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“La clave para contar historias es vivir”

El director de cine de terror argentino, Daniel de la Vega, conversó con Kranear sobre las influencias que le empezaron a moldear el gusto por contar historias, cuando todavía era un nene, el cine de género, sus películas, la experiencia de filmar en los EEUU, el uso de la tecnología y también sobre el estado actual de la industria cinematográfica.

Imagen portada: IG De la Vega.

Daniel de la Vega es el emblema por antonomasia del cine de terror argentino. Un realizador impar, capaz de plasmar en cada una de sus películas, con notable vuelo estético y un experto manejo del lenguaje audiovisual, las íntimas obsesiones que lo inquietan. De la Vega, íntegro autor con todas las letras, posee un extenso camino recorrido y sabe bien hacia dónde va: como gran artista que es y por el deseo de superarse, a través de su acto creativo se hace a sí mismo mayúsculas preguntas en busca de la verdad más honesta hacia su próxima película. Fervoroso amante del séptimo arte y la literatura, rememora títulos de referencia, así como también nos brinda una auténtica lección de cine que todo director novel debería aprovechar. A lo largo de una extensa charla vía WhatsApp, hablamos del estado actual de nuestra industria, así como también acerca de los desafíos de implementar inéditas tecnologías a la hora de rodar.

¿Cómo descubriste el cine en tu juventud, y qué cineastas y películas te marcaron y formaron? 

Mi primer recuerdo con el cine es haber hecho una extensa cola con otros niños para entrar a un habitáculo oscuro y cerrado, en donde por primera vez vi esas estrellas que, coronadas por el acorde de John Williams, se convirtieron en el tráiler de “Star Wars”. Inolvidable, como otros recuerdos así fugaces que tengo de haber ido a ver películas de Disney, o en el cine Los Ángeles. Recuerdo “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”, película muy larga para mis cinco años, pero que me había fascinado. Considero que después la televisión terminó de hacer lo suyo con ciclos inolvidables como ‘Viaje a lo Inesperado’, ‘Sábados de Super Acción’, y otros similares como ‘Hollywood en Castellano’, en donde uno se encontraba con películas con el acceso simple y tan sencillo como el que proponía la televisión de aquellos tiempos. En donde yo tenía canilla libre a un montón de películas que por ahí algunos amigos de mi infancia, no. Yo no tenía restricciones para ver y eso para mí marca una gran diferencia, porque me permitía ser el narrador. Muchas veces llegaba el lunes a la escuela y podía contar lo que había visto, y eso le daba un condimento especial a mi lunes por la mañana. Saberme un elegido que podía acceder a esas imágenes que estaban prohibidas muchas veces; películas que por ahí no entendían, pero que me fascinaban. Precisamente, porque había un carácter sobrenatural, fantástico y dramático que no llegaba a entender en mi infancia, pero que no dejaba de atraerme.

Creo que empecé a encontrar en muchos cineastas influencias, pero luego, con los años. En mi infancia encontré en ‘sábados de super acción’ el catalizador para empezar a comprender que no era lo mismo la Hammer que Amicus, que había diferentes estilos dentro del universo; había géneros, películas de vaqueros, de horror, de ciencia ficción que transitaba en el futuro. Empecé a encontrar allí una fascinación. Hoy vuelvo a ese niño que fui, precisamente, porque ese chico que creció y se formaba con esas películas era una persona que era fácil de impresionar, porque todo era fantástico. Todo lo sorprendía, todo era nuevo y el cine era eso…un catalizador, que me permitía sublimar toda esa fantasía. Se potenciaba ese mundo mágico y maravilloso que ya es la infancia, cuando aparece de pronto el cine fantástico. Así se convirtió en el refugio perfecto para encontrar algo más allá de la vida que estaba conociendo, y eso a mí me impresionaba, me llenaba de emoción, me sorprendía extremadamente. Y, con el tiempo, fueron apareciendo los intereses que tenían que ver más con la oscuridad y el horror.

En particular, había películas que no dudaba en volver a verlas. “Robinson Crusoe en Marte” la vi cada vez que la pasaban en la tevé, igualmente que “Viaje Fantástico”, de Richard Fleischer, el film que más veces vi en mi vida y no porque lo haya elegido, sino porque permanentemente lo repetían en ese recordado ciclo. Así que son muchas las cintas que uno lo formaron y estoy hecho de esas películas que alguna vez pude ver en esa infancia en donde tuve la oportunidad de convertirse en una suerte storyteller, porque tenía precisamente el fuero perfecto para verlas. Tenía la venia por parte de mis padres para todas las que quisiera dentro de un marco, digamos, que engloba otro tipo de época; estamos hablando de una época en donde sólo había cuatro canales.Esos son los recuerdos que tengo de aquel entonces.

-¿Qué te inspiró a realizar tu último film “El Último Hereje” (2022)? 

Cada película tiene un origen diferente y en el caso de esta, en particular, tiene que ver con la obsesión respecto a la fe. Un tópico universal, estimo que todos estamos atravesados por creencias y diferentes tipos de fe. El carácter universal de la temática me pareció atractivo para impulsar una película donde uno puede depositar todo lo que tiene para decir respecto a este tema. Fue el pretexto ideal para hablar acerca de la fe y, en este caso, la religión. Le fe es uno de los principales motores de nuestra inspiración, de nuestras acciones y decisiones. Nuestras creencias muchas veces nos motivan a seguir caminando, en este sentido, a estar. “El Último Hereje” me parece una película que era necesaria, de alguna manera y por lo menos para mí, a la hora de expresarme, y estoy muy agradecido con Sergio Esquenazi, quien escribió este libro. Hicimos un trabajo muy afortunado, desde el punto de vista que pudimos construir en conjunto una aproximación a la historia final a la película que queríamos contar. Representa esa inquietud que estimo es universal a la hora de encontrarnos con nuestras creencias y la fe.

¿Cómo fue la experiencia de filmar junto a Faye Dunaway “Jennifer's Shadow” (2003) para un mercado extranjero? 

Esta película apareció en mi vida de forma intempestiva. Yo venía de hacer una serie de cortos que habían sido emblemáticos, producidos dentro de una escuela de cine, que son “SueñoProfundo”, “La Última Cena” y “El Martillo”. Y, de alguna manera, un productor americano se mostró interesado en impulsar un proyecto junto a mí y Pablo Parés,que ya venía de hacer la primera de la saga “Plaga Zombie”, si no me equivoco y trabajaba ya en la segunda (NdR: “Plaga Zombie: ¡La venganza alienígena ha comenzado!” fue estrenada en 1997 y“Plaga Zombie: Zona mutante”, en 2001). Fue una experiencia bizarra, si cabe la palabra, porque en ningún momento pensé que íbamos a dirigir la película. Pensé que nos iban a desplazar cuando llegara la hora y que jamás Faye Dunaway iba a participar de este proyecto, o que ni siquiera se iba a hacer. Era cómo era muy extraño todo, porque desde el momento de conocer los productores hasta que la filmamos, pasó un mes y medio y de pronto ocurrió la película…y eso fue para mí la primera película de mi trayectoria; cuya particularidad fue que contamos con estrellas de Hollywood en su elenco. No solo Dunaway, sino también Gina Philips, que había trabajado en “Jeepers Creepers”. Y trabajamos también con Diulio Marzio e Hilda Bernard; o sea un gran elenco y para mí fue un primer paso extraordinario.Una película en 35 Panavision, cámaras que en la Argentina no se conseguían y fueron traídas del exterior. De pronto sentí que fue una oportunidad realmente de empezar en este mundo del cine fantástico, de una manera soñada, literalmente soñada. Mejor no podría haber sido. Más allá de las condiciones, más allá del vínculo con la producción americana, fue una fortuna enorme poder tener este primer paso dentro del largometraje.

Faye era una persona que, cuando entraba a cuadro, hacía que lo que se viera por cámara sea una película; su partida del encuadre la convertía en otra cosa. Es alguien que tiene una mística, una magia, y genera un clima en el set muy deseado y agradecido. Había un respeto hacia ella que era muy evidente en todas las partes, en todos los partícipes del rodaje. Y creo que ella, como cualquier persona sensible y como cualquier artista, se arriesgó y saltó al vacío. Fue a un país que desconocía completamente, con dos directores que no conocía y al final del rodaje se mostró muy frágil, honesta, sincera y nos pidió la asistencia nuestra para entender un poco lo que estaba haciendo. Ella básicamente se abrió y nos mostró el lado más sensible que durante todo el rodaje no lo habíamos podido llegar a percibir; necesitaba la orientación de los directores para saber cómo seguir trabajando y para mí eso fue un momento de acercamiento a ella que estoy muy agradecido que la vida me ha regalado. Y por el cual una experiencia que puedo capitalizar para entender un poco más cómo es el proceso de un actor. Así que muy agradecido de haber podido trabajar con ella y todo lo que nos brindó en esta película, fue muy generosa su participación.

Gracias a películas como “Ataúd Blanco” (2016) y “Al 3er Día” (2021) te convertiste en el indiscutido referente del cine de terror nacional. Como espectador, ¿qué ejemplares del género son los que más disfrutas y te atrae ver? 

En mi formación como estudiante de cine, creo que mi mayor descubrimiento fue Mario Bava. Yo venía viendo el cine de terror clásico; a cineastas como Jacques Tourneur, John Carpenter, John Landis, Tobe Hopper, Joe Dante. Un universo de cineastas que me atrajeron en mi formación. Hoy sigo a directores como James Wan, Mike Flanagan y un gran etcétera. Creo que el cine de género ha evolucionado muchísimo, pero se ha diluido en igual medida. Creo que los grandes popes del horror que uno seguía o lo han formado se han desdibujado en sus funciones de alguna manera. Es muy difícil seguir la carrera de un director, salvo que sea un consagrado como los citados. El cine se ha convertido en un ‘cine de producción’ donde es difícil identificar directores con identidad, que puedan construir una carrera dentro de un género como este y que los puedas seguir. Algo que antes era más sencillo, incluso había un, entre comillas, cine de autor del cine de autor americano.

Una gran obra tuya como “Punto Muerto” (2019) respira el universo literario de Edgar Allan Poe. ¿Lo considerás así también? ¿Qué otros autores te influenciaron en este sentido? 

“Punto Muerto”, en particular, está conectada directamente con mi infancia. El segundo libro que leí en mi vida y que atrapó mi imaginación fue “Historias Extraordinarias” de Edgar Allan Poe. El primero fue “Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll, libro que no me atrapó sino, por el contrario, siendo yo siendo muy chico no me sentí representado por la obra y no la pude disfrutar. Pero al encontrarme con este texto, estas historias breves de Poe, todo cambió para siempre. Quedé fascinado por ese universo de oscuridades y de giros inesperados en sus remates. Y creo que esta película en realidad está directamente conectada, especialmente y en particular, con “Los Crímenes de la Rue Morgue”, en donde se narra, de alguna manera, el nacimiento del género detectivesco dentro de la literatura. Y para colmo también nace ‘el crimen de la habitación cerrada’ como subgénero, por eso la película respira mucho del universo de Edgar Allan Poe. Primero para conectarse con mi infancia, pero fundamentalmente porque creo que es Poe quien instauró este género en particular y al cual me remito luego. Obviamente influyen también Conan Doyle con “La Banda de los Lunares” y “El Misterio del Cuarto Amarillo”, de Gaston Leroux. Son obras representativas de un género que a mí me fascinó siempre. En particular porque sentí que el crimen de la habitación cerrada tiene un carácter sobrenatural, pero que en general en todas las obras termina siendo decepcionante. Porque toda resolución al crimen de la habitación cerrada solía ser decepcionante. Desde esa idea empecé a construir el acercamiento a esta obra en particular, que efectivamente sí respira mucho del universo literario de Poe.

-¿Qué nos podés compartir respecto a los desafíos técnicos de rodar tu más reciente película en formato HFR (High Frame Rate)? 

Fue un desafío, porque es la primera película latinoamericana filmada en este formato. No sólo fue filmada a cuarenta y ocho cuadros, sino también fue exhibida a esa velocidad. Veníamos con el referente de “El Hobbit”, que no había sido bien recibida por el público, por la forma, y era un desafío entender esta película para que no funcionara de la misma manera el acercamiento y la textura visual que tiene la película. Por suerte encontramos en las elecciones estéticas, tanto de color como de lentes, formas para evitar que ese efecto que por ahí era contra producente para algún sector del público, fuera completamente desvanecido. Y lo digo porque creamos una imagen realmente notable. La película es muy llamativa desde el punto de vista visual; esta intensidad e hiperrealismo es muy interesante de ver en una sala de cine. Tiene una imagen muy distintiva y en ese sentido fue un gran logro, que implicó el desafío de experimentar y acumular una cantidad de material que duplica lo que sería una película habitual.

Editar una película en este formato, en 8K, también fue una dificultad enorme, pero era un desafío para ofrecer al espectador algo distinto, algo nuevo dentro del marco del cine en Latinoamérica. Tenemos acceso a la tecnología para afrontar este tipo de desafíos y experimentar, abriendo el camino para que otras producciones también pueden hacerlo. La tecnología está ahí, es una decisión tomarla para expresarse a través de la misma, y en ese sentido fue un acierto porque encontramos de esta manera un producto distintivo. Le ofrecimos a la gente una película distinta, con formas diferentes, y en ese sentido, me parece que siempre es muy válido aceptar estos desafíos para construir una identidad también nacional de riesgo. Estamos construyendo, no nos quedamos en la zona de confort. En un país como el nuestro es difícil entrar en la zona de confort, no existe; pero me parece que teníamos los recursos y estaban ahí…y había que tomar la iniciativa de impulsarlos.

¿Qué recordás de la singularidad de incorporar la versión 3D a gran película de tu autoría como “Necrofobia” (2013)? 

Cuando hicimos aquella película de terror, la primera película latinoamericana de terror en 3D, era una tecnología inaccesibledesde el punto de vista presupuestario. Tuvimos que aprender a realizar una película en tercera dimensión y esto fue una oportunidad de crecimiento enorme. Nos permitió aprender y entender cómo era el formato y siempre en la búsqueda de ofrecer un producto distintivo para un público que merece también tener una película argentina en tercera dimensión. Como los productos que eligen comprar a la hora de ir al cine cuando son americanos, y me parece que en esa lucha nosotros estamos construyendo nuestra propia identidad ofreciéndole a nuestro público productos de calidad para que puedan tener la opción. Eso me parece que es un poco la búsqueda: que el espectador argentino puede encontrarse con sus películas, con su identidad y espejos, en su cine; y darles realmente un valor agregado para que sientan que realmente su entrada de cine vale, y uno está apostando a esa a esa búsqueda.

Observo en tu prolífica trayectoria una gran precisión y una cuidada estética a la hora de diagramar tu puesta en escena, utilizando el canon de género para explayarte acerca de aquellas temáticas que son de tu interés y preocupación. ¿La forma crea al contenido? 

Una de las pocas cosas de las que tengo certeza es que no existe el contenido si no tiene forma. La forma sin contenido no podría sobrevivir tampoco; es un delicado equilibrio cuyo balance es muy personal. La forma en el género es clave porque el género pretende o propone fórmulas que el espectador espera que ocurran y estén y hay algo relacionado en las formas con esas narrativas. Hay formas que el espectador de género espera que se manifiesten y me parece que determinadas búsquedas estéticas dan satisfacción a quien busca este tipo de emociones en el cine. Y uno siempre tiene que estar trabajando en completar la experiencia de quien observa. Creo que la estética es una de las partes fundamentales para identificar al espectador, y que la gente pueda sentir que está atravesando una historia de género que se está contando de terminada manera.

¿Qué análisis haces del estado del cine argentino? ¿Tenés opinión formada al respecto de la conducción del INCAA?

Actualmente el cine argentino está atravesando una crisis en donde muchas de las voces de la independencia están siendo acalladas por un Estado que, en lugar de estar regulando el equilibrio entre los narradores, está inclinando la balanza en este momento por los que tienen acceso a recursos del streaming. Hay toda una plana mayor del cine independiente argentino que tiende la desaparición por falta de dichos recursos, por un Estado ausente que no está regulando y no le está dando voces a todos, sino algunos. A los que pueden sostener sus propias producciones con recursos de multinacionales.

¿Qué reflexión te merece el avance de las plataformas de streaming y cómo te impacta en lo personal? ¿El público acude menos a las salas en la actualidad? 

Creo que los hábitos de consumo de la sociedad han cambiado y se está perdiendo, o se perdió en realidad, la experiencia comunitaria de asistir todos a una misma historia y ese amplificador de emociones que se produce cuando los seres humanos reunidos pueden disfrutar de una narrativa que los conmueve y los atraviesa. Eso se ha diluido y por ahora no veo un aviso de que lo podamos recuperar. Creo que el hábito ha cambiado y es comprensible, y tenemos que adaptarnos para seguir contando historias, porque eso es lo que nos dedicamos y el consumo sigue estando. La avidez por las historias sigue presente, lo que ha cambiado es la forma.

¿Cómo viviste el tiempo de pandemia y la dificultad de llevar adelante los proyectos? 

Paradójicamente, la pandemia lo que permitió fue que focalizáramos toda nuestra energía en poder editar la que fuera la película “Al 3er.Día”. El montaje fue llevado adelante junto a Guillermo Gatti y Martín Blousson, con quién intercambiamos ideas y opiniones e íbamos desarrollando ideas hasta alcanzar el corte final. Paralelamente, junto a Sergio Esquenazi estábamos trabajando en el guion de la que iba a ser “El Último Hereje”. Es decir, de una manera, si bien fue desafortunado el escenario de la pandemia, también creo que en esa instancia el cine me permitió salvaguardarme de todo el contexto espantoso que nos tocaba en suerte. Siempre ha sido un refugio para mí, un espacio de resistencia, desde donde yo puedo de alguna manera sublimar todos los temores, haciendo mucho más fácil mi vida. El poder estar conectado con la ficción. Así que agradecido, el cine me ha salvado siempre.

¿Qué consejo darías a los jóvenes directores que hoy están buscando cumplir el sueño de filmar? 

Considero que las condiciones están dadas desde que la tecnología ha hecho accesible, desde mi punto de vista, la posibilidad de narrar historias con imágenes. Solo hay tener la vocación y las ganas, la valentía de expresarse a través de estas imágenes. Ser cineasta es ser valiente, es no tener miedo a desnudarse frente a una audiencia y no tener miedo a lo que hay que decir. La clave para contar historias es vivir. Sumar experiencias, desde la lectura, la escritura, el visionado de películas. El acceso a la cultura y a la vida, nos dan herramientas y elementos para contar. El sueño está a la vuelta de la esquina. La tecnología lo ha hecho posible, todos podemos tener voz si tenemos algo para decir.

¿La mejor película es la próxima? 

Lo que he retirado de mi vocabulario es ‘mi última película’. La cita a mi última película me remite a lo último que he filmado y que no va a haber otra. Me motiva pensar que hay un cuerpo de obra, que uno se está expresando película a película y tiene algo para decir. Y que hoy -porque los árboles nunca dejan ver el bosque- no se puede saber la unidad de ese cuerpo, y me intriga llegar a la última película, que no va a ser la próxima. Porque espero que haya un discurso y un cuerpo amplio. No pienso cual será la mejor sino la más honesta, la que más se ajuste a la verdad para decir lo que tengo para decir. Estoy tratando de crecer película a película, entendiendo crecer como formas de empatizar con la audiencia a la hora de encontrarse con una historia. Poder transmitir esa verdad y que esta encuentre su reflejo en quien decida observar la película. Esa es mi tarea, de alguna manera la idea es llevarle a los espectadores una caja de herramientas para que puedan sublimar a través de la obra en sus propias vidas. No estoy en una competencia conmigo mismo, sino simplemente tratando de encontrar cuáles son esas herramientas para transmitir lo más claro posible el mensaje que tengo para decir.

¿En estás trabajando en este momento? 

Actualmente estoy desarrollando “Los Ojos del Abismo” y cuento con otros dos proyectos que están en tránsito y cuentan con aprobación del INCAA. Si bien es muy desafortunada la actual coyuntura del país, tengo expectativas de encontrarme con el público en esta película a la brevedad.

author: Maximiliano Curcio

Maximiliano Curcio

Nació en la ciudad de La Plata, Argentina en 1983. Es escritor, docente y comunicador, egresado de la Escuela Superior de Cinematografía

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