido Crepax. Hija de Héctor Germán Oesterheld y Elsa Sara Sánchez. Nacida el 26 de enero de 1957 en Capital Federal. Estudió en el Northland’s, en el Colegio Nacional de San Isidro y por último en el Instituto 20 de Junio de San Isidro y en la Escuela Normal José Gervasio Artigas de San Fernando, ambos en la provincia de Buenos Aires.
Los cambios escolares, a ella y a sus hermanas, les forjó una nueva realidad cotidiana. Dice su madre en el artículo "Las Oesterheld", aparecido en la revista Sudestada, número 106, de marzo de 2012: “Otro detalle que les abrió una ventana a un mundo de injusticia e impunidad a las chicas fue el cambio del colegio, del exclusivo Northland´s de Olivos, las cuatro tuvieron que emigrar al estatal Nacional de San Isidro por las premuras económicas que llegaron después de la clausura de la editorial Frontera a cargo de Héctor. Allí, lejos de los privilegios, otra realidad las atravesó. Ahí es donde empiezan a reconocerse realmente como chicas del país. En ese tiempo se estaba produciendo un cambio social tremendo. Y se adaptaron maravillosamente bien”.
Oesterheld, Marina. 19 años.
Marina militó en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) del Partido de General Sarmiento, provincia de Buenos Aires. Fue militante montonera con el grado de miliciana en la Secretaría de Prensa, Agitación y Propaganda, y secuestrada-desaparecida el 27 de noviembre de 1977 en San Isidro, provincia de Buenos Aires, junto a su esposo Alberto Oscar Seindlis. Estaba embarazada de ocho meses. Simularon enfrentamiento, pero fue asesinada.
Como párrafo final, la misma Elsa –su madre- afirma: “Marina fue la más parecida al padre, su fiel retrato. Introvertida y taciturna como él, inquieta y rebelde”.
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Seindlis, Alberto Oscar. “Tucho” para sus amigos; “Víctor” y “El Negro” para sus compañeros de militancia. También conocido como “Joaquín” cuando militó en la Columna Sur de Montoneros en el Gran Buenos Aires. Nacido en Buenos Aires el 11 de diciembre de 1948. Tenía la doble nacionalidad argentina-polaca. Vivió de pequeño en el barrio de Balvanera; primaria en la escuela Cangallo y secundaria en el colegio Mariano Moreno. Era alto, peinado a la gomina y gustaba usar camisas celestes. Militante peronista y montonero, compañero de Marina Oesterheld.
Participó de las actividades desarrolladas en el “Ateneo 20 de Junio” de la Juventud Peronista, ubicado en calle Tucumán 2625, entre la avenida Pueyrredón y Juan José Paso, en pleno barrio de Once. Uno de los ejes de la tarea militante que ellos desplegaban en la zona era el trabajo en inquilinatos, es decir, organizar a sus moradores a través del Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP) para que tuviesen una vivienda digna y no los estafaran.
Seindlis, Alberto Oscar.
Alberto Oscar Seindlis fue secuestrado-desaparecido con su pareja, el 27 de noviembre de 1977 en San Isidro, provincia de Buenos Aires, a la edad de 29 años. Sus compañeros, dicen que le gustaba asegurarse que la jerga que solía usar la militancia a diario fuera comprendida y resultara accesible para la gente de los barrios: y él mismo, se relacionaba con todos, allí, de una manera llana y espontánea. Por ejemplo, se encargó de explicarle a un compañero villero de nombre Miguel (de Villa Argentina, en Avellaneda) de qué se trataba aquello de la “plusvalía”.
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Oesterheld, Beatriz Marta. 20 años. “María”. “La Flaca”. “Gaucha Madrugada” (porque siempre era la última en irse a dormir), según decían los vecinos de las villas “La Sauce” y “Uruguay” de San Isidro, ámbito donde militaba. Hija de Héctor Germán Oesterheld y Elsa Sara Sánchez. Nacida el 29 de septiembre de 1955 en Capital Federal. Estudió en el colegio Northland’s y luego en el Nacional de San Isidro.
Miguel Fernández Long, amigo de la familia y también militante, nos aporta una semblanza de aquella jovencita que “a los 16 años ya había leído clásicos de la literatura y conocía los puntos de vista filosóficos tradicionales. El espacio de la casa de su padre, Héctor, la estimulaba. Hablaba con entusiasmo de Madame Curie y Simone de Beauvoir, le interesaba el pensamiento teórico de Guevara y discutía desde posiciones muy claras en cuanto ética y valores”.
El 26 de julio de 1972 –en un nuevo aniversario de la muerte de Evita- concurre invitada por Eduardo “El Burro” Hurst a un acto en Lanús en honor a Eva Perón que termina en una batalla campal con la policía, y bajo una lluvia de gases y balas entiende la lealtad del pueblo peronista con sus símbolos y con la historia, y se suma a la militancia de la Juventud Peronista.
Hace acto de presencia a las proyecciones clandestinas de “La Hora de los Hornos” (Solanas-Getino). Es una colaboradora de la revista peronista “De Pie” tanto en su impresión como en su circulación. Y comienza a hacer tarea solidaria y militante en el barrio de emergencia “La Sauce” en conjunto con un grupo de jóvenes de la parroquia de Beccar, que es su zona de influencia. Lleva adelante una campaña de alfabetización muy importante.
Oesterheld, Beatriz Marta. 20 años.
Además, será montonera en el ámbito de las villas de emergencia (“la Cava”), y colabora activamente en la construcción de la Unidad Básica “Compañero Capuano Martínez” que cumple un gran rol social y de ayuda entre los necesitados de la zona y que se solventa con rifas y kermeses que organizan los propios compañeros. Y que como bien apunta Fernández Long “dio espacio físico nuevamente para juntar elementos sanitarios, cuadernos, juguetes y todo aquello que los vecinos necesitaban”. Señala así mismo que, Beatriz “era la voz de las mujeres muchas veces dejadas en segundo plano en las reuniones de la agrupación”.
En la gloriosa jornada del 25 de Mayo de 1973, cuando va asumir “El Tío” Cámpora la Presidencia de la Nación, irá ella al frente de la impresionante movilización barrial, a la cabeza de la columna, que salió de la avenida Rolón en San Isidro y arribó a la Plaza.
Durante este tercer gobierno peronista de final abrupto, “María” (así ya la conocen todos, por su nombre de guerra) formará parte de manera activa en el Movimiento Villero Peronista (MVP), aportando soluciones importantes, como cuando se incendió “La Uruguay” y hubo que rehacerla.
Secuestrada el 19 de junio de 1976, en el trayecto que va desde la estación del FF.CC. de Martínez a la villa “La Sauce” donde militaba (para ser precisos, el lugar del secuestro fue en Alvear y Santa Fe, Martínez).
Su cuerpo aparece sin vida (junto al de otros compañeros antes secuestrados) el 2 de julio del mismo año en otra localidad cercana, Bancalari, partido de Tigre, provincia de Buenos Aires en un falso enfrentamiento –fraguado por la dictadura- contra el Arsenal militar de Boulogne.
Al momento de su secuestro formaba pareja con “Cacho” Della Nave (ver su registro) en una isla del Tigre donde habían buscado refugio.
Dice su madre Elsa: “El día que se la llevaron, me propuso encontrarnos en un bar de Martínez, para decirme que se iba a dedicar a la Medicina; pero me aclaró: Mami, no quiero ser una doctorcita de consultorio. Me voy a instalar en la selva como el Che, o en los barrios, donde la gente necesita ayuda de verdad. Yo le contesté que estaba bien, que eso la engrandecía”.
Y además le dejó una promesa: “Mami, quédate tranquila porque nosotros nunca vamos a hacer nada de lo que vos te puedas avergonzar”.
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Della Nave, Carlos Domingo. Cuentan que en 1967 se fue de mochilero al norte de nuestro país con el objetivo de sumarse a la guerrilla del Che en Bolivia.
Fue detenido clandestinamente el 18 de marzo de 1970, durante un procedimiento de la Brigada de San Martín en un galpón de Luján, tras lo cual fue duramente torturado con picana eléctrica. Para entonces militaba en las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Era muy diestro como mecánico y chapista siendo el que camufló como rodados militares (pintados de verde oliva con insignias en sus puertas) los dos vehículos que se usaron para entrar a Campo de Mayo y llevarse armas de guerra.
Descubierto “el artista” lo detuvieron, pero luego de unos días, los policías debieron “legalizarlo”. Ariel Hendler en su libro “La guerrilla invisible” cuenta lo siguiente: “En el Departamento Central de Policía, Carlos Della Nave circulaba casi libremente por las dependencias de Coordinación Federal, hasta que a la noche lo llevaban a dormir al calabozo. Completamente dopado, era una suerte de esclavo doméstico que se ocupaba de barrer, servir café y otras tareas parecidas. Hasta que su organismo se fue acostumbrando a las drogas, pero él tuvo la presencia de ánimo de simular que seguía idiotizado. Fue así que, aprovechando que lo creían inofensivo, logró nada menos que acceder a la lista de domicilios privados (y secretos) de los jefes de ‘Coordina’. Primero memorizó algunos de ellos, y luego las anotó en un papel de cigarrillo, con letra chiquita, que se llevó oculto en una capsulita cuando finalmente lo enviaron a la cárcel de Villa Devoto, todavía como procesado sin condena. Allí le dio la lista al abogado Ventura Mayoral, durante una de las visitas, quien a su vez se la entregó a Bjellis (otro militante)”.
Carlos Domingo y Beatriz Marta.
Su prima, Norma Salas, cuenta que Della Nave se había criado en Lanús en el seno de una familia peronista “hasta la médula” en la que permanentemente se hablaba de política. Y que Carlitos ya desde los 15 años había trabajado y militado gremialmente en el Ferrocarril Roca.
No es de extrañar entonces que se sumara a Montoneros siendo “Cacho” o “Juan sin Tierra”, porque siempre andaba solo de aquí para allá. Experto en comunicaciones, ayudó a Rodolfo Walsh en el aparato de inteligencia de aquella organización político-militar.
Detenido el 20 de noviembre de 1973 en La Pampa en compañía de otros once militantes de Juventud Peronista, y luego de una huelga de hambre de nueve días, fue liberado. Fuer nuevamente detenido en su domicilio de Lanús y luego excarcelado el 10 de mayo de 1974. Fue definitivamente secuestrado-desaparecido por militares el 13 de septiembre de 1976, cuando había formado pareja con Beatriz Oesterheld.
Mientras militaba en las ya mencionadas FAL, su organización, en los ’70, secuestró al cónsul paraguayo en la Argentina (Waldemar Sánchez), con el único fin de exigirle al gobierno del general Onganía que reconociera que tenía detenidos políticos sin legalizarlos y bajo tortura como el propio Della Nave. Dicho secuestro inspiró la novela del eximio escritor británico Graham Greene titulada “El cónsul honorario”.
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Oesterheld, Diana Irene. 22 años. “Dina”. Hija de Héctor Germán Oesterheld y Elsa Sara Sánchez. Nacida en Capital Federal, el 15 de octubre de 1953. Estudió en el colegio Northland’s y luego en el Cardenal Spínola. Para entonces era una asidua lectora de las obras de Miguel de Cervantes Saavedra, Julio Verne, Emilio Salgari y Alejandro Dumas. Al decir de su madre: “Ella era de escribir y escribir y leía de una manera voraz…”.
A los 12 años se fue a colaborar con su vecina, una señora alemana que era voluntaria en el hospital de San Isidro, a cuidar chicos al nosocomio. Se dedicó a poner vacunas de manera voluntaria y no era raro verla por ahí a las 7 de la mañana de los sábados.
Un mañana de mucho frío cuando ya tenía 14 años, entra enojada a su casa y la encara a su madre y le dice: “Mami, mirá acá todas las estufas que tenemos… ¿Me puedo llevar algunas al hospital, que la gente allá se congela?”. Y se fue al hospital con las estufas cargadas en el auto de su padre. El porqué de esta actitud solidaria es muy simple: se indignaba porque esa gente llegaba al nosocomio a eso de las 4 de la mañana para sacar un turno para ser atendidas y en invierno, sin calefacción de ningún tipo, las madres se cagaban de frio con criaturas a la rastra.
Oesterheld, Diana Irene. 22 años.
También pasó por Juventud Peronista y participó de las actividades desarrolladas en el “Ateneo 20 de Junio”, ubicado en calle Tucumán 2625 entre la avenida Pueyrredón y Juan José Paso, en pleno barrio de Once. Uno de los ejes de la tarea militante que ellos desplegaban en la zona era el trabajo en inquilinatos, es decir, organizar a sus moradores a través del Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP). Fue militante montonera.
Secuestrada-desaparecida en San Miguel de Tucumán, el 7 de agosto de 1976. Allí habían llegado en diciembre de 1975 cuando se instalaron en una muy humilde casita del barrio Ciudadela. Los vecinos recuerdan que, en el fondo de esa casa, habían instalado una pequeña huerta cuyos productos la pareja compartía con todos los vecinos. Estaba embarazada de seis meses y ya tenía un hijo de nombre Fernando, nacido en junio del ‘75. Su marido era Raúl Ernesto Araldi. Fue vista con vida en la Jefatura de Policía de Tucumán y se cree que trasladada, dio a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo; luego fue asesinada.
En mayo de 2005, Fernando Araldi Oesterheld (que tenía un año al momento de la desaparición de su mamá), se presentó a la Justicia para reclamar la casa donde vivía en 1976 con sus padres “desaparecidos” en la calle Frías Silva. Según la fiscalía, el ex Jefe de Inteligencia de la Policía de Tucumán (Roberto “El Tuerto” Albornoz), acusado del secuestro de la pareja, se apropió del inmueble, donde siguió instalada su ex amante que también era policía. Pero esta vez hubo reparación: en diciembre de 2009, la Justicia de Tucumán obligó a la mujer a devolver la vivienda a sus legítimos dueños.
Ese mismo crápula de Albornoz que había dejado a Fernando –siendo un niñito- en la Casa Cuna tucumana, donde estuvo como N.N. hasta el 10 de agosto, cuando fue recuperado por sus abuelos paternos.
La madre de Diana, rememora: “Diana era un calco mío. Se casó con un excelente muchacho de familia humilde y decidieron ir a vivir a Tucumán, donde desapareció, embarazada de su segundo hijo. Tenía una entrega total y era como que sabía el peligro que se venía, pero no se apartó de sus convicciones”.
O como bien dice el compañero Hugo Montero (ya lamentablemente fallecido): “Rebelde, solidaria y militante, la oscuridad no pudo devorarse esa sonrisa eterna, esa alegría contagiosa que hoy, desde la distancia de esa foto, también nos interroga”.
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Araldi, Raúl Ernesto. “Pocho”. “Chiche”. Nacido el 26 de agosto de 1947 en Martínez, San Isidro, provincia de Buenos Aires.
Muerto en julio de 1977 en la frontera entre Tucumán y Catamarca (ver más adelante). Su cuerpo fue llevado a la Jefatura Policial de San Miguel de Tucumán. Tenía 30 años. Era un cuadro del peronismo montonero y estaba casado con Diana Irene Oesterheld; con ella tuvo un hijo de nombre Fernando.
Araldi comenzó su militancia con un grupo de estudiantes de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y luego se sumaron a Montoneros, en tanto formaban parte de una Unidad Básica de Combate (UBC) en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Hasta principios de 1974 también militó en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) ambito al que arribó por su trabajo sindical en el Instituto Nacional de Farmacología y Bromatología y donde antes había creado y formado parte de “Organización y Lucha”, una agrupación opositora a la burocracia sindical de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) de aquel entonces.
Araldi, Raúl Ernesto.
Morocho ganador y simpático con las mujeres se sabía atractivo; de perfil bajo en las asambleas, sin embargo, era lo que se puede denominar un aglutinador natural de sus semejantes; algo por demás valioso en alguien que era un militante político.
Su padre, Juan Bautista, se había dedicado a la construcción y era un hombre fanático de las carreras automovilísticas; para él, su hijo Raúl –y para el resto de la familia también- era el orgullo familiar: egresado del Nacional San Isidro, estudiante universitario y encima con trabajo; y así fue como en una nueva casa a habitar en Martínez (provincia de Buenos Aires), Juan Bautista construyó un cuarto en la terraza para que su hijo instalara su propio laboratorio químico; pero hete aquí que el hijo modelo puso un mimeógrafo e hizo panfletos para la antes mencionada agrupación “Organización y Lucha” y al poco tiempo se fue a vivir solo a Capital.
Cabe acotar que si Montoneros hubiera decidió abrir un frente de combate en Tucumán –como si lo hizo el ERP- Araldi hubiese sido jefe de uno de los cuatro pelotones a crearse con mando sobre 25 de sus compañeros.
La convicción y fortaleza de sus ideales se puso a prueba cuando su padre le dijo: “Yo vendo la camioneta, todo, pero andáte y salváte, por favor”. “No voy a hacerlo, viejo, no me lo pidas más”, fue la corta y seca respuesta.
Araldi fue asesinado por las fuerzas represivas el 31 de julio de 1977 en Banda del Río Salí-Cruz Alta-Tucumán, en la vía pública, cuando resistió su secuestro. Exhumaron e identificaron sus restos en mayo de 2011; estaba como N.N. en el Cementerio del Norte (San Miguel de Tucumán).
Aporto una reflexión profunda de su hijo, Fernando Araldi Oesterheld: “Para mí nunca fueron mártires, ni mis viejos, ni mi familia, ni tampoco ninguno de los 30 mil desaparecidos. Eran militantes políticos y sociales que se jugaron la vida. Es más, no se la jugaron, se la quitaron. Por eso está bueno bajarlos a la tierra para entenderlos mejor. Yo tengo familiares que no terminan de comprender todavía por qué alguien puede llegar al extremo de morir por sus ideas, por una lucha digna, por la revolución socialista. Y si uno no contextualiza el momento en el que estaban viviendo, cuando ellos pensaban que realmente era posible la revolución, muchos no lo entienden ni entenderán. Realmente, ellos pensaban que se venía un cambio profundo y que lo podían llegar a lograr (…) Pero no es que mis viejos se querían morir; querían hacer la revolución y querían estar bien vivos para llevarla adelante y para vivirla, sobre todo”.
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Oesterheld, Estela Inés. 25 años. Conocida en la militancia como “Marcela” y/o “Mónica”. También como “Juana”. Hija de Héctor Germán Oesterheld y Elsa Sara Sánchez. Nacida el 9 de junio de 1952 en Capital Federal. Estudios en los colegios Northland’s y Cardenal Spínola de San Isidro. Militante peronista y montonera.
Fue secuestrada-desaparecida en la zona suroeste del Gran Buenos Aires (Longchamps), el 13 de diciembre de 1977 (y en el mismo día, dos horas antes, mataron a su marido “El Vasco” Mórtola en la vía pública). Cuando ella trata de escapar, también muere, acribillada de diez balazos y con un embarazo de 4 meses en su vientre.
Estela Oesterheld dejó un hijo para ese entonces de tres años y medio: Martín Miguel, a quien tuve el placer de conocer en una muestra-homenaje a su abuelo en la Biblioteca Nacional, donde fui curador de la misma.
Su madre cuenta: “Estela era la mayor. Al margen de su hermosura y sus ojos increíbles, me resultaba impresionante lo que esa criatura transmitía con su presencia. Tenía una idea romántica de la vida; además cantaba muy bien (inclusive en francés) y cuando era jovencita los chicos se enamoraban de ella, pero ella, no”. Y suma datos al mencionar que Estela “era la que contaba con la mayor sensibilidad artística de las hermanas: apasionada por la pintura, también proyectaba estudiar filosofía y durante sus estudios en Bellas Artes, conoció a Raúl Mórtola”.
Oesterheld, Estela Inés. 25 años.
Estela Inés Oesterheld también participó de las actividades desarrolladas en el “Ateneo 20 de Junio” de la Juventud Peronista, ubicado en calle Tucumán 2625 entre la avenida Pueyrredón y Juan José Paso, Once. Uno de los ejes de la tarea militante que ellos desplegaban en la zona era el trabajo en inquilinatos para organizar a los moradores.
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Mórtola, Raúl Oscar. Compañero de Estela Inés Oesterheld. Natural de Bella Vista, Corrientes, una hermosa ciudad recostada sobre el río Paraná, que celebraba vistosos carnavales y donde en su adolescencia, era conocido como “El Negro”. Allí había nacido un 16 de diciembre de 1948.
En esa escuela bellavistense todos recuerdan el despelote que se armó cuando junto a otros pibes se declaró “paraguayista” y dijo que, en la Guerra de la Triple Alianza, “Mitre fue un asesino”.
En Buenos Aires cursó hasta el segundo año del industrial en el colegio “Otto Krause”, hasta que se interesó por otras actividades que enriquecían su espíritu. Fue egresado de la Escuela de Bellas Artes y tomó parte de las luchas estudiantiles contra las dictaduras de Onganía y Lanusse.
De su paso por Bellas Artes hay un comentario muy divertido de su hijo Martín: “la verdad no sé cómo hizo mi viejo para levantarse a una chica tan linda como mi vieja. Porque si bien era todo un hippie y todo eso; a ella siempre se le notó la cosa de mina bien”.
Fabián Domínguez y Alfredo Sayus en un texto inédito escrito en 2007 y que lleva por título “En la Ribera se pelea. La lucha sindical del puerto de Buenos Aires en las décadas del ’60 y ’70. El caso de los estibadores y los ferroportuarios”, cuentan sobre la actividad villera de Mórtola:
“Entre los integrantes de la JP que habían llegado a la Villa Argentina se encontraba, Raúl "Vasco" Mórtola, quien se presentó como Juan López Jordán. Lo que sedujo a los jóvenes de la villa de sumarse al grupo que llegó a ayudarlos fue la humildad, la solidaridad, el empeño y el trabajo por parte de los integrantes de la J.P., por lo que se sintieron atraídos por ese espíritu de aquella rama juvenil peronista. No siempre se veía un sentido político a la militancia, sino que pasaba por una cuestión social, de ayudar al otro, pero a la vez era impensable no hablar de política, pues se estaba en un tiempo prelectoral, con Perón que ya había vuelto, y con el Tío Cámpora como candidato”.
Mórtola, Raúl Oscar, y Estela Inés Oesterheld.
Mórtola también participó de las actividades desarrolladas en el “Ateneo 20 de Junio” de la Juventud Peronista, ubicado en calle Tucumán 2625 entre la avenida Pueyrredón y Juan José Paso, en pleno barrio de Once, al igual que su mujer.
Mórtola primero militó en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y luego en Montoneros, con la fusión. En tal sentido entre otras tareas importantes estuvo a cargo de la seguridad del diario matutino “Noticias”, donde era conocido como “El Negro Raúl”.
Su padre, un acaudalado propietario, lo fue a ver cuando estaba ya clandestino y todos los días caían compañeros y le llevó una valija con dólares para que se fuera a vivir tranquilo al extranjero, con su mujer y su hijo: se negó terminantemente.
Cae en un tiroteo con las FF.AA. cuando van a buscarlo a su hogar en Longchamps, partido de Almirante Brown, suroeste del Gran Buenos Aires, el 13 de diciembre de 1977. Tenía 28 años. Estela es fusilada por los energúmenos pese a su embarazo de 4 meses.
Mórtola era un hombre extremadamente justo y repulsivo a las injusticias contra sus semejantes y sobre todo contra los demás débiles. Cuentan Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami en su excelente libro “Los Oesterheld” que, en un principio en su época de Bellas Artes, en su proto militancia: “El Vasco Mórtola era el más esquivo a las definiciones. Era la pulsión del artista, llevada al frente de combate. Usaba palabras como embute, sabía armar una molotov y no dudaba en tirarla contra un Ford Falcon para evitar que detuvieran a sus compañeros, como lo hizo durante una manifestación en Córdoba y Callao a la que habían convocado las diferentes Facultades en lucha ¿De dónde sacó ese bombazo? ¿Dónde lo armó? Sus compañeros percibían que su formación estaba cruzada por algo más que la militancia en la escuela”.
Sensación corroborada por una situación que se narra en el texto inédito antes citado y que se sitúa en el tiempo, en el segundo regreso de Perón a la Argentina el 20 de junio de 1973:
“En la larga caminata, el grupo de Villa Argentina observa que un Ford Falcón los pasa por la banquina y se detiene a pocos metros de ellos. Bajaron unos hombres, que les solicitaron ayuda para empujar el vehículo y hacerlo arrancar otra vez. Allá fueron los muchachos, y entre ellos ‘el Vasco’ Mórtola, quien observó la presencia de varias armas largas en el asiento de atrás del Falcon. Mientras todos empujaban, él sustrajo una de las ametralladoras y le pidió el poncho a su mujer, Estela, para esconderlo debajo. A solo doscientos metros del palco, ya llegando al lugar donde se iba a desarrollar el acto central, ingresaron al sector que tenían asignado, pero en ese momento se les cruzó otra columna. Coincidente con el cruce sonó el primer disparo, y de inmediato otro y otro y otro y terminó siendo una lluvia de balas que no se sabía de donde provenían ni contra quién iban dirigida. ‘¡Al suelo!, ¡Al suelo!’, gritaban algunos, mientras muchos se tiraban cuerpo a tierra. Otros en cambio se lanzaban a correr hacia la dirección que les indicaba su intuición. En los árboles había francotiradores, y algunos de ellos fueron alcanzados por disparos certeros, mientras otros seguían disparando al bulto. Cuando se armó el tiroteo, el Vasco se sacó el poncho, se puso rodilla en tierra y empezó a disparar hacia el palco, mientras los integrantes del grupo de la villa de Avellaneda empezaron a correr”.
Las cuatro hermanas, los bebes, y Elsa.
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