Economía Política

Yo veo al futuro repetir el pasado

La historia se repite. Al analizar el desarrollo de los acontecimientos, el trasfondo político, económico y social tanto del 2001 como del 2018, durante los gobiernos de Fernando De la Rúa y Mauricio Macri, se pone de relieve un paralelo histórico tan sorprendente como lamentable. Veamos.

5 de Octubre de 2018

Por Leandro Rechister

La frase sugestiva del título de la presente nota, bien podría remitirnos a la canción de la Bersuit Vergarabat titulada “el tiempo no para”. Y es que las similitudes de la crisis del 2001 y del 2018 en nuestro país, resultan tan asombrosas como llamativas.

Hasta incluso como analogías a grandes rasgos, podríamos mencionar que tanto en el calendario del 2018 como del 2001 hay una coincidencia del 100%. O bien que, a esta altura del año, en el 2001, se llevaban jugadas siete fechas del campeonato local teniendo a Racing Club de Avellaneda como único puntero e invicto, al igual que ahora.

Pero más allá de estas comparaciones superficiales, las coincidencias de ambas etapas en cuanto a la realidad socioeconómica, sumado a los procesos de enorme endeudamiento complementados con políticas de ajuste que van en detrimento de la calidad de vida de las mayorías populares, nos plantea la siguiente incógnita: ¿Estamos en presencia de dos períodos paralelos?

Si tenemos en cuenta el contexto de país heredado por el Gobierno de la Alianza y el que recibiera el Gobierno de Cambiemos en el 2015, claramente encontraremos notables diferencias.

1) El Gobierno de la Alianza de Fernando de la Rúa, recibió un país con un nivel de endeudamiento fenomenal que venía por arrastre desde el proceso de la última Dictadura Cívico Militar, pasando también por el Gobierno Radical de Raúl Alfonsín e incrementándose de manera exorbitante a lo largo de la década del 90 durante los dos periodos de Gobierno de Carlos Saúl Menem. En contraposición a esto, Macri ha recibido un país con uno de los niveles de endeudamiento más bajos registrados desde el inicio de la Dictadura Cívico Militar, motivo por el cual disponía de un margen considerable para garantizar un financiamiento externo relativamente sostenible a largo plazo.

Cabe destacar que como parte del proceso de desendeudamiento concertado durante los 12 años y medio de Gobierno del Kirchnerismo, el ex Presidente Néstor Kirchner concretaba la cancelación definitiva de la deuda con el Fondo Monetario Internacional a comienzos del año 2006 por un total de U$S 9.810 millones. Acontecimiento histórico en materia de independencia económica en nuestro país.

Durante las gestiones de gobierno kirchneristas se desendeudó al país.

2) De la Rúa emprende su gestión de gobierno con un país sumido en una profunda recesión económica potenciada enormemente, desde la aplicación de la Ley de Convertibilidad del Austral (Ley Nº 23.928) por iniciativa del ex ministro de economía, Domingo Cavallo. Lo que de alguna manera garantizó una estabilidad cambiaria resultando un método efectivo para el control inflacionario, aunque se favoreció fuertemente la especulación financiera y la fuga masiva de capitales al mismo tiempo que se pulverizó el poder del salario, los haberes jubilatorios y pensiones. Por otra parte, en el devenir del modelo neoliberal de los 90 la Argentina tenía como resultado altísimos niveles de pobreza e indigencia y desocupación, sumado a un desguace progresivo del estado cimentado a partir de las privatizaciones de Aerolíneas Argentinas, YPF, Ferrocarriles Argentinos (FA) y el sistema de haberes jubilatorios a partir del surgimiento de las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones) entre otras.

Por su parte, Macri recibió un país con el índice de desocupación más bajo desde el retorno de la democracia y una reducción drástica en la pobreza y la indigencia con relación al país devastado que heredara Néstor Kirchnercomo consecuencia de la crisis del 2001, con un índice de pobreza que rondaba el 60% por mayo del año 2003.

Asimismo, con una recuperación del patrimonio del Estado a partir de la re estatización de empresas privatizadas en los 90. Si bien durante los 12 años y medio del Kirchnerismo, hubo una variación del dólar oficial de $2,90 a $9,75 contenida a partir de la implementación del “cepo cambiario”. La devaluación se trasladó a precios fundamentalmente en los últimos cuatro años de gestión de la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, pero sin que esto produjera una merma significativa en los ingresos, por los incrementos de salarios, jubilaciones y pensiones que proporcionalmente estaban por encima de la inflación.

De esta manera, a fines del 2015 Argentina tenía los salarios promedio más altos de América Latina rondando los U$S 589.

No son casualidades. Es el mismo programa económico.

Al mismo tiempo, se requería de una corrección del déficit fiscal incrementado del 2009 al 2015 producto del modelo de políticas contracíclicas empleado a los efectos de que las consecuencias de la crisis internacional no se trasladara al bolsillo de los argentinos, lo que habría desencadenado un impacto social y económico desfavorable en los sectores asalariados.

Ahora bien, al profundizar en cuestiones que hacen al armado político nos encontraremos con que el Gobierno de la Alianza al igual que el Gobierno de Cambiemos, se conformaron en base a coaliciones integradas por más de un espacio político. Y que en ambos casos, la Unión Cívica Radical formaba parte. Llamativamente, varios de los funcionarios de gobierno son los mismos: Patricia Bullrich, ex Ministra de Trabajo del Gobierno de la Alianza que impulsara un descuento directo al salario de trabajadores estatales, jubilaciones y pensiones del 13%, actualmente Ministra de Seguridad. Hernán Lombardi, ex Secretario del Turismo y Ministro de Turismo, Cultura y Deportes (a partir de la unificación de las 3 Secretarias en un Ministerio) durante el Gobierno de la Alianza y actual titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos. Horacio Rodríguez Larreta, ex Presidente del Instituto de Previsión Social y ex Interventor del Pami durante el periodo. De la Ruista, actualmente Jefe de Gobierno Porteño. Y Federico Sturzenegger, quien como Secretario de Política Económica de la Alianza junto a Cavallo fueran artífices del Plan de Megacanje.Sturzenegger también integró la plantilla de funcionarios de Cambiemos desempeñándose como Presidente del BCRA hasta el mes de Junio del Corriente año.

Por si fuera poco, las coincidencias en materia de políticas económicas son notables.

Ambos gobiernos iniciaron sus respectivas gestiones con un ajuste planificado en pos de generar una transferencia de recursos desde los sectores asalariados a los de mayor concentración del capital, teniendo como principales beneficiarios a los agroexportadores y las especuladores financieros, entre otros. Sin embargo, en un principio el ajuste tuvo como particularidad un cierto nivel de gradualismo a fin de no perder un caudal electoral considerable ni sufrir una crisis de gobernabilidad. Sumado a esto, ambos procesos dispusieron de un margen para el financiamiento externo (mucho más Macri que De la Rúa).

Llegado el momento de un gran desfasaje en la relación deuda/producto y con una imposibilidad manifiesta de seguir obteniendo financiamiento externo, con el objetivo de evitar el default, sendos gobiernos recurrieron de urgencia al Fondo Monetario Internacional con la misión de obtener un blindaje económico que demostrara solidez financiera y señales de confiabilidad a los mercados. Así, De la Rúa anunciaba con un pomposo spot publicitario en diciembre del 2000 un blindaje por un monto total de U$S 37.000 millones. Misma situación la de Macri en Mayo de este año, solo que el blindaje en esta instancia inicialmente era de U$S 50.000 millones por un acuerdo Stand By, la línea más dura de crédito del FMI con las condiciones más restrictivas para la economía doméstica.

Los anuncios de ambos mandatarios son un calco: https://www.youtube.com/watch?v=YkmblennM_w

Posteriormente y en un contexto en el cual las únicas inversiones eran pura y exclusivamente las de los capitales especulativos, los desmanejos del Carry trade (bicicleta financiera) de la política monetaria llevaron tanto a la Alianza como a Cambiemos, a replantar nuevas maniobras de especulación financiera. En este sentido, Federico Sturzenegger en el 2001 aplica el plan de Megacanje con reemisión de bonos de deuda, incrementos de tasas y ampliación de vencimientos a 4 años, lo que incrementó exponencialmente la deuda externa Argentina.

En paralelo, el mismo Sturzenegger como Presidente del Banco Central ya en el Gobierno de Cambiemos generó una deuda en Lebacs de más de 1.2 billones de pesos. Con su renuncia en junio de 2018, asume en su lugar el ex ministro de Finanzas e íntimo amigo del Presidente Macri, Luis“Toto” Caputo. El ex compañero del Cardenal Newman del Presidente, no tiene mejor idea que tratar de desactivar la bomba de las lebacs con un salvavidas de plomo: Letes (letras del tesoro) en dólares y con vencimientos postergados.

Por otra parte, para intentar frenar la estampida de un dólar desbocado opta por un incremento enorme en las tasas promedio anuales llegando a ser de más de un 60%. Esto no genera otra cosa que una profundización de la recesión a pasos agigantados, además de ser un intento estéril por contener la corrida cambiaria de la cual el propio Caputo es juez y parte. Ante esta situación y una inflación galopante que pulveriza el poder del salario y corta sistemáticamente el circuito productivo, Caputo (y por insistencia del FMI) se ve obligado a renunciar.

La reciente asunción de Guido Sandleris plantea como meta la flotación libre del tipo de cambio, exigida por el Fondo Monetario. Así, Sandleris aplica un sistema de bandas cambiaras similar al Crawling peg que utilizara el ex ministro de Economía Martínez de Hoz, poniendo como márgenes de flotación del dólar un mínimo de $34 y un tope máximo de $44. Solo superado ese valor el BCRA se compromete a intervenir en el mercado cambiario con no más de U$S 150 millones por día. En principio, el dólar tiene una fuerte escalada llegando a $42,10.

Los mismos titulares de ayer y de hoy.

Luego, el BCRA anuncia como medidas la licitación de Leliq (letras de liquidez) con un incremento aún mayor de tasas anuales, llegando a ser de un tope máximo de hasta un 74% y con vencimientos de solo 7 días para “secar la plaza” absorbiendo pesos que permitan llevar momentáneamente el dólar a la baja. Al mismo tiempo, Sandleris se dispone a cortar la emisión monetaria de pesos. Estas últimas medidas suponen un efecto aún más devastador sobre la economía, haciendo imposible el acceso al crédito tanto para pequeñas y medianas empresas, como también para grandes empresas, además de proyectar una potencial iliquidez.

Retomando el paralelo del 2001 y del 2018, sendos gobiernos se encuentran con una desconfianza enorme de los mercados por medidas que carecen de eficacia, sumado al hecho de que los intereses de la deuda a pagar crecen de manera sideral. Motivo por el cual, tanto De la Rúa en su momento como Macri actualmente imploran por un nuevo salvataje del FMI que les impone como condición excluyente la meta del “déficit cero”. Esto supone el fin del gradualismo sin importar el capital político y social. Un ajuste a mansalva sobre salarios, jubilaciones y planes sociales; recortes presupuestarios brutales a la salud y a la educación pública, multiplicidad de despidos  (sobre todo en el sector público) y la reducción de la cartera de ministerios, entre otras cosas.

De la Rúa obtuvo un segundo préstamo con el FMI por un cifra de más de U$S 8.000 millones en septiembre del 2001. Aun así, los mercados financieros arremetieron fuertemente con corridas cambiarias que derivaron en el corralito en primera instancia y posteriormente en el default técnico del país. Finalmente con una enorme conflictividad social luego de los cacerolazos, seguido de la declaración del Estado de Sitio, la brutal represión a fines de diciembre del 2001 en Plaza de Mayo y otros puntos del país deja un saldo de 39 muertos, y Fernando De la Rúa presenta su renuncia.

Macri se encuentra en una etapa de crisis terminal en la cual la recesión promete seguir profundizándose. El impacto económico del ajuste es catastrófico, la conflictividad social aumenta día tras día y el nuevo acuerdo con el FMI no es garantía de confianza para los especuladores financieros ni para cubrir los intereses de la deuda externa. Ergo, el interrogante inicial de esta nota es el que todos nos planteamos con grave preocupación: ¿La historia se repite?

Continuara…

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