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De cuidados y cuidadoras
Estamos en medio de una pandemia y las tareas de cuidado son parte central de nuestra vida. Lo fueron siempre, son de hecho lo que sostienen gran parte del funcionamiento que tenemos como sociedad. Hay desde ya un “reparto” desigual en las tareas de cuidado y la pandemia no hizo más que profundizar esa desigualdad.
Quien cuida a lxs niñxs cuando no están en el colegio, quien cuida a lxs enfermxs, quien cuida de lxs adultxs mayores o de las personas que no son autoválidas, quien se ocupa de las tareas del hogar, no sólo efectivamente realizando dichas tareas sino quienes piensan, organizan y resuelven de uno u otro modo esas tareas. Sin mirar estadísticas, que las hay, sin hacer grandes investigaciones que también las hay, si les preguntamos a 20 personas quién en su casa realiza esta tarea, seguramente la respuesta sea unánime. Son las mujeres de la casa, y cuerpos feminizados, quienes realizan éstas y la mayoría de las tareas de cuidado, dentro y fuera de su hogar.
¿Quiénes trabajan cuidando a otros y otras? Las tareas de cuidado reconocidas con un salario son también en su mayoría hechas por mujeres. Pero tanto en las tareas “informales” como en las formales hay un patrón de invisibilización sobre el que es necesario debatir.
Debemos reconocer que a nivel nacional hubo avances como la jubilación para amas de casa, la ley de empleadas de casas particulares y la reciente noticia del reconocimiento por parte de ANSES de un año de aportes por cada hijx, garantizando un mayor acceso y beneficio a mujeres que trabajaron años dentro de sus casas y a las que, en un acto de reparación, el Estado les reconoce esa labor. En las últimas horas, también, el presidente Alberto Fernández presentó en el Museo del Bicentenario de Casa Rosada un proyecto de ley que busca jerarquizar a las y los enfermeros como profesionales de la salud, además de establecer los mecanismos necesarios para favorecer su formación continua y de calidad.
¿Y qué pasa en la ciudad más rica del país?
Las mujeres y cuerpos feminizados son quienes se ocupan de las tareas de cuidado, y por lo tanto quienes dedican menos tiempo a trabajos fuera del hogar, a capacitarse y al ocio. Es decir, las mujeres y cuerpos feminizados la pasan peor que los varones; y si son pobres, peor aún.
Según los últimos datos publicados por el propio GCBA[1], las mujeres con menores ingresos dedican más del doble de tiempo a trabajos no remunerados respecto de las que poseen mayores ingresos. Además trabajan en el mercado (pago) jornadas de 7 horas en promedio. Es decir, las mujeres más pobres de la Ciudad de Buenos Aires tienen una doble jornada laboral que supera las 14 horas.
Esta notable diferencia en la duración del día laboral de las mujeres con menores y mayores ingresos no se da por una mayor participación de los varones en estas tareas (ellos también disminuyen sus horas en el trabajo no remunerado cuando aumentan sus ingresos), sino por la posibilidad de contratar servicios domésticos y de cuidados.
Los y las enfermeras del sistema de salud porteño vienen reclamando hace tiempo que las reconozcan como profesionales.
Además de los trabajos no remunerados, las tareas de cuidado pagas también son realizadas en su mayoría por mujeres y cuerpos feminizados y en muchos de estos casos el Gobierno de la Ciudad no las reconoce debidamente. Según un informe de 2018 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)[2], las mujeres argentinas ocupan seis de cada diez puestos profesionales en el sector salud, pero ganan menos y muy pocas acceden a cargos de decisión. Respecto de la brecha salarial, el mismo informe sostiene que luego de analizar los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), los médicos perciben ingresos mensuales "un 19,6 por ciento más altos" que las médicas.
Llegado a este punto, es necesario preguntar: ¿sabías que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las enfermeras, las promotoras de Salud y las puericultoras le reclaman al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta que reconozca su trabajo?
Para introducir más preguntas que respuestas, conversamos con una de las mujeres que realizan tareas de cuidado y que de una u otra manera no tienen un reconocimiento formal de su rol de parte del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. ¿Cómo podemos esperar que la sociedad toda visibilice, reconozca y valore las tareas de cuidado si el propio Estado no lo hace?
Carla es promotora de salud y trabaja en el CESAC (Centro de Salud y Acción Comunitaria) 25 de la Villa 31, donde vive. Ella, junto con la mayoría de sus compañeras, comenzó haciendo un curso de promotorxs comunitarios que brindó el Ministerio de Salud de la Nación con la idea de formar promotoras y promotores para los barrios más vulnerados de la Ciudad. Terminó el secundario y se formó con médicxs, enfermerxs, pediatras, nutricionistas en tareas de prevención y promoción de la salud.
Cuando se degradó el Ministerio de Salud de la Nación durante el gobierno de Macri, Carla y sus compañeras tuvieron que pelear para no quedarse sin trabajo y para que su barrio no pierda al equipo de promotoras y promotores que se había formado. Gracias a la lucha que dieron ellas junto con promotoras y promotores de otros barrios se logró que el GCBA las incorpore a los CESAC, dependientes de Ciudad, pero con una beca. Es decir, no estaban formalmente reconocidas. No cobraban un salario, sino un subsidio, y no tenían los mismos derechos que el resto de los trabajadores y las trabajadoras del CESAC.
Ante esta situación, el legislador Javier Andrade, junto con el bloque del FDT, presentó un proyecto para que se regularice la situación de las promotoras y el Gobierno de la Ciudad cree la figura de promotxr de la salud. No sólo para reconocer sus derechos laborales, sino también para asegurar que cada barrio y cada centro de salud tenga un equipo de promotoras para asistir a lxs vecinxs.
Acá se puede leer el proyecto
En medio de la pelea por el reconocimiento de sus derechos laborales llegó la pandemia y las promotoras de los barrios estuvieron en cada uno de los operativos Detectar, acompañando a vecinos y vecinas, buscando contactos estrechos, asistiendo a cada familia, y el Gobierno de Rodríguez Larreta tuvo que reconocer a las promotoras como trabajadoras formales y ya no como becarias. Sin embargo, no todas fueron incorporadas y tampoco reconocen su labor formalmente, ya que en lugar de crear la figura legal del promotor/a de salud las contrataron como auxiliares de salud. Por lo tanto, la lucha sigue; para que el rol de las promotoras sea reconocido y para que cada CESAC de la Ciudad tenga un equipo de promotoras trabajando.
Las promotoras de Salud realizan un trabajo comunitario fundamental en los barrios populares de la Ciudad.
Un día de trabajo de Carla es ir CESAC y reunirse con el equipo territorial al que pertenece (formado por médico general, pediatra, trabajadora social y promotorxs de salud); conversan sobre los temas a trabajar con la población del barrio y las actividades a realizar (que son siempre fuera del centro de salud, en comedores, merenderos, plazas, canchitas del barrio). Cada equipo conoce a su población a cargo, y resuelven demandas que no sólo tienen que ver con la salud, sino además con diferentes situaciones de los vecinos y las vecinas de su barrio.
Cuenta Carla: “Ahora en la pandemia dedicamos el tiempo al Detectar, buscamos casos sospechosos de Covid en todas la familias, asistimos a personas que no tienen medicación por falta de turnos en los hospitales u otros centro de salud. Vamos con un equipo de Detectar a realizar test de antígenos en los comedores. Nosotras le exigimos al Gobierno de la Ciudad que se nos reconozca como trabajadoras de la salud; hoy en día estamos con una planta transitoria gracias a la lucha de todos los compañeros y las compañeras, pero son muchas las que faltan en varios barrios de la ciudad. Además nos contratan como auxiliares, y eso implica que si mañana falta una recepcionista, una administrativa, nos pueden mover a cualquier lugar, ya que nuestra tarea no está reconocida como tal.”
Mientras transcurre la segunda ola del Covid, Carla y sus compañeras siguen peleando para que sus tareas de cuidado sean reconocidas por el Gobierno de la Ciudad y dejen de estar invisibilizadas. Las tareas de cuidado deben dejar de ser una tarea “naturalmente” de las mujeres y cuerpos feminizados. El Estado debe reconocerles el trabajo y la sociedad debe entender este asunto como una responsabilidad colectiva.
[1] https://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/wp-content/uploads/2017/10/Uso-del-Tiempo-2016.pdf
[2] https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/pnud_informedegenero_2018.04.04.pdf
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