“El Exilio del Jaguar plantea el encuentro de una nueva dirección para repensarse”
Foto portada: Edgardo Kevorkián
El destacado guitarrista y cantante Baltasar Comotto sacudió el panorama discográfico del presente año con “El Exilio del Jaguar”, compuesto por catorce nuevas canciones en las cuales transita elaborados sonidos e inspiradas letras, con miras a conformar un sólido sucesor del exitoso 'Empezó la Cacería' (2022). En charla con Revista Kranear, el compositor nos brinda detalles acerca de las diferentes instancias que atravesó la concreción del álbum y su sociedad creativa junto al destacado productor Macabre, al tiempo que también comparte influencias musicales, adelanta novedades y descubre nuevos desafíos de un proyecto solista en permanente crecimiento, en el marco de una gira que coronará presentándose el próximo 5 de diciembre en el Espacio Cultural Morán.
¿Cuándo nació la idea de grabar “El Exilio del Jaguar?
Este disco lo produjimos junto a Macabre, nuestra sociedad estaba formada desde algún momento durante la pandemia. Habíamos coincidido en una grabación y o lo invité a tocar algunos temas en un show acústico que realicé en Teatro Border, en 2020. Era un tiempo en dónde aún había restricciones de público, y allí se armó el primer encuentro con él, así fue cuando nos empezamos a conocer. Tiempo después edité “Empezó al Cacería” (2022) y presentamos juntos este trabajo, en formato de dúo, lo que yo llamo electro-rock, debutando en un show en Niceto. Para este nuevo material (NdR: “El Exilio del Jaguar se editó en el pasado mes de julio), tenía canciones que me quedaron el tintero y ahí surgió la idea de grabar en Pink Flamingo, que es el estudio de Macabre. Para ello tomé la determinación de convocar a los dos músicos que participarían en el disco (Alan Fritzler y Juan Pablo Alfieri), quienes se encargaron de la sección rítmica, dividiéndose las canciones.
¿Cómo describirías la sociedad creativa que llevas adelante junto a Macabre?
Macabre es una persona expeditiva, con un background importantísimo –por nombrarte algo de su trayectoria, Catupecu, obviamente- y se dio una interacción muy buena, porque hablamos el mismo idioma. Escuchamos músicas parecidas que nos copan y él es una persona súper amplia, muy actualizado con la música; es alguien con quien podés hablar de Black Sabbath, New Order o Depeche Mode. Además, tiene una formación distinta a los productores estándares, porque trabaja como DJ y es músico, por lo cual puede tocar los teclados o los bajos, y también conoce lo que serían las herramientas tecnológicas, el software. Es decir, todo lo que tiene que ver con la producción, está muy preparado. Con él podemos hablar de cine, de literatura, y tenemos muy buena dinámica cada vez que viajamos, lo cual hace muy divertido al trabajo juntos.
¿Qué nos podés decir respecto a cómo surgieron las canciones y a las instancias de composición?
El disco lo grabamos rápido, en un año. Seleccionamos catorce canciones de dieciocho que teníamos. Son rápidas, de criterio muy ramonero. A mí me gusta porque son estructuras fáciles. Busqué una simpleza en la composición: parte A, parte B y parte C, como mucho. Traté de no buscar algo más enroscado o técnico desde lo musical. Hay temas como por ejemplo “Espejos” o “Témpano” que salieron en la grabación y no estaban previstos previamente en las maquetas o en lo que tiene que ver con la preproducción del disco. Son temas en los que se me ocurrió convocar a Juan Pablo y Alan, por la musicalidad que tienen, en el sentido de que podían ofrecer, en el momento de la sesión, tomas rítmicas armando partes y eso funcionó muy bien; se dio una mecánica ideal, ya que le dieron frescura al disco, al no estar ambas canciones previstas. El resultado es un álbum que se puede tocar en formato acústico, que es el alma madre de lo que veníamos desarrollando en proyectos anteriores, y bajo el cual se pueden reflejar distintas versiones.
¿Cuáles son las principales temáticas que inspiraron este disco y en las cuales deseaste profundizar?
Principalmente, el entorno que me rodea, lo que veo a diario, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. El disco arranca con un tema, “War”, que está dedicado a la guerra en Ucrania. En lo personal, me influyen los conflictos que se están viviendo hoy en día en post pandemia, porque después de estar dos años y medio encerrados pareciera que tuvimos poco como para luego meternos en todo este quilombo. Después, también está la cuestión de la ansiedad y las redes sociales; como veo a los sistemas de comunicación y como es el comportamiento de las personas en sociedad. Estas temáticas están un poco englobadas y el título hace referencia al exilio, al hecho de escaparte de algo, de ir y buscar otro rumbo, en todo sentido. En tomar una determinación y decir, ‘me voy a buscar otro lugar, a encontrar otro espacio en el cual me sienta más cómodo’, de alguna manera. Puede ser el exilio humano, reinventarte y buscar un nuevo rumbo. Tal vez, dejar de ver personas o dejar de ir a ciertos lugares. Abarca bastante bastantes aspectos, en definitiva, plantea el encuentro de una nueva dirección para repensarse. Quizás me ocurre por una cuestión propia de la edad, un poco, y otro tanto por observar a mi alrededor.
Llevás cinco discos solistas editados a la fecha. ¿En qué se diferenció esta experiencia de grabación respecto a las anteriores?
Surgieron situaciones de producción distintas, una mecánica más anárquica de grabar, por fuera de una grabación más orgánica en dónde las ediciones eran eternas. Finalmente se ahorró tiempo, lo aprovechamos y maximizamos. Esto fue una propuesta de Macabre que me pareció súper interesante. Se grabaron y editaron baterías, bajos, violas, teclados y voces, respectivamente, en ese orden. Y después se mezcló. En un punto hubo menos enrosque. Fue escuchar la toma y decir ‘esta es la que va’. No fue escuchar la toma trescientas veces, sino tener un sentido común y simplificar la edición. Se ganó un montón de tiempo y eso hace que no te sature el proceso, que no te hartes. Son cosas que pueden suceder en un disco y terminan siendo un arma de doble filo, porque te empezás a cansar un poco de la música cuando eso ocurre. Por otro lado, también en este disco empezamos a descubrir con Macabre aspectos que tienen que ver con quitar capas de audio y una vez hecho eso empezamos a ver que las cosas aparecían mucho más claras. Sacar guitarras o teclados, cosas que a veces uno tiende a grabar encima, pero finalmente no suman. Quitar lo que estaba de más te permite ver otras posibilidades.
Baltasar y Macabre en el proceso de masterización del disco.
¿Cómo trabajaste tu voz respecto a tus otros discos de estudio?
El plano de la voz es algo que también cambió acá. Yo siempre tendí a meter más la voz y en este disco, gracias a sugerencias de Macabre la voz está más presente, y eso hace que se entiendan más las letras. En general trato de cambiar y de no entrar en mecanismos antiguos, que ya sabes cómo son; no porque estén mal o estén bien, sino por buscar otros desafíos, otra metodología.
¿Cuáles son tus influencias musicales? ¿Qué artistas escuchás?
Estoy escuchando música constantemente. Lo bueno que tiene Spotify y las plataformas es que te linkean, desde lo más nuevo (escucho a Bodega y Viagra Boys, entre otros) a bandas más clásicas que vengo prestando atención desde siempre, como las que te mencionaba anteriormente. Últimamente, he estado copado con la música electrónica y de sintetizadores, con Gary Newman, Echo & the Bunnymen o The Psychedelic Furs. El formato canción es lo que me atrae y aparte estoy bastante influenciado por la sonoridad tecno. Música con solos cortos, y si te fijás, en ninguno de mis discos hay solo largos, es un criterio estético. Y creo que todo eso se escucha en este disco, que tiene un sonido más pop-rock y dónde está también presente el ingrediente más saturado o podrido, por decirlo de alguna manera.
¿Cuál es el sonido que estás buscando para tus próximas canciones?
Yo ya estoy trabajando en canciones nuevas en casa, y la manera en que estoy componiendo ahora es distinto a lo anterior. Estoy aprendiendo a utilizar programas nuevos y están surgiendo canciones desde los sintetizadores, no desde las violas. Hay sonidos como agresivos que me gustan, y estoy encontrando bajos saturados, con un sonido que es muy difícil de lograr con la guitarra. Entonces están surgiendo canciones nuevas desde la batería, el bajo y los sintetizadores y armo las estructuras directamente sin viola. Estoy contento porque me voy descubriendo en otra faceta que aplico en el vivo y tiene que ver con tocar canciones sin la guitarra, de alguna manera. Es como que la viola tiene una simbiosis tan fuerte con uno, una energía tan poderosa, que siempre me copó la parada y yo antes de tocarla, cuando tenía quince años, ya me ponía con un micrófono en un espejo a cantar directamente arriba de discos…y eso me estoy dando cuenta ahora, que lo tenía desde muy chico y nunca le di la posibilidad al hecho de desvincularme un poco del instrumento y moverme. Está bueno que ese hallazgo esté sucediendo ahora en el escenario.
Respecto al arte de tapa y los disparadores estéticos que motivaron “El Exilio del Jaguar”, ¿cómo fue el trabajo que realizaste junto al artista Theo Lafleur?
Theo es amigo de la adolescencia. Con él y con mi hermano teníamos un grupo, Multrones (NdR: un trío experimental que combinaba funk, metal y grunge), y fue él quien me presento a Gaspar Benegas, guitarrista de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. Es un artista plástico y músico –bajista-, y hemos trabajado en el arte de los discos anteriores, junto a Eduardo ‘Dylan’ Martí, más precisamente en “Blindado” (2011) y en “Elite” (2017). Es uno de mis mejores amigos y referencia en la estética, una persona súper vinculada y muy informada. Yo le propuse que se haga cargo del arte del disco y con toda su generosidad aceptó. Utilizó la inteligencia artificial en la gráfica, y así fue como surgieron varias portadas y la primera de ellas –que descartamos para la tapa- quedó en el interior de un vinilo que se va a editar fin de año en España, gracias a una producción a cargo de Alejandro Pérez. En esta edición, al disco lo abrís y en el interior está la portada que iba a ser la tapa, en realidad, y no quedó. Por el contrario, la última de las versiones que cotejamos es la que nos llamó más la atención y elegimos como portada. Difícil me resulta describirla, es como una especie de mundo, otro planeta u otro lugar que provoca la sensación de refugio, reforzando lo conceptualmente antes mencionado respecto a los disparadores temáticos del disco, cuyo diseño introduce nuevos elementos, como los que te proporciona la IA. Es algo novedoso que intenta escapar a los clichés de una estética japonesa futurista, que es hacia dónde iban dirigidas las primeras muestras que obtuvimos. De manera que supimos orientarnos para no repetir, porque es muy fácil caer en algo que ya está hecho y viste doscientas mil veces. Pensemos en las tapas de Queens of the Stone Age –como “Era Vulagris”-, algo de ese estilo. Es muy fácil caer en lo gastado. Que puede estar bueno, pero no es novedoso.
Desde tu debut con “Rojo”, dieciséis años atrás, has construido una carrera solista sólida y en permanente evolución. Paralelo a ello, has integrado las formaciones de tres artistas claves de nuestro rock como Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro e Indio Solari. ¿Con qué palabras podrías definir lo que cada uno de ellos en particular te aportó a tu crecimiento como artista en solitario?
En cada uno de ellos veo tres maneras distintas de concebir la producción, la estética. Es aprender bastante en ese sentido, observando cómo trabajan en los ensayos y en los discos, ver cómo determinan ciertos disparadores que hacen al funcionamiento de la obra, la elección de los sonidos, de los repertorios. Mi vínculo con las diferentes bandas que integré es particular en cada uno de los casos, porque fueron proyectos muy diferentes; si bien los tres son del palo del rock, son artistas diferentes, en el sentido de cómo van evolucionando. Cómo llegan al lugar donde quieren ir. Con Luis y con Indio estuve más tiempo trabajando y lo hice a lo largo de distintas formaciones, en distintos discos y conciertos. Con Andrés, en cambio, fue más acotado; participé solo de un disco y una gira (“Bohemio”, 2013), en una banda que él armó desde cero. Lo conocí y me acerqué a su música, porque, más allá de Los Abuelos de la Nada, había escuchado poco de su obra, entonces fue una novedad para mí. Respecto a Luis, a quien escuché mucho, reconozco su influencia. Si hacés un análisis, por ahí mi primer disco solista tiene similitudes a “Para los Árboles” (2003) o “Un Mañana” (2008). De “Blindado” en adelante busco otra clase de sonido, más roto, por así decirlo. Con Indio, de quien escuché toda su obra redonda, participé en “El Tesoro de los Inocentes” (2004) y “Porco Rex” (2007), cuando la banda recién estaba comenzando. Luego tuve la oportunidad de formar parte de todos los conciertos y discos posteriores –cinco en total-. Creo que eso te brinda una experiencia distinta, aunque uno, obviamente, siempre está buscando su impronta y tratando de un allanar un camino propio.
Ya son cinco los discos de Comotto.
¿Qué nos podés adelantar acerca del segundo videoclip que estás a punto de estrenar?
Es el segundo luego de “War”, corte comercial del disco. Se trata de “El Exilio del Jaguar”, dirigido por Fernando Ronchese, director argentino que reside en España. Estoy muy contento como quedó. Se filmaron las imágenes en Madrid y allí también se hizo la preproducción. Fernando le metió su magia y es lo bueno que tiene la tecnología: poder hacerlo a pesar de la distancia y hay muchas opciones para laburar con AI las imágenes y tener opciones de la estética, del video. En otras épocas, hubiera sido imposible. Este video se filmó en cuarenta minutos, en lo que respecta a las imágenes mías, por una cuestión de tiempo. Yo ya estaba volviendo a Buenos Aires y se diagramó una filmación muy rápida y a partir de allí se desarrolló todo lo demás.
Por último, ¿cuáles son los planes de gira para presentar el disco?
Venimos de hacer anteriormente en el año una gira en Uruguay que funcionó muy bien, y últimamente estuvimos tocando en el interior del país. El sábado pasado (NdR: el pasado 11 de octubre) comenzamos la gira de “El Exilio del Jaguar” en San Antonio de Areco y luego del show en La Plata (NdR: sábado 19, en Casa Suiza) pasaremos por Avellaneda, Rosario, Mendoza y Villa Dolores. Cerraremos el año en C.A.B.A., en el Centro Cultural Morán, el próximo 5 de diciembre, en dónde estrenaremos el videoclip recientemente filmado.
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Baltasar presentó su nuevo disco la noche del sábado 19/10 en Casa Suiza de La Plata, un espacio cultural de abundante oferta musical (fotos: Ayelén Moreno).
En plan dúo electro rock, junto a su productor y fiel escudero Macabre (programación, bajo, coros), Comotto salió a escena apenas pasadas las 23 horas, luego de que el músico local Augusto Giannoni llevara a cabo el show de apertura con una atractiva propuesta de blues y rock.
Comotto en la Casa Suiza de La Plata.
Con su habitual impronta, el brillante guitarrista regaló al público platense un contundente repaso enfocado en el último trabajo de su trayectoria solista, abordando casi la totalidad del flamante álbum. A lo largo de una hora a puro rock, el show incluyó solos marca registrada de absoluto lucimiento, y también una llamativa novedad: cada vez más suelto y a gusto con su faceta de frontman, se despojó de su inseparable instrumento para cantar, micrófono en mano, 'War' (corte comercial del nuevo CD) y 'No te Creo' (de 'Empezó la Cacería', 2022).
Durante el recorrido, y conformando uno de sus más celebrados pasajes, el también emblema fundamentalista rindió homenaje a clásicos del rock nacional. Temas con vigencia, de innegable influencia y que un referente como Baltasar, de desbordante actitud, siente propios y versiona con sentimiento. Es así como sonaron 'Sucio y Desprolijo', icónico himno de Pappo, y 'Mejor no Hablar de Ciertas Cosas', composición a dúo entre Indio Solari y Luca Prodan.
Abogando por casas de cultura como la que durante la velada lo alojara (en sus palabras, un templo sagrado, de antiquísima construcción), Baltasar se pronunció respecto a la necesaria conservación de esta clase de espacios para tocar rock. Comprometido como todo artista debe, dejó oír su voz apoyando a la educación y la salud pública, en tiempos de necesaria visibilización.
El guitarrista apoyó la educación y salud pública, y también al sector de la Cultura, blancos del gobierno de Milei.
La lista de temas que tocó Baltasar fueron: War / Espejos / Buenos Días, Buenas Noches / Revolución / Atracciones / Redes / Narco / El Exilio del Jaguar / Zombie / Témpano / Sucio y Desprolijo / Mejor no Hablar de Ciertas Cosas / No te Creo
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